sábado, 25 de noviembre de 2006

Es intolerable lo de Rivera, dice el PP


Querido J:
Te supongo al corriente de la histórica información que sacudió hace pocos días la conciencia general de los catalanes, y muy en especial, la de los miembros de Ciutadans de Catalunya. «Albert Rivera militó en el Partido Popular», eso decía, y ya no hay remedio. La información se presentaba con un gran despliegue retórico y del medio original, El Periódico de Catalunya, pasó al resto de periódicos, a las radios y las televisiones. Quiero prevenirte que ése fue el primer y principal mensaje distribuido, y que todas las matizaciones, confirmaciones y desmentidos fueron posteriores y se fueron añadiendo, como cencerros, al hilo principal. Lo sustancial es que el presidente de Ciutadans tenía un pasado, y era popular.

Piensa, por un momento, que Albert Rivera hubiese militado durante meses o años en el Partido Socialista. La noticia sólo habría tenido un eco discreto, entre líneas, y la carcajada habría sido general si alguien hubiese propuesto que esa información debía figurar en la portada de un periódico. Pero el grado de identificación entre el Mal y el Partido Popular ha llegado a tal extremo en Cataluña que la sociedad mediática juzgó como perfectamente natural el escándalo.

Por supuesto, no había ninguna razón objetiva para ello. Sorpresa habría sido que Rivera hubiese militado, por poner un ejemplo, en una organización independentista. Por el contrario, el mensaje de Ciutadans tiene a los votantes del Partido Popular y del Partido Socialista como parte de sus destinatarios principales: no era raro, por lo tanto, que su líder hubiese militado en alguno de esos partidos. La extrañeza, el escándalo, fueron pura impostura sobrevenida.

Te lo diré claramente: en Cataluña el Partido Popular se equipara con el terrorismo, al menos moral. Es significativo que en la primera información aparecida en El Periódico se subrayara que Rivera había empezado a militar durante la Guerra de Irak. Era falso, porque se alistó antes, pero durante todo el día esa estrafalaria relación entre Irak y Rivera ocupó informativos y tertulias. Como si el joven líder fuese una bomba, aunque sin metáfora.

Rivera, sin embargo, también ha participado en esta demonización. Los hechos son que en el año 2002 firmó una hoja de afiliación a Nuevas Generaciones, la rama juvenil del Partido Popular, que no hizo una vida militante y que, cuatro años después, cuando ya estaba comprometido políticamente con el proyecto de Ciutadans, decidió darse formalmente de baja de una vinculación partidista que es probable que hubiera olvidado.

Pero fíjate en una cuestión, de la que me habrás oído hablar alguna vez. Es la cuestión clave: si, durante el proceso de creación de Ciutadans, Rivera hubiese revelado su antigua afiliación, no habría llegado a ser el líder que es. Sabes que participé en el debate sobre la creación de Ciutadans. Y sé bien hasta qué punto pesaba en el ánimo de muchos la necesidad de que Ciutadans no se identificara, en ningún momento, con el Partido Popular. Esa necesidad fue casi siempre ridícula, y muchas veces histérica: Ciutadans se había creado en razón, también, de las insuficiencias políticas del Partido Popular, y estaba clara su distancia con el modelo, no sólo político, sino moral y cultural, del Partido Popular. Pero Rivera, te insisto, no habría hecho carrera política en Ciutadans de haberse descubierto el estigma.

Así comprendo que en su participación en los movimientos previos le preocupara exhibir una cuidadosa equidistancia entre las dos almas del proyecto, y que, en consecuencia, ocultara ese fragmento mínimo y poco importante de su pasado. Lo comprendo, pero lo deploro. Porque la ocultación justifica la corrupta sentencia. La cínica evidencia de que con la verdad no se puede hacer política.

Su reacción posterior está íntimamente vinculada con su vergüenza... estratégica. Durante la campaña electoral insistió, sin que nadie se lo preguntara, en que había votado al Partido Popular y al Partido Socialista, y también a Convergència. Se trataba de la misma, y lógica, estrategia transversal. Si dio estas explicaciones sobre su voto es injustificable que no las diera de su militancia, por muy anecdótica que fuera. Como es injustificable que en su currículo se señalara expresamente que no había militado en formación política alguna. Sí, no puede evitarse que los enemigos de Ciutadans y algunos de sus amigos evoquen ahora la paradoja de su cuerpo desnudo.

Habrás de reconocer, no obstante, mi querido amigo, que la demonización más chocante, sofisticada y desmoralizadora del Partido Popular no proviene de sus más fieros enemigos políticos ni de la que haya podido macerar, deliberadamente o no, en la conciencia de Albert Rivera.

La demonización realmente extraordinaria es la emprendida ¡por el propio Partido Popular!, que ha visto, complacido y prácticamente dispuesto a todo, cómo la militancia en su partido era utilizada como una injuria. Desconozco por qué caminos los redactores de El Periódico obtuvieron la información. Y no me gusta especular sobre las filtraciones, que es como los unos llaman al periodismo de investigación cuando no hace daño a los otros. La información es de El Periódico y suya su responsabilidad de arriba abajo.

Ahora bien: el Partido Popular confirmó, después de que los medios lo contaran, que Albert Rivera había militado en su partido. ¿Qué estado de necesidad, qué urgencia democrática, que mandato jurídico hacía necesaria esta confirmación? Ninguno, por supuesto. Sólo el autoodio, para decirlo, aunque ahora con total precisión psicológica y política, con la jerga de mis paisanos.

Hasta tal punto el Partido Popular no se soporta. Hasta tal punto ha caído preso de la trampa antidemocrática impuesta por el establishment. Sí, Albert Rivera pecó, ha dicho el señor Francesc Vendrell después de abrir los sótanos con asco sumo. Ignoro si la Ley de Protección de Datos o cualquier otra impide que un partido político revele información de un ciudadano sin el acuerdo de éste y sin coerción fundada. Pero me gustaría que la ley (¡al menos la ley!) salvara al Partido Popular de sí mismo.

Por lo demás, ha llegado el frío.

Sigue con salud.

A.

(Recodo)
--Espasa, hay más.
--Buenos días, pero no me cree problemas.
--Voy a ser yo... Esto que ha dicho un grupo de socialistas.
--¿Que Rivera estuvo en sus actos?
--En efecto.
--Un capotazo.
--Quiá, Espasa. La inefable superioridad moral de sus amigos. Alto el fuego: si también estuvo con nosotros, ha de ser hombre de bien.
--Retorcido.
--¿Socialistas en positivo, dice que se llaman?

Arcadi Espada en su blog
25-11-2006

"La sociedad ha perdido el sentido de la dignidad, está muy mimada y tiende hacia la autocomplacencia"


Pamplona."No queda un solo vestigio quijotesco en nuestra sociedad contemporánea". ¿Es usted pesimista o un optimista bien informado?
Es una constatación real. Como ya tengo unos años, siento cierta nostalgia de valores que casi han desaparecido y que formaban parte de esos aspectos positivos que tenía El Quijote.

¿Cuáles son esos valores en peligro de extinción?
Uno de los más esenciales, y que está presente en El Quijote , es el sentido de la dignidad y del honor, algo que hoy en día constituye una pieza de museo. El conjunto de los ciudadanos ha perdido cualquier sentido de dignidad. También hay otros valores como, por ejemplo, el amor platónico o la lucha por los ideales que parecen inalcanzables. Hay muchas cosas que hoy ya no se llevan porque no son prácticas.
¿En qué nota que la sociedad ha perdido el sentido de la dignidad?
Es fácil notarlo. No hay más que ver los medios de comunicación para comprobar cómo hay gente que va a la televisión a airear su vida sexual y, lo que es peor, la de su pareja también. Pero en casi todos los ámbitos uno se da cuenta que la gente no sabe tener entereza ante las dificultades. Somos una sociedad cada vez más mimada que tiende a la autojustificación y la autocomplacencia. A mí me pasa lo que a la gente de mi generación, y es que fuimos educados en unos términos más severos, lo que, de alguna manera, nos ha proporcionado la posibilidad de saber el valor de las cosas y el esfuerzo que requiere conseguirlas.
A pesar de que el rastro de estos valores sea difuso, ¿qué conexiones ha logrado encontrar, qué careos ha establecido con el presente?
Hay pocas conexiones, pero, quizá, se podría decir que pervive el amor por la belleza, por la realidad. La belleza está íntimamente ligada a la realidad y, por lo tanto, probablemente éste sea uno de los últimos vestigios que queda de aquellos tiempos. Aunque también hay que tener en cuenta que el arte ha sufrido una gran transformación en nuestros tiempos y hay artes que han desaparecido, como la pintura y la escultura, siendo sustituidas por otras cosas.
¿Qué Quijote se puede ver en esta obra y por qué en Manhattan?
Manhattan porque es el epicentro de la modernidad. En la obra, una famosa directora argentina tiene la intención de montar un Quijote vanguardista y moderno, por eso elige esta ciudad. Y, dentro de su innovadora propuesta, decide crear una Quijota yanqui y una Sancha hispana. Pero el conflicto se produce cuando dos fontaneros acuden al teatro para arreglar una avería del escenario, resultando que ellos han asumido de algún modo esos dos personajes. Y se produce el enfrentamiento entre dos concepciones de la vida: una que ya casi no existe y está en franca decadencia y otra emergente.
Fueron muchos los actos que conmemoraron el IV centenario de la publicación de la obra cervantina, y usted fue muy crítico con algunos.
Todo el mundo tiene derecho a expresarse como le parezca bien, pero, sin duda alguna, el arte tiene que tener conocimiento, oficio y, sobre todo, una cierta ética. Inventarse totalmente una obra está bien, pero cuando uno coge como referencia algo que ya existe lo normal es mostrar respeto hacia el original. Si unos músicos dicen que van a tocar a Beethoven, no pueden tocar a Chopin, y aquí ocurre lo mismo. En el teatro actual, hay una serie de gente que se ha decidido a proponer inventos más o menos espectaculares buscando que se monte algún que otro escándalo, y, en mi opinión, eso falta a la ética. Hay muchos espectáculos que estéticamente son una auténtica bazofia y que éticamente son un auténtico desafuero.
En sus críticas a la profesión teatral se muestra contrario al artificio, a la pose, y a favor de la naturalidad.
En cualquier obra de arte, incluido el teatro, lo que importa es alcanzar la sensación de que todo ha surgido de una manera natural, sin esfuerzo. En el teatro, muchas veces se ve que las cosas pasan forzadas, las situaciones, las escenas... Los actores se expresan con un sentido excesivamente teatral, y, cuando algo suena a teatro, suena a falsedad. A mí me gusta tener la sensación de que los actores están improvisando. Y le aseguro que es todo lo contrario, porque los actores de Els Joglars tienen tan milimetrada la obra, que entre dos representaciones de un texto de dos horas puede haber una diferencia de segundos.
Dice que el momento artístico actual está marcado por una cierta obsesión timadora, ¿hay mucho estafador en esta profesión?
Los hay en todas las profesiones, lo que ocurre es que el camelo de la modernidad y la vanguardia ha ampliado el nivel de timo, porque se proponen expresiones que no tienen referencias y que necesitan de expertos para decidir qué es bueno y qué no, al margen del público. Seguramente, timar en pintura en el Renacimiento sería muy difícil, y lo mismo en teatro, porque si a la gente no le gustaba algo, se liaba a tirar tomatazos. Ahora no, ahora hay espectadores que asisten a auténticas bazofias y los hay que incluso aplauden.
Dentro de la profesión, este año se ha tenido que ver las caras con antiguos compañeros de Els Joglars que reclamaban la autoría compartida de La Torna . Un juez le ha dado la razón, adjudicándole la autoría única de esta emblemática obra, pero el proceso no habrá sido plato de buen gusto.
No ha sido nada agradable, porque, en este asunto, han jugado más las bajas pasiones y el resentimiento que la razón. Todo esto ha venido de una gente que por lo que fuera, porque profesionalmente la vida no les ha sonreído, han disparado contra el que ha tenido éxito. Además, lo más triste es que han aprovechado un momento político en el que en Cataluña soy el enemigo público número uno. Y se ha puesto en tela de juicio mi propia construcción de Els Joglars, la autoría de mis obras. Ha sido uno de los hechos más tristes y desagradables que he vivido.
Lo que está claro es que Albert Boadella nunca ha tenido pelos en la lengua. ¿El artista debe ser conciencia o altavoz de la sociedad?
El artista está obligado a reestablecer la realidad allí donde, por los motivos que sea, se ha escondido, manipulado o falsificado. Los creadores tienen una función terapéutica, de manera que cuando la sociedad se ve afectada por un virus epidémico y empieza a enfermar, tienen el deber de erigirse en terapeutas. Pero muchos prefieren salvar la piel y mirar hacia sus propios intereses materiales. Volvemos a la lucha entre ética y estética, aunque a mí me parece que ambas van unidas y difícilmente se pueden disgregar.
En su compromiso público, ha participado como fundador de Ciutadans de Catalunya, ¿está satisfecho con los tres parlamentarios obtenidos?
Sí. Nosotros hemos sacado a la luz una realidad que estaba escondida. Hay 90.000 personas que se han atrevido a votar a Ciutadans. Esto demuestra que hay mucha gente en Cataluña que está por otra forma distinta de hacer política. Espero que esta nueva situación ayude por lo menos a que este territorio cambie un poco de rumbo, porque el actual es muy arriesgado y se dirige muy poco al servicio del ciudadano.
¿Y qué opina del nuevo gobierno de Entesa que se ha formado?
Es lo mismo que el tripartito, lo han maquillado un poco, pero es igual. De todos modos, yo no responsabilizo al tripartito de todos los males que este territorio ha tenido en relación a la mística nacionalista. Hay que entender que antes tuvimos 23 años de pujolismo responsables de construir toda esta estructura, por lo que el tripartito se ha encontrado con todas estas cosas ya hechas; algunas las ha aumentado y otras las ha mitigado. En todo caso, lo que no ha hecho ha sido cambiar de rumbo, ha seguido en la misma línea de endogamia nacional, por lo que no es un gobierno que a mí me pueda complacer. Todo lo contrario.
Del panorama político actual, ¿qué tema le gustaría llevar a Els Joglars a escena?
Cada vez me alejo más de lo que sería la realidad aparente, me interesa más la realidad profunda de las cosas. Es lo que pasa, por ejemplo, En un lugar de Manhattan , con la que me alejo del día a día y entro en una realidad que me parece más auténtica: la de los grandes instintos, las grandes pasiones, los grandes impulsos de los individuos y de los colectivos. Los montajes relacionados con la actualidad pertenecen a otra etapa de mi vida, ahora me interesan otras cuestiones. Además, para mí, la política es la anécdota de la historia y a mí lo que realmente me interesa es la historia. El arte hace historia, la política no siempre la hace y muchas veces es pura anécdota.


