lunes, 6 de septiembre de 2010

ETA. Otro fracaso de Zapatero. Por Agapito Maestre

Los dos, Zapatero y ETA, están en fase terminal. Se necesitan. De ahí el anuncio de la tregua.

Zapatero ha vuelto a fracasar con ETA. Los criminales le han engañado en los tiempos y en la ambigüedad de la declaración. Zapatero quería un comunicado más contundente que los anteriores y para el comienzo del verano. El comunicado llega tarde y confuso. Disiento, pues, de quienes dicen que no hay nada nuevo en el comunicado de ETA. Aunque el texto del comunicado sea similar al de anteriores treguas-trampas, hay varias circunstancias que hacen novedoso este comunicado. Para empezar, y a pesar de que algunos crean lo contrario, ETA está más agostada y agotada que nunca; de ahí que nadie en su sano juicio ponga en duda que esta tregua es el resultado de un debilitamiento extremo de la banda.

En segundo lugar, la tregua ha llegado en un momento de caída en picado del liderazgo de Zapatero en todas las encuestas. El político que más "legitimidad", aire y presencia institucional le ha concedido nunca a la banda terrorista –entre otras prebendas, aparte de un diálogo de tú a tú del que todavía se vanagloria el Presidente del Gobierno, cabe mencionar que el Gobierno permitió a ETA tener presencia en 42 ayuntamiento de Navarra y El País Vasco– está muy tocado; en fin, ETA sabe que necesita un interlocutor débil, extremadamente débil, para no ser absolutamente derrotada como exige un Estado de Derecho, es decir, sin hacer concesión alguna a los terroristas. Los dos están en fase terminal. Se necesitan. De ahí el anuncio de la tregua.


Y, sobre todo y en tercer lugar, este comunicado es, sin duda alguna, el más esperado por los medios de comunicación en general, y los analistas políticos en particular, como una consecuencia del proceso negociador que Zapatero entabló con esta gente en 2004. En pocas palabras, a nadie le ha pillado por sorpresa el anuncio de ETA; y si alguno se hace el sorprendido, digamos claramente que es un villano político o un estulto individuo. Aquí la maldad camina al lado de la torpeza.

En este nuevo contexto, consecuencia de ese largo, confuso y oscuro proceso de negociación entre una banda criminal y un gobierno, el comunicado de ETA sólo puede interpretarse como un nuevo fracaso de Zapatero; sí, sí, tantos años negociando con los criminales, entregándoles los ayuntamientos, concediéndoles beneficios penitenciarios, etcétera, etcétera y ahora salen con un anuncio de tregua-trampa idéntico al de otras épocas. No me extraña que Zapatero y su Gobierno sigan escondidos todavía a las seis de la tarde del domingo, 5 de septiembre, a pesar de que hace más de diez horas que conocemos el comunicado. Resulta alarmante, o peor, desvergonzado que el Gobierno aún no haya abierto la boca. El texto de ETA es fácil de interpretar. Los terroristas no se arrepienten de nada y tratan de igual a igual al Gobierno.

Todo, pues, sigue igual para ETA; de ahí que todos los grupos políticos, excepto el Gobierno, hayan rechazado rápida y enérgicamente la trampa. ¿Por qué no lo ha hecho todavía el Gobierno? Obvio. Porque quiere instrumentalizar ese comunicado a su antojo. Y, quizá, porque todavía aspiren a vender que lo conseguido, las migajas que ofrece ETA en esa intervención en la BBC, es fruto de la "pericia negociadora" de Zapatero con ETA. ¡Horror!


Libertad Digital - Opinión

ZP, entre el recuerdo y la fantasía. Por Félix Madero

Saldremos del lío el día que venga alguien y demuestre que es capaz de separar las obsesiones de las dudas.

AHORA que acaba el verano y que muchos fantasean con las lecturas de agosto nunca realizadas, voy a permitirme señalarles un libro con el que he disfrutado. Lo ha escrito Siri Hustvedt, se llama Elegía para un americano(Anagrama) y en él hay una oportuna hoja de ruta para entender a las personas. La escritora neoyorquina no tiene las pretensiones del libro que anuncia el científico Stephen Hawking, en el que intenta demostrar que Dios no creó el Universo. Los dos son libros que recomendaría a Zapatero. En el de Hawking tomará conciencia de lo poco que es a tenor de lo que Dios resulta ser. En el de Hustvedt está la historia de dos hermanos que buscan con denuedo un trozo del pasado del padre. Y ahí está escrito: No existe una frontera precisa entre el recuerdo y la fantasía. Cuando leí esto, tomé un lápiz y entre paréntesis escribí: «Zapatero».

Uno no sabe muy bien las razones por las que apunta cosas, detalles irrelevantes, en los márgenes de los libros. El caso es que el recuerdo y la fantasía se hacen presentes el día que dejó de ir a Rodiezmo. El periódico no trae la foto del presidente —soy cada vez más rojo, dijo una vez—, con el pañuelo en el cuello y el puño cerrado cantando La Internacional. Los que ayer la cantaron le van a hacer una huelga general dentro de unos días; esos mismos le han recordado que su política no es la que anunció; que ha tocado los derechos de los trabajadores que prometió respetar; que es un hombre incapaz de separar en su cerebro los recuerdos de la fantasía; la realidad de los sueños. Importa poco quién sea el que venga después de Corbacho. Martín Ferrand ha apuntado con acierto la facilidad que tiene Zapatero para crear expectación donde sólo hay hastío y planicie. Los gobiernos están hechos a la medida del presidente. Qué más da el nombre del próximo ministro.

Zapatero es un hombre sin dudas. Espero equivocarme ahora que ETA anuncia un alto el fuego. Con gusto me vería rectificado si fuera capaz de decirles a los de la ETA: condenen la violencia, pidan perdón y entreguen las armas. Mucho pido, ¿verdad? Tiene una obsesión: el poder. Tiene un recuerdo: que el año pasado estuvo con los mineros. Y tiene una esperanza: que el que viene volverá a cantar La Internacionalen Rodiezmo. El problema no es que quepa todo esto en su cabeza, lo decisivo es que el presidente cree que la fantasía es un recuerdo y el recuerdo una obsesión. A algunos de los suyos les ha costado seis años descubrir el truco. Por eso asusta escuchar a los que dan por seguro que el candidato volverá a ser Zapatero. Sólo saldremos del lío el día que venga alguien y demuestre que es capaz de separar los recuerdos de las fantasías y las obsesiones de las dudas. O sea, un hombre serio.


ABC - Opinión

La pseudotregua. Por José Carlos Rodríguez

Zapatero ha caído tan bajo que ni la ETA se lo toma en serio. Le pide todo a cambio de nada. Bienvenidos a la pseudotregua.

ETA ha anunciado la tregua de otoño-invierno que estábamos todos esperando. Lo sabíamos desde el 30 de diciembre de 2006, con el atentado en Barajas de ETA que acabó con la tregua anterior. Jaime Mayor Oreja, el hombre que siempre dice la verdad, lleva meses explicando los perfiles del alto el fuego que la banda iba a anunciar este domingo. Estaba cantado. Zapatero no tiene otra brocha de la que colgarse.

Pero hay algo sorprendente. No es ya que la negociación del Gobierno con ETA que pueda salir de este anuncio fracasará, como lo han hecho los anteriores y como no puede ser de otro modo. Es que el alto el fuego, en los términos anunciado por los tres encapuchados con txapela, no tiene ni la pretensión de llegar a ningún acuerdo. Por un lado, mantiene los objetivos de la banda, que pasan por la secesión de las provincias vascas (y de paso erigirse en el ejército permanente, aunque eso no lo dicen).


