jueves, 24 de julio de 2008

Carta de Ángeles Pedraza a María Teresa Fernández de la Vega

Madrid.- 23 de julio 2008. Mi nombre es Ángeles Pedraza y soy vicepresidenta de la Asociación Víctimas del Terrorismo. Vicepresidenta como Vd., Sra.Fernández de la Vega. Pero entre nosotras hay una diferencia importante: su cargo es un logro en su carrera política; el mío es la consecuencia de que mi hija Miryam muriera asesinada el once de Marzo de 2004.

Me gustaría dirigirme a usted de madre a madre, pero por una parte ignoro si usted tiene hijos y por otra me inclino a pensar que no porque, de tenerlos, estoy segura entendería lo dolorosas que para una madre que ha perdido a su hija resultan las declaraciones que usted ha hecho. Así es que me dirijo a usted de vicepresidenta a vicepresidenta: olvídese, Sra. Fernández de la Vega, de engañar al pueblo español enterrando el 11M, o como usted dijo “poniendo fin a las especulaciones” sobre un atentado del que, gracias a la deficiente investigación realizada, no tenemos más que eso: especulaciones.

Y es que, considerando las afirmaciones vertidas, solo puedo pensar que no se ha tomado Vd. siquiera la molestia de leer las sentencias de la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo. Ambas lo dejan bien claro: absuelven a los autores intelectuales propuestos por la fiscalía de la AN. Toda la prensa, incluso la internacional, se ha hecho eco de la exculpación de El Egipcio, el cerebro de las bombas de Madrid según la fiscalía de la AN, y usted, que está en España, no se quiere dar por enterada.

Puede que su actitud se deba a órdenes políticas. De hecho, ya comenté en una carta abierta al pueblo español que la política me asquea. Y Vd. con sus declaraciones constituye un claro ejemplo de a lo que me refería entonces. Mi hija asesinada, todas las víctimas y todo el pueblo español, nos merecemos políticos de más talla, Sra. Fernández de la Vega. Políticos que quieran, por encima de todo, descubrir, detener y juzgar, no solo a quienes ejecutan, sino también a quienes planifican asesinatos de ciudadanos inocentes. Caiga quien caiga, Sra. Fernández de la Vega, sin otro interés que el de hacer justicia. Sin intentar engañar a los españoles haciéndoles creer que el contenido de una sentencia es justo el contrario del que es en realidad. Sin intentar engañar a los españoles para que los intereses políticos primen sobre los morales.

Mi vida dio un trágico giro el once de marzo de 2004. Hubo momentos en los que dudé de dónde sacaría las fuerzas para enfrentarme a lo sucedido, para aceptar que nunca más vería a mi hija, para aceptar que no la había perdido por un accidente o una enfermedad, sino por la voluntad de un desconocido que nos había separado para siempre quién sabe por qué siniestros intereses relacionados con el fanatismo religioso, la estrategia política o vaya usted a saber qué. Encontré un gran consuelo en el calor y el apoyo que recibí de muchas personas que, también sin conocerme, me ofrecieron una visión del otro lado del ser humano: el de la nobleza y el altruismo. Personas que llenaron las colas de donantes de sangre para los heridos ofreciendo lo más valioso que podían dar.

Y sentí la esperanza de que los culpables de mi dolor, del dolor de miles de víctimas, pagaran por lo que hicieron al producirse las primeras detenciones. Todo lo que ha venido después, todo lo que hemos ido sabiendo ha arrojado un poco de luz y muchas sombras sobre lo ocurrido aquel aciago día. A pesar de todo, he asistido a los juicios, me he presentado como acusación particular además de estar representada en la acusación popular, he presenciado en el juicio de la AN escenas y he escuchado cosas que ojala no hubiera escuchado nunca. Y todo para saber quiénes son los culpables de que Miryam perdiera su joven vida. 191 vidas perdidas, tantos heridos…La Justicia ha llegado hasta donde le es posible con lo que le ha sido presentado por la instrucción y la fiscalía: ha condenado a algunos autores materiales, pero ha dejado sin contestar a la pregunta de quién fue el o los máximos responsables: los que idearon y planificaron el atentado. Ha sido difícil comprender que seguimos sin saberlo, pero me he dicho a mi misma que les debo a mi hija y a todas las víctimas seguir en la brecha buscando a todos los asesinos. Que no me puedo permitir desfallecer, que no se puede permitir desfallecer ningún español de bien.

