domingo, 13 de septiembre de 2009

El primer editorial de es.Findesemana Por Luis del Pino


Ni su voz ni la mía pueden, por si solas, querido oyente, cambiar las cosas. Pero no hay injusticia que aguante el estruendo combinado de millones de voces.

Muy buenos días. Hoy es sábado 12 de septiembre y están ustedes escuchando esFindesemana, el programa de esRadio para las mañanas de los sábados y los domingos.

Puesto que hoy es la primera edición del programa, quizá sea bueno empezar con una declaración de intenciones.

Permítanme que les aclare de entrada que esFindesemana va a ser un programa fundamentalmente político. Porque yo no creo en el periodismo como simple descripción de la realidad. No creo en el periodismo como simple crónica de lo que acontece. No creo en el periodismo como una mera reseña de todo lo malo que sucede en el mundo.

Yo creo en el periodismo - permítanme la expresión - militante. Creo que el periodista tiene el deber no sólo de describir la realidad, sino de tratar de mejorarla. Creo que el periodista está obligado no sólo a hacer la crónica del ejercicio del poder, sino a denunciar sus abusos. Creo que el periodista no debe limitarse sólo a reseñar las desgracias cotidianas, sino que tiene también que contribuir a evitarlas.

Cuando miro a mi alrededor, lo que percibo es que las libertades están en retroceso, que nuestra Constitución está siendo violentada de manera sistemática, que los derechos individuales son pisoteados de forma cotidiana. Lo que veo es que no existe, hace ya mucho tiempo, ningún tipo de freno contra los abusos del poder. La separación de poderes ha colapsado y quien tenía la obligación de denunciar ese colapso - es decir, la clase periodística - ha ido renunciado poco a poco a su papel de contrapeso del poder.

Y como periodista, creo que mi obligación es contribuir a solucionar los problemas. Y estoy convencido de que, entre todos, podemos cambiar las cosas.

Porque España está llena de buena gente, de todos los colores políticos, que quiere a su país tanto como yo lo quiero. Que está tan preocupada por el presente y por el futuro como yo lo estoy. Que se angustia por la crisis económica, por la crisis institucional, por los ataques a las libertades, tanto como yo me angustio.

Y todavía no hemos perdido la condición de ciudadanos, ni hemos renunciado a nuestra capacidad de crítica. Y somos muchos, muchísimos. En España hay gente buena suficiente como para que quienes nos gobiernan escuchen el mensaje, por muy sordos que estén. Tan sólo hace falta que aunemos nuestras voces. Y espero que este programa ayude a que esas voces se oigan.

En este programa tendrán voz todos aquellos que aspiran a que en España se respeten la democracia y las leyes. Todos aquellos que trabajan día a día porque los derechos individuales recogidos en nuestra Constitución no sean violentados. Todos aquellos que defienden el derecho de los españoles a conocer de todos los asuntos públicos, incluida la verdad del 11-M. Todos aquellos que piensan que es el individuo, y no el estado, el que debe primar para que una sociedad prospere económica y culturalmente.

Quería comenzar este programa aclarando qué es lo que pueden ustedes esperar de él. Déjenme que lo sintetice en una sola frase: éste va a ser un programa de debate político para todos aquellos de ustedes que quieran contribuir a que las cosas cambien. Nada más, pero nada menos.

Ni su voz ni la mía pueden, por si solas, querido oyente, cambiar las cosas. Pero no hay injusticia que aguante el estruendo combinado de millones de voces.

Libertad Digital

LA PASIÓN DE PROHIBIR. por Carlos Herrera




Les entusiasma prohibir. Nada realiza más a un cargo público que el ejercicio de una prohibición. Es la manera que tienen algunos de sentir plenamente la sensación de poder. Sólo cuando te fastidio puedo decir que estoy mandando. Lo evidenciaba hace pocas semanas la gran estadista Trinidad Jiménez cuando señalaba que la sociedad ya «está madura» para prohibirle fumar en los bares.


