domingo, 14 de agosto de 2011

La boda gay. Por Yoani Sánchez

Le decían Cusio y era el hazmerreír de todos los varones de la escuela, pero a las niñas nos entretenían sus historias, nos encantaba su buen gusto por la ropa y su carácter servicial. Había nacido en un barrio donde los hombres alardeaban de machistas, prestos a desenfundar la navaja si alguien ponía en duda su virilidad. Creció también en aquellos años ochenta en los que la policía hacía redadas y se llevaba en un carro jaula a los homosexuales que transitaban por la vía pública. Su adolescencia transcurrió en un país donde el discurso oficial tenía demasiados pelos en el pecho y un exceso de testosterona en las consignas. Así que sufrió lo indecible en su condición de gay, pero nunca quiso irse de su país, quizás a la espera de tiempos mejores. Le perdí la pista hace ya casi una década; no obstante le debo mi predisposición a percibir como algo muy normal que dos hombres decidan amarse o que dos mujeres unan sus vidas como pareja.

Desde hace casi un mes el recuerdo de Cusio ha retornado con fuerza. Lo veo en todas partes con sus ademanes llamativos y sus pantalones ceñidos, con su sonrisa perenne que le hacía superar cualquier ultraje. Comencé a evocarlo con intensidad cuando acepté la propuesta inusual, irreverente y sorpresiva de ser la madrina de la primera boda entre un transexual y un gay en Cuba. Mi abuela se pondría las manos en la cabeza si estuviera viva y me viera enrolada -como diría ella- en tal "desvergüenza". Los colegas de mi escuela primaria me tacharían de floja y confundida, mientras que aquellos pendencieros que conocí en mi barriada de Cayo Hueso afilarían los cuchillos.

Sin embargo, las reacciones de molestia no están sólo en esos rostros que emergen del pasado. Varios de mis libérrimos amigos de hoy me han dejado de hablar como protesta ante tal insolencia. Pero es que en Wendy e Ignacio -los novios que ahora tengo el placer de amadrinar- se refleja mucho del sufrimiento que conocí en Cusio, parte del tormento que él debió llevar. Ser testigo de la unión entre la muchacha que una vez tuvo nombre de varón y el joven seropositivo triturado tanto por la homofobia como por la intolerancia política, constituye mi personal forma de homenajear a aquel niño que me enseñó a respetar la diferencia.


Wendy nació en el cuerpo equivocado. Ignacio cayó en prisión muy joven por repartir proclamas con la declaración de los derechos humanos. Se conocieron en febrero pasado, cuando ella ya había logrado hacerse una cirugía de adecuación genital y él llevaba años lidiando con el VIH. Se miraron y un segundo después ya ambos sabían que estaban irremediablemente atraídos por el agujero negro del amor. Ella trabajaba en el Centro de Estudios de la Sexualidad (Cenesex) que dirige Mariela Castro y él publicaba sus crónicas en uno de esos sitios digitales que el Gobierno tacha como "enemigos de la revolución". Los obstáculos en el camino de su relación no terminaban ahí, apenas si comenzaban. Cuando la hija de Raúl Castro supo que su protegida se encontraba con un gay disidente, la empujó a decidir entre seguir laborando en aquella institución oficial o continuar la relación con Ignacio. Una mañana, la Seguridad del Estado se llevó el ordenador que Wendy tenía en su oficina para buscar cualquier información "clasificada" que le hubiera enviado a su amante. Le dijeron que ya no era una persona confiable y sólo podrían ofrecerle una plaza para limpiar el piso. Se fue dando un portazo, con su melena lacia brillando bajo el apabullante sol del desempleo. Él la recibió con un beso y fijaron la fecha de la boda.