Y ahora Vd. quiere “poner fin a las especulaciones” sin contestarme a una pregunta muy sencilla: ¿Quién decidió, Sra. Fernández de la Vega, que la vida de mi hija Miryam terminara el once de Marzo de 2004? ¿Puede Vd. decírmelo? Pues si no puede, su obligación, la obligación de cualquier ejecutivo digno de mantenerse en el lugar para el que los españoles les hemos votado es seguir con las “especulaciones” hasta encontrar la respuesta. A día de hoy continuamos sin saber quién ordenó asesinar a 191 personas, herir a más de 1500 y por qué lo hizo. ¿Y dice Vd. que el Estado de Derecho ha funcionado? ¿Dice Vd. que los responsables están en la cárcel? ¿Se ha leído usted la sentencia, Sra. Fernández de la Vega? Como muy bien afirmó la fiscalía del TS están condenados solo algunos de los autores: “no están todos los que son”. Algunos miembros de la “mano de obra” del atentado que espero y confío cumplan hasta el último día de sus condenas. Condenas en las que también espero no meta sus zarpas la política concediéndoles beneficios “por humanidad”, como ha hecho su Gobierno con el asesino Ignacio de Juana Chaos.

Mientras yo tenga voz, olvídese señora vicepresidenta del Gobierno, de “poner fin a las especulaciones” sobre el 11 M sin descubrir la verdad; olvídese de vender el abandono de la investigación de la masacre por “normalidad democrática”. Eso no es democrático, Sra. Fernández de la Vega; eso es una maniobra política de la que Vd. debería de avergonzarse. No manipule lo que dice la sentencia, no manipule la verdad.

Y no diga tampoco que lo que quiere hacer este Gobierno no es pasar página porque “nunca se puede pasar página por las víctimas y sus familiares”, para añadir a continuación que “deberíamos poner fin a las especulaciones”. Lo que yo quiero, señora vicepresidenta del gobierno, como víctima que soy, como madre que soy, es que sigan ustedes “especulando” hasta saber toda la verdad del 11M.

¿Quieren Vd., y su gobierno cerrar la investigación del 11M sin determinar quién lo gestó y la totalidad de los autores materiales? ¿Quieren cerrar la investigación sin responder a todo lo que las sentencias de la AN y del TS echan por tierra de la teoría que sobre la autoría intelectual defendió la fiscalía de la AN? Dígame claramente si o no. Dígalo públicamente, sin trucos políticos. Dígame si su Gobierno va a investigar quién quiso segar 191 vidas y herir a más de 1500 personas aquella mañana de marzo. Quién lo ideó y maduró en su asesina mente pervertida. Si o no, señora vicepresidenta. Con la verdad no valen las medias tintas.

Hace unos días coincidimos en un acto. Esperaba poder hablar con Vd. personalmente, pero no tuvo Vd. a bien el acercarse ni a mí ni a ninguna otra víctima de mi asociación. Vd. mantuvo las distancias con las víctimas, al igual que ahora las mantiene con la verdad. Lo que hubiera querido decirle aquel día, se lo digo ahora: solo cuando el Ejecutivo al que usted representa se comprometa a cumplir con su obligación de esclarecer todo lo que las sentencias hasta ahora emitidas del 11M han dejado sin respuesta desbaratando las teorías oficiales, recuperará el Gobierno su dignidad democrática. Hasta entonces, Sra. Fernández de la Vega, estarán ustedes sirviendo a la parte más oscura de la política; la que antepone sus propios intereses a la más mínima decencia democrática: encontrar y detener a los que atentan contra el derecho más fundamental del ser humano, el derecho a la vida, el derecho a no morir el día y a la hora que decida un terrorista. Un terrorista al que Vd., señora vicepresidenta del Gobierno, ni siquiera quiere intentar descubrir.

