viernes, 13 de agosto de 2010

Renegociar con ETA. Por César Alonso de los Ríos

Las negociaciones con ETA de la pasada legislatura no le dieron mal resultado a Zapatero. Todo lo contrario. Le llevaron a López a la lendakaritza.

Las negociaciones con ETA de la pasada legislatura no le dieron mal resultado a Zapatero. Todo lo contrario. Le llevaron a López a la lendakaritza. Y ahí está. Con el exhibicionismo de haber echado del poder al PNV; con el orgullo de haber creado el clima de mayor distensión que ha tenido el País Vasco en todo este régimen (sic). En esta experiencia el perdedor de votos fue Basagoiti pero tan feliz. Piensa que el empequeñecimiento de las bases del PP le ha permitido salir del ostracismo al ostentar la presidencia del Parlamento vasco y apoyar un gobierno de «constitucionalistas».

Ahora bien, si este fue el estupendo resultado del «diálogo» entre el Gobierno de Zapatero y ETA ¿porqué tantos analistas políticos opinan que fue un «error» y que Zapatero no debería volver a cometerlo? Dicho de forma brutal ¿por qué no queremos todos caer en la cuenta de que al llevar adelante el «proceso de paz», incluso después del atentado de Barajas, Zapatero no cometió «error» alguno para sus propios intereses? A partir de la respuesta que demos a esa pregunta es necesario entender qué es lo que realmente quieren los vascos no nacionalistas.


Sé que es una reflexión muy dura. A mí personalmente me lleva una vez más al pesimismo sobre la naturaleza humana. Fuimos muchos los que decíamos que Zapatero no debía caer en la traición de «dialogar» con los terroristas y que eso podría suponerle un alto precio, a él y a la democracia. Pero no ha sido así. Socialistas y «populares» le premiaron por ello y le dieron poder para desplazar al PNV…

Ahora se habla de nuevo de «diálogo». En esta ocasión entre el Gobierno y ETA . El objetivo sería «el abandono de las armas». ¿Y qué se le dice a ZP? Que recuerde el gravísimo «error» que cometió al negociar con ETA en la pasada legislatura. A la vista de lo cual, Rodríguez Zapatero sonreirá. Y López, aunque quizá no Basagoiti porque, en esta ocasión, el pacto volverán a hacerlo el PSOE y el PNV.


ABC - Opinión

¿Se puede hacer peor?. Por José María Carrascal

Lo mejor que puede pasarle a Lissavetzky es que termine como ministro de un Gobierno con los meses contados.

MUY desesperado tiene que estar este hombre para elegir como candidato a la Alcaldía madrileña a alguien con siete consonantes, tres vocales y una letra que no es una cosa ni otra, en su apellido. Claro que, muy posiblemente, los madrileños no tendrán que aprendérselo, pues Gallardón lleva todas las de ganar. Eso se ahorran.

¿Cómo surgió una idea tan peregrina en el magín del presidente? Conociendo su corto vuelo y su gusto por los atajos, no es descabellado pensar que la causa de la selección haya sido que Lissavetzky ocupe la Secretaría de Estado para el Deporte. «¡Hay que aprovechar el triunfo de la Roja en el Mundial de Sudáfrica!», debió decirse el inquilino de La Moncloa. Y ya tenemos al titular del departamento deportivo compitiendo por la Casa de la Villa. ¡Con lo tranquilo que estaba él, recibiendo medallas en los estadios y enhorabuenas por todas partes! Pero, amigo, vivir junto a Zapatero es como vivir al lado de un polvorín. Cuando menos te lo esperas, estás volando por el aire. Que es donde están hoy Jiménez y Lissavetzky, imagino buscando la parte del cuerpo sobre la que caer para recibir el menor daño.


Porque querer trasladar los triunfos de la selección a Lissavetzky sólo cabe en una cabeza que confunde deseos con realidades. Si todavía Zapatero hubiese elegido a Del Bosque, bueno. Pero aparte de lo dudoso que alguien con tan buen sentido como el seleccionador nacional aceptase la oferta, está el hecho de que para la mayoría de los madrileños, Lissavetzky suena a defensa izquierdo traído del Este, que no ha cuajado.

Aunque la mayor desventaja tanto suya como de Jiménez es que vienen apadrinados por Zapatero. El presidente ha logrado generar desconfianza en todos los ámbitos de la población, incluidas amplias zonas de su propio partido, que le han visto entrar en sus asuntos internos como elefante en una cacharrería, algo que naturalmente resienten. Pero Zapatero parece haber perdido incluso lo que venía siendo su mejor y casi única arma: la finta, el regate corto, la zancadilla invisible, el gol fuera de juego, lejos de la mirada del árbitro, del linier y de buena parte del público.

Su «jugada madrileña» tiene así todo el aspecto de un jaque mate a sí mismo. Si Trinidad Jiménez gana las primarias de Tomás Gómez tendrá que competir con Esperanza Aguirre como la «candidata de Zapatero», ninguna recomendación con la que está cayendo. Si las pierde, el verdadero derrotado será el presidente. O sea que salga como salga, pierde. En cuanto a Lissavetzky, lo mejor que puede pasarle es que termine como ministro de un Gobierno con los meses contados. Y es que Zapatero no perdona las derrotas. Sobre todo, las causadas por él.


