sábado, 27 de febrero de 2010

Los focos sobre Cuba. Por David Jiménez Torres

¿Por qué ha tenido Occidente puestos todos sus focos sobre una bahía de la isla de Cuba, mientras que en el resto de esa misma isla un país entero agoniza de servidumbre y de pobreza?

Desde Cuba nos llegan dos hombres: un vivo y un muerto. Uno es un prisionero palestino que sale de Guantánamo y al que acoge nuestro Gobierno para que rehaga su vida en España. El otro es un preso político de la dictadura castrista, muerto de hambre y de palizas. Desconocemos el nombre de uno, para proteger su privacidad y para que pueda desarrollar aquí su vida sin problemas: del otro conocemos nombre y apellidos, porque es lo único que le queda. El uno es producto de una situación sobre la que han recaído los focos y las denuncias de todo Occidente, los mayores esfuerzos periodísticos y jurídicos, organizativos y activistas, culturales y artísticos, de millares de personas en Estados Unidos y en Europa. El otro es una víctima de una causa olvidada que nunca llegó a ser ‘cool’. Maná no le dedicará una canción.

Durante mis cuatro años de universidad en Estados Unidos presencié la organización de varios actos de concienciación pública, de charlas y coloquios y seminarios, de protestas y vigilias a favor de los presos de Guantánamo. Ni uno por Cuba. Ni uno por los presos políticos cubanos, y eso que nos cogía cerca la primavera negra del 2003. Ni Amnistía Internacional ni la Asociación de Estudiantes Latinoamericanos montaron nada, jamás. Cuando vino a dar una charla el antiguo fiscal general del Estado de Bush hijo, Alberto Gonzales, decenas de estudiantes se pasaron el día vistiendo en sus clases y en los descansos en la cafetería monos naranja como los de los detenidos de Guantánamo; centenares se manifestaron a las puertas del auditorio donde el antiguo fiscal daba su charla. No puedo contar lo que hicieron cuando vino alguien a hablar sobre los presos de Cuba, porque no vino nadie.

Uno no debería cuantificar el dolor y el sufrimiento humanos; pero el contraste entre ambos casos es apabullante. De todos los presos de Guantánamo que se declararon en huelga de hambre total o parcial, Estados Unidos no permitió que muriese ni uno. Orlando Zapata falleció tras 86 días en huelga de hambre. Si, como es lo más probable, Guantánamo cierra el año que viene, la cárcel de Bush no habrá durado ni una década. El encarcelamiento y acoso a disidentes cubanos ya dura cinco. Al palestino le espera España, y la posibilidad de rehacer su vida. A Orlando le esperaban, ayer, la tumba; hoy, el olvido.

No se debe cuantificar el dolor y el sufrimiento humanos, pero sí se deben juzgar, y muy duramente, las reacciones ante ellos. ¿Por qué ha tenido Occidente puestos todos sus focos sobre una bahía de la isla de Cuba, mientras que en el resto de esa misma isla un país entero agoniza de servidumbre y de pobreza? ¿Por qué todos los conciertos y las vigilias y las manifestaciones y los coloquios han sido dedicados a un lugar del que los prisioneros salen vivos, mientras que no ha habido más que mutismo por un lugar del que salen muertos? Guantánamo ha sido un gran error por parte del Gobierno estadounidense; por este error muchos hombres inocentes (no lo eran todos) sufrieron innecesariamente durante unos años, a cambio de muy poco. La dictadura cubana es un régimen asesino que se perpetúa desde hace varias décadas y que condena al pueblo cubano a la miseria y a la esclavitud, a cambio de nada.

La denuncia interesada de los errores de Estados Unidos, añadida al mutismo (cuando no a la complicidad directa) frente al crimen de Estado del régimen comunista no podrían sino avergonzar a sus practicantes. Descuiden que no lo hará. Los focos son suyos.


Libertad Digital - Opinión

Contradicción sólo aparente. Por Maite Nolla

Lo que quiere Montilla para sus hijos es que tengan una educación diferente y superior a la de los demás y que eso sea una ventaja.