Ángeles Pedraza
Vicepresidenta de la AVT

ATV

Con ZP ellos mandan

¡Gracias Montxo!

Se cuela a robar... ¡en la casa de Rajoy!

a tarde del lunes 21, Mariano Rajoy estaba más alterado -si ello es posible en él- que en las fechas próximas al Congreso del PP en Valencia, cuando una buena parte de su organización discutía su liderazgo. Una llamada a primera hora de su mujer, Elvira Fernández Balboa, Viri desde siempre, le ponía realmente en guardia.

Según cuenta la revista Época, cuando su esposa se disponía a salir de su casa, en una urbanización cercana a Madrid, escuchó algunos ruidos en el inmueble y volvió sobre sus pasos. Entró en la casa, oteó todos los rincones y cuál sería su sorpresa cuando al llegar a su dormitorio, el cuarto personal del matrimonio, se topó de bruces con una desconocida. Nerviosa y con algún temor, preguntó a la mujer: “Pero ¿qué hace aquí?”. La extraña, sin aparentemente ninguna señal de turbación, respondió: “He venido a buscar trabajo”.

Pero, evidentemente, no había acudido a su domicilio con esa intención: había ido directamente a robar. Las circunstancias, sin embargo, no son nada claras y las incógnitas resultan abundantes. La más importante de ellas: ¿cómo es posible que esta mujer entrara en casa de Mariano Rajoy si la vivienda se encuentra protegida por una patrulla permanente de los Cuerpos de Seguridad del Estado? La interrogante no admite contestaciones simples. Por lo menos, es posible que Rajoy no las encuentre. Y es que existen precedentes que resultan a todas luces preocupantes.

No hace más de dos meses, pasadas las elecciones generales del 9 de marzo, unos individuos, que no fueron identificados, se dedicaron impunemente a lanzar huevos contra la fachada de la casa del líder del PP. Entonces como ahora, una patrulla enviada por el Ministerio del Interior se ocupaba, como en este momento debería, de proteger el inmueble en el que vive el presidente del Partido Popular. Tampoco entonces se supo cómo había sido posible tal fechoría. Eso sí: entonces Mariano Rajoy llamó directamente al ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien le prometió que se ocuparía directamente del caso.

Pero hasta ahora. Hasta el lunes 21 de julio en el que, sorprendentemente, una mujer burló la vigilancia y penetró impunemente en la vivienda de los Rajoy. Puede ser que esta vez el presidente del Partido Popular ni siquiera se haya molestado en telefonear al ministro del Interior. Lo extraño de los episodios pone en solfa dos cosas: primero, la escasísima profesionalidad de los policías desplazados hasta la urbanización, y segundo, la poca diligencia de un ministro que, con el antecedente apuntado, no ha reforzado las medidas de seguridad del jefe de la oposición. Ambas son cuestiones que deben ser resueltas antes de que, infortunadamente, vuelva a repetirse un desagradable acontecimiento.

Este suceso de allanamiento pudo tener algún agravante si los dos hijos del matrimonio Rajoy hubieran estado en casa cuando la mujer entró presuntamente a robar. Sin embargo, los niños se encuentran en Galicia. Se han ahorrado un gran susto.

Escaño 351

Defensa de la nación española. Por José Javier Esparza

Creo que todos estaremos de acuerdo en que España padece una grave crisis nacional. No nos amenaza ningún poder extranjero, ni las estructuras sociales y legales se han desplomado con estrépito, ni hay revueltas en las calles, pero la conciencia de crisis nacional es evidente. Quizá, para empezar, por el propio hecho de que cada vez menos compatriotas nuestros poseen tal conciencia. Las peores enfermedades suelen ser las que no se ven. Esa es nuestra situación. Por así decirlo, nos estamos vaciando desde dentro. No se percibe, en términos generales, un compromiso ciudadano con España como nación, y eso afecta tanto al español de a pie como a las elites políticas, financieras, mediáticas o culturales, que son sin duda las que más responsabilidad tienen.

