sábado, 25 de noviembre de 2006

Ciudadanos por...

EL éxito cosechado por Ciutadans per Catalunya en las pasadas elecciones calatanas ha encendido en otras regiones y provincias la misma mecha de insatisfacción y antisistema que alentó su creación en aquella Comunidad.

Y así, al socaire de tan inesperado como rotundo triunfo, ya se anuncian formaciones políticas de idéntico signo, con el «Ciudadanos por...» como bandera electoral. No cabe la menor duda de que la estela de desencanto dejada por los partidos «clásicos» ha propiciado la aparición de siglas de nuevo cuño, pero de vida efímera, pues son contadas las ocasiones en que han llegado a cuajar a través de su presencia en las instituciones a las que presentaban candidatura.

A seis meses vista de las elecciones municipales y autonómicas, la aparición de una nueva formación electoral en Castilla y León, que podría presentar candidaturas a las alcaldías de alguna de sus principales capitales de provincia, Valladolid y Salamanca entre ellas, supone todo un aviso para navegantes. Ciertamente en esta región no se dan las condiciones de asfixia y presión nacionalista que han hecho posible la eclosión de los Ciutadans, pero ello no es óbice para que sean muchos -y en número creciente- los ciudadanos cabreados con los partidos que gobiernan las instituciones. No lo van a tener nada fácil, si bien sus homólogos catalanes ya les han hecho buena parte de la campaña.

Ahora el partido de los ciudadanos ya no es un desconocido. Su triunfo en las elecciones de Cataluña les ha granjeado la admiración, cuando no el reconocimiento, en no pocas comunidades españolas, circunstancia que además de dar alas a la nueva causa allí donde conformen lista electoral, puede atraer muchos votos. Y todas esas papeletas a favor son resta para aquellos partidos que en algunas ciudades se juegan las alcaldías por unos cientos de apoyos. Si a ello se añade el cada vez más alto nivel de abstención, que como se ha visto en el caso catalán es el que ha favorecido su acceso al Parlamento, en detrimento de los partidos mayoritarios, la situación no puede pintarles más favorable.

Con este escenario y con tanto elector hastiado por el comportamiento de los partidos mayoritarios, nada más fácil para una formación que se nutre de la decepción ciudadana que alcanzar el número suficiente de votos como para convertirse en llave de la gobernabilidad de algunos municipios.

Estos días no han faltado en estas páginas las columnas de otros colaboradores que han glosado sobre el fenómeno «Ciudadanos» y sus posibles efectos en el territorio castellano y leonés. Cada cual ha aportado su visión del mismo; coincidente en algunos casos, aunque con matices, pues como dice Javier Reverte en su última novela El médico de Ifni «la política recorre caminos extraños muchas veces».
Luis Angel Laredo (ABC.es) (10/XI/06)

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