Entiendo la crítica a Montilla por imponer a los demás lo que él puede rechazar comprándolo. De todas formas, lo del colegio privado alemán es algo que se sabe desde hace no sé cuántos años. Lo mismo que el uso de chuletas cuando tiene que firmar en los libros de honor de ayuntamientos, ferias de ganado y otros eventos. Debe ser algo casi genético en el PSC, y si no recuerden cuando Carmen Chacón fue sorprendida en una entrevista en tevetrés y ella alegó: ¡es que soy muy chuletera!

El caso es que aquí no se puede elegir libremente y gratis, y, por ello, que un hombre al que obligan a comportarse como un fanático decida que no quiere para sus hijos lo que quiere para los hijos de los demás, enfada sobremanera, por no utilizar palabras más gruesas. Enfada lo mismo que si se pudiera elegir, pero entonces la cosa sería más llevadera. Como decimos los abogados, les doy por reproducido todo lo que ya hemos repetido muchas veces sobre los años que ha pasado Montilla en Cataluña sin aprender catalán o sobre el hecho de que el PSC haga nacionalismo con los votos de los no nacionalistas o de que el PSC no es ERC, es mucho peor.

Y es que lo que puede parecer una contradicción o un gesto de cara dura similar al de Nacho Uriarte, no lo es en absoluto. Lo que le pasa a Montilla es que tiene los medios para que sus hijos sean los gobernantes del futuro, que de eso va esto. El problema es que los hijos de los dirigentes políticos, especialmente los socialistas y nacionalistas, reciben una educación que sus padres no quieren para los hijos de los demás, como les he dicho un poco más arriba. En el fondo, lo que quiere Montilla es que sus hijos sepan hablar y escribir en castellano y en catalán, y si puede ser en inglés y, ya que están, si aprenden otro idioma, pues mucho mejor. Así podrán elegir; podrán elegir estudiar en el extranjero, hacer un máster aquí o allá, presentarse a oposiciones y optar a plazas de la Administración General del Estado o de cualquier autonomía, incluidas las de la Generalitat, claro. Si tienen la mala idea de ser abogados, podrán ejercer en Madrid o en Zaragoza, y lo mismo si son periodistas.

En cambio, el hijo de un votante de Montilla, por el detalle sin importancia de que en su inmensa mayoría no pueden pagarse el famoso colegio alemán, digamos que tiene su campo un poquito limitado. En definitiva, lo que quiere Montilla para sus hijos es que tengan una educación diferente y superior a la de los demás y que eso sea una ventaja.

Curiosamente, ya que Nacho Uriarte pasa por aquí, hay una parte del argumento que les he intentado exponer que tiene un pero: los que ahora pretenden crear una élite llegaron al poder sin más mérito que ser funcionarios de partido. Veremos qué les pasará a los hijos de Montilla, preparados a tope, cuando se encuentren con un Montilla, con un Pepe Blanco o con un Nacho Uriarte.


Libertad Digital - Opinión

El juez del Gobierno. Por Edurne Uriarte

Cuando un Gobierno se toma, a través de la Fiscalía, tantas molestias para salvar a un juez sospechoso nada menos que de varios delitos en tres procesos completamente diferentes, cabe deducir que el juez presenta un interés o una utilidad extraordinarias para dicho Gobierno. O que la impresionante campaña pro-Garzón de la izquierda no responde únicamente a un sentimiento de solidaridad e identificación ideológicas con el presunto delincuente, error que podemos cometer al valorar la movilización de la prensa progubernamental en su favor.

Que Garzón pasó de juez a líder ideológico es evidente desde hace tiempo. Y mucho más ahora que los medios de la izquierda han perdido todos los autocontroles y se han lanzado a una enloquecida defensa del juez, al margen de cualquier consideración sobre las acusaciones judiciales que penden sobre él. Indiferentes a si ha delinquido pues lo habría hecho por una buena causa ideológica.

Pero Garzón parece aún más que eso. Porque más llamativa es aún la apasionada implicación del Gobierno en la defensa de un juez sometido a tres procesos judiciales, cuando lo esperable en un Estado de Derecho es que se quedara exquisitamente al margen. Una implicación que sólo sirve para fortalecer las sospechas sobre las connivencias entre el juez y el Gobierno tanto en los procesos relacionados con la negociación etarra como con el caso Gürtel. O las sospechas sobre la existencia de una trama Gürtel que no es precisamente la de los imputados o de una trama Faisán que tampoco es la de los etarras. Como si el «buen fin» de ambos procesos dependiera de Garzón más que de las leyes y de los hechos.