Por eso, entre otras cosas, hacía falta crear algo como la Fundación para la Defensa de la Nación Española, a la que me honra pertenecer desde su mismo origen. El trabajo de esta Fundación ha demostrado que hay muchos españoles, amantes de su patria, conscientes de que ha llegado el momento de decir una palabra en su defensa. Pero también ha demostrado, a contrario, que el diagnóstico que alentó el nacimiento de la Fundación era correcto: hay que defender la nación porque pocos son los que están dispuestos a mover un dedo en su defensa.

Ahora bien, aunque sea evidente que padecemos una crisis nacional, me parece muy importante enfocarla desde la perspectiva adecuada, sin distorsionarla ni deformarla. Los españoles tendemos a ver las cosas desde nuestro propio ombligo. No somos los únicos, ciertamente, pero en nosotros es especialmente habitual. Por eso, muchas veces, observamos nuestros problemas y pensamos que son específicamente nuestros. De ese ombliguismo han salido grandes males, y quizá convenga traer aquí el ejemplo del primer tercio del siglo XX: sumidos en una enorme crisis que afectaba a toda la civilización occidental (revoluciones, totalitarismos, exterminios en masa, guerra mundial), las mentes españolas más preclaras dieron sin embargo en consagrar el “problema de España” como único horizonte de nuestras vidas. Creo que no debemos cometer hoy ese mismo error.

Un problema general

Aceptado que atravesamos por una seria crisis, creo que hay que distinguir cuidadosamente entre los rasgos que son específicamente nuestros, españoles, y los que son comunes a las otras naciones europeas. Porque esta crisis nuestra, en buena medida, la comparten otras muchas naciones europeas. No es sólo una crisis española; al menos, no del todo. Si miramos a nuestros vecinos, por encima y por debajo de los discursos oficiales, veremos una muy semejante falta de tensión nacional. No es cuestión de banderas, sino de voluntades: en todas las naciones europeas se observa una progresiva merma del compromiso ciudadano; se habla de crisis de lo social, de crisis de la representación, de crisis de la conciencia democrática y del impulso cívico y, por supuesto, de crisis del patriotismo. ¿Qué está pasando?

Lo que está pasando es que ha muerto una cierta idea de entender la pertenencia nacional. La clave está en quién ha encarnado, materializado hasta hoy la idea nacional, es decir, el Estado. El Estado moderno ha sido el instrumento privilegiado de la conciencia nacional en los dos últimos siglos: en él, en su solidez, veíamos reflejada la convicción de que pertenecíamos a una comunidad política, a una nación. Con alguna frecuencia nos pedía la vida, y casi siempre nuestro dinero, pero, a cambio, nos permitía gobernar nuestro destino colectivo con las armas, con las leyes, con la economía, con la educación… Yo no comparto la idea de Gellner de que la nación es una creación ideológica del Estado moderno; más bien creo que el Estado moderno ha sido una consecuencia lógica de la evolución de las identidades políticas en la modernidad, y que después, eso sí, el Estado ha creado su propia idea de nación, una idea muy poco sublimada y muy material, asentada sobre cosas bien visibles como el ejército, la moneda, las fronteras y el voto. Ahora bien, es que son precisamente esas cosas bien visibles las que han dejado de verse.

Hoy ninguna nación europea, ni siquiera las que tienen armas nucleares, gobiernan enteramente a sus ejércitos. Tampoco ninguna puede fabricar su propio dinero, que es un arma decisiva para gobernar la propia economía. La extensión planetaria de una única civilización económica –eso que se llama “globalización”- ha borrado fronteras y voluntades nacionales. Y en el plano interior, la propia sociedad moderna ha caminado hacia estructuras cada vez más heteróclitas, muy semejantes a aquello que Weber llamaba “constelaciones de intereses”. El Estado moderno, en fin, ha entrado en quiebra bajo la acción de fuerzas que escapan con mucho a su control.