Ana Oliveira Lizarribar (Diario de Noticias) (25/XI/06)

Ciutadans denuncia la "infantería periodística del sistema"

Toni Soler, Xavier Vidal-Folch, Enric Juliana o Enric Sopena. Ellos son la "infantería periodística del sistema". La irrupción de un nuevo partido político en el agitado panorama elecotral catalán, y su consecuente extrapolación en el resto de España, ha desatado un auténtico torrente de iras. Nunca tres escaños consiguieron tanto: partir más al Partido Popular, dejar tocado al PSC, poner en evidencia a los medios catalanes y, ante todo, mostrar que algo está cambiando en la conciencia política nacional.

No es una novedad que la prensa haya maltratado a Ciutadans de Catalunya. En el panorama nacional, Periodista Digital les dio un espacio desde el que difundir sus ideas, el tándem Losantos-Pedrojota les ha apoyado como una especie de fetiche para azuzar al sector más extremo dentro del PP, que se bate en duelo con los "maricomplejines" moderados. En los medios de la izquierda se ha atacado, y en los medios catalanes, se ha obviado completamente a este nuevo partido político y, una vez abiertas las urnas catalanas, la tormenta se ha desatado. Unos, los de izquierda, acusando a Ciutadans de pertenecer a la extrema derecha, como hacen con todo lo que se aleja de sus postulados. Los de derecha, utilizándolos como arma arrojadiza contra su propio partido. Unos por otros, y Ciutadans pasa de ser un partido desconocido a ocupar todas las conversaciones. Y en el centro, los nacionalistas radicales que también agredieron a los de Ciutadans, dando muestras de su concepto de democracia... aunque no tuvo tanto eco mediático como las agresiones al PP, claro. ¿Qué hubiera pasado con ellos si se hubiera informado convenientemente sobre lo que son en realidad? Ya parecen preparar su salto a Madrid.

EL INJUSTO TRATO MEDIÁTICO A CIUTADANS

En ocasiones, de hecho, la prensa catalana ha llegado incluso a legitimar las injustificables agresiones contra Ciutadans y contra uno de sus miembros, Arcadi Espada, a quien Pedrojota Ramírez dio cobijo como columnista. Este jueves, en la páginas de opinión de El País, el escritor Félix de Azúa publicaba un artículo memorable. Da donde más duele, con nombres y apellidos, a unos cuantos periodistas de renombre. Por lo inhabitual del hecho, es destacable. Y lo hace cogiendo como base la forma en que la prensa ha tratado el fenómeno de Ciutadans de Catalunya. Habla, por ejemplo, de gente como Toni Soler, Enric Juliana o Xavier Vidal-Folch. Y lo hace acuñando un nuevo término: si para los medios de PRISA existe la "Brunete mediática" de la derecha, para el intelectual de Ciutadans hay ahora una "infantería del sistema". Y, para colmo, les ataca desde El País. Lo dice con todas las letras: "Los Sopena, los Culla, los Cardús, los Sánchez, la infantería del sistema, han afirmado que Ciutadans es de extrema derecha". Tal y como comenta, la situación de desinformación sobre este nuevo partido no ha cambiado con sus brillantes resultados en las elecciones catalanas: "La victoria de Ciutadans y sus tres escaños ha sorprendido porque la sociedad catalana carece de información responsable. Muy pocos periodistas sabían algo sobre el nuevo partido y lo que sabían era mentira". Así de claro lo denuncia Azúa: "Ningún profesional de la prensa catalana intentó averiguar algo por su cuenta.
"LOS SOPENA, LOS JULIANA..."

Y comienza a contar lo que sucede, paso a paso, para que nada se pierda. Porque el problema no está en las bases, tal y como dice: "Era de esperar, por así decirlo, entre la gente de faena, pero subamos un peldaño". El primero en salir trasquilado es Toni Soler: "Es una figura de la radiotelevisión catalana y escribe en La Vanguardia. Es una de esas estrellas locales que viven de luchar heroicamente contra la microscópica presencia del PP y que jamás han tocado un pelo al poder. Sin embargo, la aparición de Ciutadans le ha puesto nervioso (...) He aquí lo que escribía Soler el domingo 5 de noviembre: `Para Ciutadans el nacionalismo catalán va de Carod a Piqué, inclusive, y dicen una frase en cada idioma, para demostrar que el idioma no les importa, es decir, que si el catalán desaparece no soltarán ni una lágrima´". "Esto lo escribe Soler en castellano. Es otro de los innumerables nacionalistas que considera justo multar a un tabernero por no rotular en catalán, pero que desea seguir cobrando sus artículos en castellano, por favor. Con esta moral es difícil informar objetivamente".

Noticiaspyme (25/XI/06)

Ciutadans, ¿el proyecto “castellano” que soñó Losantos?

Una campaña de casi "dos millones de euros"
El Plural.Com: En el origen de Ciutadans-Partido por la Ciudadanía (C-PC) se encuentra el “rastro profundo” del ideario de Jiménez Losantos, que ya en 1980 promovió un proyecto político “inmigrante y castellano” en Cataluña. Así lo expone el historiador Culla i Clarà.
Joan B. Culla da un toque de atención a los miembros del partido que se estrena en el Parlamento catalán. Les pide a los intelectuales de C-PC que acepten las críticas y el examen público como el resto de los partidos políticos, ya que “no es lo mismo ejercer de intelectual divino que de político de faena”.
Ciudadanos de Losantos
Jiménez Losantos reconocía en 1981 haber impulsado un proyecto de carácter “genéricamente inmigrante y castellano” en Cataluña que no cuajó, 25 años antes de que apostara por la candidatura de Ciutadans en las recientes elecciones autonómicas en las que la nueva formación consiguió tres escaños.
El proyecto de Losantos
El historiador Culla i Clarà expone en el artículo “Caperucitas y lobos”, publicado ayer por El País, que existe un “rastro profundo” que enlaza las ideas y objetivos políticos de aquel proyecto y el actual de Ciutadans. Así, Clarà recurre a extractos literales de una carta de 1981 en la que Losantos confesaba al ex presidente de la Generalitat Tarradellas que él había intentado impulsar en Cataluña un proyecto “genéricamente inmigrante y castellano” que pudiese atraer a “toda la masa inmigrante y españolista demócrata”.
Contra el PSC y Pujol
El proyecto de Losantos consistía en presentar un programa que tenía que “cubrir lo que el PSC descubre y lo que la UCD tapa, es decir, la cuestión lingüística”, así como combatir un “PSOE catalanista-marxista” y el “nacionalismo tronado de Pujol”. Este partido sería “una candidatura inmigrante, castellana, española y de centro-izquierda” y le concedía un potencial de seis a ocho escaños. “
No se consiguió”
La plataforma de este intento sería el Partido Socialista Andalucista (PSA) de Rojas Marcos, al que había que otorgar componentes de otra inmigración, como la aragonesa y la castellana en general. Losantos explicaba que el proyecto contó con el apoyo de “un núcleo de la UCD en Cataluña” pero que finalmente “no se consiguió”, si bien le cabía “la tranquilidad de haber hecho lo que pude, y algo más, por intentarlo”.
Aceptar las críticas
Después de establecer estos vínculos, Joan B. Culla da un toque de atención a los miembros del partido que se estrena en el Parlamento catalán. Les pide a los intelectuales de C-PC que acepten las críticas y el examen público como el resto de los partidos políticos, ya que “no es lo mismo ejercer de intelectual divino que de político de faena”, para que acepten los mismos escrutinios “que sufren diariamente las restantes fuerzas políticas en nuestro sistema democrático”.
Respuesta al “victimismo”
El historiador, cercano al mundo nacionalista de CiU, alude directamente a Félix de Azúa por un reciente artículo de éste en las mismas páginas de El País. Clará expone que “un folletinesco” y “truculentro” De Azúa ha vendido una imagen de “desvalimiento, victimismo e indefensión” de Ciutadans, que sin apenas campaña, dinero ni apoyos habría conseguido tres escaños.
Atención “constante y desmesurada”
Clará replica a estos argumentos señalando que la campaña “sin dinero” del C-PC podría haber costado “casi dos millones de euros” y también niega que se pueda hablar de boicot informativo cuando tres periódicos generalistas les han dedicado “una atención constante y desmesurada” antes incluso de su alumbramiento y “un trato sin parangón con el que haya tenido cualquier otra fuerza extraparlamentaria pasado o presente”. También recuerda que C-PC ha contado con el respaldo de la COPE, de Libertad Digital y de Grupo Intereconomía. El historiador concluye irónicamente su respuesta a De Azúa diciéndole que una cosa “es que comparados con usted seamos unos plebeyos sin cuna y otra bien distinta es que nos chupemos el dedo”.
Mensaje a Boadella
El artículo lanza otro mensaje para la intelectualidad de Ciutadans y recuerda a Boadella que él ha utilizado “burlas, parodias e insultos contra sus adversarios ideológicos o políticos” por lo que ahora le sorprende que reaccionen “como novicias sonrojadas” anta los sarcasmos o las ironías ajenas. Por último, Clarà anima a Ciutadans a que se implanten a nivel nacional y que acepten que las críticas no tienen que ser “necesariamente" benévolas, ya que “no es lo mismo ejercer de intelectual divino que de político de faena”.