El Gobierno y la izquierda han convertido a Garzón en una causa política. Lo que es una forma de admitir que la labor del juez en los últimos años era más política que judicial. E incluso más gubernamental que judicial.


ABC - Opinión

El crimen purificador. Por José María Marco

Rodríguez Zapatero y los suyos han convertido a nuestro país en una sucursal, una portavocía de los regímenes totalitarios de América Latina.

Hay algo particularmente repulsivo en el asesinato de Orlando Zapata por los comunistas cubanos: las torturas a las que ha sido sometido, sin duda, el desprecio por la vida humana, y la sospecha que eso, el asesinato de los disidentes, es la garantía de que el comunismo, ahora castrismo o chavismo, sigue por el buen camino. Así se entiende mejor la favorable disposición del Gobierno socialista español y el silencio de Rodríguez Zapatero –rectificado tarde, y a la fuerza, cuando las palabras ya no tienen valor–, que expresa comprensión hacia el comunismo, en Cuba y en otras partes del continente americano. Si la ideología requiere muertos –es decir, asesinatos y torturas como los que han acabado con la vida de Orlando Zapata–, sabemos que el Gobierno español lo entiende. En cambio a Honduras, que ha cometido el imperdonable pecado de oponerse al designio golpista de Chávez, se la ningunea y no se envía a nadie a la toma de posesión del presidente...

De por sí, la querencia de los socialistas por el comunismo no tiene mucho sentido. Pero el régimen cubano significa la utopía, a la que no se renuncia, y, a partir de ahí, una suerte de legitimidad última, de autorización para actuar sin la menor compasión con el adversario, transformado en enemigo al que el carácter utópico del proyecto socialista permite sacrificar. Desde esa perspectiva, el crimen cometido en la persona de Orlando Zapata hace posible los cordones sanitarios, la censura informativa, el ninguneo intelectual y moral.

Por eso no bastan las palabras de condena de Rodríguez Zapatero. Sólo con una rectificación de fondo de la política con Cuba y en general de la política en América Latina, se podría empezar a pensar que los socialistas españoles han dejado atrás su sectarismo.

Eso conllevaría, además, un cambio en la consideración del papel de España. Rodríguez Zapatero y los suyos han convertido a nuestro país en una sucursal, una portavocía de los regímenes totalitarios de América Latina. Paradójicamente, han subordinado la dignidad de España a ese resorte moral último, irrenunciable, que les lleva a depender de Cuba, y ahora de Venezuela. Con ellos, pasa a la misma situación de dependencia toda la política exterior española. Como el régimen cubano representa el núcleo, el epicentro ideológico, nosotros, los españoles, debemos tolerar crímenes como este con tal de que los socialistas puedan seguir presumiendo de lealtad a su ideología. También quedan subordinados los intereses españoles, en cuanto van más allá de los de los inversores actuales en la isla. Y España renuncia, por la misma razón, a apoyar y promocionar la democracia y los regímenes americanos que apuestan por la moderación y la estabilidad institucional, que son los más, y los más importantes, incluidos México, Brasil, Chile, Colombia... y Honduras, entre otros. Es más cómodo, y parece que más gratificante, que nos ninguneen en la Unión Europea y que nos dicten lo que tenemos que hacer los demagogos y los dictadores de América Latina.


Libertad Digital - Opinión

Los cuatro magníficos. Por M. Martín Ferrand

CUANDO, en la estela de Akiro Kurosawa, John Sturges quiso cantar la gloria de los abnegados héroes dispuestos a salvar la libertad de un pueblo frente a sus malvados opresores convirtió a los samurais en pistoleros y rodó «Los siete magníficos». Medio siglo después, mientras las fuerzas del mal -desde The Wall Street Journal a Financial Times- disparan sobre Zapatero, Elena Salgado, Miguel Sebastián y otros devaluados socialistas incapaces de enfrentarse a una crisis brutal y creciente, los magníficos se han quedado en cuatro, que todo merma; pero ahí están Javier Gómez Navarro, Guillermo de la Dehesa, Miguel Roca y Antonio Garrigues Walker en los papeles que en su día representaran Yul Brynner, Steve McQueen, Charles Bronson y James Coburn. Todo un espectáculo al servicio de la Nación... y del impreciso y etéreo Gobierno Zapatero.