Los Estados han visto cómo se aspiraban simultáneamente sus competencias tanto por arriba como por abajo. Por arriba, a través de instituciones multinacionales que han pasado a determinar la economía y la guerra. Por abajo, a través de procesos de progresiva descentralización no sólo territorial, sino también social y corporativa, que han deshecho la posibilidad de imprimir una dirección a la comunidad política. No digo que esto sea ni bueno ni malo –ese sería otro debate-. Digo, simplemente, que esto es lo que hay. Que esto nos está pasando a todos, no sólo a los españoles. Y que, en esas condiciones, la idea de nación ha perdido los puntos de referencia materiales que hasta ahora le daban sustancia.

Y nuestro problema

Esto, ya digo, es el paisaje general. ¿En qué consiste nuestro drama? En que, sobre ese paisaje, nosotros añadimos nuestros propios males; éstos sí, específicamente nuestros, y que venimos arrastrando desde hace más de un siglo. A mi modo de ver, esos males son sobre todo dos: el separatismo de determinadas regiones y la deserción de la izquierda. No quisiera demorarme en el examen de algo que es sobradamente conocido, de manera que me limitaré a una somera descripción.

Los separatismos: desde finales del siglo XIX, diferentes regiones han conocido el surgimiento de fuerzas separatistas que han hecho de la independencia propia –y, por tanto, de la destrucción de España- su objetivo prioritario; tales fuerzas más o menos vigorosas según las épocas, fueron tácitamente reconocidas por el sistema democrático nacido en 1978 como únicos representantes válidos de sus respectivas regiones, abriendo así el camino para la consolidación de unas oligarquías políticas de carácter nacionalista que hoy están más cerca que nunca de conseguir su objetivo.

La deserción de la izquierda: también desde finales del siglo XIX, pero sobre todo en los últimos cincuenta años, la izquierda española ha pensado que la idea de nación, la noción de patria, el concepto mismo de España, eran argumentos retóricos de la derecha, de la Iglesia, de la Corona, del Ejército o del franquismo para consolidar su poder, y que su lugar, el lugar de la izquierda, tenía que estar enfrente de todas esas cosas; por esa vía, la izquierda ha llegado a ver como aliados objetivos a cualesquiera corrientes que alentaran la mengua de la nación española, ya mediante la execración sistemática de nuestra herencia histórica (la Reconquista, el Descubrimiento, etc.), ya mediante la reivindicación de esferas de poder dibujadas contra la comunidad nacional española.

Estos dos males han estado siempre presentes en la democracia española, pero, como nadie ignora, se han visto súbitamente reforzados por la política del propio Gobierno de la nación en los últimos años. Semejante política, en un contexto mundial de disolución de los Estados nacionales, ha sido como echar gasolina al fuego. Hoy nos quemamos. La quiebra general del Estado moderno en toda Europa hace más difícil tratar de plantar cara a la disolución en España; la disolución, en España, acentúa en nuestro caso el efecto global de desaparición de las viejas identidades nacionales. La confluencia de ambas fuerzas nos coloca ante un escenario desesperante: esto no da ya más de sí.

Ahora bien, ¿qué es “esto” que no da ya más de sí? ¿Es realmente España? Y España, ¿entendida cómo? Todo este proceso de disolución que estamos viviendo, con esas dos fuentes, ¿nos conducirá necesariamente a la extinción de España como agente en la Historia universal, a la desaparición de lo español como una forma específica de estar en el mundo?

¿Qué es lo que queremos salvar?

Yo creo que no. O, al menos, no necesariamente. Me parece que aquí hay que hacerse una pregunta incómoda –incómoda porque inevitablemente da lugar a polémica, a división-, y es la siguiente: ¿Qué es lo que queremos salvar?