ABC - Opinión

Gasto público. El activo tóxico de España es el Gobierno. Por Jorge Valín

Como dice la moraleja de la fábula del escorpión y la rana: "no te engañes a ti mismo ni a nadie. Uno siempre es lo que es, a pesar de las circunstancias". Vaya el país bien o mal, Zapatero sólo sabe hacer una cosa: derrochar el dinero del ciudadano.

ras unos meses de relativa tranquilidad para España, Zapatero ha vuelto a hacer de las suyas. Ha anunciado más gasto público. Después de la noticia, el ministro de Fomento, José Blanco, afirma ahora que se pasaron de frenada en el tema de la contención del gasto. La ministra de Economía y Hacienda, Elena Salgado, dice que ni se notará en el déficit. Mientras, la vicepresidenta del Gobierno está desaparecida; que dure.

Tras la noticia, el martes, la bolsa se desmoronó y el spread de deuda española subió otra vez a los niveles anteriores a la publicación de los test de estrés. Al día siguiente, miércoles, las bolsas de medio mundo caían y aquí el Ibex se despeñaba con especial fuerza por las circunstancias mundiales y la decisión de Zapatero que asustó a los inversores internacionales. Y van no sé cuantas ya.


El Gobierno y sus acólitos no paran de culpar a especuladores, inversores y empresarios irresponsables del caos económico que vivimos en España. Mientras el resto del mundo se está recuperando, aquí cierran 40.000 autónomos al mes, casi 800.000 en lo que va de año. En este semestre más de 10.000 empresas se han volatilizado. Nuestro país es la única economía de la zona euro que no recobra la confianza de las empresas ni de los consumidores. La cancioncita que la culpa es de los mercados y el mundo en general empieza a chirriar. Este Gobierno ya no tiene crédito para su ciudadano, ni para los inversores, ni para el resto de potencias mundiales.

El mayor activo tóxico del país y casi de Europa es el Gobierno socialista. Por culpa de Zapatero y sus camaradas, la UE y Estados Unidos volverán a llamar la atención a España. Acabarán interviniendo el país, lo que en realidad es como un golpe de estado económico. Entonces sí que vamos a sufrir. Ya nos lo ha advertido el economista Juan Velarde: el corralito en España está "a la vuelta de la esquina".

Fíjese que el líder de nuestro país es como Luis XVI. Mientras Francia estaba sumergida en la miseria, éste se dedicaba a dar banquetes, hacer fiestas o hacía de mecenas manteniendo a una corte de vagos. Aquí hay un 20% de desempleados, el crecimiento del PIB se reduce a unas décimas y el Gobierno se dedica a rebajar el sueldo de funcionarios a la vez que aumenta el número de empleados públicos para que vivan de nuestras rentas. Subvenciona coches eléctricos gastándose 590 millones de euros para sólo vender 16. Zapatero regala casi 16 millones de euros a los cortesanos sindicales, sigue con su Alianza de Civilizaciones, alarga el "Plan E" con 100 millones de euros más, destina 845.000 euros para "investigaciones feministas" y en fin, para qué seguir.

A Zapatero se le puede aplicar perfectamente la fábula del escorpión y la rana. El escorpión siempre matará a la rana porque es su naturaleza. Como dice la moraleja de la fábula: "no te engañes a ti mismo ni a nadie. Uno siempre es lo que es, a pesar de las circunstancias". Da igual que el país vaya bien o mal, Zapatero sólo sabe hacer una cosa: gastar a espuertas el dinero del ciudadano en cosas que no son más que retos personales y compra de votos. Este país no es para él más que un recreo personal que le pagamos todos. El mayor problema de España es Zapatero. El Gobierno es el mayor y peor activo tóxico que tenemos.


N. del E.: Este artículo, esta´"plagado" de enlaces (16). Puede hacerse uso de ellos en el original, pinchando en el enlace de abajo.

Libertad Digital - Opinión

Sentido y sensibilidad. Por Fernando Fernández

El fin del zapaterismo va a venir de la mano de la corrección del déficit público por la obra pública.