Antes de salir del Cenesex, Wendy Iriepa había logrado aquella cirugía que sintonizaba su mente con su cuerpo. También alcanzó el sueño dorado de muchos transexuales cubanos, la posibilidad de tener un documento de identidad con nombre femenino. Para cuando fueron juntos al notario, éste les emitió una cita matrimonial sin percatarse que en la inscripción de nacimiento de ella decía "sexo: masculino". Dieron la primera firma el 28 de julio y ayer sábado rubricaron la segunda. Se colaron por un intersticio que había dejado la legalidad, en un país donde aún no está permitido el matrimonio gay. Pero impedirles validar ante la ley su relación hubiera significado desmentir a la mismísima Mariela Castro, que mandó a emitir aquel carnet de mujer para Wendy. Aunque la Asamblea Nacional aún no ha aprobado -ni siquiera discutido- la legalización de la uniones entre personas de un mismo género, Ignacio y Wendy lograron írsele por delante a la burocracia.

A mí sólo me correspondió acompañarlos en su decisión, verlos crecerse ante cada nuevo obstáculo, ser testigo de cómo se sonreían felices de saberse ya un matrimonio. Pero el principal sacrificio lo han puesto ellos, que han superado la burla de muchos, la presión de la policía política, que sintió la boda como una provocación; la molestia de Mariela Castro, quien no asistió al Palacio de Matrimonios mostrando con su ausencia que desaprobaba la unión. Pudimos festejar gracias también a la fuerza del afecto que los llevó a desoír los chistes contra homosexuales, las ofensas, el testosterónico discurso oficial y las agresivas alusiones de esos camorristas que tiene todo barrio.

En medio de la ceremonia me pareció ver un rostro conocido. Salí a la amplia escalera del Palacio, pero no pude encontrarlo. No sé, quizás fue sólo la combinación del calor, de la emoción y de un breve trago de ron que me tomé antes de comenzar todo. Pero hubiera jurado que era Cusio. Sonriente y gesticulando, con sus pantalones de siempre... ajustados hasta el escándalo.


El País - Opinión

Del rigor a la quiebra. Por Pilar Ferrer

Cuenta un conocido banquero que al llegar José María Aznar al poder, varias incógnitas estaban abiertas. Todas le quedaron despejadas en uno de sus primeros encuentros con el nuevo presidente del Gobierno. Con su estilo directo, Aznar fue al grano y definió las bases de su política económica: rigor en las cuentas públicas, transparencia en la gestión y eficacia en los recursos. Ello colocó a España entre las primeras economías del mundo, con creación de empleo y absoluto respeto en los mercados internacionales. Nada que ver con el desolador panorama actual.

Aznar contó con un equipo de primera. Liderado por Rodrigo Rato, sin duda el mejor vicepresidente de área que ha tenido este país, la prosperidad fue una constante. Se podrá decir ahora que la crisis es mundial y lanzar la cantinela de que otros tienen la culpa. Pero los mercados reflejan la ausencia de políticas fuertes, líderes creíbles y decisiones valientes. Quién tanto tiempo se negó a ver lo que se avecinaba, llega muy tarde a su solución. Zapatero es un rehén de su ignorancia y falta de experiencia. El «buen rollito» es una candidez terrible cuándo se acabó la fiesta.

El líder del PSOE heredó unas arcas repletas, buenas tasas de empleo y unas finanzas saneadas. Su legado no puede ser más nefasto. Dilapidó presupuestos en memeces demagógicas, repartió sin rigor y derrochó una anterior etapa impecable. No es cuestión de ideología, sino de gestión. Restaurar ahora el crecimiento costará mucho. Zapatero abrió su mandato con una economía saneada. Lo deja en estado lamentable. En una inquietante quiebra.


La Razón - Opinión

Crisis de deuda. Cuando las cigarras devoran a las hormigas. Por Ignacio Moncada

Nuestros gobernantes han terminado por montar una Europa que funciona en sentido contrario. Se ha instalado un sistema en el que el manirroto es automáticamente rescatado, y el austero que evita los atajos paga la cuenta.

El mercado funciona porque da beneficios a quien lo hace bien, y castiga con pérdidas a quien lo hace mal. Es así como la economía va evolucionando y generando cada vez más prosperidad. Si una empresa es capaz de ofrecer un buen producto que la gente quiera comprar, y a la vez es capaz de mantener controlados sus gastos, el resultado será una alta rentabilidad. Sin embargo, la empresa que no es capaz de ser austera o vive del crédito sin posibilidad de devolverlo, será apartada del mercado. Este mecanismo no sólo sirve para que prosperen las empresas más eficientes, sino también para que todos los agentes económicos empujen en la misma dirección. Para que eviten el despilfarro y la mala gestión, y busquen ofrecer al público buenos bienes y servicios con el menor consumo de recursos posible. En el mercado, la austera hormiga prospera, y la manirrota cigarra quiebra. En este caso todos quieren ser hormigas.