"El Plural" (16/XI/06)

Caperucitas y Lobos

Algún tiempo antes de los primeros comicios al Parlamento de Cataluña de la actual etapa, los de marzo de 1980, un entonces joven profesor de instituto con ínfulas intelectuales, aragonés de Teruel destinado en Santa Coloma de Gramenet, concibió el designio de una ambiciosa operación político-electoral. Según sus propias palabras -escritas un año y medio después en género epistolar- se trataba de introducir en la candidatura anunciada por el Partido Socialista de Andalucía (PSA) de Rojas Marcos a algunos elementos del Partido Socialista de Aragón u otros "que le dieran un carácter genéricamente inmigrante y castellano" y pudiesen así atraer "a toda la masa inmigrante y españolista, demócrata". Los enemigos a combatir eran "la suplantación o estafa que supone un PSOE catalanista-marxista", así como el "nacionalismo tronado de Pujol y, sobre todo, de Barrera".
El proyecto no nacía tan desnudo de apoyos como pudiese parecer, puesto que "un núcleo de la UCD de Cataluña, al que luego liquidó la estupidez central en beneficio del incoloro, inodoro e insípido Cañellas, estaba íntimamente y políticamente de acuerdo con mi idea. (...) Y efectivamente hubo setenta millones, más o menos, para despilfarrar, porque no se usaron, en la campaña del PSA". De haber sabido explotar tales complicidades y recursos, y "teniendo en cuenta que nuestro programa solamente había de cubrir lo que el PSC descubre y la UCD tapa, es decir, la cuestión lingüística en lo que respecta a la educación y a lo laboral, era más que probable que una candidatura inmigrante, castellana, española y de centro-izquierda sacase seis u ocho diputados, que serían el fiel de la balanza del Parlamento catalán y que venderían muy caro su papel arbitral a cambio de una legislación verdaderamente igualitaria en la cuestión lingüística. Ésta era mi idea". "No se consiguió, pero me cabe la tranquilidad de conciencia de haber hecho lo que pude, y algo más, por intentarlo" (todas las frases entrecomilladas, incluyendo las cursivas, proceden de la carta que Federico Jiménez Losantos le escribió al ex presidente Tarradellas el 20 de agosto de 1981, reproducida en Josep Sánchez Cervelló, Los papeles de Tarradellas, Barcelona, Flor del Viento, 2005, páginas 189 a 194).
Aunque la Cataluña de 2006 es distinta a la de 1980, no resulta nada difícil hallar en la música y la letra de Ciutadans-Partido de la Ciudadanía (C-PC) el rastro profundo de las ideas y los objetivos políticos que Jiménez Losantos propugnaba un cuarto de siglo atrás. Tampoco es complicado seguir, a lo largo de esos 25 años, el hilo rojo de profesores o padres hostiles a la inmersión escolar en catalán, de funcionarios e intelectuales a los que la lengua propia de Cataluña produce repelús, de plataformas y manifiestos sedicentemente bilingüistas, que conectan aquellas inquietudes de principios de los ochenta con el reciente nacimiento de Ciutadans. Explicar de forma documentada todo esto, recoger las expresiones de simpatía que la ultraderecha más genuina ha dedicado al partido del señor Rivera, ¿es desinformar, intoxicar o insultar a la nueva formación? ¿Deberíamos periodistas y articulistas limitarnos a copiar como alumnos aplicados las notas de prensa de Ciutadans, sin análisis crítico alguno? ¿Pretende acaso el Partido de la Ciudadanía gozar de inmunidad frente a los escrutinios, controversias y juicios de intenciones que sufren diariamente las restantes fuerzas políticas en nuestro sistema democrático?
Durante los últimos meses, C-PC ha sabido proyectar hacia sus simpatizantes potenciales una imagen de desvalimiento, victimismo e indefensión que, como red para pescar votos, funcionó de maravilla. Es la imagen que dibujaba aún el otro día desde estas mismas páginas Félix de Azúa, transmutado en folletinesco Pérez y Pérez: "un pequeño partido", "minúsculo" frente a sus adversarios, que "ha conseguido tres escaños sin apenas campaña, sin dinero, sin apoyos, sin aparecer en los medios, contando tan solo con el entusiasmo de la gente". Lástima que tan enternecedor y truculento relato guarde poca relación con la realidad: ¿tiene idea el señor de Azúa de cuánto cuesta el mailing que hizo llegar a todos los hogares catalanes el tríptico y las papeletas de Ciutadans? ¿Conoce el importe aproximado de la cartelería, las pancartas, las cuñas radiofónicas de pago, los locales alquilados...? Hay quien evalúa el monto total de esa "campaña sin dinero" en casi dos millones de euros.
Por lo que toca al presunto boicot informativo, su mera insinuación carece de sentido en la era de Internet, pero tampoco se sostiene con respecto a la prensa de papel. De los ocho periódicos generalistas con edición catalana que se venden cada día en Barcelona, tres dedicaron a Ciutadans una atención constante y desmesurada desde mucho antes de su alumbramiento -El Mundo, verbigracia, les consagró portada y dos páginas enteras el último día de la campaña electoral-, y los otros cinco, incluido EL PAÍS, concedieron a C-PC un trato sin parangón con el que haya tenido cualquier otra fuerza extraparlamentaria pasada o presente. ¿Silenciado, un grupo cuyo principal ideólogo ha llegado a publicar hasta dos artículos diarios en La Vanguardia? ¿Inerme, una sigla que tiene tras ella a la Cope, a Libertad Digital, al Grupo Intereconomía..., a un Jiménez Losantos resuelto a triunfar en 2006 donde fracasó en 1980? Una cosa, señor De Azúa, es que comparados con usted seamos unos plebeyos sin cuna; y otra bien distinta es que nos chupemos el dedo.
Los impulsores y dirigentes de Ciutadans, grupo que bajo la batuta de Boadella ha jalonado su trayectoria de burlas, parodias e insultos contra sus adversarios ideológicos o políticos ("cursis", "capullos", "mangantes"...), hacen el mayor de los ridículos cuando reaccionan como novicias sonrojadas ante los sarcasmos o las ironías ajenas.
Querían un partido, y ya lo tienen; querían voz en el Parlamento catalán, y han ganado tres meritorios escaños. Utilícenlos, pues, para hacer política, para acreditar su presunta etiqueta socialdemócrata, para desmentir o confirmar las acusaciones de españolismo. Concurran a las municipales, implántense en Madrid y en Salamanca, hagan allí campaña antinacionalista o posnacionalista (¡ardo en deseos de seguirla!)... Pero sepan que, en cualquiera de los casos, estarán sujetos al examen y a la crítica no necesariamente benévola de la opinión publicada. No es lo mismo ejercer de intelectual divino que de político de faena.

Joan B. Culla i Clarà (El País) 15/XI/2006

¿Quién teme al ciudadano feroz?


Como es bien sabido, con ocasión del Salon de 1864 el pintor Édouard Manet expuso su célebre Olympia, un desnudo femenino que irritó profundamente a la buena sociedad parisina y cambió las reglas de la representación clásica. La gigantesca cólera desatada por el cuadro de Manet era debida a que el nuevo modo de presentar un tema clásico dejaba sin argumentos a los tradicionalistas. La estrategia artística de Manet negaba todos los valores defendidos por la vieja escuela. Los entendidos, los expertos, los coleccionistas y aquellos aficionados que se consideraban enterados, reaccionaron con violencia porque, de ser cierto lo que Manet expresaba en su pintura, entonces ellos eran una colosal mentira. También es conocido el final de la historia: eran una colosal mentira.

Algo similar está sucediendo con la irrupción de un pequeño partido posnacionalista en Cataluña, a partir de las últimas elecciones. El Partido de los Ciudadanos (PC) es minúsculo en comparación con las fuerzas que representan al nacionalismo catalán, pero la reacción que ha desatado es sorprendente y pone de manifiesto, no la amenaza de los débiles, sino el miedo de los poderosos. La astuta conducta de los medios de comunicación catalanes, que no informaron en ningún momento sobre la campaña del PC mientras duró la subasta de votos, no ha podido resistir el resultado y ahora se desborda en ataques furibundos. Un síntoma inequívoco de que el poder se siente débil.

Por si alguien supone que escribo desde una posición militante, debo aclarar que si bien formé parte del grupo que incitó a la creación en Cataluña de un nuevo partido que pudiera hablar con naturalidad sobre todo lo prohibido por el poder, en cuanto ese partido se constituyó legalmente me retiré con ánimo de no regresar nunca más a la política empírica. Si ahora escribo sobre ellos es porque nos están sirviendo una valiosa información sobre la falta de información que sufre la sociedad catalana. De modo que habría escrito exactamente lo mismo si hubiera votado a Convergencia o a Iniciativa.

La falta de información a la que aludo es una de las causas de la inseguridad del poder catalán. Cuando escribo esta crónica hay ya un acuerdo para repetir el tripartito. Es decir, que han ganado los que han perdido, pero quizás no cabía otra posibilidad. Los partidos nacionalistas catalanes son máquinas de distribución. Cualquiera de las posibles combinaciones ganadoras no se forma para cumplir el deseo de los votantes sino para satisfacer a los partidos y a sus clientelas. Contra este estado de cosas había que fundar un nuevo partido y ese partido ha conseguido tres escaños sin apenas campaña, sin dinero, sin apoyos, sin aparecer en los medios, contando tan sólo con el entusiasmo de la gente.

La victoria ha sorprendido porque la sociedad catalana carece de información responsable. Muy pocos periodistas sabían algo sobre el nuevo partido y lo que sabían era mentira. Ningún profesional de la prensa catalana intentó averiguar algo por su cuenta. Cada uno de los mediáticos de prestigio pertenece a un grupo dentro del sistema y nada que caiga fuera de tan estrecho horizonte tiene la menor importancia. La endogamia informativa ha llegado a extremos grotescos, como la creación de un comité de comisarios que vigila a los periodistas catalanes. Sin embargo, no es el momento de examinar el grado de dependencia y la falta de autonomía de los medios catalanes, sino de sacar algunas conclusiones. Y para ello nadamejor que poner algunos ejemplos de lo que está sucediendo después de las elecciones, cuando el resultado es irreparable. Quizás alguien se percate de que el estado de cosas es insostenible, que está hundiendo a la sociedad catalana en el escepticismo democrático, y trate de ponerle remedio.