La que dice ser y llamarse Fundación Confianza, en la que se percibe la iniciativa del Consejo Superior de Cámaras de Comercio y cuenta con la ayuda de un grupo de abnegados y grandes empresas acostumbradas a satisfacer tasas no previstas en nuestro ordenamiento jurídico, promueve una campaña -«Esto solo lo arreglamos entre todos»- en la que se pretende que los ciudadanos recuperemos la confianza -¿en quién hemos de confíar?- y el Gobierno, pobrecito, alivie una responsabilidad que, si se repasan los acontecimientos, le corresponde en exclusiva. Quienes, por mezquinas razones electoreras, no quisieron ver llegar la crisis que padecemos y que, por falta de talento, no son capaces de enfrentarse a ella buscan el disimulo de su incuestionable autoría. Por eso calbalgan ya los magníficos de Gómez Navarro.

Está muy bien que la sociedad se movilice y que personas de respetable notoriedad amparen a un Gobierno en sus tribulaciones; pero, ¿ese dignísimo papel le corresponde a las Cámaras de Comercio, una entidad que no es de adscripción voluntaria y que sus cuotas obligatorias las ejecuta la Agencia Tributaria? Los empresarios y los profesionales son muy dueños de, según su voluntad, acudir en socorro del Gobierno, de la Fundación Vicente Ferrer o de las víctimas de Haití; pero en las Cámaras es exigible, dada su extraña naturaleza y estructura, la más prístina neutralidad política. Al Gobierno no le faltan ayudas y servidores y, en este caso y por razones estéticas -por lo menos, estéticas- sobra uno de los magníficos.


ABC - Opinión

La Cofradía de la Ceja nos riñe por vagos. Por Pablo Molina

Los actores, los sindicalistas y la izquierda caviar primero se forran el riñón a costa del resto de los ciudadanos y después les acusan de no hacer todo lo posible para que la economía crezca.

Hasta bien entrado 2008 Zapatero no pronunció la palabra crisis, porque hacerlo era cosa de antipatriotas. Fue en una entrevista con alfombra roja y chambelán concedida a Antena 3 el día ocho de julio de ese año, momento en que las colas del paro daban varias vueltas a todas las oficinas de empleo diseminadas por el país, cuando Zapatero reconoció que, hombre, algo de crisis sí que había. Naturalmente por culpa de Bush, Aznar y del neoliberalismo salvaje, porque la izquierda nunca es culpable de los desastres que provoca inevitablemente cada vez que llega al poder. El hecho, contrastado de forma recurrente en la Historia de la Humanidad, de que cada vez que el socialismo llega al gobierno de un país la riqueza y el bienestar de sus ciudadanos quedan como si hubieran sido fumigados con napalm es sólo una triste coincidencia, alentada además por las intrigas de unos oscuros conspiradores empeñados en desprestigiar a los líderes de progreso.

La campaña puesta en marcha por las cámaras de comercio, con ayuda de las caras más famosas de la izquierda televisiva, insiste en la tesis de que esto de la crisis brutal que padecemos es algo sobre lo que el Gobierno de Zapatero no tiene la menor responsabilidad. Por eso los follonetas del spot animan a los españoles a alegrar la cara y mirar al futuro con optimismo, porque si todavía estamos hundidos en la mayor de las miserias económicas padecidas por cualquier país civilizado es a causa de nuestra tendencia al pesimismo, no porque estemos padeciendo al Gobierno más inútil y dañino que jamás ha conocido un país decente.

Los millonarios que dicen en el spot que esto lo arreglamos entre todos son los mismos que en un par de años volverán a hacer campaña a favor de Zapatero, y con toda razón porque con este Gobierno les va muy bien. Y las familias que han perdido su patrimonio y los parados que no pueden sacar a sus familias adelante pues que hagan caso a Miguel Roca y desechen esa tendencia al derrotismo, injustificado a todas luces según nos cuentan.