Hasta aquí cualquier lector pensará que esto es obvio, que no es más que sentido común. El problema es que nuestros gobernantes han terminado por montar una Europa que funciona en sentido contrario. Se ha instalado un sistema en el que el manirroto es automáticamente rescatado, y el austero que evita los atajos paga la cuenta. Los países periféricos siguen gastando como si nada pasara, y Alemania rescata con cargo al contribuyente. De esta manera, como decía, no sólo se comete la barbaridad de recircular la riqueza desde los lugares productivos a los improductivos. Además se genera un sistema de incentivos contrario al de una economía sana: se premia el despilfarro, y se desincentiva la buena gestión. En una economía en la que no se penaliza a quien lo hace mal, todos tenderán a hacerlo mal. Así, al ver que siguen teniendo déficit público países que si no fuera por Alemania habrían quebrado, todos se suman al carro. Ni siquiera en plena sobredosis keynesiana, en esta crisis de deuda generada por los políticos, nadie quiere desaprovechar esta oportunidad gratuita de gastar más de lo que pueden devolver.

La guinda al pastel europeo, después del rescate encubierto a España e Italia mediante la compra de bonos por parte del BCE, es la incorporación de Francia a la lista de los países en apuros. Es la confirmación de que toda Europa empuja en dirección al abismo, y que queda poco margen para caer. Cada paso en esa dirección aumenta la bola de deuda e inflación que lastrará la economía del continente durante décadas, y que hace más difícil salir de la crisis. Es como si las cigarras manirrotas hubieran llegado al poder, y estuvieran devorando a las austeras hormigas. Si no se hace el gran ajuste de las cuentas públicas a nivel continental, corremos el riesgo de que las cigarras hagan saltar Europa por los aires. Y cuando no queden hormigas comprobaremos lo duro que es el invierno.


Libertad Digital - Opinión

Una extraña vocación. Por Iñaki Ezkerra

Una inmensa mayoría de los niños españoles sueña con jubilarse cuanto antes. Ya sé que se trata de un hecho un tanto insólito aparte de inquietante, pero es lo que dice una reciente encuesta de la Fundación Adecco. Yo me pongo en el pellejo de un padre al que su hijo le dice que tiene vocación de jubilado y me plantearía muy seriamente qué debo regalarle en su cumpleaños: ¿un «sonotone», un bastón, un libro de crucigramas y sudokus? De acuerdo, las jubilaciones de hoy no son lo que eran, afortunadamente. Ya no consisten en leer el periódico en el banquito de un parque con una boina calada hasta las cejas sino en ligar por internet, en dar clase de claqué o de japonés y en hacer los viajes que no se pudieron hacer antes, cuando había que fichar en la oficina. De acuerdo, existen los jubilados de oro y los abuelos jóvenes. Pero una criatura que tiene vocación de pensionista es algo un poco patético, una inquietante anomalía social y pedagógica. Con una infancia así no es que se vaya a invertir la famosa pirámide de los pocos que trabajarían para muchos. Es que nos quedamos sin pirámide. Con una infancia así, los «indignados» de la próxima generación no se indignarán porque no haya trabajo, sino porque lo haya y no puedan cobrar el retiro desde los veinte años. Con una infancia así, desaparece la infancia sencillamente porque ésta es la potencia, el ansia, la ilusión de poder serlo todo en la vida, no de no ser nada y de tener derecho a que te paguen por ello. Los niños de la encuesta de Adecco, que yo me niego a pensar que son todos los niños, son los monstruitos de la LOGSE y la sociedad del bienestar, los demandantes de un premio por no haber hecho nada. En esa encuesta hay un gran material para el diagnóstico español. Hay una concepción delirante y depredadora del derecho. ¿Qué han visto en casa para que tengan una ambición tan poco ambiciosa? Pues han visto a unos padres a los que no les gusta su trabajo, que van a él a disgusto y que creen que por hablar mal de la empresa donde curran, el Estado les debe algo, les debe todo. Los niños de antes, los de siempre, tenían vocación de eternidad. Soñaban con puestos laborales que no caducaran nunca. Si se les preguntaba qué querían ser de mayores te decían que Rey o Papa o Superman preferentemente. O sea que querían dedicarse justo a unos oficios vitalicios para los que no está pensada la jubilación y aún menos la prejubilación. Los niños de antes querían ser como los mayores. ¿Qué clase de mayores han visto y quieren ser estos niños?