Hablemos de las firmas y vayamos de menor a mayor. Como es lógico, todo el periodismo de batalla ha coincidido en calificar al PC de facha, ultraderechista y cosas semejantes. De nada ha servido que el jefe del partido se definiera como socialdemócrata, o que no haya ni un solo dato que fundamente semejante barbaridad, es decir, que este es un partido de delincuentes. Ningún responsable del PC ha hablado de inmigración y si lo ha hecho ha sido con bastante mayor liberalidad que la señora Ferrusola de Convergencia o el señor Barrera de Esquerra; ni de religión y si lo ha hecho es para declararse laico y contrario a la asignatura de religión, a diferencia de los nacionalistas; ni del aborto, las bodas gays, el feminismo y la parafernalia que trabaja ese partido estetizante, Iniciativa, como no sea para coincidir con ellos porque, la verdad, esas cosas son simplemente obvias. No importa: los Sopena, los Culla, los Cardús, los Sánchez, la infantería del sistema, han afirmado que el PC es de extrema derecha.

Era de esperar, por así decirlo, entre la gente de faena, pero subamos un peldaño. Toni Soler es una figura de la radiotelevisión catalana y escribe en La Vanguardia. Es una de esas estrellas locales que viven de luchar heroicamente contra la microscópica presencia del PP y que jamás han tocado un pelo al poder. Sin embargo, la aparición del PC le ha puesto nervioso. He aquí lo que escribía Soler el domingo 5 de noviembre: "(Para el PC) el nacionalismo catalán va de Carod a Piqué, inclusive, y dicen una frase en cada idioma, para demostrar que el idioma no les importa, es decir, que si el catalán desaparece no soltarán ni una lágrima". Esto lo escribe Soler en castellano. Es otro de los innumerables nacionalistas que considera justo multar a un tabernero por no rotular en catalán, pero que desea seguir cobrando sus artículos en castellano, por favor. Con esta moral es difícil informar objetivamente.

Subamos otro peldaño, lleguemos a periodistas prestigiosos y a los que respeto. Ese mismo día y en el mismo órgano de los conservadores catalanes, Enric Juliana escribía: "El despliegue del Partido de la Ciudadanía en España sólo es posible con el apoyo estratégico de un poder fuerte. La FAES es uno de ellos y ha amenazado con querellarse contra quien diga que suya es la mano que mece la cuna". Debo confesar que el párrafo me ha desconcertado porque soy lector habitual de Juliana, uno de los escasos periodistas catalanes que utiliza el castellano con elegancia. Su posición siempre ha sido clara, es simpatizante de Convergencia, pero no es un palanganero. Suelo oírle en la tertulia de Carlos Herrera y me parece un hombre equilibrado. Que utilice una falacia tan absurda es significativo sobre el grado de intoxicación de los periodistas catalanes. La gente que ha conseguido tres escaños se los ha trabajado como antaño los clandestinos que luchaban contra Franco: aguantando los ataques del régimen en pleno y sin el menor apoyo de nadie como no sea el desinteresado y generoso de mucha gente que está harta de tanta falacia. Que sólo les hiciera caso la prensa de Madrid no es culpa suya, sino de la prensa de Barcelona.

Y acabemos de subir la escalera hasta un nivel que puede costarme una amistad. El viernes 3 de noviembre, Xavier Vidal-Folch, el director de la edición catalana de este periódico y amigo personal, hacía un balance de los resultados. Escribía lo siguiente: "La gran novedad, Ciutadans, ese nacionalismo neoespañolista". Pasaba luego a anunciar que el partido practicará el lerrouxismo, que acabará en manos de la extrema derecha, y terminaba diciendo: "¿Nuevo el nacionalismo español? ¿O el más rancio y cutre de los nacionalismos hispánicos?". Esta es la opinión de un gran profesional catalán que ha vivido en Bruselas durante años y conoce la prensa europea. Si estuviéramos en Europa habría que hacerle algunas preguntas: ¿Qué es, en su opinión, el "españolismo"? ¿Algo así como el catalanismo, un apego cultural? ¿Que te guste la música de Albéniz, el Museo del Prado y las novelas de Mendoza? ¿Hay que añadir, para radicalizar, la jota en plan sardana, los toros en plan castellers, el Valle de los Caídos en plan Montserrat? ¿O más bien será españolista alguien que se oponga al populismo del odio contra los españoles tipo Rubianes? ¿Y que sería un "neoespañolismo"? ¿O es sólo un modo de clasificar para evitarse el análisis? ¿Pereza o desinformación?

El lerrouxismo y la extrema derecha son fantasmas constantes en Cataluña, quizás por ser dos de las más frecuentes tentaciones catalanas, desde el carlismo del XIX hasta los Requetés franquistas. Son espantajos que carecen de contenido ya que toda situación histórica es irrepetible y para acabarlo de arreglar nadie sabe muy bien en qué consisten. ¿Es un lerrouxista a la inversa Artur Mas cuando se inventa un carnet de puntos para inmigrantes? ¿O Maragall cuando le concede la nacionalidad catalana a Montilla por lo bien que se ha portado? Cuando un término más o menos técnico se usa como insulto hay que suponer que de lo que abunda en el corazón habla la boca.

Lo mejor sin embargo es el final. "Rancio" y "cutre" son de nuevo adjetivos muy frecuentes entre los defensores de la buena sociedad catalana, aunque deben aplicarse exclusivamente al llamado "nacionalismo español". Que Artur Mas se arrodille ante la tumba de Wifredo el Velloso, que todos los partidos canten Els segadors con la mano en el pecho y lo hagan obligatorio en las escuelas, que peregrinen a los lugares sagrados, que prohíban a los escolares hablar en castellano en el patio, o que sólo hayan leído a Prat de la Riba y otros genios de la filosofía política, no es, para ellos, ni "cutre" ni "rancio". Debe de ser lo más progresista, aunque sólo en Cataluña. ¡Qué pésima información, Dios mío!

En efecto, un partido sin dinero, sin campaña, sin apoyo mediático, en cuatro meses ha conseguido tres diputados. Ahora el poder catalán puede reaccionar de dos modos distintos: temblando de miedo e insultando como hasta ahora viene haciendo, o poniendo remedio a lo que ha provocado 90.000 votos para el nuevo partido, 60.000 votos en blanco, la más alta abstención de la historia de Cataluña, y un panorama para el futuro Gobierno que cada vez nos acerca más a la Italia de los años de plomo. O a cosas peores. Quizás ellos se sientan a gusto en este ambiente de sauna para padrinos. Los demás, no.

Félix de Azúa (El País) (09/XI/06)

Albert Rivera, Ciutadans y su programa económico izquierdista

Hoy EXPANSIÓN publica una muy interesante entrevista con uno de los ganadores de las elecciones catalanas. Albert Rivera, número uno de la lista de Ciutadans, desvela sus posiciones en política económica y otros ámbitos. Finalmente, se ha desnudado. Y se lo quiero agradecer. A partir de hoy todos sabemos que Ciutadans es un partido que en economía forma parte de la izquierda clásica: nada de bajar impuestos, más gastos y más subvenciones, incluyendo la de pañales.

Estuvimos dos horas charlando con Rivera. Si el experimento de Ciutadans sigue -a fecha de hoy tengo dudas de que tengan recorrido más allá de una legislatura- puede tener un buen futuro. Como decimos en el periodismo, es un buen toreador. No se escapa. Se enfrenta al interrogatorio y tiene capacidad dialéctica. Se nota que su paso por Finlandia (estuvo seis meses) le influyó en su manera de pensar. Finlandia, por ejemplo, es un país absolutamente trilingüe, además de ser uno de las naciones donde se pagan más impuestos del mundo. Rivera también considera a Olof Palme como el gran estadista de la historia.

En eso, igualito que Joan Saura y la izquierda postcomunista española, que han pasado de alabar a Cuba y las ex repúblicas soviéticas a mirarse en el espejo escandinavo. Es un paso. Pero Rivera no es marxista, lo que le ocurre es que se nota que muchos de los pseudointelectuales (los de ¡Libertad, libertad, libertad!) proceden de la extrema izquierda reciclada y algo de influencia habrán tenido.

Rivera comenta que está en contra de la última reducción de impuestos propuesta por el Gobierno del PSOE. "Soy socialdemócrata", afirma, con lo cual el PSOE debe ser de derechas. Al igual que ERC. Otro partido de ¿derechas? que consideró que la bajada de impuestos del PSOE se había quedado corta. Rivera puso también especial empeño en fomentar la natalidad. Rivera quiere subvencionar la compra de pañales (¿No hay competencia en este mercado?), ¿Y los chupetes? No me contestó. Lo afirmé en el post anterior: hay que ayudar a las familias numerosas con desgravaciones fiscales, pero si nos metemos a subvencionar de todo, al final se eliminan las fronteras.

Rivera no cree en ideologías y habla de terceras y cuartas vías. Pues sí. Hay ideologías. Aquellas que defienden la responsabilidad del ciudadano y aquellas que quieren que papá Estado lo solucione absolutamente todo. Se puede defender la igualdad de oportunidades y la meritocracia o se pueden defender postulados conservadores o izquierdistas, donde al final, por mucho que te esfuerces, el Estado te nivelará con los que no se esfuerzan o no te dejan progresar. Rivera dice que es socialdemócrata y liberal al mismo tiempo. Pero la falta de contradicción es tal que incluso cuando le preguntamos sobre la libertad de horarios respondió que le parece bien, pero que antes había que hablar con los comerciantes. A ver: o se está a favor o no. Que no me venga con diálogos.

Por otro lado, totalmente de acuerdo con él en temas de listas abiertas, libertad de opinión de los parlamentarios y democracia participativa. Desgraciadamente, cuando le pedimos que hiciera público quién ha financiado Ciutadans dijo que sólo lo hará si lo hacen los otros partidos. En el tema del idioma, bajó el tono habitual de su partido. El bilingüismo es una realidad en Catalunya y nadie tiene que decir a nadie como tiene que hablar. Los dos idiomas, catalán y castellano, deben tener los mismos deberes y derechos.

Ciutadans es, en definitiva, desde posiciones económicas, un partido muy de izquierdas y quiere cubrir el espectro del votante del PSC-PSOE y de ICV no nacionalista. Y, tal como afirma Rivera en el titular de hoy de EXPANSIÓN, que nadie se extrañe si vota a favor del tripartito muchas veces. La primera vez que escribí de ellos -hace unos seis meses- afirmé que más allá de sus posiciones antinacionalistas y populistas, deberían definir cuáles serían sus posiciones respecto a la economía y al bolsillo. Pues ya las saben. Que nadie diga que no avisamos y que no están informados.

Martí Saballs (Expansión) (15/XI/06)

El acoso a Ciutadans

Ya ha empezado el linchamiento. Primero fue la invisibilidad, el silencio, el desprecio. Pero ahora que los Ciutadans están aquí, con nada menos que tres relucientes escaños en el Parlamento catalán, los que ayer se negaban a verlos entienden que ya ha llegado el momento de tirarles piedras.