Personalmente, creo que si lo queremos salvar es el Estado, este artefacto, oprobioso para unos, glorioso para otros, que ha transportado hasta hoy la identidad nacional –si es esto lo que queremos salvar, creo que nuestra tarea estaría condenada al fracaso. Apelo al proceso antes descrito: ya no hay ningún Estado en condiciones de transportar la identidad nacional; ésta, allá donde sobrevive, ha pasado a reposar más bien en las convicciones sociales, en las costumbres comunitarias, en las inclinaciones individuales… A partir de ahí pueden reconfortar al Estado, fortalecerlo, como ocurre en los Estados Unidos –pero, incluso en este caso, tengamos en cuenta que es el único Estado que aún puede decir que tiene algo a lo que es posible llamar voluntad nacional.

También creo insuficiente formar barrera en torno a construcciones de orden jurídico-político formal como, por ejemplo, la Constitución. No es que no estime positivamente el hecho de que haya una Constitución, y que ésta contemple el concepto de soberanía nacional, como ocurre en España, pero justamente el caso español ilustra mejor que ningún otro las limitaciones de la “nación constitucional”. De nada sirve que se reconozca un concepto –por ejemplo, el de la unidad nacional, o el de la soberanía de los ciudadanos- si ese concepto no se materializa en una realidad política, digo más: una realidad pre-política, previa a las posiciones de los agentes en la vida pública. Y está muy bien proponer que se refuercen los mecanismos constitucionales que garantizan la unidad nacional, es decir, la supervivencia de la nación, pero esto, en una visión de largo plazo, creo que ocupa un lugar accesorio, complementario. La ley no se cumple si sus garantes no consideran preciso cumplirla. Nuestra Constitución, ya digo, es el mejor ejemplo.

Si lo que hay que salvar no es el Estado, ni tampoco estrictamente el texto constitucional, ¿qué es entonces lo que hay que salvar? A mi modo de ver, lo que hay que salvar es la supervivencia de España como agente histórico. Más que un Estado, y más que un sistema democrático más o menos perfectible, España es ante todo y sobre todo una realidad que se ha proyectado en la Historia. Yo creo que esto es lo verdaderamente importante. Es una realidad que incluso trasciende al propio concepto de “nación política”, tal y como lo hemos conocido en la modernidad. En este punto, y para clarificar las cosas, quisiera traer la ya conocida diferencia entre nación política y nación histórica, bien explorada tanto por Gustavo Bueno como por Dalmacio Negro. El de “nación política” es un concepto moderno que puede sustanciarse en esto: la comunidad política se reconoce en una asamblea de individuos libres e iguales que proclama sus derechos y hace de la nación el ámbito de los mismos; aquí el Estado es un instrumento privilegiado. La “nación histórica” es otra cosa; no es un concepto de carácter político, sino de carácter pre y metapolítico (“cultural”, si lo prefieren ustedes).

España es un perfecto ejemplo de “nación histórica”. Entre los españoles, la conciencia de unidad, de pertenecer a algo común, apareció antes incluso de que el término “nación” tuviera significado político y, desde luego, antes de que esa palabra adquiriera su significado moderno. También, por supuesto, antes de que pudiera hablarse de “nacionalismos”, “nacionalidades” o “realidades nacionales” en ninguno de los viejos reinos y territorios que iban a conformar España. Los españoles supimos que formábamos una unidad de carácter político antes de que nadie llamara a eso “nación”; eso es lo que quiere decir “nación histórica”.

