sábado, 25 de noviembre de 2006

Lecturas catalanas

ENTRE las múltiples valoraciones que se han hecho de las elecciones catalanas hay un elemento común: Zapatero ha perdido. Pero ésa no es una interpretación, sino una descripción. Sin embargo, no se señala que el presidente del Gobierno ha buscado la derrota del socialismo catalán desde hace muchos meses, al encumbrar a Artur Mas y relegar al PSC en el pacto por el 'Estatut', con el estrambote del finiquito a Maragall.
Zapatero ha buscado la derrota del PSC para crear un nuevo 'statu quo' en Cataluña, marcado por la predominancia de CiU, con el socialismo centrado en alianzas transversales de auxilio al poder nacionalista. El mismo papel que tiene el presidente reservado para el socialismo vasco cuando emerja la nueva situación institucional de esa comunidad autónoma: mando en plaza para el PNV y el PSE de socio minoritario en el Gobierno de Vitoria.
Al jefe del Ejecutivo le resultaba muy incómodo que la Generalitat socialista le marcara la agenda, y por eso ha preferido volver a la vieja dialéctica de Felipe González de entendimiento con el nacionalismo convergente. De ahí que las figuras históricas del socialismo español -Bono, Chaves- critiquen el intento de reedición del tripartito. Por ello, a nadie puede extrañar que el PSC cierre filas con Montilla y plante batalla a Zapatero, al sentirse engañados.
La reacción más clara contra la estrategia del presidente del Gobierno será la firma de un nuevo pacto de gobierno entre los tres partidos, PSC, ERC e ICV. La consecución del 'Estatut' no va a suponer un periodo de distensión en las relaciones entre Cataluña y Madrid, ya que el nuevo mandato va a ser más conflictivo que el anterior, porque no hay una relación de corresponsabilidad entre los dos gobiernos, algo que sí aportaba Artur Mas.
Desde Asturias, los socialistas apoyan la reedición del tripartito, un tipo de alianza emparentada con la que gobierna en el Principado (PSOE e IU). El PP calla, porque no se siente concernido por el resultado de Cataluña, pese a que tiene indudables enseñanzas para el tipo de política que practica el PP asturiano. De lo sucedido en Cataluña se puede extraer más de una conclusión interesante para nuestra región.
La más evidente es que a IU le beneficia como a nadie subirse al carro de los gobiernos, bien sea en Cataluña, País Vasco o el Principado. A las buenas encuestas que maneja IU en Asturias se suma el excelente resultado catalán. En el próximo mes de mayo, el socio minoritario del Gobierno regional sacará previsiblemente un excelente resultado, y aquí consideramos que es excelente la repetición de los cuatro escaños en un contexto general muy poco proclive para los partidos comunistas y afines.
Frente a lo que creen las bases de IU, jugar a romper la alianza con los socialistas, discrepar agriamente del presidente Areces, no da votos. Lo que prima el electorado es la seriedad -como la tuvo Saura en el tripartito frente a las carnavaladas de Maragall y Carod-Rovira- y ser muy rigurosos con el rol asumido al entrar en el Gobierno: gestionar intereses públicos. Así lo entendieron Valledor y Laura González en el Principado, y por eso obtendrá IU un buen resultado. Sin cambiar de argumento, de las elecciones catalanas sacamos conclusiones para el socialismo asturiano: compartir el poder con IU es sinónimo de no poder ganar votos por la izquierda.
La idea de que IU quedaría diluida dentro de un Ejecutivo mayoritariamente socialista es enteramente falsa.Lo que tendrían que pensar los socialistas es que el centro está huérfano en Cataluña y en Asturias. No son dos experiencias iguales, porque en Cataluña el tripartito no sólo ha estado escorado hacia la izquierda, sino que ha sido incoherente, errático y mal avenido.
Lo que quiero decir es que en el Gobierno asturiano falta la figura de un consejero con un discurso claramente de centro, que no se muerda la lengua a la hora de apoyar la enseñanza concertada, la supresión del Impuesto de Sucesiones o la compatibilidad del ejercicio de la medicina pública y privada. Entre los miembros socialistas del Gobierno regional no hay matices: o no hablan de política o repiten las mismas 'boutades'. Aquí las áreas de gestión social las cubre el Gobierno a través de acuerdos de izquierda con CC OO y UGT.Otra enseñanza catalana es que la bandera del Estatuto no sirve para mucho.
Los socialistas se han dado un batacazo y CiU sacó el segundo peor resultado de su historia. Siempre hemos mantenido en estas líneas que el discurso nacionalista, o la baza regionalista, es una estrategia dentro del Estado de las Autonomías para que un territorio tenga una relación privilegiada con el Gobierno central. Pero la bandera del Estatuto, en sí misma, no despierta pasiones.
El resultado sacado por el PP en Cataluña ha sido tratado con gran benignidad en la mayoría de los análisis. En las autonómicas catalanas de 2003, el PP se había hundido, y ahora ha perdido otro diputado más. El PP sólo sacó dos escaños más que ICV, la versión catalana de IU. Un resultado pésimo. La enseñanza para el PP asturiano consiste en valorar que la pusilanimidad no da réditos en política. Se puede y se debe hacer política moderada, pero con personalidad, sin fiarlo todo a que un partido como CiU escoja al PP como socio de Gobierno.
Por fortuna, la situación en Asturias es muy distinta a la catalana, pero hay una cierto parentesco entre el aislamiento social del PP catalán y la escasa incidencia social del PP asturiano, incapaz de ser el interlocutor político del sindicato de médicos, durante la pasada huelga, y ajeno a la intelectualidad asturiana. El único anclaje con la realidad social del PP asturiano es el SOMA. Queda por ver si la alternativa de Ciutadans puede prender en Asturias.
Como partido es muy probable que fracase en Cataluña, sobre todo si intenta remediar problemas como la vivienda y el empleo; pero lo interesante de Ciutadans no está en lo que haga en el futuro sino lo que expresa en el presente: la protesta frente a un poder establecido. El hartazgo social ante el establecimiento político no es privativo de Cataluña, se da también en Francia y puede ocurrir en Asturias, donde la repetición de discursos y rostros estimula el espíritu objetor.

El Comercio Digital (05/XI/06)

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