Y uno tal vez podría entenderlo -que no comprenderlo- si las pedradas provinieran sólo de la casta periodística catalana, de esa tribu aldeana que prorrumpió en obscenos aplausos cuando los políticos a quienes debían vigilar pergeñaron ese flamante Estatuto que refrendó menos de un 40% del electorado. Si los proyectiles vinieran sólo de esas filas pastueñas, de esos sumisos ciegos que no quieren ver los tres por cientos ni los derrumbes de barrios enteros en la fosa séptica que recorre la Ciudad Condal; si, como digo, sólo ellos fueran los lapidarios, uno lo aceptaría como otra manifestación más de la obediencia debida, de la adicción al éxtasis colectivo del que únicamente disfrutan los que tienen derecho a vivir bajo la confortable sombra de los cocoteros del oasis polaco. Los periodistas allí no quieren ser excluidos de esa sombra. Saben que la norma sagrada es no molestar a los políticos locales, todos niños bien del «seny», el Ensanche y la Sagrada Montaña de Montserrat. A cambio de respetarla, tienen toda la libertad del mundo para disparar contra un gigante de cartón que allí no asusta ni a los niños: un gigante espantoso, culpable de todos los males de Cataluña, un gigantón de barro llamado España. Ya me lo advirtió hace meses el mismo Albert Boadella cuando le pregunté por su apoyo a Ciutadans y por las consecuencias que le podría traer su postura firme en defensa del bilingüismo y la idea de una Cataluña imbricada en España. Él me dijo que nada había que temer mientras no sacasen un solo diputado; que si no enturbiaban el estanque, serían contemplados con cierta displicencia despectiva. Pero, ay, si lograban representación parlamentaria, mucho se temía que entonces tendría que irse de Cataluña por su propia seguridad. «No nos lo perdonarán», me dijo. ¿Quién? Quise saber. «Los políticos profesionales», contestó. ¿Los nacionalistas? Él me miró con cierta tristeza y negó con la cabeza. «No, ésos no serán los peores en el acoso». Y el resto de la amarga respuesta se diluyó en el atardecer. Pero, después de haber leído cómo un columnista de «La Razón», ese periódico de derechas decidido defensor de la idea de España, tilda a Albert Rivera de cobarde por definirse cercano a la socialdemocracia, he de recordar compungido el resto de la respuesta que se llevó el aire aquella tarde. Cuando un tío cómodamente sentado en su butaca madrileña acusa de falta de valor a quien se juega el tipo por poder definirse español en Cataluña, es que la vía de agua abierta en la fachada partitocrática es muy grande. Ahora me doy cuenta de cuán acertado era el diagnóstico de Boadella. Ciutadans, como grupo marginal, folclórico, algo atrabiliario, es perfectamente digerible, de fácil amortización, incluso divertido para el «stablishment», para esos que se reparten en amistosa francachela los ayuntamientos, las consejerías, los cargos, los túneles y los tres por cientos. Ahora bien, como grupo político parlamentario, sin hipotecas con entidades crediticias, patronales, sindicatos, lobbies, editoriales o grupos mediáticos, Ciutadans es una amenaza, un estorbo, el maldito espejo que retratará cuán fofos son los profesionales de partido. A la denigración se han sumado, pues, los conservadores que tanto se llenan la boca con la palabra España, para estupor de sus propios votantes. Pero es que el votante de uno y otro signo, llevado por su infantil buena fe, no acaba de darse cuenta de que la política de partido es un coto cerrado, un campo embarrado con sus propias reglas del juego, consistentes sólo en garantizar la supervivencia de los jugadores por delante de cualquier otra consideración. Incluso los escasos medios de comunicación que apoyaron el experimento en Cataluña se aprestan ahora a negarle utilidad alguna fuera de los estrechos márgenes regionales, sin tomar en cuenta el creciente número de ciudadanos formados y críticos de toda la nación que ya estamos hartos de que nos vendan la misma burra una y otra vez. El linchamiento ha empezado pronto. Y los linchadores profesionales no pararán hasta devolver a Ciutadans a la marginalidad, de donde consideran que nunca debió salir. Pero será cosa nuestra, señora, de usted y mía, el que lo consigan. ¿Estamos tan inermes como nos suponen? Bueno, pronto saldremos de dudas.

Miquel Silvestre (La Nueva España) (11/XI/06)

Antonio Robles Almeida: «En Fermoselle yo soy igual a otros, pero en Cataluña te sientes extranjero»

Tuvo una niñez feliz en Fermoselle, «un lugar donde el tiempo no existe y la vida se convierte en un paraíso», aunque a los 14 años emigró a Cataluña provisto tan sólo de una maleta. Allí estudió Ciencias de la Información y Filosofía, y allí ejerce como profesor de instituto. Ahora, a sus 51 años, casado y padre de dos hijas, se ha convertido en diputado electo al Parlament por la recién creada formación Ciutadans, antinacionalista.
Es el principio, cree, de un camino para terminar con «tantos años de acoso en Cataluña». - Como tercer candidato al Parlament, ¿esperaba obtener el escaño apenas unos meses después de formalizar su partido? - Para mí no ha sido ninguna sorpresa, porque esto empezó hace mucho tiempo. En 1992 ya escribí el libro titulado "Extranjeros en su país", que en realidad es la doctrina básica de Ciutadans. También fui el primer presidente de la Asociación por la Tolerancia. Pero si digo que esto no es nuevo es porque la situación en Cataluña tenía que explotar. Hay una dictadura del silencio y, efectivamente, ha explotado. Los intelectuales lo que han hecho de alguna manera es contribuir a legalizar un discurso.
- ¿Nacen con vocación de continuidad tras este boom electoral?
- Por supuesto. Dentro de ocho años se puede llegar perfectamente a la presidencia de la Generalitat. Hay un cincuenta por ciento de los ciudadanos que residen en Cataluña que no votan, pero piensan igual que nosotros, porque se sienten excluidos.
- ¿Usted se ha sentido extranjero en Barcelona?
- Siempre. Ahí está la diferencia, porque en Fermoselle yo soy igual a otros, pero aquí en Cataluña siempre estás señalado. Lo ves sobre todo en los casos de las personas que tenemos un trabajo, como el mío en la educación, vinculado a la Generalitat. Es sangrante y humillante para los ciudadanos.
- ¿Le costó aprender catalán?
- Conozco y utilizo el catalán, aunque no lo hablo perfectamente, como ocurre cuando aprendes una segunda lengua. Lo estudié en los años setenta, cuando se organizaron los primeros cursos, pero era todo una mitología nacionalista descarada y lo dejé.
- ¿Llevan con orgullo la bandera del antinacionalismo?
- El nacionalismo lo que ha hecho es utilizar tradicionalmente tres armas. Primero te silencian. Luego, te satanizan, te ensucian y acaban criminalizándote. A continuación ya viene la exclusión social.
-¿Se considera sobre todo español?
-Yo lo que reivindico es mi derecho a ser normal. No somos n i catalanistas ni españolistas. Yo no voy por la vida de nada. Pero, por supuesto, hay sentimientos y no nos avergonzamos de ser españoles.
- ¿Qué es para usted Cataluña?
- Lo que trato es de intelectualizar estos conceptos. No me pregunto si soy catalán o español, sino si tengo libertad, si tengo los servicios servicios sociales necesarios... En mi pueblo no se preguntan qué son. Estoy orgulloso de ser de Fermoselle, por supuesto, pero no lo utilizo desde la prepotencia ni me siento superior o mejor a otros por ello.
- ¿En Ciutadans aspiran a convertirse en el instrumento de conciliación entre España y Cataluña?
- En España la gente tiene que aprender que en Cataluña somos más los que pensamos en términos de normalidad que el resto. Si los ciudadanos no votan es porque el proyecto nacionalista no va con ellos. Es un error coger manía a los catalanes; hay que coger manía a los nacionalistas catalanes.
- A quién han hecho más daño electoralmente, al PP o al PSOE?
- Lo que le puedo asegurar es que si el PSC y el PP no reaccionan se tendrán que disolver, y todos se vendrán con nosotros. En estos momentos no hay un lugar más sectario que Cataluña, más incluso que el País Vasco por el factor psicológico. Consiguen acomplejarte y que sientas complejo de inferioridad, algo que es peor que el acoso psicológico que puede darse en el País vasco, dejando a un lado las muertes, por supuesto, porque al final hay personas que se llegan a creer que son inferiores. El acoso moral es de tal calibre, sobre todo con los emigrantes, por ejemplo con los castellanos o andaluces... Es terrible.
- Los planteamientos de Ciutadans, salvo las singularidades lingüísticas, ¿son extensibles al resto del territorio nacional?
- Cada día nos llegan siete u ocho propuestas desde distintos puntos del país. Este proyecto se va a reactivar y la red se extenderá, porque nuestro objetivo es ser un partido bisagra. En el fondo Ciutadans, como concepto, sirve para todo el país y espero que en Zamora se constituya pronto, porque el hartazgo de los ciudadanos es un sentimiento que está ahí, como los problemas diarios. -Como secretario general de la formación, ¿valora la posibilidad de concurrir a las elecciones generales?
- Vamos a presentarnos y vamos a dar sorpresas. Se lo aseguro.
- ¿A quién darán su apoyo para gobernar el Parlament?
- No vamos a dar nuestro voto a nadie. Nuestra labor va a ser de denuncia de la corrupción política. Además todos son nacionalistas, salvo el PP que no pinta nada. Los ciudadanos están cansados de que se les engañe.
- Cuando tenga que intervenir en el Parlamento de Cataluña, ¿lo hará tanto en catalán como en castellano?
- Voy a intervenir exclusivamente en castellano. Lo que hay que instituir es que cada uno hable como quiera, y todo el mundo en Cataluña entiende el castellano. Yo me siento infinitamente más competente hablando en castellano, y es como lo quiero hacer. Imponer lo contrario sería un abuso. «Voy al pueblo todos los veranos, porque es donde me libero y donde la vida es un paraíso»
- ¿Cómo recuerda la niñez en su Fermoselle natal y qué le llevó a abandonar la provincia?
- Hasta los once años viví en Fermoselle. Un día llegaron al pueblo dos curas y a los cuatro primeros de la clase nos llevaron a un colegio de curas alemanes en León. Era una educación bastante avanzada si la comparabas con la del franquismo.
- ¿Mantenía el contacto con el pueblo y con la provincia? -En aquellos años yo sólo iba en vacaciones. Mi madre y mi hermana habían emigrado a Alemania para trabajar y mi padre a Francia. Como era bastante ateo y no tenía vocación sacerdotal al final me echaron . Con catorce años me fui en autobús a Cataluña sólo con una maleta. Mi padre, que trabajaba en pernoctaba en Llivia, un pueblo español pero en territorio francés, me fue a buscar y allí me quedé yo también. Hice el bachillerato y, más tarde, la carrera de Ciencias de la Información y la de Filosofía y letras.
- ¿Con qué frecuencia regresa a su tierra?
- Voy a Fermoselle todos los veranos. Es donde me libero, donde el tiempo no existe y donde la vida se convierte en un paraíso. Las noches en Fermoselle son impagables
. - ¿Tiene familia allí?
-Tengo mucha familia y muchísimos primos. Fermoselle para mí es el centro del mundo y el lugar al que llevo a mis amigos.
- Aunque ejerció un tiempo el periodismo finalmente se ha dedicado a la docencia.
-Ejercí en Cataluña, cierto, pero precisamente no quise participar de determinados planteamientos. Lo dejé y me presenté a unas oposiciones a profesor de Filosofía y Letras, y aprobé.
Begoña Galache (La Opinión - El Correo de Zamora) (03/XI/06)