Por otro, ni se molestan en mencionar un abandono de las armas o una cesión en algún sentido que diese contenido a una negociación. De lo más que hablan es dejar de "llevar a cabo acciones armadas ofensivas", es decir, matar. Pero el terrorismo no es sólo matar, es también amenazar con hacerlo. Dado que no ha renunciado a volver a cometer un crimen en cuanto lo considere oportuno, ¿qué alcance tiene el alto el fuego? ¿Cuál es la diferencia con el día antes del anuncio de la tregua? Si al menos se comprometiese a no atentar en un año en ninguna circunstancia, sí podríamos pensar que hemos cambiado en algo, pero nada de ello ha habido.

Es más, no renuncian ni a financiarse por cualquier medio o a rearmarse. Por eso sorprende la discusión sobre la verificación o no de la tregua de ETA. ¿Qué es lo que se quiere verificar? Que esto no es la tenencia de armas de destrucción masiva, que ellos no están dispuestos a entregar las armas, que han planteado la pseudotregua como una cesión unilateral por parte de Zapatero mientras ellos se rearman y se aferran a las dádivas del erario público municipal. Si rompen el llamado alto el fuego ya lo comprobaremos sin necesidad de que venga Brian Currin o cualquier otro hombre del maletín.

Pero sí le exigen cesiones al Gobierno del caso Faisán. En el comunicado exigen que se les permita presentarse a las elecciones municipales de 2011, lo que llama "los mínimos democráticos necesarios para emprender el proceso democrático", que en sus palabras es la autodeterminación. Zapatero ha caído tan bajo que ni la ETA se lo toma en serio. Le pide todo a cambio de nada. Bienvenidos a la pseudotregua.


Libertad Digital - Opinión

ETA quiere votar. Por César Alonso de los Ríos

Conocí en el barrio de Carabanchel al grupo de etarras que compusieron la segunda caída de detenidos, primera en importancia numérica.

Conocí en el barrio de Carabanchel al grupo de etarras que compusieron la segunda caída de detenidos, primera en importancia numérica. Eran unos tipos elementales culturalmente. Se definían frente al Partido Nacionalista Vasco por la valoración de la acción. No se sentían españoles. Su única ideología era el independentismo. Pronto llegamos a saber que para ellos la acción era el asesinato. Incorporaron las ideologías de «liberación» tercermundistas en el País Vasco. Sastre tomó el relevo de Sartre, los marxistas vascos entraban en ETA en vez de hacerlo en el PCE o en el PSOE, y la lengua, cuya defunción había pronosticado Unamuno, constituyó la base de la conciencia diferenciadora respecto a los «otros» y justificó el Terror. Durante muchos años la izquierda española ha explicado a ETA por los errores del franquismo. Con ese bagaje moral ETA le exige al Gobierno español una negociación de mínimos democráticos.

Han pasado cincuenta años desde la creación de la banda terrorista; medio siglo representada por los llamados «abertzales de izquierda» y apoyada por EA con el juego siniestro del PNV. Los terroristas han conseguido que el balance institucional, cultural y social haya terminado siendo favorable a la construcción de una nación vasca y al proceso independentista. Ha habido un achicamiento del Estado gracias a la hegemonía concedida a los nacionalistas, en la línea de los que sucede en estos momentos: la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado por parte del PNV tendrá nuevos costes para los poderes del Estado. De los poquísimos que le quedan ya al Estado para que podamos seguir hablando de pertenencia del País Vasco a éste. Y es, en estos momentos, cuando ETA hace esta oferta humillante a través del canal de televisión pública inglés BBC. Si con la aprobación de los Presupuestos el PNV salva a Zapatero y se carga a Patxi López, con unas nuevas negociaciones la izquierda abertzale (el lado civil de ETA) podría volver a las instituciones. Por eso ETA quiere votar.


ABC - Opinión

ETA. Proceso democrático. Por Emilio Campmany

Sólo nos queda por ver si lo que la ETA está haciendo es una mera pantomima y, una vez que se le haya permitido participar en las elecciones municipales, volverá a las andadas.

Uno de los logros de la era Zapatero ha sido el de dividir a la sociedad española respecto al terrorismo. Mientras el votante del PSOE cree en la salida pactada como la única posible, el votante del PP reniega de ella porque piensa que implica la postración del Estado. Los primeros creen que la mera existencia de la ETA prueba la de un conflicto previo que hay que resolver mediante una paz negociada. Los segundos están convencidos de que los terroristas no son más que criminales que no merecen un trato distinto del que se da a otros delincuentes.

Ambos se equivocan. Es verdad que la ETA es "algo más" que una banda de delincuentes. Lo demuestra el hecho de que sus organizaciones políticas, cuando se les ha permitido presentarse a las elecciones, han obtenido un respaldo de entre un diez y un quince por ciento del electorado del País Vasco. Pero también es cierto que un conflicto de esta naturaleza no tiene por qué acabar con una negociación. En Gran Bretaña recurrieron a este expediente con el IRA, pero Italia y Alemania supieron liquidar sus Brigadas Rojas y su Baader Meinhof sin tener que pactar nada.


En cualquier caso, los españoles, a través de sus gobernantes, intentamos una salida negociada durante la Transición dando por hecho que el conflicto que provocó el nacimiento de la ETA lo era entre el nacionalismo vasco y el régimen de Franco, lo que permitía, una vez desaparecido éste, intentar una paz negociada. Rechazada esta solución por parte de la ETA, los españoles decidimos que la democracia y la autonomía recién implantadas privaban a la ETA de toda legitimidad y correspondía tratar a sus militares como vulgares criminales.

Después de cuarenta años de asesinatos, esta estrategia estaba en 2004 a punto de dar el beneficio deseado, la total desarticulación de la banda sin haber concedido más de lo que se concedió durante la Transición. Pero llegó Zapatero y decidió que ese final sería tanto como atribuirle el éxito del fin de ETA a Aznar y eso no podía ser. Entonces se abrió una negociación absurda donde una ETA más debilitada que nunca prometía dejar de hacer lo que ya casi no era capaz de hacer a cambio de que el Estado le concediera lo que hasta entonces jamás había estado dispuesto a conceder. Hasta tal punto se ve que el Gobierno controla la situación que el propio Rubalcaba le ha quitado la escolta a personas amenazadas por ETA justo unas horas antes de que ETA declarara la tregua.

La verdad es que no importa mucho que a Aznar le roben el éxito de haber acabado con la banda con medios exclusivamente democráticos. Lo que importa es que España se habrá plegado a parte de las exigencias de los terroristas innecesariamente. Sólo nos queda por ver si lo que la ETA está haciendo es una mera pantomima y, una vez que se le haya permitido participar en las elecciones municipales, volverá a las andadas o si es verdad que está tan debilitada que firmará poco antes de las elecciones de 2012 el fin definitivo de su acción violenta a cambio de lo que ellos llaman "proceso democrático" y que vaya usted a saber qué concesiones implica. Si finalmente es así, lo hará por estar tan débil que ya veremos si no tiene Rubalcaba que llevarle la mano a los terroristas por no tener ya éstos ni fuerza para firmar un papel. Pasados los años de luto, nos toca vivir los de la ignominia.