EL recorte de la inversión en infraestructuras decretado por el Gobierno Zapatero ha generado una fuerte reacción hostil. No es para menos en una sociedad adicta al ladrillo y a la obra pública como mecanismo de crecimiento. Una de las consecuencias más nefastas de la entrada de España en la Unión Monetaria ha sido el desmadre de la inversión pública al grito de «más madera, que es casi gratis». No solo el déficit público, sino también el desequilibrio exterior y hasta el diferencial de inflación son una consecuencia de la especialización productiva de la economía española en un sector típicamente no transable, no exportable. Gonzalo Fernández de la Mora, el ministro franquista que acuñó el término del Estado de Obras para definir lo que otros más ilustrados describieron como el crepúsculo de las ideologías, nunca imaginó que su mejor alumno sería precisamente un presidente socialista. Pero quien a hierro mata a hierro muere, y todo apunta a que el fin del zapaterismo va a venir de la mano de la corrección del déficit público por la línea de menor resistencia, la obra pública. El recorte ha finiquitado la luna de miel de Gobierno y empresarios, evidenciado las limitaciones del capitalismo clientelar que el líder del Ejecutivo había venido tejiendo con gran esmero y provocado que la tasa de paro se estabilice por encima del 20 por ciento. Puestos a elegir entre enfrentarse a unos empresarios de los que nunca se acabó de fiar o recortar privilegios de una clase política y funcionarial construida al albur del Estado de las Autonomías, Rodríguez Zapatero no lo ha dudado un segundo. Antes morir que reducir el tamaño del Estado. He de confesar que siento una cierta simpatía por la decisión del Gobierno, pues empiezan a proliferar estudios que tímidamente se atreven a sugerir que España en esto de la obra pública había entrado en rendimientos negativos. Entiéndase bien: negativos, que no decrecientes. Cada euro adicional gastado reducía el tamaño del PIB y no solo contribuía cada vez menos a su crecimiento. Porque los impuestos necesarios para financiarlo, o el coste de la deuda emitida, eran superiores al beneficio aportado. Lo que no quiere decir que no haya obras imprescindibles, cuya rentabilidad pública y privada es palmaria.

Andaba yo en estas cavilaciones cuando la realidad local me puso en bandeja la evidencia que necesitaba, en las dos direcciones de despilfarro y despropósito. Es un despilfarro que un camino vecinal recién asfaltado sea levantado para arreglarlo porque el firme muestra algunas arrugas. Es un escándalo porque, además, el tramo asfaltado acababa a escasos cien metros y se convertía en un patatal. Si había que crear empleo local, si sobraba presupuesto de una contrata de saneamiento, se podía haber prolongado el tramo asfaltado, llevando la alegría de la modernidad a unos cuantos vecinos más. Pero la inflexibilidad administrativa no entiende de sentido común. Es un despropósito que uno de los escasos tramos sin autovía de la carretera nacional del Cantábrico que une, o mejor dicho separa, a su paso por Asturias, La Coruña y San Sebastián, un tramo desaparecido en unas inundaciones y sustituido por un camino vecinal, haya sido declarado amortizable al tiempo que se paralizaba la autovía que venía a sustituirlo. Hablamos de un tramo de unos diez kilómetros sin accidente geográfico mayor y cuya suspensión es solo consecuencia de la incapacidad de los responsables de Fomento y los del Principado. Reducir el déficit público es cuestión de Estado, recortar el gasto en infraestructuras una consecuencia de los excesos e incompetencias socialistas, hacerlo con sentido y sensibilidad parece incompatible con un Gobierno mortecino.

ABC - Opinión

Lengua. Derechos humanos en España. Por Agapito Maestre

La mayoría de la casta política no se ha atrevido en los últimos veinte años a denunciar lo obvio, es decir, pocos han dicho que en Cataluña y Baleares se estaban violando los derechos humanos.

He pasado unos días deliciosos en Londres. Volveré pronto. Siempre se aprende de las diferencias. Dejo Inglaterra, un país que se precia de respetar los derechos humanos, y me entristezco con una noticia que viene de EEUU sobre España. Otra vez los contrastes entre España y el resto del mundo nos sumen en la melancolía. Me entristezco, sí, pero no porque me resulte nueva la información de EEUU, sino por la reacción estulta y frívola que ha adoptado la clase política española.

Cuando hay que demostrar lo obvio, lo evidente, estamos bordeando la tragedia, la muerte de una sociedad abierta y normal. Por fortuna, lo que para nosotros, los españoles, a veces resulta un drama, un esfuerzo sin resultados, es algo obvio y evidente para un norteamericano. Sencilla y natural, en efecto, es la denuncia del Informe del Departamento de Estado de los EEUU sobre la violación de los derechos humanos en Cataluña y Baleares. Los responsables de la información no tienen nada que demostrar; la cosa está ahí a la vista, el informe muestra con pelos y señales que miles, quizá millones, de niños españoles no pueden escolarizarse en la lengua común, oficial, de su nación.


Es prácticamente imposible escolarizar en español a un niño de Cataluña y Baleares. Terrible. Eso que es evidente y obvio para un observador extranjero, por desgracia, hemos tenido que demostrarlo, justificarlo, durante más de veinte años, los que denunciábamos tales violaciones. Por cierto que, entre los denunciantes de la tropelía, nunca encontramos "ideólogos" y "tratantes" en Derechos Humanos, es decir, jamás vimos el informe de un profesor, o escritor, o ensayista, en fin, alguien que defienda los Derechos Humanos en abstracto que se haya atrevido a denunciar la violación de esos derechos en Cataluña y Baleares. Palabrería sobre los derechos humanos encontraremos por todas partes, pero su defensa efectiva y concreta, por ejemplo, en Cataluña y Baleares, es ya otro cantar.