La Razón - Opinión

Crisis y euro. Enfermedades contagiosas. Por José T. Raga

En nuestro país, que está entre los enfermos, las cosas tienen mal aspecto. El enfermo, aquí, opina que la medicina se la tome el médico.

Que las enfermedades se contagian con mayor rapidez que la salud parece un principio evidente, de ahí que se suela aislar a los afectados. Seguramente no debería ser así, porque el enfermo merece nuestra mejor acogida, pero no es menos cierto que lo mejor que le podemos ofrecer es ayudarle a curarse, es decir aplicarle tratamientos adecuados en los lugares adecuados. Actuar como si nada pasara, para que nadie se dé cuenta de sus dolencias, es la forma de anticipar su sepelio.

Los países con problemas financieros, y no sólo financieros, de la Unión Monetaria Europea están enfermos; una enfermedad que no se soluciona con las viejas cataplasmas sino con cuidados intensivos en los lugares adecuados. Pretender que convivan con la población sana, es asumir el riesgo de contagio de ésta. Ya lo hemos dicho en otras ocasiones. Cuando un país no puede o no quiere asumir la disciplina que impone la moneda única, la solución no son créditos y más créditos, sino aceptar el tratamiento que puede reducir el mal, que no es otro que su incapacidad para generar renta en un mundo global para conseguir la estabilidad presupuestaria y reducir a límites soportables su endeudamiento.


Si eso significa abandonar temporalmente la zona euro, concebida para países sanos, es tan doloroso como cuando el enfermo debe separarse de familia y amigos para ingresar en la UCI, pero siempre será lo más aconsejable. En lo económico, la enfermedad se cura viviendo la economía real y no la ficción de la opulencia. Los Gobiernos construidos sobre la incapacidad, la arrogancia y el engaño no entienden esta terapia.

Desconocer la realidad y vivir en la ficción, es una forma de alargar la dolencia y el peligro de contagio de quienes les rodean con ánimo de ayudarles. Las agencias de rating han empezado a dudar de los sanos de la Unión Europea. El juicio, referido a Francia, que ha hecho interrumpir sus vacaciones a Sarkozy, no se basa tanto en la solidez de su economía como en la duda sobre las consecuencias de los enormes fondos que puedan requerirse para la curación de los enfermos. Es decir, valoran la posibilidad de contagio.

En nuestro país, que está entre los enfermos, las cosas tienen mal aspecto. El enfermo, aquí, opina que la medicina se la tome el médico. Ahí tienen ustedes a la señora Salgado advirtiendo con apremio al Banco Central Europeo para que haga sus deberes con rapidez. Una respuesta que no se ha hecho esperar, con una nueva presión de la autoridad monetaria europea para que los países indolentes –España entre ellos– se apresuren a tomar medidas para controlar déficit y deuda, pues ninguna señal hay de ello.

No ha interrumpido sus vacaciones ZP como su colega francés, pero en su defecto, el ministro Blanco ha lanzado un mensaje glorioso: la prima de riesgo ha subido porque los mercados no se fían de Rajoy. Y se ha quedado tan ancho.