Libertad Digital - Opinión

Halloween en la BBC. Por José María Carrascal

Estamos ante un documento que muestra lo lejos que se halla ETA de la realidad y lo difícil que es hacerla cambiar.

QUIENES tendrían que estar más desencantados con el comunicado de ETA, tendrían que ser sus amigos, la izquierda abertzale que le venía pidiendo casi de rodillas una tregua verificable para poder presentarse a las próximas elecciones, y se ha encontrado con un anuncio por la BBC a lo Halloween, con el tradicional «trick or treat», «trato o truco», que invocan los niños norteamericanos en esa fiesta para obtener golosinas. Ni siquiera es un simple alto el fuego. Es un «alto el fuego de las acciones armadas ofensivas», o sea que se reserva el derecho a las acciones armadas defensivas, que pueden ser todas las que a ella le de la gana, pues ETA se considera dueña y señora del territorio vasco y sus habitantes, no la tregua indefinida y verificable que le pedían sus conmilitones, por no hablar ya de la entrega de armas, que es lo mínimo exigible a quienes llevan décadas asesinando, secuestrando, extorsionando y amedrentando a la ciudadanía no sólo vasca sino también española y aún francesa. En resumen, que más que un paso adelante, estamos ante un documento que muestra, primero, lo lejos que se halla ETA de la realidad y, segundo, lo difícil, por no decir imposible, que es hacerla cambiar.

Que se encuentra en un atolladero no cabe la menor duda. En otro caso, ni siquiera hubiera emitido ese comunicado, ya que su forma habitual de hablar es con pistolas y bombas. Pero que ni aún contra las cuerdas es capaz de dejarlas resulta también incuestionable. No es la primera vez que, acosada, anuncia una tregua-trampa para recuperar fuerzas y volver a matar. Pero esperemos que entre las fuerzas democráticas, nadie vuelva a caer en esa trampa, como cayó el gobierno Zapatero cuando, contra la opinión de todos los expertos, inició una negociación a todo trapo con ella, de la que salió, no la paz prometida, sino una docena de muertos.

En cuanto a la izquierda abertzale, tiene ante sí la oportunidad ideal para liberarse y lavar su cara. Sólo tiene que anunciar públicamente que rompe con una banda de asesinos que se arroga la representatividad del pueblo vasco sin tenerla, una vez que ni siquiera acepta lo que ella le pedía, que tampoco era tanto: que en democracia, no cabe otro comportamiento que el respeto a las vidas, bienes e ideas de los demás, ni otros privilegios que los establecidos por las leyes para todos los ciudadanos. ¿Qué espera esa autodenominada izquierda para demostrarnos que nada tiene que ver con esos criminales, secuestradores y extorsionistas?

Mucho me temo, sin embargo, que no lo hará. Y no por miedo, sino por algo mucho más profundo, poderoso y sutil: por una afinidad colectiva con ellos.


ABC - Opinión

ETA. Que pierdan toda esperanza. Por José García Domínguez

¿Existirá bajo el manto de las estrellas del universo un ser capaz de tropezar dos veces seguidas con varias toneladas de escombros en la T-4?

Salvo que los estragos de la Logse también han alcanzado a la dirección de ETA poco más cabe inferir de ese comunicado-kleenex que ha concedido propalar la BBC, siempre presta a satisfacer los anhelos del crimen organizado. Así, tan solemne como ignara, la gudari encargada de leer el papel insistiría una y otra vez en llamar "ciudadanos", esto es, individuos depositarios de la soberanía en una nación libre, a los vascos –y las vascas– pretendidamente sojuzgados por la opresión colonial española. Por lo demás, una vez constatado que estamos en guerra con el fracaso escolar, la gran novedad es que no hay novedad alguna.

Al cabo, ya suman once las proclamas de reposos tácticos que la facción armada del nacionalismo vasco ha anunciado urbi et orbe desde 1981. Y la única incógnita que abre ésta corresponde más al orden antropológico que al político. ¿Existirá bajo el manto de las estrellas del universo un ser capaz de tropezar dos veces seguidas con varias toneladas de escombros en la T-4? He ahí el misterio, el único: discernir si, por fin, el Adolescente ha concedido transitar al mundo de los adultos. O no. Pues que los llamados a agitar el árbol –Arzalluz dixit– proclamen que quieren hacer lo que tienen que hacer, nada nuevo revela, ni bueno ni malo.

Los pirómanos que ahora se esconden bajo las respetables faldas de la derecha abertzale saben que para incendiar de nuevo el País Vasco desde los despachos alfombrados, habrán de tomarse unos meses sabáticos. El tiempo justo hasta que Eusko Alkartasuna les franquee las puertas de ayuntamientos y diputaciones. Eso es todo. Por algo ese folio emborronado con rancia retórica huera ni siquiera se compadece con las condiciones dizque mínimas vindicadas por Batasuna. A fin de cuentas, son los cuates de Otegi quienes establecen como premisa previa a cualquier proceso de paz un alto el fuego "verificable".

Enunciado, ése, que no tolera más significado posible en idioma castellano que la entrega de las armas. En cuanto a los civilizados, sería éste el momento de que recordásemos cierto aserto contenido en aquella resolución de las Cortes en 2005, cuando la penúltima tregua-trampa. El que rezaba tal que así: "La política puede y debe contribuir al fin de la violencia". Puede y debe, en efecto. De ahí que ahora mismo, sin demora, se imponga otro pronunciamiento formal de las Cortes advirtiendo a los etarras, como en el infierno de Dante, que pierdan toda esperanza. Si el niño ha crecido, claro.


Libertad Digital - Opinión

Pantomima. Por Ignacio Camacho

Quedan cuatro monos y de los cuatro dos son infiltrados de la Guardia Civil… ¿a quién quieren engañar?

NI alto el fuego ni gaitas. A estas alturas lo único que se espera ya de ETA es un arriba las manos y un abajo las armas. Quedan cuatro monos y de los cuatro dos son infiltrados de la Guardia Civil… ¿a quién quieren engañar? Si pretenden dejarlo por dosis, poquito a poco, ya deberían saber que nadie tiene interés por otra dosis que no sea la última. Y si tratan de abrir camino electoral a sus cómplices batasunos, no es creíble que sean tan ingenuos de creer que va a bastar con un gesto así. Eso ya no vale ni para «consumo interno», como decía Rubalcaba cuando trataba de justificar el visible rearme de la última tregua. Esta pantomima ya no se la cree ni Zapatero, que lleva meses —años, en realidad— soñando con lo que aún constituye su gran esperanza.

Nunca un anuncio de tregua etarra había despertado menos expectativas ni más escepticismo. Hasta los más benévolos con su causa se sienten decepcionados por la cicatería de la concesión. La llamada izquierda abertzale —es decir, el brazo político de ETA según la doctrina del Supremo… y del juez Garzón antes de que se desmintiese a sí mismo— necesita una manifestación más contundente para siquiera plantear —que no para obtener, eso es otro cantar— su eventual legalización antes de las elecciones locales que tanto le interesan. Ellos, los batasunos, deben ser los más decepcionados por este comunicado paupérrimo en el que los terroristas persisten en mantener su pantomima militar. No les vale ni para aliviar la presión, y eso que hay quien está loco por encontrar un pretexto para aliviársela.