Patriotismo cultural

Lo que me hace ser moderadamente optimista sobre la supervivencia de España como agente histórico es precisamente esa cualidad de “nación histórica”. Nuestra cualidad nacional se fue forjando a lo largo del tiempo, a caballo de los acontecimientos; no hubo un documento firmado en un determinado momento y que proclamara el nacimiento de la nación española, sino que ésta fue conformándose como una realidad de hecho a partir de un camino común. En esa trayectoria, los elementos unitarios, de integración –lengua, religión, corona, territorio-, fueron prevaleciendo sobre los elementos disgregadores, de dispersión. Hubo una conciencia de unidad territorial, jurídica e idiomática con Roma; hubo una conciencia de unidad religiosa y cultural a partir de la expansión del cristianismo; hubo una conciencia de unidad perdida tras la invasión musulmana y de unidad recobrada durante la Reconquista; hubo una conciencia de unidad política bajo la Corona de la monarquía hispánica y tal conciencia pasaría a ser una constante de la vida colectiva durante siglos, hasta hoy. Y una Constitución puede cambiarse o vulnerarse, y un Estado puede hundirse, pero una conciencia de pertenencia común a una tarea de siglos es algo mucho más difícil de borrar.

Ustedes me dirán: “¡Pero es que hoy se está borrando!”. Bien, es cierto. Y ese es, a mis ojos, el verdadero problema y, por tanto, el punto donde hay que atacar. Una nación como la nuestra puede sobrevivir incluso sin Estado; como sobrevivió, por ejemplo, la nación alemana (entiéndase la “nación histórica” alemana) entre la disolución del Imperio germánico y la unificación prusiana. Pero no puede sobrevivir si desaparece del horizonte –o, más precisamente, del interior- de la gente, de las personas, el sentimiento de pertenecer a algo hermoso y grande y que vale la pena continuar. La supervivencia de la nación histórica depende esencialmente de que las personas y las comunidades estén dispuestas a prolongar una herencia común. Sin esa voluntad, nada es posible; nuestra huella se difuminará, quizá convertida en otra cosa, como se extinguió la Atenas de Pericles, la Grecia de Alejandro o la Roma de los césares. Quizá ese sea nuestro destino; en todo caso, reivindico nuestro derecho a dar la última batalla.

Quiero entender, pues, la nación como depósito de una identidad política comunitaria que se ha extendido a lo largo de los siglos. Aquí caben muchas cosas: una lengua (pero también todas las lenguas que se hablan en nuestro espacio político común), una herencia cultural, una cierta manera de entender la solidaridad entre todos los españoles, también una urgente defensa de la necesidad de redescubrir un bien común. A esta actitud de defensa de la nación histórica no puedo ni quiero llamarla nacionalismo, pues de ella no se deduce una doctrina que convierta a la nación en eje único de la vida pública. Pero sí puedo y debo llamarla patriotismo, porque su horizonte es el amor a la patria, a un ámbito de vida y de experiencia decantada a lo largo de los siglos, que nos ha visto nacer y que deseamos abrazar con la naturalidad y la libertad con que uno abraza a sus padres. Patria o Matria, lo mismo da. En un momento histórico de descomposición de los viejos Estados modernos, de conformación de nuevos bloques de poder y de transnacionalización de las grandes apuestas, creo que la pregunta que debe preocuparnos es cómo hacer para que sobreviva la nación histórica, es decir, para que España siga existiendo como agente en la Historia universal.

A este tipo de patriotismo se lo puede adjetivar como “cultural”, pues su norte es la pervivencia de una cierta forma histórica –la española- de estar en el mundo. También se lo puede adjetivar como “identitario”, pues descansa sobre el propósito de mantener y afianzar lo español como identidad comunitaria. Esto no quiere decir que renuncie a lo político –y me interesa subrayar esto para deshacer equívocos-, pues esa identidad cultural no sobrevivirá si renuncia a hacerse presente en la organización de la vida pública, en el campo de la discusión y de la decisión. En todo caso, lo político es una herramienta complementaria. Antes o al mismo tiempo, este patriotismo tiene que volver a circular en nuestra sociedad: en los programas de enseñanza, en los medios de comunicación, en las conversaciones de la gente; sacarlo de los espacios donde se hoy se confina, especialmente en los acontecimientos deportivos. Y si ese patriotismo se vive de manera libre y espontánea, será perfectamente posible invertir el curso de las cosas. En los últimos años hemos visto numerosas manifestaciones de este género. Son un signo esperanzador.