Aunque existan excepciones respetables entre los políticos, la mayoría de la casta política no se ha atrevido en los últimos veinte años a denunciar lo obvio, es decir, pocos han dicho que en Cataluña y Baleares se estaban violando los derechos humanos, porque los mesogobiernos de esas regiones impedían que los niños se escolarizasen en la lengua común, el español o castellano. La violación de ese derecho humano era clara. Era algo tan sabido como ocultado vergonzantemente o con chulería por los políticos y sus medios de comunicación. Algunos nos hemos desgañitado denunciando el asunto, pero nadie nos ha hecho ni puñetero caso y, lo que es peor, ni tampoco ahora nos lo harán a pesar de la denuncia de los EEUU, porque España, el gobierno de España y, seguramente, todas sus instituciones políticas, viven de ocultar lo evidente, es decir, de no reconocer que "aquí no funciona la democracia".

No hay, en efecto, un Estado de Derecho normal sin un Estado-Nación decente. El proceso de desnacionalización del Estado-Nación, que comenzó a funcionar a pleno rendimiento en 1982, está llegando a su fin. Por ejemplo, Cataluña sólo está en España formalmente, pero, en la realidad, no hay Estado de Derecho, sino un Estado Nacionalista que impide a los niños un derecho fundamental. Por eso, resulta frívola la reacción de algunos políticos españoles ante la denuncia de EEUU sobre la violación de los derechos humanos en Cataluña. Frívola y, sobre todo, cínica es la reacción de Rodríguez Zapatero negando lo denunciado. Frívolo y, sobre todo, cobarde es el silencio que guarda la casta política catalana y balear sobre lo denunciado, a saber, la "política" lingüística de estas "Comunidades Autónomas" (Cataluña y Baleares) viola sistemáticamente los derechos humanos.

Es difícil hallar en las naciones contemporáneas un proceso de desnacionalización tan grave como el sufrido por España, desde 1978 hasta hoy, especialmente grave en la etapa de Zapatero, pero, en mi opinión, es aún más difícil hallar una casta política más cínica e indecente que la "española" dispuesta a negar lo obvio y evidente.


Libertad Digital - Opinión

Los niños de la estación. Por M. Martín Ferrand

Lo que hará imperecedero el nombre de José Blanco es un AVE que llegará a Santander, pero sin correr demasiado.

JOSÉ Borrel pasará a la Historia por haber sido, ya va para veinte años, el ministro de Fomento que inauguró lo que conocemos por Alta Velocidad Española, el AVE, un ferrocarril tan vertiginoso que dejó sin recreo ni entretenimiento a la señorita Adelina, La niña de la estación de Rafael de León que, según su propio padre, «era más cursi que un guante». En sentido contrario, lo que hará imperecedero el nombre de José Blanco es su último invento dedicado a Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria: un AVE que llegará a Santander, si es que llega, pero sin correr demasiado, despacito. Tampoco hay que precipitarse. Lo importante es quedar bien y ganar votos. Todo lo demás resulta accesorio y hasta innecesario.

Este Blanco es un personaje verdaderamente singular. Si los ecologistas tuvieran menos fijaciones con la fauna y la flora tradicionales, debieran luchar por su proclamación como especie protegida. Hasta donde alcanza la memoria, en su pueblo —Palas de Rei—, donde al parecer fue Witiza y no un oso quien mató a Favila, nunca ha nacido otro personaje tan singular y diferente, tan osado y dispuesto para el éxito, más sabio en el aprovechamiento de sus propias limitaciones y, simultáneamente, tan incapaz de recordar hoy lo que dijo ayer mismo. Especialmente si no le conviene lucir memoria.


Hace poco más de dos semanas y, según dijo, tras un acuerdo del Consejo de Ministros, Blanco nos anunció un severo recorte de 6.400 millones en las obras públicas en curso. Así lo exigían, razonó con desparpajo, la situación, el déficit, la contención de la deuda y las posibilidades presupuestarias. Ya no es así. Ha bastado que crucen el horizonte las Lágrimas de San Lorenzo para que el titular de Fomento, número dos del PSOE y gran maniobrero gubernamental, cambie de idea y reconozca que el recorte fue «excesivo». Se reanudarán algunas de las obras suspendidas por la insuperable necesidad que hemos superado en quince días.

Una dificultad, por grande que sea, siempre puede superarse a base de esfuerzo, tiempo y voluntad; pero, ¿tiene remedio la mentecatez? Cuando el miedo vuelve a los mercados con aires de convertirse en pánico y revive la crisis, sin más argumentos que el del propio desparpajo, un ministro del Gobierno cambia el horizonte de la inversión y el gasto y, lo que es todavía más alarmante, otra, que es además vicepresidenta y responsable de Economía, asiste al espectáculo, como la Adelina que citaba más arriba —«con un libro entre las manos/ de Bécquer o Campoamor»—, sin más susto que el de ver pasar el tiempo. Son los niños de la estación.


ABC - Opinión

Fomento. ¿Habrá heredado Pepiño de una tía rica?. Por Guillermo Dupuy

El mensaje de tranquilidad que ha lanzado el gobierno tras las obras indultadas por Fomento es similar al de un bombero que tratara de calmar a la gente diciendo que se dispone a echar "sólo unas gotitas" de gasolina al fuego que no termina de sofocar.