Por mucha escenografía siniestra que exhiba, por mucha boina y verduguillo —qué palabra tan exacta— con que se disfracen sus escasos cabecillas, ETA está exánime, arrinconada, agujereada, huérfana de apoyo político y en clara extinción. Sigue teniendo capacidad de hacer daño porque nada hay más fácil que matar sin motivos a un hombre desprevenido, pero aun así le cuesta ya trabajo organizar un atentado con posibilidades de escapatoria. No le queda más salida que la rendición, y cuanto más tarde peor será el horizonte que espere a sus últimos irreductibles. El tiempo juega en su contra y esta estrategia de cuentagotas está muy vista y resulta de lo más aburrido.

De todos modos, el mensajillo de los encapuchados viene a ser una lección para los que tienen demasiada prisa. Prisa por presentarse a las elecciones y prisa por encontrar una baza política para tratar de salvar el mandato. Hay mucha gente y muchos vendedores de humo enredando bajo cuerda en un toma y daca que si no es una negociación se parece mucho, y aquí ya no queda por negociar más que el día y la hora de la entrega de armas sin contrapartidas previas. Todo lo demás, como en Hamlet, es silencio. Silencio y firmeza, porque si a uno le engañan una vez es culpa del engañador, pero si le engañan dos veces es culpa suya.


ABC - Opinión

El peligro no se llama ahora ETA, sino izquierda abertzale. Por Jesús Cacho

“Lo importante no es el comunicado de ayer de ETA, con serlo mucho, sino el movimiento político que desde hace meses viene desarrollándose en el seno de la izquierda abertzale y que está pasando bastante desapercibido para el gran público”. La frase fue pronunciada ayer por uno de los más conspicuos –siempre alejado de los focos- conocedores de lo que ocurre en las profundidades de la izquierda independentista vasca. Una auténtica revolución, producto del convencimiento al que han llegado los Oteguis, Usabiagas y demás familia abertzale, alimentada por la tesis según la cual la vía política en la lucha por la independencia es mucho más rentable que la de la violencia, y de que por esa vía Batasuna puede llegar a hacerse con el 20% del voto vasco, convirtiéndose así en elemento decisorio dentro del Parlamento de Euzkadi, en una pesadilla para el PNV y en un auténtico quebradero de cabeza para el Gobierno de Madrid. En esta tesitura, ¿dónde encaja ETA? ¿Qué puede hacer ETA? La respuesta parece obvia: a ETA no le queda más remedio que subirse al carro de Batasuna.

El gurú que está detrás de esta “revolución en la revolución” vasca es el sudafricano Brian Curry, el mediador preferido de la referida izquierda abertzale, que empezó a trabajar en el conflicto vasco tras una larga experiencia similar en Irlanda y después de que su nombre fuera sugerido por el Congreso Nacional Africano de Nelson Mandela a los dirigentes batasunos que hace tres años viajaron a Sudáfrica en busca de apoyo internacional. Es Curry quien ha convencido a los batasunos de que el poder de los votos de la izquierda independentista unida bajo una misma sigla electoral es infinitamente superior y hace más daño al “opresor español” que todas las pistolas que pueda manejar ETA. Los Oteguis han terminado por metabolizar esa tesis y la han hecho suya. El problema de los últimos meses ha consistido en convencer a la banda terrorista para que se suba a ese tren y abandone la violencia. De ambas posturas enfrentadas han saltado chispas que, a lo largo del año en curso, han llenado las páginas de la prensa vasca y del resto de España.

Porque, tras 50 años de estrecha comunión con el coche bomba y el tiro en la nuca, a la banda le produce vértigo, auténtico pánico, reconocer que la sangre tan brutalmente derramada lo ha sido en vano y no ha servido más que para provocar sufrimiento, de modo que al final del camino no queda más alternativa, con los cuerpos y fuerzas de seguridad cazándolos como conejos en cuanto salen de la madriguera, que reconocer que se han equivocado. Pero, ¿cómo presentarse en las cárceles antes sus presos y decirles que ha llegado la hora de aceptar la derrota? El argumento explica sobradamente el por qué ETA está condenada a ir a remolque de ese movimiento político puesto en marcha por los batasunos de siempre, aunque al final no le quedará más remedio que subirse a ese carro. En esta tesitura, en el País Vasco era un secreto a voces que la banda estaba obligada a fijar posición de inmediato ante el arrojo mostrado por una izquierda abertzale aparentemente decidida y dispuesta a caminar por la vía política descrita incluso al margen de la propia ETA, situación inimaginable hace apenas un par de años.

El comunicado de la banda al respecto era esperado para este mismo mes, incluso con el anuncio de una nueva tregua. Una filtración periodística interesada, como casi todas las filtraciones, ha alterado el curso de los acontecimientos. Ha sido la aparición en prensa del documento político que la coalición abertzale iba a hacer público el próximo 27 de septiembre con motivo de la celebración de un tal Gudari Eguna, en el cual se iban a reiterar las líneas maestras de la operación arriba descrita muy grosso modo y a reclamar a ETA un posicionamiento al respecto. Haberlo hecho así hubiera supuesto para el brazo armado del independentismo vasco el reconocimiento público de ir a remolque de su antaño siamesa rama política. La banda ha sorteado esa trampa irrumpiendo ayer en escena antes de que tal documento sea firme y antes, también, de lo esperado.

Declaración ni decisoria ni definitiva

Texto ciertamente light, que en muy poco compromete a los de las pistolas. Y es que, en opinión de los expertos, es inimaginable que tres señores, por muy importantes que sean dentro del organigrama de ETA, puedan adoptar por su cuenta una decisión tan trascendental como el abandono definitivo de las armas sin antes haber puesto en marcha y culminado el oportuno proceso asambleario que reclama la liturgia de la violencia etarra, con consultas a las bases en Venezuela, Cuba, México, Bélgica y un montón de países más, además, naturalmente, de a la militancia en España y Francia. Declaración, pues, la de ayer que no es ni decisoria ni definitiva y que permite, en cambio, a la banda ganar al menos 6 preciosos meses, tiempo durante el cual analizar y adoptar una decisión en firme frente a la osadía que viene mostrando, al margen de la propia ETA, la campaña de movilización política de esa izquierda abertzale.

Pero si el anuncio de ETA, con ser importante, no es ni mucho menos decisivo, sí lo es, en cambio, el proceso abierto por los batasunos. Otegui y su orquesta están convencidos de que en dos años pueden hacerse con el 20% del voto vasco, sobre la base de agrupar en unas mismas siglas electorales al informe magma que se mueve dentro de las tesis del independentismo radical, partidos, partidillos, movimientos, asociaciones, coaliciones y escisiones varias. Y ello sobre la base de que si ETA deja de matar, como por fortuna lleva ocurriendo en el último año y pico, no habrá fuerza humana capaz de impedir el paso de la coalición a las instituciones vascas, con el demoledor efecto que el peso de ese 20% tendría sobre el pretendido papel hegemónico del PNV en la sociedad vasca, sobre la política en Euzkadi y sobre su continuidad en el marco constitucional español. Un problema de aúpa, que remite al instante al que ahora mismo cursa en Cataluña.

Se entiende el escaso entusiasmo mostrado ayer por el Gobierno Zapatero ante la declaración etarra. El genio de León andaba ilusionado con la posibilidad de una rendición unilateral de ETA, consecuencia de la presión policial, con entrega de las armas incluida, “victoria” que había imaginado como carta imbatible a la hora de volver a presentarse a las próximas generales. No habrá tal regalo, al menos de momento. La verdadera preocupación ahora de Alfredo Pérez Rubalcaba, nuestro inabarcable Fouché, no es tanto ETA como esa izquierda abertzale y su imparable apuesta por la vía política. Porque esa izquierda en busca de músculo social pasa ampliamente de Madrid y su Gobierno. Repite el experto: “El movimiento que encabezan los Oteguis es para Madrid mucho más preocupante que la existencia de una ETA policialmente manejada por control remoto, capaz incluso de poner alguna bombita de vez en cuando”. Y si no lo ven así, es que están locos.