Libertad Digital - Opinión

Mejor sola que... Por Alfonso Ussía

Hoy, sábado 14 de agosto, víspera del día grande de la Virgen, en el atardecielo, se juntarán en la nave de la iglesia de Santa María, junto al muelle de pescadores, miles de donostiarras para oir la Salve que entonará el Orfeón Donostiarra a la Virgen. Es una composición prodigiosa, pero con un defecto de origen de suma gravedad para el alcalde bilduetarra de San Sebastián. Su promotora fue la Reina María Cristina, la Regente, madre de Alfonso XIII y bisabuela del Rey. Le encomendó su creación al maestro Réfice, que era italiano. Se canta en latín y culminada su interpretación el Orfeón Donostiarra y el pueblo llano se unen para entonar el «Agur Jesusen Ama», que está arraigado en el alma de todos los vascos. Oficiará la Salve el Obispo de San Sebastián, y este año se hacen apuestas –los vascos son muy aficionados a ello–, a si irá el alcalde o no. De un lado, es un acto institucional, y del otro, una culta y prodigiosa celebración religiosa impregnada de una emoción especial.

Porque si el alcalde Bilduetarra ha retirado el retrato del Rey del salón de Plenos del Ayuntamiento –ante la pasmosa y vergonzosa inacción de la Delegación del Gobierno–, no creo que se sienta obligado a asistir a la Salve tradicional de la víspera del Día Grande, el capricho de una Reina viuda que cometió otra tropelía contra la capital de Guipúzcoa. Construir sobre el prado del Pico del Loro, rocas que separan las playas de la Concha y Ondarreta, el Palacio Real de Miramar. Que me pregunto yo, y aún no me he respondido, que si este alcalde siente tamaña aversión por todo aquello que recuerde el paso, larguísimo y fructífero paso, de la Familia Real por San Sebastián, por qué aún no se ha planteado derribar el Palacio de Miramar, cuyo estilo es más centroeuropeo que vasco, más invasor que autóctono. Podría hacerlo y construir en su inigualable solar un complejo cultural «abertzale» digno de la época que transcurre por la incultura de los jóvenes vascos, y que haría bien en bautizarlo –con perdón–, con el nombre de «Josu Ternera» o «Iñaki De Juana Chaos», guipuzcoanos ilustres.

No me veo al alcalde bilduetarra compartiendo la armonía de la Salve a la Virgen en Santa María del Coro. La bronca de Martín Garitano sería de órdago. Finalizada la Salve, los componentes del Orfeón se asoman a la mar desde la falda del monte Urgull, y cantan el «Festara» –La fiesta–, a los marinos y pescadores vascos que partieron y no volvieron nunca. Se trata de la mejor manera de honrar sus memorias y alentar a sus ánimos a unirse a la alegría. Una petición a la Virgen para que les permita volver a puerto y admirar desde el primer andamio del cielo la belleza de su ciudad en fiestas. Tampoco me figuro al alcalde bilduetarra en esas lides tan sensibleras y antiguas.

Y el resumen de todo ello es que me parece bien que el alcalde Izaguirre no acuda a la Salve en representación de los donostiarras. Los que lo han votado, no han ido a la Salve jamás, y los que no lo han hecho sentirían una aguda repulsión si vieran al alcalde de Bildu a los pies de la Virgen. No hay que lamentar su ausencia, sino festejarla con alegría. La Virgen, mejor sola que mal acompañada. Con un alcalde así, el Orfeón Donostiarra sería capaz hasta de desafinar, lo que no ha hecho en su más que centenaria existencia. Para mí, todo aquello son nubes pasadas. Maravillosas, inalcanzables y perdidas nubes para siempre. En la Salve celebrabámos mi padre y otros nueve hermanos el día de nuestra madre. Lo sigo haciendo en Ruiloba. La Misa grande de Nuestra Señora en la que cantamos lo que más le gusta. «La Estrella de los Mares». En mi caso, la nostalgia es emoción, pero no un error. El día guapo.


La Razón - Opinión

Ventas al descubierto. ¡Mienten!. Por Manuel Llamas

Ya lo advertía en privado el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker: "Cuando la cosa se pone seria, tienes que mentir".

"Aunque las ventas en corto pueden ser una estrategia válida de mercado, cuando se usa en combinación con la difusión de falsos rumores es claramente abusiva" y, por lo tanto, "sancionable". Éste es el único argumento empleado por la Autoridad Europea de Valores Financieros (ESMA) para prohibir, durante al menos 15 días, la especulación bajista sobre numerosos valores de Francia, España, Italia y Bélgica, de momento. Es decir, la UE considera que el desplome bursátil de la banca comunitaria en las últimas jornadas no está justificado, ya que los especuladores bajistas se están aprovechando de los "falsos rumores" que circulan acerca de la solvencia de grandes entidades.