"Esto sólo lo arreglamos entre todos" es un slogan típico del pensamiento colectivista propio de la izquierda, especialista en repartir las culpas pero trincando en exclusiva los beneficios. Los actores, los sindicalistas y la izquierda caviar primero se forran el riñón a costa del resto de los ciudadanos y después les acusan de no hacer todo lo posible para que la economía crezca y las subvenciones a esos grupos aumenten en la cuantía que sus integrantes merecen. ¿Solucionarlo entre todos? Que solucionen ellos primero su desorden moral y luego ya hablamos.


Libertad Digital - Opinión

Bochorno en Baleares

LA crisis institucional que sufre la comunidad balear alcanzó ayer su máxima expresión, provocando incluso la dimisión de María Antonia Munar como presidenta del Parlamento autonómico.

La comparecencia ante el juez del número 2 de Unió Mallorquina ha destapado la caja de los truenos, con unas declaraciones que dejan en situación imposible a un falso partido que encubre realmente un conjunto de intereses siniestros al servicio de la corrupción y los negocios sucios. Hace tiempo que Francesc Antich tuvo que dar por cerrada la nefasta etapa del tripartito, dejando en situación precaria el funcionamiento del Ejecutivo balear, del Consejo Insular de Mallorca y del ayuntamiento de Palma. Los ciudadanos están hartos de la imagen que ofrecen unos políticos indignos de representar a sus electores y exigen soluciones a una crisis que va mucho más allá de los intereses partidistas. Es obligado por ello que socialistas y populares alcancen un acuerdo razonable al menos hasta que lleguen las próximas elecciones autonómicas. Ésta es la única solución democrática para que las urnas pongan orden en un ambiente asfixiante que exige una limpieza a fondo en todos los partidos y en todas las instituciones. Así no se puede continuar porque la legitimidad democrática sufre un daño irreversible cuando la sociedad desconfía de una clase política que, salvo excepciones, está muy por debajo de las exigencias mínimas en una sociedad dinámica y desarrollada.

Unió Mallorquina disfraza bajo la apariencia de nacionalismo unos comportamientos típicos del más rancio caciquismo, a base de votos cautivos y clientelas subvencionadas. Es inaceptable que una y otra vez se convierta en árbitro de la política balear, ya sea a nivel regional, insular o municipal, prestando su voto a cambio de posiciones de poder que utiliza para sostener un entramado de intereses turbios. Ha llegado el momento de que la gente decente exija a los partidos mayoritarios un comportamiento honorable a la altura de lo que merece la comunidad balear. Se impone por ello un Ejecutivo de transición con apoyos parlamentarios puntuales hasta la convocatoria de las próximas elecciones.

ABC - Editorial

Dimitir. Por Alfonso Ussía

No tiene vuelta de hoja. Dimitir es renunciar, hacer voluntariamente dejación de algo, como un empleo o una comisión.

Lo garantiza la Real Academia Española, que no se estira en más acepciones. La dimisión, por lo tanto, es una acción voluntaria que no está sujeta a ser aceptada o inadmitida. El que dimite se va porque así lo desea, porque se siente obligado y porque le sale de las narices. Si sus compañeros no aceptan su dimisión, allá sus compañeros. A Franco le dimitieron pocos ministros. Sainz Rodríguez lo hizo desde Portugal; Arrese le anunció su propósito de dimitir durante una breve charleta. Franco no escondió su sorpresa. «No ze precipite, Arreze. Ya dimitirá cuando reciba mi carta agradeciéndole los servicios preztadoz». Tampoco sabía en qué consistía una dimisión. Y la mejor dimisión de los últimos años fue una de las muchas que presentó Anguita en Izquierda Unida. «Dimito, pero si mis compañeros no aceptan mi dimisión, seguiré al frente de la coalición». Y siguió. Y no quiero dejarme en el tintero a Antonio Barrera de Irimo, último ministro del franquismo que se fue voluntariamente, si bien en los atardeceres del régimen anterior.
«En el camino del Pardo
han levantado una ermita
con un letrero que dice:
“maricón el que dimita’’».