El Confidencial - Opinión

Tregua-trampa. ETA siempre me decepciona. Por Teresa Jiménez Becerril

Declaran que van a parar de matarnos el tiempo que les convenga y nosotros tendremos que darles a cambio todo lo que nos pidan, empezando por la libertad para los asesinos y terminando por la independencia.

Los ridículos encapuchados de siempre no consiguen que yo me alegre de este décimo intento de engañar a los españoles. A pesar de que su comunicado va dirigido exclusivamente "al pueblo vasco", es España entera la que se pega al televisor para descubrir que no hay nada nuevo bajo el sol. Con la soberbia de siempre nos dejan estas perlas que cito, donde el arrepentimiento por el dolor causado a sus víctimas brilla por su ausencia:

"Cientos de hombres y mujeres han traído a esta organización su ilusión, su pasión y lo mejor de ellos mismos". (No se qué hubiera sido de nosotros si hubieran traído lo peor de ellos mismos, quizás en vez de mil muertos habrían sido muchos mas).

"Actuamos con humildad, responsabilidad y ambición de ganar". (De ganar este pulso que nos llevan echando demasiados años y el que es muy posible que los españoles lleguemos a perder).

"Sin confrontación y con colaboración la mano de ETA siempre ha estado tendida". (Tendida sí, pero sosteniendo firmemente una pistola con la que siempre nos apuntaba mientra nos otorgaba como ahora su interesada colaboración).

"Si el Gobierno de España está dispuesto, ETA está dispuesta, Hoy igual que ayer". (Esperemos que no sea igual que ayer, porque ayer ETA engañó no solo al Gobierno de Rodríguez Zapatero sino a un buen número de españoles que creyeron en su falso proceso de paz).

"Llamamos a la comunidad internacional para que se implique en este proceso democrático". (Todos sabemos que el terrorismo y en concreto el de corte independentista siempre ha encontrado incomprensiblemente apoyo en el exterior).

"Es el momento de dar la palabra al pueblo". (Lo que yo traduzco por "Batasuna tiene que volver a los ayuntamientos").

"Hasta que los derechos del pueblo vasco no sean garantizados no se abrirá la puerta a la verdadera solución del conflicto". (Que es lo mismo que decir "cuando nos deis la independencia, abriremos esa puerta, veremos si entregamos las armas, y quizás entonces hablaremos seriamente").

"Cada uno con su nivel de compromiso". (De tú a tú. Víctimas y verdugos, todos en el mismo saco. Ellos declaran que van a parar de matarnos el tiempo que les convenga y nosotros tendremos que darles a cambio todo lo que nos pidan, empezando por la libertad para los asesinos y terminando por la independencia. Buen trato para ellos y nefasto para España).

Teresa Jiménez Becerril es eurodiputada por el PP y hermana de Alberto Jiménez Becerril, asesinado junto a su esposa Ascensión García Ortiz por la banda terrorista ETA


Libertad Digital - Opinión

El Gobierno no entra al trapo del último guiño de ETA. Por Antonio Casado

Las mejores noticias sobre ETA nos las venían dando la Guardia Civil, la Policía Nacional, el CNI y la Gendarmería francesa. Excelentes, por cierto, y conformes a la doctrina del pájaro en mano. Espero y deseo que el comunicado de la banda difundido ayer por la BBC y más debido a la necesidad que a la virtud, no resucite la doctrina del ciento volando. De momento, celebremos la coincidencia del Gobierno y el PP en calificarlo de “insuficiente” y en no hacer el juego a ETA hasta el anuncio de su desaparición definitiva.

El consejero de Interior del Gobierno Vasco, Rodolfo Ares, fue ayer bastante contundente respecto a la continuidad del acoso policial y judicial a la banda terrorista y sus amigos políticos. “Las Fuerzas de Seguridad del Estado no están en tregua”, dijo. La línea oficial del Gobierno se mantiene inalterable desde el atentado a la T-4 del 30 de diciembre de 2006. A ETA se le han terminado todas las oportunidades. Solo le queda anunciar su disolución. Y el único proceso de “negociación y diálogo” posible sería aquel que se ocupase del cuándo, dónde y cómo se llevaría a cabo la entrega de las armas.


Más de lo mismo en el cansino discurso de una banda terrorista en fase terminal. Hasta las mismas palabras en combinaciones diferentes para dar apariencia de novedad al enésimo alto el fuego con emplazamiento negociador al “Gobierno de España” y guiño a la “comunidad internacional”. De la hoja de reclamaciones se cae Navarra. Lo demás, viejo como la orilla del río, aunque con otro envase semántico. A saber: derecho de autodeterminación y cambio de marco político.

Puesto que la “decisión de no llevar a cabo acciones armadas ofensivas” no es definitiva ni irreversible, porque si lo fuera lo hubieran precisado los responsables de la banda, resulta descarado su carácter instrumental. Básicamente, facilitar la participación de sus amigos políticos en las elecciones territoriales de 2011. Por lo demás, el discurso etarra es el de siempre. Tan “ambiguo” y tan “fraudulento” –así lo calificó Javier Ares-, como todos los demás. Lo que pasa es que ahora estamos todos ya muy toreados como para volver a entrar al trapo.

En cuanto al alto el fuego anunciado, apenas si se percibe como una noticia. Ni buena ni mala. El permanente acoso policial, las caídas de las sucesivas direcciones etarras y el encarcelamiento de sus amigos políticos, han derivado en una clamorosa debilidad operativa de la banda.

Así que su patética pretensión de perdonarnos la vida ya no es creíble. La opinión pública sabe que hoy por hoy la vida de un guardia civil está más amenazada por los talibanes de Afganistán que por los etarras de Euskadi. Y para constatarlo no necesitamos a Desmond Tutu o Willem de Klerk.


El Confidencial - Opinión

El comunicado de ETA: Reedición y autoplagio. Por Jon Juaristi

«De ETA es vano esperar nada. Lo más recomendable ante comunicados como el presente es no hacerles el menor caso. El único género de comunicado atendible sería el que anunciase el fin definitivo de la banda, su disolución».

ANTE todo, creo que no sería honesto por mi parte ocultar que lo que ETA diga o deje de decir me parece irrelevante para la erradicación del terrorismo nacionalista, un fenómeno que está en clara recesión desde hace varios años, a través de los cuales ha quedado suficientemente demostrado que los únicos medios para terminar con semejante lacra son la acción policial y la de los tribunales de justicia, ajustadas ambas a las leyes del Estado de Derecho. Como la propia banda afirma en su comunicado, no hay atajos practicables. Es obvio que ETA entiende esta expresión en los términos de su propio delirio congénito, que la hace creerse un Estado virtual, pero cabe esperar que el Gobierno la interprete a partir de la funesta serie de experiencias acumuladas por el socialismo español en su tratamiento del problema terrorista desde la primera legislatura de Felipe González a la primera de Rodríguez Zapatero. Es decir, lo que nos debería preocupar no es si ETA tiene esta vez una intención sincera de renunciar a la violencia, sino si el PSOE posee una memoria y es capaz de extraer de la misma consecuencias prácticas.