Como mínimo, se trata de una argumentación injustificable: igual de condenable es actuar en contra de los especuladores bajistas cuando la bolsa cae que contra los alcistas cuando ésta se dispara. Sin embargo, lo más grave de la nueva intervención europea radica en su manifiesta hipocresía. La razón de fondo son los "falsos rumores" que circulan, tales como la degradación crediticia a Francia o la grave situación que atraviesa Société Générale, el segundo mayor banco galo.

Así pues, la cuestión radica en saber quién miente aquí. ¿Algunos agentes interesados en que la bolsa baje para sacar rendimiento o la tradicional banda de burócratas empeñada en ocultar la realidad a la opinión pública? En primer lugar, se olvida que al igual que hay especuladores bajistas también los hay alcistas, aquéllos que obtienen rentabilidad si la bolsa sube. En segundo lugar, la existencia de rumores e informaciones de todo tipo es una constante en el mercado; cosa distinta es si éstos son o no creíbles. Y es que, por mucho que alguien diga que el Gobierno suizo, por ejemplo, va a quebrar mañana, si sus fundamentales son sólidos el mercado ni se inmutará.


El problema aquí es bien distinto. En primer lugar, existen dudas más que razonables sobre la triple A de Francia, sobre todo tras la histórica degradación de EEUU, y, por tanto, muchos inversores tratan de anticiparse a su rebaja. Pero es que, además, los bancos franceses y alemanes son los principales acreedores externos de los países periféricos de la zona euro. La quiebra parcial de Grecia, su posible extensión a Irlanda y Portugal y el creciente riesgo de que España e Italia puedan precisar de un rescate constituyen motivos de sobra para pensar que el precio de sus acciones está inflado.

De hecho, desde hace ya muchos meses se insiste una y otra vez en que la caída de España e Italia pondría en jaque la actual estructura del euro. Pues bien, la prima de riesgo española superó los 400 puntos básicos la semana pasada, y la rentabilidad de los bonos italianos se disparó hasta tasas récord. Si la tensión en la deuda de ambos países se ha atenuado algo en los últimos días se debe tan sólo a las compras extraordinarias (e ilegales) del Banco Central Europeo (BCE). Otro parche que continúa sin solventar el problema de fondo.

La caída de las bolsas es consecuencia de la delicada situación financiera que sufre la zona euro y no culpa de los especuladores. En todo caso, si éstos estuvieran equivocados y los títulos ahora prohibidos estuvieran infravalorados pagarían con creces sus errores de inversión mediante abultadas pérdidas en sus carteras.

Por el contrario, una de las funciones básicas de los políticos es mentir: así lo hicieron en 2008, cuando negaron que el sistema financiero internacional estaba al borde del colapso; en 2010, con la intervención de Grecia, la crítica situación de España en mayo y el posterior rescate de Irlanda; también falsearon los test de estrés realizados a las grandes entidades europeas; este año mintieron con el rescate de Portugal, la quiebra parcial de Grecia (segundo rescate), la segunda ronda de test de estrés y el alto riesgo de España e Italia; y ahora, por último, ocultan que la banca francesa –y alemana– está repleta de bonos periféricos basura y deuda triple A inflada.

Ya lo advertía en privado el presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker: "Cuando la cosa se pone seria, tienes que mentir". Los "falsos rumores" provienen de los políticos no de los mercados.