Mi querida y admirada Gabriela Bravo, portavoz del Consejo General del Poder Judicial, ha confirmado que los miembros de dicha institución han rechazado por amplia mayoría la dimisión de un tal Gómez Benítez, cuyo mérito más destacado no es otro que ser muy amigo de Garzón. Y Gómez Benítez se ha quedado como vocal de la Comisión de Calificación. Me preocupa que los miembros del Consejo del Poder Judicial ignoren el significado de dimitir. Si Gómez Benítez dimite de verdad, Gómez Benítez estaría ahora mismo en su casa, con rechazo o sin rechazo de la amplia mayoría. Sucede que la perversión del lenguaje políticamente correcto ha prostituido el único significado del verbo dimitir, y aquí todo el mundo dimite de mentira. El que ha dimitido ha sido Manuel Pizarro. Educado almuerzo con Rajoy, educada renuncia a su escaño, y a casa, Tomasa. En España, cuando alguien se mueve en los espacios del poder, es muy complicado que se vaya a su casa. Aquí hay que echar a la gente a patadas, y aún así, se resisten. A Don Juan March se le puso gallito uno de sus consejeros. March no le concedió importancia hasta que éste le presentó su dimisión. «No se la acepto», dijo el millonario. «Me importa un huevo», le respondió el díscolo. Y el díscolo se marchó. Había leído y sabía el significado del verbo dimitir.

Gómez Benítez no ha dimitido porque ha puesto su presumible renuncia voluntaria en manos de otras personas, y ahí se quiebra su propia libertad. Ha hecho un paripé, como casi todos los que «dimiten» sin intención de dimitir. No conozco a Gómez Benítez. La vida no ha sido generosa con nosotros y nos ha impedido la dicha del conocimiento mutuo y el cultivo de la amistad. Pero si Gómez Benítez es un tipo íntegro y ejemplar, está en el deber de reconfirmar su dimisión y abandonar su cargo en el Consejo General del Poder Judicial. No dimitiendo de boquilla, sino concediéndole a la dimisión toda su importancia académica. Porque dimitir es lo mismo que decir «ahí os quedáis, pichones». Y Gómez Benítez es un pichón con escasa vocación de volar. Eso, el amago de dignidad sometido a la sopa boba.


La Razón - Opinión

Montilla evita a sus hijos lo que impone a los de los demás

Resulta escandaloso que el presidente de la Generalitat imponga a todos los catalanes estudiar en catalán, salvo a sus hijos.

NO ES LA primera vez que un dirigente político defiende en público una cosa y hace la contraria en su vida privada. Pero no por ello dejan de resultar escandalosas las confesiones de Anna Hernández, esposa de José Montilla, en una biografía autorizada que está dando lugar a una fuerte polémica.

Dice Anna Hernández que ella y su marido llevan a dos de sus hijos al Colegio Alemán de Barcelona porque prefieren que sean educados en ese idioma y en inglés, ya que eso les proporcionará mejores salidas profesionales. «Es una maravilla. Sólo por saber alemán ya encontrarán trabajo, es como tener una carrera», asegura.

Lo dice la esposa del presidente de la Generalitat de Cataluña y del líder del partido que ha sacado adelante el Estatuto que impone como lengua vehicular en la enseñanza el catalán y que establece también su obligatoriedad en la Administración autonómica, la Justicia y los servicios públicos, sin cuyo conocimiento no es posible trabajar en estos ámbitos.


Anna Hernández reconoce que sus hijos sólo estudian una hora semanal de catalán y que escriben en este idioma «cometiendo muchas faltas», lo cual le parece secundario ya que, según sus palabras, podrán suplir esta carencia más adelante.

Lo malo es que millones de catalanes no van a poder suplir sus carencias en otros idiomas porque han sido condenados por el Gobierno tripartito que preside Montilla a estudiar en una sola lengua: el catalán. Pero los hijos del presidente tienen la fortuna de tener unos padres con visión de futuro, que se pueden permitir pagar los cientos de euros mensuales que cuesta cada plaza en el Colegio Alemán. Dolores de Cospedal declaraba ayer, con razón, que en Cataluña «sólo los ricos pueden elegir la lengua en la que educan a sus hijos».

La esposa de Montilla señala en esta biografía que le costó «muchísimo» matricular a sus hijos «porque es muy difícil que entre en el Colegio Alemán alguien que no sea de esta nacionalidad». Explica además que lo consiguió porque el centro tiene un convenio para acoger a alumnos de Esplugas y Sant Just, localidad de la que ella es teniente de alcalde.