Para la ministra prohibicionista, la madurez consiste en la capacidad de resignación de la masa cuando se le impone una norma arbitraria. ¡Y yo que me he pasado la vida creyendo que la madurez servía para exactamente lo contrario! Ya saben lo que eso significa: cuando se le antoje a ella o a la anterior ministra-policía, la señora Salgado, se acabó fumar en las zonas acotadas para ello en los restaurantes. Como, si nos descuidamos, prohíben los chiringuitos en las playas. ¿Qué daño hace que los bañistas puedan tomar un tinto y unas sardinas entre baño y baño? ¿A qué clase de descerebrado totalitario se le ocurre privar a los ciudadanos de uno de los encantos de las playas españolas?: a los que albergan un pequeño tirano funcionarial dentro. Por lo visto, esta próxima temporada será imposible beber una cerveza en algunas playas españolas. Las valencianas están en ello. ¿Presumen que si nos bebemos un botellín nos olvidaremos de nadar? ¿A nadie en su sano juicio se le ocurre diferenciar la prohibición de beber alcohol en la calle con la de beberse un tinto de verano debajo de una sombrilla? ¿Están agilipollados los tíos y tías que mandan? En el sur de Tenerife van a prohibir, si no lo han prohibido ya, hacer castillos de arena en la playa. Fumar en las playas está a punto de ser prohibido en muchas de ellas –en algunas de Gerona ya lo está–, aunque usted recoja las colillas en una lata, de coca-cola, por supuesto. Van a empezar a parecerse a los enloquecidos malayos que han condenado a tres azotes a una mujer que fue sorprendida bebiendo cerveza en un hotel. Lo próximo acabará siendo un arco de detector de tabaco y laterío a la entrada de las playas. Nada de nevera. Posiblemente, tampoco bocadillos. La playa es nuestra, dirán, de los que mandamos, y nosotros decidimos si tiene derecho a entrar y en qué condiciones. Una normativa, también valenciana, impide colocar una sombrilla a menos de seis metros de la orilla. Por cierto: ¿dónde, exactamente, empieza la orilla?

Más: en Almuñécar, bellísimo enclave granadino, queda prohibido escuchar música en sus playas. Pregunto: ¿tampoco con el iPod? ¿Ni siquiera el informativo de medio día con un transistor chiquitito? Hombre, en puridad, un informativo no lleva música...

En Ciudad Real acaban de aprobar una ordenanza municipal por la que se multa al ciudadano que corra por la calle. Si usted tiene prisa o se le escapa el autobús, se jode. Y si aparca a más de veinte centímetros del bordillo, multa al canto. ¿Se preocupan por nuestros infartos, por nuestras articulaciones? ¿Entran en el lote los que visten chándal y practican footing? ¿Caminar a paso rápido, casi al trote, también está penado? ¿Se van a poner los guardias, radar en mano, a medir la velocidad de los viandantes?

En el país en el que una adolescente puede abortar sin comunicárselo a sus padres no se va a poder tomar una cruzcampo a la orilla del mar. Ya ven. ¡Pero qué puede esperarse de los amos y señores de Costas si pretendían prohibir las centenarias Carreras de Caballos en la playa de Sanlúcar de Barrameda aduciendo que se estaba haciendo uso de un dominio público, lo cual resultaba intolerable!

Se trata, en resumen, de que los españoles sepamos que vivimos de favor. Los que mandan quieren darnos a entender que el poder lo tienen ellos y que nosotros sólo somos objeto de prohibición. Yo propongo, ante tanta estupidez, la desobediencia civil: todos a correr en Ciudad Real, todos a beber cerveza en Valencia, todos a fumar en Gerona.

Cuando los que nos gobiernan demuestran ser unos sandios totalitarios, los ciudadanos tenemos derecho a mandarlos al carajo.


XL Semanal

Radicales de Diada, vendidos el día 12



Aún no entiendo como hay gente que se escandaliza por la consulta popular que quieren hacer en Arenys. Como cada año, hay que "calentar" la Diada, y cuando no es el referéndum del 2014 (¿Quién habla de él ahora?), son las selecciones catalanas o una campaña que demuestre que l'ase català la tiene más gorda que el burro hispánico. Excepto algunos independentistas de buena fe que realmente se creen su causa (gente tipo CUP y similares), todos los que ahora se llenan la boca defendiendo el simulacro de votación por la independencia cuando pase el once de septiembre seguirán pasteleando, pactando y vendiéndose a Zapatero, Corbacho, De la Vega, y si es necesario a Rajoy y a Soraya. Y no hablo sólo de CiU, porque hemos de recordar como los diputados de ERC batieron el récord de los cien metros lisos parlamentarios por los pasillos del Congreso de Diputados. Éstos no se bajan del coche oficial ni por la independencia ni por la resurrección de Lluís Companys. Son como Jordi Pujol, pero sin estudios.