Libertad Digital - Opinión

JMJ, acontecimiento global

No hay otra experiencia en todo el mundo equiparable a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que sea capaz de reunir durante una semana a un millón y medio de jóvenes para reflexionar, dialogar e intercambiar experiencias vitales con el denominador común de su fe y sus creencias. Tampoco hay ninguna organización en todo el mundo capaz de una movilización tan gigantesca, salvo la Iglesia Católica. Que España, especialmente Madrid, haya sido elegida como escenario y centro de acogida de este acontecimiento internacional es un privilegio y una oportunidad cuyos beneficios morales y sociales serán mucho más importantes que los económicos. Si el corazón madrileño, la Puerta del Sol, ocupó fugazmente en mayo las portadas de los medios de comunicación internacionales debido a las acampadas de los «indignados», los próximos días volverá a ocuparlas pero con imágenes bien distintas y mensajes muy diferentes. En efecto, frente a la estéril «indignación» que se consume en la protesta, el insulto, la falta de compromiso real y los intereses políticos, la JMJ mostrará la verdadera cara de la gran mayoría de los jóvenes: coherencia, esfuerzo, responsabilidad, respeto mutuo, solidaridad, compromiso cívico, principios morales, valores espirituales y unión de esfuerzos para hacer más justas y libres las sociedades en las que viven. Naturalmente, impulsados por un mismo espíritu: el que nace de Cristo. Por mera coincidencia, la JMJ de Madrid se celebra pocos días después de que Londres y otras grandes ciudades inglesas hayan sido golpeadas por el vandalismo y el saqueo de cientos de jóvenes, la mitad de ellos adolescentes, que han horrorizado a la opinión pública por su brutalidad y egoísmo. Las imágenes que mostraban a unos chavales ebrios de violencia, despiadados y entregados a la destrucción, incluso al homicidio, han abierto los ojos a la clase política y han hecho exclamar al primer ministro: «Una parte de nuestra sociedad está enferma». Tampoco revelan una sólida salud moral y cívica los altercados registrados estos últimos días en la localidad catalana de Lloret de Mar, donde cientos de jóvenes se enfrentaron a la Policía por el cierre de una discoteca. La proliferación del llamado «turismo de alcohol barato» atrae cada vez a más jóvenes de toda Europa a las costas españolas con el único fin de emborracharse sin solución de continuidad, lo que suele degenerar en actos de vandalismo y destrozos de bienes públicos. En todos estos casos, lo que asoma a las pantallas de televisión son unos jóvenes que actúan sin cortapisas morales, ajenos a las consecuencias de sus actos y que no asumen el daño que causan a terceros. Ellos mismos son su única preocupación. En síntesis, jóvenes y adolescentes con un elevado déficit de formación familiar, de educación intelectual y de musculatura moral. En este contexto, adquiere gran importancia la celebración de la JMJ como el espejo global de una juventud empeñada en mejorar el mundo sumando esfuerzos y adoptando cada cual su compromiso personal desde unos principios y valores espirituales que hunden sus raíces en el mensaje evangélico.

La Razón - Editorial

Efectos secundarios

Los ajustes en Francia e Italia contraerán las economías europeas e inducen a bajar los tipos.

Dos grandes países de la zona euro, Francia e Italia, han entrado en la vorágine de ajustes presupuestarios para garantizar el cumplimiento de déficit y, en el caso de Italia además, para responder al aumento amenazador de su prima de riesgo. Los casos no son parecidos. Francia, con una tasa de endeudamiento del 84% del PIB, aprobará antes de finales de mes un conjunto de medidas para asegurar el objetivo de déficit, a pesar de que su economía registró una inquietante desaceleración en el segundo trimestre. Italia, con una deuda que supera el 120% del PIB, ha aprobado un ajuste presupuestario adicional al de julio de este año de más de 45.000 millones de euros. No es extraño que a Silvio Berlusconi le "sangre el corazón" al anunciar este plan. Incluye una subida fiscal para las rentas más altas, supresión de Ayuntamientos y provincias y recortes adicionales del gasto ministerial.

A pesar de que los casos son distintos (más grave el de Italia, cuya economía no ha crecido durante los últimos 10 años), ambos programas de ajuste, más el anunciado por Portugal (espectacular subida del IVA, que supone una retirada importante de rentas privadas), el adicional que anunciará España la próxima semana y los que sufren Irlanda y Grecia, dibujan un escenario casi común, en el que aproximadamente el 50% del presupuesto europeo está sometido a importantes restricciones de gasto. El efecto inmediato es que quedan abolidas las posibilidades de aplicar estímulos a la demanda de casi toda Europa y que las rentas privadas sufrirán una reducción que, a corto plazo, limita la recuperación del consumo. Y todo eso a cambio de medidas de discutible eficacia, por lo menos en el caso de Italia.