¿Hubo trato de favor en la admisión? Se trataría de lo de menos porque lo importante es lo que revelan sus palabras: que el matrimonio Montilla tenía un fuerte empeño en llevar a sus hijos al Colegio Alemán, superando todas las dificultades existentes.

Todo esto pone en evidencia el cinismo del presidente de la Generalitat, nacido en un pueblo de Córdoba y responsable de una política lingüística tendente a imponer el catalán a la fuerza, pese a que la mitad de los habitantes de Cataluña son castellanohablantes. La intolerancia del Gobierno que preside ha llegado hasta tal punto que ni siquiera permite colegios en español para las familias que están de paso en esa comunidad.

Al comportarse así, Montilla actúa como el adúltero que ensalza los valores de la fidelidad conyugal, el homosexual vergonzante que apoya leyes restrictivas contra esta conducta o el cruzado contra la droga que trafica con cocaína. Él no se cansa de elogiar las virtudes de la enseñanza en catalán, ahora bien, prefiere y se ocupa de que sus hijos estudien en alemán. A eso se llama dar ejemplo.

En otro lugar, una hipocresía de tal calibre supondría el final de una carrera política. Pero en Cataluña los nacionalistas de CiU -que tendrían buenos motivos para escandalizarse- y los socios de Montilla han optado por mirar hacia otro lado y fingir que no se enteran. Veremos si los votantes del PSC piensan lo mismo cuando tengan que ir a las urnas. Menudo farsante.


El Mundo - Editorial

Una munarquía mantenida por PP y PSOE

Todos los partidos políticos codiciaban a UM porque sólo ansiaban detentar el poder por el poder. Olvidaron sus principios y taparon los escándalos de UM: Munar y los suyos utilizaron sus escaños como moneda de cambio.

Hay personas que no han hecho en su vida nada más que estar en política y que, por tanto, han convertido al control de las Administraciones Públicas en su medio básico de supervivencia. Zapatero es un ejemplo claro, pero ni mucho menos excepcional. España está plagada de políticos profesionales que terminan convirtiéndose en una clase de nueva aristocracia poco interesada en servir al ciudadano y mucho más en someterlo.

María Antonia Munar es otro de esos peligrosos especímenes que pueblan nuestro país y, precisamente por ello, a nadie debería extrañarle su caciquil trayectoria política. Desde los 24 años, cuando accedió a la alcaldía de Costitx, Munar no ha dejado de manejar los hilos del poder en Baleares. En 1990 fue nombrada consellera de Cultura por el popular Gabriel Canellas hasta que, dos años más tarde, fue expulsada para pasar a presidir Unió Mallorquina (UM).


A partir de 1995, UM se apoyó en todas las fuerzas políticas que necesitara para presidir el Consell Insular de Baleares y en 1999 integró ese Pacte de Progrés que constituyó un hexapartido para desalojar al PP de Matas del Gobierno. Todo el arco parlamentario –desde la extrema derecha a la extrema izquierda– se unió contra el PP en un claro antecedente del Pacte del Tinell y del cordón sanitario.

Antich no dudó en mimar tanto como fuera necesario al partido de Munar para continuar ocupando la presidencia de Baleares y Munar y Unió Mallorquina actuaron en consecuencia. Sobradamente conocidas eran en Baleares las prácticas de dudosa legalidad del partido de Munar; allí donde surgían sospechas de corrupción, siempre aparecían más tarde o más temprano las siglas de UM.

Sin embargo, Munar no fue sólo una compañera de viaje deseada por los socialistas; también el PP de Matas, en las elecciones de 2003, sedujo a UM para, a cambio de entregarle todavía más poder en el Consell Insular, lograr su apoyo parlamentario. Y ello pese a que Matas contaba con mayoría absoluta en 2003 para poder gobernar en solitario y sin concesiones inaceptables.

Este nuevo idilio entre PP y UM empezó a romperse, sin embargo, cuando el alcalde de Calvià, Carlos Delgado, se opuso de manera ejemplar a una recalificación de terrenos que habría beneficiado al entorno de UM. Pese a que Matas presionó a Delgado para que cediera a las exigencias de UM, el alcalde de Calvià y hoy candidato a la presidencia del PP balear se mantuvo firme y rechazó cualquier componenda con UM, tuviera el coste político que tuviera.