Por Sergi Fidalgo

http://blogs.e-noticies.com/catalunya-es-friki/radicales_de_diada_vendidos_el_dia_12.html

e-noticies


Bilingüismo efectivo y afectivo


En el bombardeo preventivo que está recibiendo el Tribunal Constitucional (y de paso el resto de la ciudadanía española) a costa de la demorada sentencia sobre el Estatut, se han oído cosas realmente estupefacientes. Por ejemplo, sobre un posible fallo restrictivo del modelo idiomático que se establece en dicha ley.

FERNANDO SAVATER 08/09/2009

En el bombardeo preventivo que está recibiendo el Tribunal Constitucional (y de paso el resto de la ciudadanía española) a costa de la demorada sentencia sobre el Estatut, se han oído cosas realmente estupefacientes. Por ejemplo, sobre un posible fallo restrictivo del modelo idiomático que se establece en dicha ley. Veamos: cuando se hizo público hace un año el llamado "Manifiesto por la lengua común", gran parte de las desaforadas críticas que recibió llegaron desde Cataluña. Se estaba creando un problema donde no existía, se ascendían algunos excesos puntuales a norma general, se atacaba al débil y se defendía al fuerte, etcétera. Con cierto asombro oímos a algunas personas que antes se quejaron -privadamente, eso sí- de maltrato institucional a los castellanohablantes proclamar que en Cataluña no había ninguna molestia a este respecto. Me recordaban un poco a esos manifestantes iraníes que protestaron por el supuesto fraude electoral para luego aparecer en la televisión del régimen diciendo que les habían engañado desde el extranjero..

Pues bien, hace pocos días el secretario de política lingüística de la Generalitat -Bernat Joan, de ERC- señaló los perjuicios que podría acarrear un pronunciamiento adverso del TC sobre lo que el Estatut dispone en este campo: "Una sentencia como la que se prevé podría crear un alud de gente que exigiera en los tribunales educación en castellano para sus hijos o que reclamara el derecho de poder funcionar en castellano en cualquier ámbito de la administración". Por tanto, concluyó, tal recorte sería "inaceptable e ilegítimo". De modo que sólo una legislación prohibitiva impide que muchos catalanes reivindiquen su derecho a usar el castellano en la educación o las relaciones institucionales... que por otra parte la Constitución les reconoce. Carecen de elección no por falta de ganas sino por falta de reconocimiento legal de su libertad: ¿no hay un conflicto aquí? ¿Será reaccionario el TC si dicta sentencia a favor de esa libertad conculcada? Conceder derechos puede ser progresista, siempre que no se trate del derecho a privar de sus derechos a otros...
Uno de los argumentos más empleados a favor de la inmersión lingüística en cualquiera de los idiomas autonómicos es que sin ella no se garantiza su dominio al mismo nivel que el castellano. Pues bien, sin duda el bilingüismo en esas autonomías es un objetivo deseable y encomiable (aún mejor sería que todos los españoles conociésemos, además de nuestra lengua común, nociones suficientes del resto de las oficiales) pero no constitucionalmente obligatorio. Ni educativamente prioritario. El bilingüismo perfecto es un raro don: lo normal es hacer la mayor parte de la vida en una lengua, aunque se conozca suficientemente otra... o quizá otras. Es un avance cultural y social que pueda vivirse normalmente también en euskera, gallego o catalán, pero nunca al precio de convertir a la lengua común de nuestro país en otra lengua extranjera, como el apetecido inglés. El pluralismo es sin duda un valor, pero la unidad política, laboral y cultural que garantiza una lengua común no lo es menos... ni tiene por qué oponerse a la diversidad optativa. Salvo que se condene lo que facilita la unidad a ser residuo soportado pero no bienvenido, una manía a erradicar en vez de instrumento indispensable de conjunción. En tal caso, no sólo el TC sino el resto de los ciudadanos supongo que tendremos algo que decir.

http://www.elpais.com/articulo/cultura/Bilinguismo/efectivo/afectivo/elpepiopi/20090908elpepicul_7/Tes/