La cadena de ajustes presupuestarios y de rentas (necesaria para mantener la estabilidad monetaria de la eurozona) puede ocasionar que la economía europea entre en un nuevo ciclo contractivo. A pesar de las pautas dolorosas de recortes, las deudas soberanas no descienden a corto plazo y la tasa de ahorro no aumenta al ritmo suficiente para financiar los gastos nacionales. Las políticas aplicadas son contradictorias. La contracción fiscal extrema convive con bajos tipos de interés (no tan bajos como los de Estados Unidos y con la decisión del BCE de subirlos) y con unos bancos incapaces de normalizar el crédito.

En este paisaje laberíntico, la primera pieza del rompecabezas debe colocarla el Banco Central Europeo (BCE): ha de renunciar a su estrategia de subir los tipos de interés; si acaso, debe bajarlos. Merkel y Sarkozy deben explicar a los países europeos qué políticas deben aplicarse para mantener el rigor presupuestario con los estímulos al crecimiento. Si los PIB se estancan o bajan, la solvencia financiera mantenida a costa de recortes públicos también se hundirá. Quizá la respuesta esté en la reforma de los mercados o en más unidad fiscal. Pero se necesita una respuesta. La estrategia del ajuste permanente y en casi todo el territorio europeo no rinde los efectos esperados.


El País - Editorial

50 años de muro, y 85 de Castro

Sólo trajeron guerra, hambre y miseria. Y, sobre todo, una subordinación completa de la persona a los designios de unos pocos.

Puede ser fácil olvidar las consecuencias de las ideas. Pasan las generaciones, y aquellos que no las sufrieron en primera persona pueden acabar por repetir los errores de sus mayores, sucumbir a los cantos de sirena de ideologías que prometen el cielo en la tierra, pero acaban por traer el infierno.

Hace cincuenta años que se construyó el muro de Berlín, y los herederos ideológicos de aquella aberración intentan equipararlo con otros muros, otras barreras que mantienen en sus fronteras algunos países democráticos, pero la diferencia es tan abismal que sólo un intelectual "comprometido" podría obviarla. Como los muros de un castillo, las barreras que construimos países como Israel o España sirven para protegernos, ya sea de la violencia terrorista o de una avalancha inmigratoria. El de Berlín, en cambio, era el muro de una cárcel, construido para evitar que los alemanes que sufrían la tiranía del comunismo pudieran huir hacia la libertad.


Durante el siglo XX se pusieron en práctica varias ideologías totalitarias, que pretendían centralizar todas las decisiones relevantes de las vidas de sus súbditos en el Partido y el Estado. Desechando la libertad como mero prejuicio burgués, pretendieron sacrificar al individuo en el altar de un bien común, ya fuera el beneficio de una raza o una clase social. Sólo trajeron guerra, hambre y miseria. Y, sobre todo, una subordinación completa de la persona a los designios de unos pocos.

Aún sobreviven en el mundo algunos de estos regímenes. Uno de ellos, el más cercano a los españoles, es el cubano. Fidel Castro nació también un 13 de agosto, hace 85 años. Cuando en Berlín construyeron el muro, ya se había convertido en el dictador de Cuba. Tuvo una suerte de la que carecieron sus homólogos alemanes: su tiranía es una isla, y su muro de la vergüenza el mar. Aun así, centenares de miles de cubanos han arriesgado sus vidas intentando alcanzar la libertad y la esperanza de una vida digna. Dos millones viven hoy en Florida, donde han prosperado tanto que su riqueza supera a la de los once millones que permanecen bajo la bota de los Castro.

Alemania ha homenajeado a las víctimas directas del muro, aquellos que murieron intentando huir de la dictadura comunista, al menos 136 personas. Pero a muchos más el muro les hurtó la posibilidad de vivir en libertad, como otros muros, aunque no estén hechos de piedra, se lo sigue impidiendo a millones de personas. Es a ellos a quienes recordamos hoy.


Libertad Digital - Editorial