Si no fuera por sus dramáticas consecuencias, los bandazos en materia económica del gobierno son de chirigota. Así, tras el recorte del gasto público, tan tardío como injusto e insuficiente, que vino a remplazar a la suicida política de despilfarro de los planes E, Zapatero nos acaba de anunciar que Fomento va a recuperar algunas de las obras que habían sido aparcadas por el recorte de 6.400 millones previstos para los próximos dos años.

El ministro Blanco ha pretendido justificar semejante bandazo calificando de "excesivo" el ajuste que él mismo había aprobado hace nada, y se ha quedado tan pancho. Semejante alivio en el recorte de la obra pública, sin embargo, sólo tendría cierto pase en las actuales circunstancias si fuera acompañado de un plan de recorte en numerosísimas otras áreas donde el gobierno no ha querido meter la tijera. Pero, sin esa compensación, y cuando el Estado sigue gastando mucho más de lo que ingresa, el anuncio de Zapatero y Blanco sólo nos puede llevar a preguntarnos, como retóricamente lo ha hecho Montoro, si el ministro de Fomento "se ha encontrado –inesperadamente– más dinero en un cajón cerrado".


En esa línea, a mí lo que me evocó en su momento la noticia fue la figura de la inesperada herencia de una tía rica que saca de apuros a un hasta entonces desdichado pariente. Como evidentemente este tampoco es el caso, yo me pregunto, más en serio, si lo que ha pasado es que el Gobierno ha cedido a las presiones –no sé si confesables– de algunos barones territoriales, de sus socios de gobierno o de los propios adjudicatarios de las obras. Lo digo porque tanta estupidez empieza a resultarme sospechosa.

Aunque, en general, sea menos malo que el dinero del contribuyente se dedique a la inversión pública y en algunas de las obras que han sido indultadas, como autovías o puentes, que en el despilfarro de gasto corriente en el que incurren muchos ministerios innecesarios –por no hablar de autonomías y ayuntamientos–, el problema, sin embargo, sigue siendo, tal y como ya he indicado, que el Gobierno no lleva a cabo recortes alternativos que no sólo cubran el alivio del recorte anunciado por Fomento sino que lo superen.

De hecho, este mismo jueves el BCE ha lanzado un nuevo y claro mensaje al Gobierno en el que le pide mayor austeridad así como que sea menos optimista en las previsiones para evitar tener así "sorpresas negativas". Es más, el propio secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, también ha salido a la palestra para anunciar que el Ejecutivo "tomará medidas adicionales" para lograr el objetivo de déficit en 2011 en el muy probable caso de que el comportamiento de la economía sea más negativo de lo previsto en el cuadro macroeconómico del Gobierno.

Y es que, por mucho que el Gobierno se aferre a las diferencias contables y en términos de déficit del gasto y la inversión, nada deja más en evidencia el disparate que ha constituido el bandazo de Fomento que la caída del mercado bursátil de estos últimos días y, sobre todo, el hecho de cómo se ha disparado la prima de riesgo de los bonos españoles de los 150 puntos el martes a los 175 de este jueves.

Y es que, por mucho que la ministra Salgado dijera, para tranquilizar el ambiente, que el coste de las obras indultadas será de "escasa cuantía" y que su impacto no será "especialmente significativo", lo cierto es que sus palabras han sido tan intranquilizadoras como serían la del de un bombero que tratara de calmar a la gente diciendo que sólo se dispone a echar "unas gotitas" de gasolina al fuego que no termina de sofocar.

Aquí lo que genera la desconfianza es la actitud de un Gobierno que, lejos de ajustarse más el cinturón, aun se permite holgárselo. Mucho tendrá que cambiar porque lo que está claro es que ni los inversores ni nuestros socios europeos están por labor de ejercer de tía rica de nuestro Gobierno.


Libertad Digital - Opinión

Mohamed quiere cariño. Por Ignacio Camacho

Si ocurre algo lo bastante grave para exigir la intervención del Rey como apagafuegos, alguien tiene que explicarlo.

HAY personas que cuando quieren cariño se ponen mimosas y lo reclaman con zalamerías, carantoñas y melindres, y otras que se vuelven ceñudas y hoscas y llaman la atención con modos irritados, talante incómodo y actitudes ariscas. Mohamed, o sea, el sultán Mohamed VI de Marruecos, tiene la costumbre de demandar arrumacos a base de gestos hostiles y aspavientos alterados que convierten la relación de vecindad en un intratable sinvivir de desvelos. Cuando no hostiga a Ceuta y Melilla se inventa conflictos, resucita agravios o invade perejilesa modo de alborotada reivindicación de amabilidad y miramiento. Hay que hacerle el caso justo, como a los niños caprichosos; ni la indiferencia total, para que no se ponga a romper cosas que no conviene que se rompan, ni la solicitud servil, para que no se venga arriba y convierta cada requerimiento en un chantaje. Y de vez en cuando tampoco vendría mal ponerlo en su sitio.