Así, en 2007 Munar volvió a los brazos del Pacte de Progrés –que para algo eran los mejores postores– con el fin de continuar controlando los resortes del poder insular en beneficio propio. Durante este gris período en el que UM continuó con sus corruptelas, no faltaron intentos por parte del PP de Estaràs –y, de nuevo, con la total oposición de Delgado– de acercar posturas con UM para recuperar el Gobierno balear.

Todos los partidos políticos codiciaban a UM porque sólo ansiaban detentar el poder por el poder. Olvidaron sus principios y taparon los escándalos de UM: pura y simplemente, Munar y los suyos utilizaron sus escaños como moneda de cambio y el resto de partidos baleares se sumaron gustosos a ese obsceno tráfico de votos.

Del PSOE, quien sólo rompió con UM cuando los recientes casos de corrupción ya eran imposibles de ocultar, no cabe esperar mucho más. Del PP catalanista de Baleares, por desgracia, tampoco. El próximo 6 de marzo el candidato oficialista de Rajoy y heredero de esta corriente popular que convirtió a Munar en la princesa de Baleares, José Ramón Bauzá, se enfrentará a quien desde un comienzo se opuso a este proceso de degeneración y renuncia a los valores, Carlos Delgado. Los militantes deberían saber a qué atenerse.


Libertad Digital - Editorial

Desbordado y sin más ideas

EL Gobierno de Rodríguez Zapatero es una muestra diaria de desorden interno y falta de estrategia.

Lo que bondadosamente se consideran rectificaciones, son, en realidad, puras y simples contradicciones en aspectos esenciales de una política económica seria que pretenda abordar una situación de crisis como la actual. Las pensiones, los impuestos, los sueldos de los funcionarios, las previsiones económicas y cualesquiera otros asuntos de similar gravedad, son maltratados por la impericia del Ejecutivo, que hace imposible la confianza que reclama para sus decisiones. No hay día en que no surja un episodio de descoordinación o de cambio de criterio. Ayer, la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, atribuyó a la «confusión» del secretario de Estado de Hacienda -nada más y nada menos- el error de anunciar la revisión del pacto salarial con los funcionarios. No es admisible confusión alguna sobre un capítulo fundamental del gasto público y que está presente en todo plan de austeridad que se precie. ¿Cómo es posible que a estas alturas no sepa el Gobierno qué tiene que decir sobre esto?

También se enteró ayer la opinión pública de que la vicepresidenta Económica, Elena Salgado, admite ahora que la subida del IVA, a partir de julio, probablemente reducirá el consumo. Por tanto, no aumentará la recaudación ni reducirá el déficit público y sí contraerá la actividad económica. Éste es el mismo análisis que el Gobierno despreció cuando aprobó la subida de impuestos como un esfuerzo de solidaridad. Las palabras de Salgado no son una rectificación, sino una confesión de la falta de planificación política de la salida de la crisis. En este marasmo de descoordinación, la imagen exterior de España cotiza a la baja, como ayer volvió a demostrar Standard & Poor´s, al mostrar su desconfianza de que el Gobierno español pueda rebajar el déficit al 3 por ciento en 2013.

El Gobierno está llegando a ese punto de no retorno que impide cambiar el rumbo en la dirección correcta por la incapacidad política de quienes deben hacerlo. No es un problema de tiempo para madurar decisiones, ni de pactos con otras fuerzas políticas. Es la constatación de que Rodríguez Zapatero está definitivamente desbordado por la situación y de que es necesaria una crisis política, con disolución del Parlamento y convocatoria de elecciones, que permita reiniciar una política eficaz contra la crisis.


ABC - Editorial

En memoria de Orlando Zapata Tamayo

Orlando Zapata, el último crimen de los Castro

Orlando Zapata, albañil de 43 años, acaba de dar la vida por la libertad en la Isla Cárcel de los tiranos que, con la aquiescencia de la más miserable que vieja Europa, van a morir matando.

Frente a tanto niñato atorrante, tanto pancartero muelle, Orlando Zapata nos revela la grandeza trágica de la lucha por la Libertad. Descanse en paz, y malditos sean los tiranos y quienes les blanquean las manos.

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