El comunicado de ETA no presenta la mínima novedad respecto a los que anunciaron las mal llamadas «treguas» en anteriores ocasiones, si prescindimos del indecente detalle de felicitarse a sí misma por su quincuagésimo cumpleaños. Dudo de que a estas alturas sea motivo de celebración incluso para muchos de los partidarios de la izquierda abertzale, que no podrá regresar a la política sin manifestar antes, de un modo explícito e inequívoco, su condena de la banda. El resto de los vascos no tiene de qué alegrarse. Ha sido medio siglo de sufrimiento y brutalidad, del que la recuperación apenas ha empezado. Por lo demás, el comunicado insiste en lo de siempre: la disposición de ETA a optar por nuevas vías si desde el Gobierno se levantara el bloqueo político que impide alcanzar la independencia y el socialismo mediante procedimientos democráticos.

¿Cómo hay que entender esta cháchara? ¿Está reclamando ETA la legalización de sus apéndices políticos —Batasuna, PCTV, ANV, etcétera— o quizá, directamente, un referéndum de autodeterminación? Nada de eso. Como de costumbre, los terroristas recurren a la vaguedad y a la imprecisión como método. Una oferta de cese permanente de la violencia a cambio de la legalización de la izquierda abertzale y de una amnistía para los etarras presos sería, por supuesto, inaceptable, pero supondría algo concreto. Sería inaceptable, aclaro, porque cualquier Gobierno que se aviniera a negociar en tales términos se haría directamente responsable de la más que segura reanudación de los atentados al día siguiente de poner en la calle al último preso de ETA. Sin violencia, el nacionalsocialismo de la sopa de siglas de la izquierda abertzale no alcanzaría representación parlamentaria alguna. Tienen razón los que, como Joseba Arregui, sostienen que el independentismo se ha deslegitimado tras cincuenta años de violencia terrorista, pero habría que añadir que, sin la presión del terrorismo, las opciones políticas independentistas se disolverían rápidamente. Solo una ínfima minoría de la población vasca votaría por la barbarie cultural, la zozobra civil y la ruina económica inevitable —y mucho más en una época de crisis global— sin la amenaza de las pistolas o de los cócteles molotov, y eso lo saben no solamente los nacionalistas radicales, sino todos los nacionalistas, sean del PNV o de Eusko Alkartasuna, aunque a estos se les llene la boca al hablar del futuro glorioso que depararía al nacionalismo la desaparición de ETA. Lo hacen desde la íntima convicción de que la banda, de un modo u otro, no dejará de hipotecar la política vasca, y de que la primera consecuencia del desvanecimiento del terrorismo sería el hundimiento político de los secesionismos en todas sus formas.

DE ETA es vano esperar nada. Lo más recomendable ante comunicados como el presente es no hacerles el menor caso. El único género de comunicado atendible sería el que anunciase el fin definitivo de la banda, su disolución, pero está claro que no caerá esa breva. Al menos, de momento. No se dan las condiciones. La izquierda abertzale, que sobrevive en una curiosa ilegalidad no clandestina y que cuenta aún con un número significativo de alcaldes y concejales, no es el Sinn Fein, nunca lo ha sido y nunca lo será. La dirección política de ETA está en ETA, no fuera de ella. Tendría algún sentido presionar al nacionalismo radical para que rompa con la banda —aunque el resultado parece más que dudoso—, pero sería un error hacerle cualquier tipo de concesión en la confianza de que impondrá a ETA el fin de la violencia. Esto es sencillamente inimaginable, aun con un recambio de líderes. La única disyuntiva razonable que cabe presentar a la izquierda abertzale es la ruptura sin paliativos con ETA y el consiguiente retorno a la legalidad, o su marginación absoluta del sistema democrático. No cabe otra, y sería del todo inadmisible que cualquier charlatán inédito en comisión de servicios de la banda, como lo fue en su momento Arnaldo Otegui, volviera a suscitar esperanzas en el Gobierno y se granjease de su presidente el marbete de «hombre de paz» sin coste alguno.

¿QUÉ pretende entonces ETA con el último comunicado de «alto el fuego»? Lo de siempre. No ofrece nada concreto, salvo la tregua, que le permite asumir, con el pretexto de su voluntad de diálogo, la apariencia de un interlocutor benevolente, a la espera de que el Gobierno haga el primer movimiento. Y en esto no conviene engañarse. Cualquier respuesta a dicho comunicado que denote, aunque sea mínimamente, que se concede a ETA algún grado de credibilidad será rentabilizado de inmediato por la banda como una victoria moral y deslegitimará no solamente al Gobierno, sino al Estado mismo. Los casos precedentes en que la banda consiguió minar a este, gracias a la estupidez y al oportunismo de los dirigentes socialistas, son como para tenerse en cuenta. Por supuesto, sería terrible enterarse de que, como insinuaba hace algunos meses Jaime Mayor Oreja, el Gobierno o el partido que lo mantiene han sostenido negociaciones secretas con la izquierda abertzale con vistas a un cambalache que despeje los obstáculos legales para la participación de la misma en las elecciones locales a cambio de este miserable anuncio de tregua. Espero sinceramente que no sea así, porque, de lo contrario, estaríamos ante la prueba definitiva de que el socialismo español solo sirve para socavar la legalidad democrática. En lo personal, representaría una decepción insuperable, porque el propio pacto de gobierno en el País Vasco entre el PSE y el PP se revelaría como una maniobra socialista para encubrir una operación partidista y, además, lo que es peor, absurda y nociva. Mis esperanzas de que en mi tierra natal existan aún fuerzas capaces de restaurar una auténtica democracia se derrumbarían, así que prefiero no pensarlo mientras, como ETA, me mantengo a la expectativa de la reacción del Gobierno, haciendo votos para que esta llegue en el sentido diametralmente opuesto al previsto por los terroristas.


ABC - Opinión

Escepticismo y prudencia

Hace meses que se especulaba con el anuncio de una tregua por parte de ETA. La sorpresa ha sido que estamos ante un anuncio claramente insuficiente. Una vez más, la banda ha defraudado las expectativas, algo que no sorprende a nadie, con un comunicado lleno de la retórica habitual, donde no precisa ni la duración ni el alcance de la decisión de «no llevar a cabo acciones armadas ofensivas». No estamos ante un anuncio que muestre la voluntad de acabar con la sinrazón del terrorismo. No hay que olvidar que ETA no es sólo una organización terrorista, sino un proyecto político que busca la destrucción de España y la implantación en el País Vasco, incluida Navarra y los territorios franceses, de un socialismo autogestionario que nos retrotrae a las peores pesadillas de los años de la Guerra Fría. La propia declaración que la banda dio a conocer ayer, por medio de un vídeo remitido a la BBC, refleja que no es más un estertor de los movimientos terroristas que surgieron en Europa hace medio siglo y que han ido desapareciendo uno tras otro. El comunicado confirma que ETA quiere ganar tiempo, en un momento en que se encuentra muy débil y con escasa capacidad organizativa. Cabe recordar que matar siempre es fácil y que el fin sólo se producirá cuando el último de los terroristas responda ante la Justicia por los delitos cometidos. La reacción de los grandes partidos y del Gobierno fue ayer ejemplar. Su escepticismo es el resultado de la experiencia tras muchos años esperando que la banda criminal ponga punto final al despropósito de sus actos. No hay ningún atajo posible para acabar con ETA y todos coinciden en que lo único que tiene que anunciar es el abandono de las armas. Por ello, la duda que plantea la declaración de la banda es que no sabemos si estamos ante un camino que conduzca a su rendición final o es, como ha sucedido en anteriores ocasiones, una vía para tratar de rearmarse y organizarse para continuar con sus acciones criminales. Es evidente que la sociedad española espera lo primero. El único marco aceptable es que los terroristas abandonen las armas, asuman sus responsabilidades ante la Justicia y disuelvan la banda. En este sentido, es inaceptable que Gerry Adams, el antiguo terrorista del IRA y dirigente del Sinn Fein, pida que el Gobierno abra inmediatamente una negociación con ETA. Zapatero tiene muy claro que no hay ninguna negociación posible, ya que cuenta con la experiencia de la anterior tregua donde la banda acabó con las esperanzas generadas por medio del atentado en la T-4, donde murieron dos personas. La historia de ETA deja poco margen a la esperanza, aunque ésta sea lo último que se deba perder, y mucho para la convicción de que no se puede confiar en ese grupo de criminales sin escrúpulos. La banda ha rechazado numerosas oportunidades para acabar con sus actividades, ha asesinado a 829 personas y herido a centenares, y se ha dedicado a la extorsión y al tráfico de drogas. Es un grupo de delincuentes que se ha acostumbrado a vivir con y por las armas. El Gobierno debe seguir con la estrategia actual de presión sobre ETA, basada en la acción policial y judicial, y esperar los acontecimientos.