La última pataleta marroquí, con bloqueo melillense incluido, no tiene explicación razonable, o si la tiene nadie quiere darla. Algo debe de haber de fondo cuando el Gobierno ha requerido al Rey, que es la ultima ratio de nuestra diplomacia, para que aplaque a su irascible primo. El zapaterismo no acaba de encontrar el punto justo en las relaciones con este vecino en permanente estado de cabreo; quiso diferenciarse de la aspereza de Aznar mediante una obsequiosidad desmedida y no ha tenido éxito ante su exigencia insaciable. Mohamed posee un intenso sentido de la escenificación política y no suele recurrir a la diplomacia, tan lenta y pautada, cuando puede armar jaleo con resultados más rápidos y eficaces. El alboroto le rinde réditos internos y la tensión bien administrada contra España funciona siempre allí como aglutinador de estados de ánimo. Es un experto en la política de palo que se crece cuando le ofrecen la de zanahoria.

Pero el recurso al Rey constituye una confesión de incompetencia gubernamental. Zapatero se ha pasado cinco años ofreciéndole a Marruecos toda clase de lisonjas y deferencias, con Moratinos de complaciente mamporrero, sin conseguir aplacar su permanente irritabilidad. En el último año, el conflicto saharaui y el caso Haidar han despertado nuevas susceptibilidades alauitas y el Gobierno parece no poder manejarlas. Mohamed VI, que sabe que el presidente español no pasa por buenos momentos, conoce muy bien el modo de apretar tuercas ajenas para aflojar las suyas, y en cada Ramadán monta un poco de lío a los infieles para entretener las largas horas de ayuno. Si ocurre algo más, algo más profundo que la habitual ineptitud de un gabinete sin soluciones, algo lo bastante grave para exigir la intervención del Rey como apagafuegos, alguien tiene que explicarlo. Sería lamentable que se utilizase a Don Juan Carlos como perezoso trámite de rutina para no tener que quebrarse la cabeza en vacaciones.


ABC - Opinión

Marruecos. ¡Más Alianza de Civilizaciones!. Por Emilio Campmany

¿Cómo podemos esperar que se alíe con nosotros la civilización islámica si enviamos mujeres a pedir los pasaportes de musulmanes varones hechos y derechos?

Hay que ver lo bien que nos llevamos con Marruecos desde que nos gobierna Zapatero. Es que el bestia de Aznar no sabía tratarlos. A los españoles, que abominamos de toda violencia que no sea la que consista en asediar las sedes del PP, lo de Perejil nos pareció fatal. Según nosotros, los soldados españoles están para repartir bocadillos y demás ayuda humanitaria y no para recuperar la soberanía (¿la sobera... qué?) de un pedrusco en mitad del mar.

Pues ahora resulta que entre los mandos de las Fuerzas de Orden Público todavía no hay suficientes progresistas y alguno ha tenido la ocurrencia de enviar a la frontera de Melilla a mujeres policía. Y encima, sin velo. Tan sólo tocadas con una gorra. Desde que se murió Franco, está pendiente de hacerse entre los jefes de las fuerzas del orden una limpieza a fondo que garantice su lealtad al régimen. Ya dice la ministra Chacón que nuestros soldados tienen que aprender Alianza de Civilizaciones. Pues eso mismo es lo que tienen que estudiar los policías. Si sus mandos hubieran sabido suficiente Alianza de Civilizaciones, jamás se les habría ocurrido enviar a pedir la documentación y registrar el equipaje de mahometanos de sexo masculino a policías de sexo femenino. ¿Era necesaria esta humillación? ¿No podían esas señoras haberse ocupado de cualquier otra cosa, como la limpieza de las comisarías? ¿Cómo podemos esperar que se alíe con nosotros la civilización islámica si enviamos mujeres a pedir los pasaportes de musulmanes varones hechos y derechos?


Naturalmente, el incidente no es comparable a los que provocó la tosca política exterior de Aznar, pero habrá que reconocer que las autoridades policiales no han estado en este asunto a la altura de la política progresista de Zapatero.

Lo peor es que va y viene la Brunete mediática y enseguida aprovecha el asunto para meterse con los socialistas y su política cuando el problema es que los funcionarios no saben desarrollar esa política y siguen actuando como si todavía mandara Aznar, que es lo que ha provocado el incidente. El problema no es la Alianza de Civilizaciones, sino que no se aplica con la suficiente extensión. Lo primero que enseña ésta es que hay que esforzarse por que los musulmanes que por cualquier causa estén entre nosotros se encuentren como en casa. Eso incluye que tengan una mezquita a mano, cuanto más grande, mejor, y puedan expresar sus creencias y sentimientos religiosos en público sin importar la ocasional violación de esta o aquella norma, que tampoco va a pasar nada porque se salten alguna ley, que nosotros también lo hacemos. Pero también debiera incluir el que los hijos de Alá no se vean obligados a obedecer a ninguna mujer porque se van a sentir ofendidos y con razón.

Total, que no ha habido más remedio que pedir al Rey que interceda y menos mal que lo ha hecho. Si no llega a ser por él, en vez de ver hoy como se impide el acceso a Melilla de los camiones de suministro de víveres, a lo mejor teníamos que hacer frente a la airada protesta de Mohamed VI en las Naciones Unidas, que es algo muchísimo peor.

Cada vez está más claro que necesitamos por lo menos treinta años más de socialismo para llegar a ser el estado verdaderamente moderno con el que sueña Zapatero.