A.M. - Tendencias

El ejemplo francés. Por primera vez una mujer será candidata a la presidencia en Francia. Ségolène Royal, diputada y ministra en sus treinta, ahora en sus cincuenta aspira al máximo escalón de una carrera política. Madre de cuatro hijos, de bella sonrisa y palabra clara y firme, ha vencido a sus contrincantes en la disputa interna del partido socialista. Como su correligionaria Bachelet, es percibida como un soplo de aire fresco en la rancia y machista vida política de su país. Nunca Francia se había acercado tanto a la "egalité", por lo menos en la burocrática vida interna de los partidos.
El ejemplo norteamericano. ¿Puede EEUU elegir próximamente a su primer presidente negro? Se llama Barack Obama, es demócrata y se vislumbra como un serio contrincante para Hillary Clinton. Los demócratas aparecen ilusionados con este joven y brillante abogado negro. Dicen de él que cautiva con su discurso y es capaz de atraer tanto a demócratas moderados como a muchos republicanos.
El ejemplo español. Las últimas elecciones celebradas en España, las autonómicas catalanas, depararon una gran sorpresa. Un movimiento ciudadano, surgido en torno a un grupo de intelectuales, logró tres diputados. Asfixiados por el autoritarismo de los nacionalistas y hartos de los partidos tradicionales decidieron salir a la vida política como un grupo independiente de ciudadanos. Ahora, los Ciutadans de Catalunya se disponen a extender su esquema a otras ciudades.
¿Nos influirá en 2008 alguna de estas tendencias?

Diario Libre (19/XI/06)

La apolítica del Siglo XXI


La mayoría de nosotros, pensábamos que la política, era algo tortuoso y exclusivo de señorones mayores, trasnochados e inaccesibles, enfundados en traje caro, a quienes tras las lunas tintadas de su coche oficial, lo que menos importa es, en realidad, el bien común y el interés general. Sus legislaturas -si es que consiguen terminarlas- responden al siguiente esquema:

Fase 1: Arenga abstracta e indiferencia absoluta hacia los problemas de la sociedad que están gobernando. Mangoneos indiscriminados, despilfarros a diestro y siniestro, cisma interno, conflictos competenciales y favores a amigos.
Fase 2 (Tiene lugar los seis meses previos a las elecciones): Descalificar al contrincante en una guerra sin límite, principalmente. También sonreír y salir en su televisión pública. Alquilar hoteles carísimos para dar cenorras a los VIPs y a sus propios patrocinadores mientras reparten caramelos, bolígrafos y pulseritas de goma entre la plebe arrabalera.
Los triunfos de la política de última generación, cuyos exponentes más conocidos son actualmente Ségolène Royal y Ciutadans de Catalunya, se propagan con fuerza y contagian de entusiasmo a los nuevos demócratas europeos. Resulta, que en medio de esta tradicional maquinaria de apariencia y corrupción, de repente nos encontramos con personas reales que por encima de fachadas e ideologías, están dispuestos a luchar por los derechos y las libertades de sus semejantes y también a afrontar los problemas que otros han postergado indefinidamente para tomar las riendas de una sociedad casi desahuciada que quiere renacer con el nuevo siglo.
Ciutadans de Catalunya, con tan sólo cuatro meses de vida, consiguió noventa mil votos en unas elecciones autonómicas en las que casi todos perdieron, marcando el hito de ser el primer partido catalán no nacionalista (y no “antinacionalista”) en la historia de la democracia en Cataluña. No les han frenado ni las amenazas recibidas desde determinados sectores radicales, ni la falta de cobertura por parte de los medios de comunicación públicos de su propia comunidad ni la escasez de financiación con la que contaron para llevar a cabo su campaña, renunciando a la ayuda tendenciosa de aquellos que siempre se quieren subir al carro atraídos irresistiblemente por la erótica del poder. Pero tienen una idea tan sencilla e innovadora, como que las personas sean la prioridad.
Y por eso cuentan con una excelente acogida; los ciudadanos queremos que quienes nos gobiernen, nos escuchen y se empiecen a interesar simplemente por lo que importa. La socialista Ségolène Royal, desde el centro izquierda, adopta sin complejos algún que otro postulado tradicionalmente atribuido a la derecha, porque esta abogada de la “Generación Voltaire”, tal y como fue llamada su promoción universitaria, sólo quiere atender a razones.
Sus adversarios durante la campaña e incluso compañeros de partido, cayeron en combate por méritos propios, verbi gratia; la estrategia anteriormente expuesta de la jocosa referencia personal al oponente, al igual que en Cataluña se hicieron “ingeniosos” juegos de palabras con el apellido de Montilla, aunque en este caso, haciendo uso de la condición femenina de la Royal.
Pero que las buenas ideas no necesiten artificio alguno y que los estrógenos todavía puedan detectar el machismo a años luz, situaron a aquellos candidatos en Las Antípodas de la victoria.Los nuevos políticos, ni siquiera se consideran a sí mismos como tales. Son profesionales -y sobre todo personas- que quieren y pueden llevar a buen puerto una sociedad a la deriva y recuperar la ilusión del votante desengañado al que España no da una alegría desde 1975 o en el caso de Francia, desde Mayo del 68.
Los Ciutadans, consiguieron tres escaños en unas elecciones en las que ellos mismos, la abstención y el voto en blanco, fueron los protagonistas. Al Norte de los Pirineos, casi un ochenta por ciento del censo electoral ejerció su derecho al sufragio y ella, arrasó. Queda claro que son estos recién nacidos apolíticos los que en breve moverán el Viejo Mundo. El cambio está en marcha y los nuevos ilustrados, ganan terreno merecidamente en las mentalidades y en el hemiciclo recuperando esos ideales, tan modernos y transgresores, nacidos hace más de doscientos años en el país de Ségolène.

Mar Berenguer (Siglo XXI) (21/XI/06)

La insoportable pesadez de la razón

Un año antes de la invasión soviética de Checolosvaquia Milan Kundera escribía La Broma, una pieza magistral sobre la pérdida de la libertad y el sentido común en las relaciones humanas; la obra también es, entre otras muchas cosas, una cerrada denuncia de la opresión política y un alegato implacable a favor del sentido común y los valores del individuo frente a los excesos del un régimen absurdo, que somete al protagonista de la novela a la marginación social y a duros castigos por haber escrito una broma en una carta de amor.

La situación no es desde luego comparable a la Catalunya actual, pero sí que nos induce a meditar críticamente acerca del por qué esta sociedad se ha convertido en un ente ajeno al elemental sentido común; o por qué la razón -entendida como método discursivo conforme a la naturaleza de las cosas- parece haberse volatilizado y que no anide ya en ninguna de las cabezas de nuestros políticos.

La presencia en el Parlament de tres diputados de Ciutadans ha hecho naufragar algunas verdades que hasta hoy se daban por sentadas, mientras los políticos profesionales del nacionalismo han quedado atónitos y confusos ante la nueva situación. No consiguen entender cómo después de dos décadas de inmersión y adoctrinamiento practicados sin rubor, algunos ciudadanos han decidido no hacerles el menor caso y denunciar abiertamente el secuestro de su libertad individual y el espeso manto de silencio y marginación con que les arropaban a su pesar.
El nacionalismo, por sí mismo, no es intrínsecamente nocivo: tiene apreciables componentes de autoestima, y el formar parte de un grupo sociopolítico -nación u otra denominación equivalente- contribuye a fortalecer el carácter social de la persona. El hecho de pertenecer a una comunidad con una traza cultural diferenciada o de una cierta entidad, produce en el individuo un claro confort social.
Pero lo ocurrido en Catalunya estos últimos tiempos se aleja notablemente de esta clase de nacionalismo. Lo ocurrido es un verdadero rapto del inconsciente colectivo por parte de los lideres políticos -de todos sin exclusión- instalados en una privilegiada casta social y económica, mediante la patrimonialización de la Patria (Catalunya), elevada al rango de Nación y usada sin rubor ni vergüenza para sus particulares intereses políticos.
Para estos señores, cualquier acto, manifestación, opinión o crítica que cuestionase la exquisita catalanidad de sus políticas de partido -o la propia conveniencia de una política basada de forma exclusiva en lo catalán como objeto de agresión directa por parte del Estado español- era interpretada como una grave ofensa al sujeto colectivo “Catalunya”, convertido en tal por una hipóstasis ritual de los dirigentes con sueldo, tarjeta Visa y coche oficial. Esta sacralización, desmesurada y obscena, del territorio y acervo cultural común ha servido (con excelentes resultados hasta la fecha, por cierto) para consolidar un nacionalismo políticamente excluyente o, a lo sumo, no-integrador.
En realidad se ha estado practicando de tapadillo algo más que la promoción y exaltación de lo propio y particular: quien no participase con devoción de estas ideas y no se considerase nacionalista en los términos descritos, era -y es todavía- considerado un traidor a la tribu, y, por tanto, un sujeto digno de la más absoluta marginación social y ostracismo civil. Y todo esto, sorpresivamente, sin ninguna elaboración doctrinal estimable, sin escritos dignas de ser leídos, sin ensayos filosóficos, sin foros de debate o discusión. En resumen, sin ningún soporte científico. El nacionalismo catalán de las ultimas dos décadas se ha lanzado a la palestra sin bagaje alguno, aunque bien pertrechado de sofismas, tópicos y medias verdades.
En puridad han seguido la misma senda que Herder y Fichte habían trazado para justificar el nacionalismo alemán y arrebatar a Francia el predominio y superioridad cultural en el siglo XVIII. Herder, más que nadie, contribuyó a forjar este carácter nacional que es la base del nacionalismo de los siglos XIX y XX y que se caracteriza por una incontenible exaltación de lo particular (Volksgeist). El sustrato de la cultura nacional es, básicamente, la lengua, originando en el caso catalán un nacionalismo romántico que tiende enfatizar la cultura autóctona (y su instrumento: la lengua catalana) hasta extremos inconcebibles, edificando la base de su propia existencia sobre la cuestión lingüística como materia única y primera de definición y de diferenciación respecto de sus vecinos.
La lengua pasa a ser, por tanto, elemento definidor del concepto de nación en la Catalunya de la segunda mitad del siglo XX ,y este y no otro es el elemento diferenciador y piedra clave del nacionalismo catalán.
En Catalunya, a mayor abundamiento, el uso del catalán permite que se perpetúen los privilegios de las clases dirigentes y las elites económicas locales. Estas, amparadas con la bandera de la lengua y la cultura -a veces desde posiciones políticas e ideológicas dispares- no tienen inconveniente en fundirse y amalgamarse con el solo propósito de monopolizar el poder político y liderar el proceso hacia la “plena soberanía” o “autodeterminación”. Los posicionamientos políticos no nacionalistas quedan marginados de la cosa pública, como también lo son aquellos colectivos que no asumen la lengua como marchamo identitario propio.
En este estado de cosas los partidos políticos han tenido oportunidad de repartirse el poder durante años, configurando un mapa político “estable”, cuando en realidad no era más que una ensoñación porque no todo el pueblo catalán -ni de lejos- es nacionalista en los términos excluyentes que hemos mencionado.
De hecho la aparición de Ciutadans en la política catalana marca un antes y un después en la evolución de este tipo de nacionalismo; a partir de ahora habrá que repensar la participación de todos los catalanes en el proceso político que se iniciará con la puesta en marcha del Estatut.
Ya no va a ser posible mantener esta marginación política porque nos hemos dado cuenta de golpe que el pueblo catalán está formado individuos con una elevada conciencia de su pertenencia a Catalunya, que se sienten honestamente catalanes, pero que no pueden sin más aceptar su exclusión de la vida colectiva si no se someten a un encorsetado monolingüismo.
Quizá este repensar nuestro futuro nos lleve a una nueva concepción de las formas de articulación territorial. Todo es posible. Lo que no ofrece duda es que en este debate Ciutadans va a intervenir de forma honesta y eficaz con su presencia en el Parlament de Catalunya. Su irrupción en el plano político ha trastocado las previsiones de los más sesudos analistas gracias al tesón y voluntad de gentes que han visto llegado el momento de poner fin a una política de diletantes y oportunistas.
La mecha la encendieron en su día unos intelectuales a los que debemos agradecer su valentía y su resolución en impulsar a la participación política a ciudadanos desengañados y ofendidos. Dijo también Kundera que hay algo así como una especie de tendencia a la autoflagelación en los intelectuales: les encanta dar la razón a quienes les están quitando la libertad. Por una vez Kundera no ha tenido razón.