La Razón - Editorial

ETA en su callejón

La banda trata de sondear con una declaración ambigua la posibilidad de una negociación política.

"ETA hace saber que ya hace algunos meses tomó la decisión de no llevar a cabo acciones armadas ofensivas", dice la declaración difundida ayer por la banda. No dice que declara una tregua, pero se supone que si está en ella hace meses, seguirá estándolo hasta nuevo aviso. Por tanto, hay tregua, aunque tampoco dice que sea permanente, como sí dijo (y no cumplió) en la de 2006, o indefinida, como en la de Lizarra. Y limita el alto el fuego a acciones "ofensivas", una cautela que otras veces ha significado que se reserva el derecho a realizar acciones "defensivas" (como asesinar a un gendarme en el curso de un atraco a mano armada).

El anuncio de alto el fuego figura inmediatamente detrás de un párrafo en el que ETA muestra su disponibilidad para "acordar" con el Gobierno "los mínimos democráticos para emprender el proceso democrático". Esa expresión, proceso democrático, es la que viene utilizando ETA desde finales de los ochenta como contraposición a la de "proceso de paz". Y su significado es, según explicaba en su boletín Zutabe número 110, el de un "tránsito" del actual marco político "impuesto" a uno "basado en la autodeterminación y la territorialidad": los dos ejes de su programa. ETA plantea, por tanto, que el Gobierno negocie y acuerde con ella las reivindicaciones en nombre de las cuales ha asesinado a 828 personas.


También Batasuna habla de proceso democrático como alternativo a proceso de paz. Pero así como los de Otegi han acabado sosteniendo que el primer paso tiene que ser la tregua permanente y verificable de ETA, como les ha aconsejado el mediador Brian Currin, la banda evita cualquier compromiso temporal y condiciona la aceptación de la verificación internacional a la apertura de una negociación con el Gobierno central, según fuentes nacionalistas.

Que ETA acceda a hablar de alto el fuego es, con todo, una muestra de que sus jefes son sensibles a las presiones de los de Batasuna y los mediadores internacionales en favor de un cese de la violencia que les permita participar en las elecciones. Con su ambigua declaración, ETA pretende seguramente sondear la capacidad de resistencia del Gobierno, los partidos y la opinión pública. Si percibe alguna disponibilidad a ceder o al menos a negociar, o síntomas de división al respecto, considerará ganada la partida. Se demostrará la utilidad política de la lucha armada, y hará ver a Otegi y compañía quién manda en la izquierda abertzale.

La contradicción entre el interés de Batasuna en participar en las elecciones y el de ETA en que sigan mandando las pistolas, latente ya en el momento de ruptura de la tregua, ha aflorado tiempo después por las siguientes razones: la firmeza judicial contra el brazo político, avalada en términos inequívocos por Estrasburgo; la eficacia policial contra ETA; la negativa a negociar compartida por Gobierno y oposición; la desconfianza hacia ese mundo de un PNV escarmentado.

Los de Otegi saben que sin retirada de ETA seguirán marginados de la vida política institucional, y los de ETA que sin brazo político se quedarán sin pueblo al que salvar. Resta hacer comprender a Batasuna que en ningún caso, diga lo que diga ETA, va a haber un final con negociación de contrapartidas políticas. Si ETA no ha atentado en España en un año no es principalmente por sus debilidades organizativas, sino por esa posibilidad de ruptura. Pero si Rubalcaba hubiera oído los cantos de sirena de quienes le invitaban a reanudar la negociación cuanto antes, no se hubiera producido esa evolución de los jefes de Batasuna. Razón de más para que el Gobierno no modifique su estrategia.


El País - Editorial

Una tregua para salvar a Zapatero y liquidar el Estado de Derecho

Nunca antes el Gobierno encargado de combatir a ETA se había encontrado en una posición de debilidad tal que creyera que sus únicas opciones de supervivencia pasaban por arrojarse a los brazos de la banda terrorista.

Como ya viene siendo tradición en nuestra democracia, ETA ha vuelto a declarar una tregua-trampa al estar atravesando unos momentos de extrema debilidad en los que necesita tomar oxígeno y reorganizarse. No debería de extrañar a nadie, pues para nuestra desgracia hemos podido aprender durante más de medio siglo cómo combatir eficazmente a ETA y qué respuesta dar a sus taimadas propuestas de negociación: seguir persiguiéndola sin cuartel justo ahora cuando nos está indicando que se encuentra asfixiada.

Sin embargo, en el caso de la actual tregua-trampa existe una novedad frente a las anteriores que puede marcar de manera negativa su desarrollo: nunca antes el Gobierno encargado de combatir a ETA se había encontrado en una posición de debilidad tal que creyera que sus únicas opciones de supervivencia pasaban por arrojarse a los brazos de la banda terrorista. No es que en el anterior "proceso de paz" Zapatero no estuviera dispuesto a llegar hasta el final para demostrar que la solución policial preconizada por Aznar –la única válida y eficaz, la de la supremacía del Estado de Derecho– era errónea y que el "conflicto vasco" debía resolverse vía negociación (entiéndase cesión); pero, aún así, el futuro político de Zapatero no dependía de que ETA dejara las armas. En aquel momento se trataba de un capricho del presidente –y por eso fue posible que la rebelión cívica lo abortara–, ahora, en cambio, se ha convertido en una necesidad existencial.


La apuesta del Gobierno es arriesgada, pero sabe que no tiene nada que perder y piensa que sí tiene algo que ganar: si es capaz de presentar ante los españoles un principio de acuerdo de paz con ETA, tal vez los ciudadanos olviden su desastrosa gestión económica y le premien en las urnas.

Las exigencias de los terroristas no han variado ni un ápice desde su creación: de entrada, cese de las operaciones policiales contra la banda, nuevos beneficios penitenciarios para sus presos y sobre todo el regreso de su entramado político a las instituciones públicas; y una vez asegurada su supervivencia organizativa y económica, la independencia de facto del País Vasco con la anexión de Navarra. Las mismas razones por las que hemos rechazado siempre cada uno de estos puntos nos sirven para seguir rechazándolos a día de hoy.