Libertad Digital

Economía vigilada

ESPAÑA está bajo vigilancia. Inversores, mercados y organismos internacionales miran todo con lupa.

ESPAÑA está bajo vigilancia. Inversores, mercados y organismos internacionales no sólo miran con lupa todas y cada una de las medidas que adopta o anuncia el Gobierno español, sino que analizan cualquier declaración o incluso detalle que pueda interpretarse como una relajación en el ajuste fiscal prometido.

La publicación de las pruebas de solvencia, de la que las entidades financieras españolas salieron bien paradas, habían proporcionado en las últimas semanas cierta tranquilidad a los mercados y mejorado la percepción sobre la solvencia de la economía española. Pero un solo gesto del presidente ha bastado para que la confianza en la deuda soberana se haya derrumbado como un castillo de naipes.

Fue suficiente que Zapatero anunciara un inconcreto «alivio en el recorte de la obra pública» para que se disparara la prima de riesgo. El equipo económico se ha empleado a fondo en los últimos días en convencer a los mercados de que reducir el déficit sigue siendo el objetivo primordial. Incluso ayer, advirtió que se tomarán todas las medidas adicionales de ajuste que sean necesarias. Pero el daño ya está hecho, y una vez más costará recuperar la credibilidad.

El Gobierno debe aprender la lección y cuidar al máximo sus gestos porque la recuperación económica es aún muy débil y son muchos los que incluso vaticinan una recaída en el segundo semestre. En este entorno, la confianza en la economía española está aún bajo mínimos y el presidente y todos los miembros de su Ejecutivo deben ahorrarse cualquier gesto o tentación electoralista, que le podría ganar simpatías dentro de nuestras fronteras, pero que le puede costar muy caro a una economía vigilada.


ABC - Editorial

Las trampas de ETA

La única salida que tiene la banda terrorista ETA es la rendición incondicional, la entrega de las armas y que sus miembros asuman la responsabilidad por los actos cometidos. Ni hay ni puede haber otro camino. No existen atajos que les puedan permitir soslayar la legalidad vigente. Nunca los ha habido, aunque algunos políticos nacionalistas hayan creído que podía existir un proceso de paz que de facto convirtiera en papel mojado la Constitución y el Código Penal. No se puede negociar con delincuentes que quieren conseguir por medio del terror aquello que les niegan las urnas. Ninguna democracia lo haría. Una vez más hay que insistir en que no existe un conflicto político, sino una minoría criminal cuya catadura moral es equiparable al peor de los delincuentes. Al igual que nadie plantearía negociar con la mafia, con un asesino en serie o un pederasta hay que recordarles a los nacionalistas que defienden esa vía que no es posible hacerlo con los terroristas. No sería acertado minimizar la amenaza que representa ETA, creer que está acabada o permitir que vuelvan a las instituciones con otra tregua trampa. Por ello, la posición del Gobierno, con la inestimable colaboración del PP, es acertada porque rechaza cualquier vía de negociación y existe el claro compromiso de impedir que Batasuna, sea con el nombre o la fórmula que busque, regrese a las instituciones. Cualquier otra opción sería vulnerar la Constitución, atentaría contra la dignidad de España y comportaría olvidar a los centenares de muertos y heridos como consecuencia de los actos terroristas. Zapatero y Rubalcaba han sido muy claros en esta materia, por lo que no sólo no hay que tener ningún atisbo de duda, algo que les gustaría a los radicales, sino apoyarles firmemente en la lucha contra ETA y su aparato político. Es un grave error dar carta de naturaleza a rumores o comentarios interesados de quienes sólo buscan erosionar la convivencia y subvertir el ordenamiento legal. Al igual que el aparato político de ETA se quedó fuera del Parlamento vasco y no pasó nada; dentro de unos meses, en las elecciones municipales, la aplicación de la Ley permitirá acabar con la anomalía, como hemos venido denunciando, de que actualmente mantenga su presencia en algunos municipios. No pasará nada. La estrategia de la banda, similar a ocasiones anteriores, sería otra tregua trampa que justificara la presentación de listas presuntamente blancas pero que en realidad no son más que títeres suyos. Los vascos que se quieran presentar a unas elecciones tienen que condenar, clara y contundentemente, el terrorismo. La democracia comporta unas reglas de juego y cualquier idea se puede defender siempre que sea en ausencia de violencia y desde el respeto a los derechos humanos y las libertades públicas. Es algo tan evidente que no merece recordarlo, porque hay formaciones que defienden la independencia de sus comunidades pero lo hacen desde la aceptación de esas reglas democráticas. El problema es que ETA es un grupo criminal que ni acepta ni cree en la democracia. Es un vestigio de unas ideas totalitarias que eran características de los años de la Guerra Fría.

La Razón - Editorial

Cuando Zapatero habla sube el pan

Es inútil reprochar a Zapatero que saque la chequera a la mínima, por más que desde Libertad Digital volvamos a hacerlo una vez más y todas las que sea preciso. Es su naturaleza. La única salida para España es que salga del Gobierno. Lo antes posible.