Ricard Tàsies Hispalibertas (19/XI/06)

Ciudadanos de Zaragoza-Aragón, ¿una nueva alternativa?


El virus ciudadano se extiende por toda España, y lo que en Cataluña ha funcionado bien, partiendo de una base ideológica firme, intelectualmente corroborada, reafirmada por la calidad de sus creadores, pretende exportarse a todos los rincones de la piel de toro.

Soy un firme partidario de que sean los ciudadanos los motores de la política, frente a la inercia jerarquizada y monopolista de los partidos tradicionales, pero, francamente, creo que si el modelo Ciutadans ha funcionado en Cataluña ha sido porque parte de la ciudadanía catalana reclamaba hace tiempo un vuelco de los supuestos inamovibles del catalanismo. por otra parte, como ya he dicho, los abonados a este neopartido han sido grandes mentes, cerebros bien pertrechados, personas (que no personajes) "ilustres", y no cuatro manguis que no tienen dónde caerse muertos...
Y no confío en que ese modelo, exportado deprisa y corriendo a otras ciudades tenga éxito. No porque no sea necesario, sino porque se pretende hacer deprisa y corriendo. Y eso sólo puede significar una cosa: que muchos, viendo cómo en Cataluña se han conseguido tres escaños, se imaginen a si mismos sentados, por ejemplo, en las Cortes de Aragón tratando de tú a los políticos "de siempre".
Y no sería malo, pero no sería bueno que cuatro listillos poco cualificados corrieran a apuntarse a las listas de Ciudadanos por Zaragoza-Aragón viendo en ello la oportunidad de medrar, además animados por no tener que pagar antes el precio del vasallaje (lo que suele llevar varios años de ímprobo trabajo para el partido) y huyendo escocidos de otros lares por no encontrar su hueco en ellos...
El sistema de partidos no está bien, ya sea el del PP, del PSOE, del PAR, de la CHA o de IU, etc... pero menos bien me parece que se abra la posibilidad de ingresar en una alternativa política y "coger sitio" para "entrar en listas" (porque de eso se habla, de entrar en listas, que es lo que llama a los buitres) como quien toma el número en la pescadería...Supongo que en este asunto soy más tradicional, y pienso que ha de irse viendo la línea de una persona, su base ideológica, su forma de trabajar y, sobre todo, como dice mi amigo Lorenzo Abadía, dos cosas fundamentales: libertad económica y libertad intelectual-cultural.
Esto no es un concurso de mamporreros, señores, esto es luchar por lograr una Zaragoza mejor, un Aragón con peso en España.

Raul Tristan (Siglo XXI) 25/XI/06

Ciutadans ya mira a la Comunitat

El éxito obtenido por Ciutadans de Cataluña, la formación creada hace poco más de cinco meses y que ha obtenido tres escaños, ha animado a sus impulsores a mirar hacia la Comunitat. Vicente Carbona, coordinador de la agrupación de Ciudadanos en la Comunitat y Murcia, señaló que ayer, en pocas horas, se produjeron medio centenar de nuevas afiliaciones en el partido en la Comunitat. Carbona consideró que la fórmula que ha dado éxito en Cataluña puede trasladarse a Valencia, Alicante y Castellón, “porque aquí hay dos partidos que se pelean entre ellos y no resuelven los problemas de la gente”. De hecho, el Partido Socialdemócrata se presentó hace unas semanas como el “partido de la ciudadanía” y este fin de semana celebrará su convención con la presencia de los impulsores de Ciutadans: Albert Boadella, Arcadi Espada y el presidente del partido, Albert Rivera.

Las Provincias (03/XI/06)

Ciudadanos ya tiene filiales en Madrid, Salamanca, Valencia, Sevilla, Murcia y Zaragoza y busca financiación


El nuevo partido revelación, Ciutadans, decidirá en su Consejo General del sábado 25 de noviembre la estrategia a seguir de cara a las elecciones municipales del próximo año. De momento, están estudiando las posibilidades que tienen sus agrupaciones catalanas y las que se están constituyendo en el resto de España. Hasta ahora, según han manifestado a El Confidencial fuentes de la dirección de Ciudadanos (su denominación en castellano), se han formalizado agrupaciones en Madrid, donde ya tiene 300 militantes, Salamanca, Valencia, Sevilla, Murcia y Zaragoza.

Desde la dirección del partido, que se formó como tal justamente a principios de este verano, se afirma que “tanto PP como PSOE tienen un miedo cerval a que nos presentemos a las elecciones municipales del 2007 en España” y se asegura que “no ha habido ninguna presión del PP para que renunciemos a presentarnos”. Es más, la cúpula de la organización está estudiando las posibilidades que tiene en cada municipio para decidir “si cristaliza nuestra opción, es decir, si tenemos un determinado número de militantes y, especialmente, si tenemos financiación. Si las condiciones son idóneas y podemos costear la campaña a la vez que tenemos una mínima estructura social, nos presentaremos a las municipales sea donde sea”, señala un alto dirigente del partido.

“Lo que queremos es afianzarnos primero en Cataluña, que es donde tenemos más fuerza. Pero eso es sólo nuestra prioridad. Si extrapoláramos los resultados de las elecciones catalanas, tendríamos representación en 67 ayuntamientos de Cataluña, la mayoría de ellos en el área metropolitana, que es donde reside la mayor parte de la población. Y estamos convencidos de que en las municipales vamos a superar los 90.000 votos de las últimas autonómicas. Pero no vamos a basar nuestra estrategia en ser un partido de esta comunidad, sino que nuestra vocación es convertirnos en un partido de nivel nacional”, señala otra fuente de la dirección del partido.

Otra fuente de Ciutadans afirma que “el tema de nuestra presentación en otras demarcaciones está en stand by. Ya se les ha dicho que la prioridad es afianzarnos en Cataluña, donde ya tenemos una fuerza considerable, y después, si tenemos posibilidades, empezar a expandirnos por el territorio, pero todo a su debido tiempo”.

Control de los arribistas

Los números que maneja la dirección de esta rara avis de la política certifican que en algunas poblaciones del área metropolitana de Barcelona han superado con creces el 5% de los votos, como es el caso de Cerdanyola y Ripollet. Y hay localidades más pequeñas donde han rebasado el 7%. Aun así, la dirección de Ciutadans prefiere ser cauta a la hora de acometer su expansión por España.
“Nos llegan muchos viajantes de otros partidos, pero vamos a controlar mucho quién quiere entrar en Ciudadanos para no tener ninguna sorpresa desagradable. En estos momentos, somos un partido muy apetecible para arribistas, pero estudiaremos con lupa las incorporaciones, aunque estamos abiertos a afiliaciones”, señala otra fuente de la dirección.

En Ciudadanos reconocen que están en un momento de “crecimiento exponencial”, con afiliaciones que oscilan entre las 30 y las 50 diarias. “En Cataluña, tenemos casi 3.000 afiliados, más que Iniciativa per Catalunya Verds (ICV) y, además, con la salvedad de que nuestros militantes dan el callo. Trabajan activamente sin tener ninguna motivación espuria, mientras que ICV copa parcelas de poder tanto municipales como autonómicas”, señala otro dirigente de Ciutadans.

Y, a pesar de los rumores que se han hecho correr -especialmente después de que algunos medios vinculados a la derecha apostaran en las últimas autonómicas catalanas por Ciutadans en detrimento del propio PP- niegan que haya habido presiones del PP para que Ciudadanos no se presente en Madrid.

”Ni el PP nos ha financiado ni tenemos tratos preferentes con él. El PP no determina nuestra política y sabemos que no están muy cómodos con nosotros. Nuestra estrategia no está en función de los que piense o diga el PP. Además, no existe ni puede existir ninguna presión de los populares para modificar nuestra estrategia. Otra cosa es que desde determinados medios se constate que hay un interés por los temas o la estrategia de Ciudadanos, pero eso no nos afecta”, señala la misma fuente. Y concluye: “Estamos a resguardo de cualquier OPA. No aceptaremos ninguna fusión con otro partido”.
Luisa Casal (El Confidencial) (17/XI/06)