Su aceptación no sólo sería una rendición de la democracia ante el terrorismo, sino todo un insulto a sus víctimas, que ya temen con razón que al final su impagable sacrificio en defensa de nuestro Estado de Derecho resulte inútil; inútil porque Zapatero está dispuesto a servirles la Nación en bandeja de plata a los terroristas con tal de mantenerse en el poder al frente de lo que quede de España en 2012.

ETA sabe que Zapatero es preso de su pliego de condiciones y por eso ni siquiera han intentado aparentar en su comunicado que tengan la más mínima predisposición a facilitar su desaparición: declaran el alto el fuego de las "acciones armadas ofensivas", cuando la propia ETA siempre ha justificado los atentados, dentro de su delirante jerga, como acciones defensivas frente a la opresión del Estado español.

Ni siquiera intentan aparentar buena voluntad porque son conscientes de que no tienen ninguna necesidad de hacerlo. La banda se encuentra débil, pero el Gobierno lo está mucho más. De hecho, a estas alturas es muy posible que los acuerdos con el Ejecutivo ya estén más que cocinados, pues la propia ETA reconoce en su comunicado que tomó la decisión de declarar la tregua-trampa hace meses, justo cuando Mayor Oreja denunció, entre ignominiosos insultos del PSOE e intestino desdén del PP, que el "diálogo" se habían reanudado.

De ser esto cierto, ahora sólo restaría vender con éxito a la opinión pública el resultado de este soterrado proceso de negociación; una empresa que, por desgracia, le puede resultar al PSOE más fácil de lograr que en 2006, pues desde entonces el Gobierno ha logrado desactivar la oposición de las asociaciones de víctimas del terrorismo, la de los principales medios de comunicación e incluso la del Partido Popular de Rajoy.

Zapatero está desesperado por cerrar, aunque sea en falso, esta ronda de negociaciones y para ello contará con la colaboración activa de la parte más servil de la sociedad española. Nosotros, como no podría ser de otro modo, nos mantendremos firmes donde siempre hemos estado: defendiendo el Estado de Derecho, la Constitución, la libertad y la dignidad de las víctimas del terrorismo. Si ellos siguen repitiendo sus mentiras, nosotros continuaremos informando sobre la verdad.


Libertad Digital - Editorial

Solo la rendición

Cuando ETA quiera dejar la violencia no tendrá más que entregar sus arsenales, desmantelar su red de «zulos», devolver el dinero de la extorsión y, sobre todo, pedir perdón a las víctimas y entregarse a la Justicia.

EN su boletín interno («Zutabe») de abril de 2003, la organización terrorista ETA describía sus decisiones de alto el fuego como «instrumento político y militar para utilizar a su antojo». Estos rasgos han sido los decisivos de todas las treguas anunciadas por ETA, confirmándose por la experiencia histórica que los ceses temporales o indefinidos de la violencia siempre los han puesto los terroristas al servicio de sus objetivos estratégicos. Así sucedió en las dos últimas treguas, con las que ETA pretendía respaldar proyectos políticos que la legitimaban como interlocutor institucional. El primero fue el Pacto de Estella, con el Partido Nacionalista Vasco, en 1998. El segundo, la negociación política con el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, pactada clandestinamente por los socialistas con el entramado ilegalizado de Batasuna, primero, y con ETA de forma directa, después.

ETA anunció ayer que «hace algunos meses tomó la decisión de no llevar a cabo acciones armadas ofensivas», lo que algunos podrían interpretar como un alto el fuego que vendría a ser la respuesta a la petición que, en tal sentido, le han venido haciendo la izquierda «abertzale» y, más recientemente, el nuevo polo soberanista formado por Eusko Alkartasuna y Batasuna en un documento sobre condiciones para un proceso de pacificación. La contundencia de los golpes policiales recibidos en los últimos meses y la proximidad de las elecciones municipales y forales en el País Vasco podrían ser los argumentos de fondo de ETA para plantear ahora este cese difuso de la violencia. Pero no hay que ver espejismos en el documento etarra: sigue diciendo lo mismo que en los últimos cuarenta años, porque vincula su violencia a la supuesta negación de derechos al pueblo vasco; y, a la inversa, condiciona la paz a la autodeterminación. Necesitada de un margen de recuperación y con una base social confundida sobre estrategias y objetivos, ETA retoma la vieja fórmula de trasladar al Estado la carga del alto el fuego, mientras busca en el extranjero una caja de resonancia para sus pretensiones. Paralelamente, ETA es consciente de que su definitiva expulsión de las Diputaciones Forales y Ayuntamientos del País Vasco y de Navarra taponaría una vía de penetración y propaganda en la sociedad vasca.


Los terroristas contaron ayer una historia que ya conoce bien la sociedad española. El verdadero problema es que tras ese comunicado haya algo oculto, como en el período 2005-2007. Una vez más, lo que realmente importa no es tanto lo que haga ETA sino la respuesta que dé el Gobierno. Respuesta que debe comenzar por dejar claro que no hay posibilidad alguna de negociar ni de dialogar con ETA. Respuesta que debe incluir el compromiso de la Fiscalía General del Estado con el principio de legalidad, y no la conveniencia política. Es más, si Rodríguez Zapatero y Pérez Rubalcaba son coherentes con sus palabras, la mejor reacción del Gobierno sería la negación absoluta de cualquier valor político a este nuevo anuncio de ETA. Una recaída en el error de la negociación política con ETA pondría al Gobierno en una posición de ruptura definitiva con la sociedad española y con el Partido Popular. No ha perdido vigencia el aviso que hizo Mariano Rajoy en 2006 de que nunca aceptaría los acuerdos que el Gobierno socialista alcanzase con los terroristas. Es mejor pensar que ETA se ha movido por directrices propias, acuciada por el advenimiento de la derrota, sin el estímulo de otra mesa negociadora con el Gobierno para retomar donde quedó la de 2007, en los acuerdos de Loyola. Es mejor pensar que ETA no ha lanzado esta tregua tramposa porque crea que España tiene un Gobierno que siempre negocia, que siempre paga rescates, que siempre cede.

Este es el momento de acabar definitivamente con ETA por medios policiales y judiciales, los únicos que son legítimos en un Estado de Derecho. No caben más «tomas de temperatura» con los terroristas ni más contemplaciones con mediadores internacionales que confunden el terrorismo de ETA con un conflicto balcánico. Ni siquiera sería admisible una actitud «expectante» del Gobierno ante la evolución de la tregua. Cuando ETA quiera dejar definitivamente la violencia no tendrá más que entregar sus arsenales, desmantelar su red de «zulos» y pisos, revelar su entramado de empresas tapaderas, entregar el dinero de la extorsión y, sobre todo, pedir perdón a las víctimas y entregarse a la Justicia. Cualquier otra opción es inútil, y el Gobierno debe rechazarla. De una vez por todas hay que aprender del pasado. ETA busca ahora dividir a la clase política entre los que saben que esta tregua es una nueva trampa y los que se reblandecen al oír la campana de un alto el fuego. La terminación de la violencia terrorista es un fin que no justifica todos los medios. No justificó la guerra sucia ni justifica la negociación política. El Gobierno ya sabe a qué atenerse con los terroristas y con una opinión pública nada dispuesta a secundar nuevos procesos de diálogo con una organización criminal que ha matado a más 800 personas y herido a miles. Solo vale la rendición de ETA.


ABC - Editorial