Las declaraciones del presidente del Gobierno el pasado martes, cuando afirmó que se habían pasado en el recorte del déficit y que iban a incrementar el gasto, han provocado la reacción natural: una desconfianza absoluta en España y quien la dirige. Para entenderlo hay que recordar siempre que eso que se ha dado en llamar "los mercados" –cuando no "los especuladores"– no es más que un conjunto de personas y entidades que se dedican a invertir dinero, el propio y, sobre todo, el de otros: fondos de pensiones, de inversión, etc. Como cualquiera en su situación, evalúan tanto el riesgo de perder el capital como la rentabilidad que esperan obtener. De modo que cuanto más miedo tengan a un impago del Reino de España, más rentable tendrá que ser la inversión en deuda pública de nuestro país para que estén dispuestos a asumir el riesgo.

En sólo dos días, las palabras de Zapatero han provocado que en su conjunto los inversores estimen que hace falta que se les pague un 18% más para que les merezca la pena el riesgo. Es decir, que todos los españoles tendrán que pagar un 18% más de intereses para que José Blanco pueda sonreír satisfecho ante la perspectiva de poder reanudar varias obras públicas situadas todas ellas, oh sorpresa inesperada, en reconocidos feudos socialistas. Es decir

Sin duda, es cierto que el gasto en obra pública suele ser más productivo que en las miríadas de subvenciones, sueldos y derroches varios a los que nos tienen acostumbrados los socialistas de todos los partidos. También lo es que ésta no es una regla general, pues en tal caso bastaría gastarse el dinero de los impuestos en abrir zanjas para después cubrirlas para atraer una infinita prosperidad. No hay más que ver la cantidad de obras inútiles con las que se ha derrochado en multitud de municipios españoles el dinero de los planes E. Pero aún así podríamos llegar a estar de acuerdo con que no es el peor destino que podría darse a los impuestos.

Sin embargo, estamos en la situación lamentable en la que estamos por habernos excedido más de lo normal en gastar lo que no tenemos. No estamos en una situación de equilibrio presupuestario o de cierto superávit, sino ante un enorme déficit que las medidas del Ejecutivo sólo han paliado levemente. Y pese a ello, en cuanto Zapatero se ha sentido mínimamente libre de la presión de los inversores ha decidido tirar de chequera, con las consecuencias que cabía esperar.

Es inútil reprochárselo, por más que desde Libertad Digital volvamos a hacerlo una vez más y todas las que sea preciso. Es su naturaleza. La única salida para España es que salga del Gobierno. Lo antes posible.


Libertad Digital - Editorial

La ofensiva de Marruecos

Zapatero ha utilizado ya la intervención de Su Majestad el Rey, la herramienta de mayor calibre de la que dispone, y no ha logrado calmar las aguas en la frontera de Melilla.

EL objetivo estratégico esencial de la política internacional del Gobierno ha de ser la defensa de los intereses españoles, para lo cual las buenas relaciones con Marruecos pueden ser un elemento importante, pero no al revés. No es razonable supeditar una buena parte de la acción exterior española al objetivo de complacer al régimen marroquí, pero el Gobierno quiso convertir en prioridad el mantenimiento de una relación fluida con Rabat y ahora se encuentra en medio de una difusa crisis diplomática mientras que desde Melilla le reprochan —con razón— que ha perdido de vista los intereses españoles y la utilidad de algunos de los instrumentos para defenderlos. Rodríguez Zapatero ha utilizado ya la intervención de Su Majestad el Rey, la herramienta de mayor calibre de la que dispone, y todavía no ha logrado calmar las aguas en la frontera de Melilla y, lo que es peor, ni siquiera está claro cuáles son las verdaderas razones por las que se está produciendo una efervescencia en estas fechas del comienzo del mes del Ramadán, un momento tan significativo para los musulmanes.

Marruecos es un país con el que nos unen muchas cosas, pero otras muy importantes nos separan. La primera de ellas es que la española es una sociedad democrática, cimentada en el imperio de la ley, y a Marruecos le falta mucho para poder decir lo mismo. Cuando Mohamed VI toma una decisión no tiene que rendir cuentas a nadie, lo que hace muy complicadas las equivalencias con la capacidad de maniobra de un Gobierno democrático y un Monarca sin facultades ejecutivas. Este tipo de situaciones serían impensables si se dieran con un país democrático, pero el Gobierno actúa como si ignorase deliberadamente esta circunstancia, mientras que el régimen marroquí tiene muy claros cuáles son sus intereses y no abandona ni disminuye sus aspiraciones territoriales sobre las ciudades autónomas.

La presión sobre la frontera española en Melilla —y en el Mediterráneo, a través de la llegada de pateras— es algo que depende directamente de la voluntad del Gobierno marroquí, y se trata de un factor que será utilizado para presionar a las autoridades españolas. El Ejecutivo de Zapatero puede seguir pensando que lo prioritario es calmar la irritación de los marroquíes, con lo cual les estará dando razones para que sigan azuzando las protestas y debilitando la autoridad de la Policía española en la frontera, o ponerse de una vez y de forma incondicional del lado de los intereses españoles.


ABC - Editorial