Lecturas catalanas

ENTRE las múltiples valoraciones que se han hecho de las elecciones catalanas hay un elemento común: Zapatero ha perdido. Pero ésa no es una interpretación, sino una descripción. Sin embargo, no se señala que el presidente del Gobierno ha buscado la derrota del socialismo catalán desde hace muchos meses, al encumbrar a Artur Mas y relegar al PSC en el pacto por el 'Estatut', con el estrambote del finiquito a Maragall.
Zapatero ha buscado la derrota del PSC para crear un nuevo 'statu quo' en Cataluña, marcado por la predominancia de CiU, con el socialismo centrado en alianzas transversales de auxilio al poder nacionalista. El mismo papel que tiene el presidente reservado para el socialismo vasco cuando emerja la nueva situación institucional de esa comunidad autónoma: mando en plaza para el PNV y el PSE de socio minoritario en el Gobierno de Vitoria.
Al jefe del Ejecutivo le resultaba muy incómodo que la Generalitat socialista le marcara la agenda, y por eso ha preferido volver a la vieja dialéctica de Felipe González de entendimiento con el nacionalismo convergente. De ahí que las figuras históricas del socialismo español -Bono, Chaves- critiquen el intento de reedición del tripartito. Por ello, a nadie puede extrañar que el PSC cierre filas con Montilla y plante batalla a Zapatero, al sentirse engañados.
La reacción más clara contra la estrategia del presidente del Gobierno será la firma de un nuevo pacto de gobierno entre los tres partidos, PSC, ERC e ICV. La consecución del 'Estatut' no va a suponer un periodo de distensión en las relaciones entre Cataluña y Madrid, ya que el nuevo mandato va a ser más conflictivo que el anterior, porque no hay una relación de corresponsabilidad entre los dos gobiernos, algo que sí aportaba Artur Mas.
Desde Asturias, los socialistas apoyan la reedición del tripartito, un tipo de alianza emparentada con la que gobierna en el Principado (PSOE e IU). El PP calla, porque no se siente concernido por el resultado de Cataluña, pese a que tiene indudables enseñanzas para el tipo de política que practica el PP asturiano. De lo sucedido en Cataluña se puede extraer más de una conclusión interesante para nuestra región.
La más evidente es que a IU le beneficia como a nadie subirse al carro de los gobiernos, bien sea en Cataluña, País Vasco o el Principado. A las buenas encuestas que maneja IU en Asturias se suma el excelente resultado catalán. En el próximo mes de mayo, el socio minoritario del Gobierno regional sacará previsiblemente un excelente resultado, y aquí consideramos que es excelente la repetición de los cuatro escaños en un contexto general muy poco proclive para los partidos comunistas y afines.
Frente a lo que creen las bases de IU, jugar a romper la alianza con los socialistas, discrepar agriamente del presidente Areces, no da votos. Lo que prima el electorado es la seriedad -como la tuvo Saura en el tripartito frente a las carnavaladas de Maragall y Carod-Rovira- y ser muy rigurosos con el rol asumido al entrar en el Gobierno: gestionar intereses públicos. Así lo entendieron Valledor y Laura González en el Principado, y por eso obtendrá IU un buen resultado. Sin cambiar de argumento, de las elecciones catalanas sacamos conclusiones para el socialismo asturiano: compartir el poder con IU es sinónimo de no poder ganar votos por la izquierda.
La idea de que IU quedaría diluida dentro de un Ejecutivo mayoritariamente socialista es enteramente falsa.Lo que tendrían que pensar los socialistas es que el centro está huérfano en Cataluña y en Asturias. No son dos experiencias iguales, porque en Cataluña el tripartito no sólo ha estado escorado hacia la izquierda, sino que ha sido incoherente, errático y mal avenido.
Lo que quiero decir es que en el Gobierno asturiano falta la figura de un consejero con un discurso claramente de centro, que no se muerda la lengua a la hora de apoyar la enseñanza concertada, la supresión del Impuesto de Sucesiones o la compatibilidad del ejercicio de la medicina pública y privada. Entre los miembros socialistas del Gobierno regional no hay matices: o no hablan de política o repiten las mismas 'boutades'. Aquí las áreas de gestión social las cubre el Gobierno a través de acuerdos de izquierda con CC OO y UGT.Otra enseñanza catalana es que la bandera del Estatuto no sirve para mucho.
Los socialistas se han dado un batacazo y CiU sacó el segundo peor resultado de su historia. Siempre hemos mantenido en estas líneas que el discurso nacionalista, o la baza regionalista, es una estrategia dentro del Estado de las Autonomías para que un territorio tenga una relación privilegiada con el Gobierno central. Pero la bandera del Estatuto, en sí misma, no despierta pasiones.
El resultado sacado por el PP en Cataluña ha sido tratado con gran benignidad en la mayoría de los análisis. En las autonómicas catalanas de 2003, el PP se había hundido, y ahora ha perdido otro diputado más. El PP sólo sacó dos escaños más que ICV, la versión catalana de IU. Un resultado pésimo. La enseñanza para el PP asturiano consiste en valorar que la pusilanimidad no da réditos en política. Se puede y se debe hacer política moderada, pero con personalidad, sin fiarlo todo a que un partido como CiU escoja al PP como socio de Gobierno.
Por fortuna, la situación en Asturias es muy distinta a la catalana, pero hay una cierto parentesco entre el aislamiento social del PP catalán y la escasa incidencia social del PP asturiano, incapaz de ser el interlocutor político del sindicato de médicos, durante la pasada huelga, y ajeno a la intelectualidad asturiana. El único anclaje con la realidad social del PP asturiano es el SOMA. Queda por ver si la alternativa de Ciutadans puede prender en Asturias.
Como partido es muy probable que fracase en Cataluña, sobre todo si intenta remediar problemas como la vivienda y el empleo; pero lo interesante de Ciutadans no está en lo que haga en el futuro sino lo que expresa en el presente: la protesta frente a un poder establecido. El hartazgo social ante el establecimiento político no es privativo de Cataluña, se da también en Francia y puede ocurrir en Asturias, donde la repetición de discursos y rostros estimula el espíritu objetor.

El Comercio Digital (05/XI/06)

Intelectuales y políticos asturianos analizan el éxito de Ciutadans

Tres escaños, de la nada al todo. Un fenómeno nuevo, inesperado, «ligado a una idea revolucionaria», como dice el filósofo Gustavo Bueno. La irrupción de Ciutadans en el 'Parlament' ha cogido por sorpresa a todos los observadores de la realidad política catalana postelectoral, generando una cascada de reacciones diversas y encontradas a la que tampoco escapan intelectuales y políticos asturianos. ¿Dónde está la razón del éxito? «Es un voto de castigo a los políticos catalanes», asegura el coordinador de IU, Jesús Iglesias.
«No es así, han encontrado un hueco para un discurso no nacionalista en una comunidad con una fuerte presencia nacionalista», matiza el portavoz del PSOE, Fernando Lastra. ¿Es un fenómeno extrapolable a Asturias? «Es muy difícil», señala el sociólogo Rodolfo Gutiérrez. «Seguro que muchos asturianos votarían una opción así», contrapone Ramón Punset, catedrático de Derecho Constitucional. Conclusión: Ciutadans ha dado el golpe.
Hay quien piensa, en todo caso, que todo tiene su truco. «La repercusión ha sido superior a la esperada por la alta abstención», opina Francisco Bastida, catedrático de Derecho Constitucional, que asegura que la escasez de votantes ha «sobrevalorado» el peso real que, en circunstancias más normales, tendría Ciutadans en el Parlamento catalán.
Bastida considera que en épocas de «desencanto» es habitual la aparición de alternativas políticas ajenas al sistema vigente, caso de las incursiones en este mundo de José María Ruiz Mateos o Jesús Gil. Sin embargo, precisa que la iniciativa tiene fecha de caducidad, dado que su origen está más en un «voto de castigo» que en otra cosa.
Gustavo Bueno, como filósofo que es, tiene una forma más 'filosófica' de analizar la cuestión. «Al hablar de ciudadanos, este partido tiene un componente derivado de la revolución francesa y ligado a la idea revolucionaria de la patria de los ciudadanos», señala. El pensador asturiano considera que, entre otras razones, su éxito electoral tiene que ver con la desazón entre muchos militantes del PSC por su labor al frente del tripartito.
¿Quién se esconde tras el voto a la formación que lidera Albert Rivera? Bueno lo tiene claro. «Es la opción», agrega, «de quienes se sienten, sobre todo, españoles, y que no separan Cataluña de España sino que las sitúan en dos escalas diferentes».Siempre hay, en todo caso, visiones discordantes con la tendencia general de circunscribir este fenómeno a la realidad política catalana y juzgar inviable su expansión.
Ramón Punset, catedrático de Derecho Constitucional, pone esa nota diferenciadora. Aunque afirma que el ascenso de Ciutadans tiene mucho que ver con la disconformidad de una parte de los electores del PSC por su «política ultranacionalista», estima que el «cansancio» general de muchos votantes con el sistema político tradicional haría factible el éxito de una opción similar en cualquier región española.
Rodolfo Gutiérrez, catedrático de Sociología, también tiene su versión. Con todas las cautelas que se desprenden de una sorpresa política como esta, Gutiérrez intuye que el éxito de Ciutadans viene de los votos 'robados' a PSC y PP pero avanza que, de cara al futuro y a una posible consolidación, la clave pasa por movilizar al electorado que hoy está situado en la abstención «agobiado por el discurso catalanista».
El apoyo de FAES
Las diferencias de interpretación se extienden también a los representantes de los partidos políticos. El portavoz del PSOE en la Junta, Fernando Lastra, asegura que el voto a esta nueva alternativa no es un castigo «desde el momento en que ejercitan un discurso político, no apolítico ni antipolítico».
Lastra argumenta asimismo que se trata de un fenómeno «barcelonés, no catalán» que se ha producido en una ciudad cosmopolita en la que, en su opinión, «a mucha gente no le importa el debate identitario» que ha marcado la política catalana en los últimos meses.Jesús Iglesias, por su parte, sí aprecia una reprimenda de los ciudadanos a los políticos, que han visto «deteriorada» su imagen a consecuencia de polémicas como el 'Estatut'.
El líder de IU introduce un matiz relevante al destacar que detrás de la financiación y los apoyos personales a Ciutadans se encuentra, entre otros colectivos, la fundación FAES que preside Aznar. «Es un contrasentido que el PP vaya a las urnas con dos candidaturas», indica.En el PP, como no podía ser de otra manera, las cosas se ven de una forma diferente. Su presidente, Ovidio Sánchez, insta al PSOE a reflexionar «porque parece que este movimiento seguirá creciendo a su costa».
Andrés Suárez (El Comercio Digital) (03/XI/06)

Ciudadanos por...

EL éxito cosechado por Ciutadans per Catalunya en las pasadas elecciones calatanas ha encendido en otras regiones y provincias la misma mecha de insatisfacción y antisistema que alentó su creación en aquella Comunidad.

Y así, al socaire de tan inesperado como rotundo triunfo, ya se anuncian formaciones políticas de idéntico signo, con el «Ciudadanos por...» como bandera electoral. No cabe la menor duda de que la estela de desencanto dejada por los partidos «clásicos» ha propiciado la aparición de siglas de nuevo cuño, pero de vida efímera, pues son contadas las ocasiones en que han llegado a cuajar a través de su presencia en las instituciones a las que presentaban candidatura.

A seis meses vista de las elecciones municipales y autonómicas, la aparición de una nueva formación electoral en Castilla y León, que podría presentar candidaturas a las alcaldías de alguna de sus principales capitales de provincia, Valladolid y Salamanca entre ellas, supone todo un aviso para navegantes. Ciertamente en esta región no se dan las condiciones de asfixia y presión nacionalista que han hecho posible la eclosión de los Ciutadans, pero ello no es óbice para que sean muchos -y en número creciente- los ciudadanos cabreados con los partidos que gobiernan las instituciones. No lo van a tener nada fácil, si bien sus homólogos catalanes ya les han hecho buena parte de la campaña.

Ahora el partido de los ciudadanos ya no es un desconocido. Su triunfo en las elecciones de Cataluña les ha granjeado la admiración, cuando no el reconocimiento, en no pocas comunidades españolas, circunstancia que además de dar alas a la nueva causa allí donde conformen lista electoral, puede atraer muchos votos. Y todas esas papeletas a favor son resta para aquellos partidos que en algunas ciudades se juegan las alcaldías por unos cientos de apoyos. Si a ello se añade el cada vez más alto nivel de abstención, que como se ha visto en el caso catalán es el que ha favorecido su acceso al Parlamento, en detrimento de los partidos mayoritarios, la situación no puede pintarles más favorable.

Con este escenario y con tanto elector hastiado por el comportamiento de los partidos mayoritarios, nada más fácil para una formación que se nutre de la decepción ciudadana que alcanzar el número suficiente de votos como para convertirse en llave de la gobernabilidad de algunos municipios.

Estos días no han faltado en estas páginas las columnas de otros colaboradores que han glosado sobre el fenómeno «Ciudadanos» y sus posibles efectos en el territorio castellano y leonés. Cada cual ha aportado su visión del mismo; coincidente en algunos casos, aunque con matices, pues como dice Javier Reverte en su última novela El médico de Ifni «la política recorre caminos extraños muchas veces».
Luis Angel Laredo (ABC.es) (10/XI/06)