En definitiva, y resumiendo, yo creo firmemente que España es viable. Y aunque no lo fuera, creo que pelear por su viabilidad sería una buena misión, una de esas cosas que dan sentido a la vida. Ahora bien, creo también que debemos olvidar la clásica imagen moderna de la nación como identidad política asentada sobre un Estado autosuficiente, un Estado capaz de imponer por sus propias fuerzas no sólo su soberanía, sino también su destino. Utilicemos esta figura: la identidad histórica es el jinete y el Estado es el caballo. Pues bien, creo que hay que ir pensando en otro caballo; el que tenemos ya no da más de sí. ¿Cuál sería el caballo que nos haría falta ahora? Me parece que este puede ser uno de los grandes temas de reflexión de quienes nos sentimos patriotas y no sentimos vergüenza al emplear esa palabra. Yo, aquí, he llamado al caballo “patriotismo cultural”. Lo propongo como punto de discusión.

ElManifiesto.com

Rajoy, "satisfecho", vuelve a confiar en Zapatero

Aunque el presidente del Gobierno no acepto ni una sola medida del PP para atajar la crisis económica parece que hubo muchos otros acuerdos. En materia de Justicia, habrá renovación del CGPJ y del Constitucional. No trascendieron detalles sobre la vacante que dejó García Calvo. En antiterrorismo, además de algunas medidas para las que no hacía falta una cita en Moncloa, Rajoy dice que el acuerdo "descarta cualquier suerte de negociación política" con ETA. "En resumen", el líder del PP salió "satisfecho". Confía en Zapatero en aquellos asuntos sobre los que más ha mentido.



El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder del PP, Mariano Rajoy, pactaron llevar a cabo una modernización de la Justicia y una renovación a partir de septiembre del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) y del Tribunal Constitucional (TC), un acuerdo en el que han venido trabajando en los últimos meses los portavoces parlamentarios de ambos partidos. Rajoy lamentó que no haya habido voluntad sobre el modelo judicial.

La Justicia ha sido desde el inicio del segundo mandato socialista uno de los temas principales en los que se ha centrado el PP en su labor de oposición. Para el Gobierno era fundamental renovar el CGPJ y el TC, y el PP lo condicionó a una modernización global de la Justicia que los socialistas aceptaron acometer. Así, ambas partes se comprometieron, a través de sus portavoces en el Congreso, a ir trabajando en un acuerdo que permitiera ambos objetivos.

Este miércoles, Zapatero y Rajoy dieron el visto bueno al acuerdo cerrado 'in extremis' por los grupos parlamentarios del PSOE y del PP, en el que ha quedado fuera el modelo judicial. Así, Gobierno y oposición han acordado la renovación a partir de septiembre de los miembros del CGPJ y de las cinco vacantes existentes en el TC, así como la necesidad de modernizar la Justicia y proceder a algunos cambios legislativos en lo que se refiere a los "delitos más graves" y, concretamente, elevando las penas para los delitos sexuales y creando un registro de pederastas.

En sus respectivas comparecencia de prensa, ni Zapatero ni Rajoy desvelaron si comenzaron a negociar las personas que ocuparán cargos en el Consejo General del Poder Judicial y en el Tribunal Constitucional alegando que de ello se ocuparán a partir de septiembre.

A este respecto, Zapatero precisó que sobre esta cuestión sólo habló con Rajoy de "criterios", unos criterios que tampoco quiso desvelar emplazando a los periodistas que le cuestionaron en este sentido a esperar hasta septiembre argumentando que sería "procedimentalmente absurdo" detallar ahora algo. Eso sí, recalcó que los nuevos vocales del CGPJ deben tener "la máxima profesionalidad", tras lo cual desveló haber sugerido a Rajoy que la propuesta de renovación que se presente "sea equilibrada" entre hombres y mujeres.
Centrándose en el TC, el jefe del Ejecutivo valoró como una "muy buena noticia" su próxima renovación y destacó que se "reforzará su posición institucional" como garante de la Carta Magna. No obstante, tampoco precisó los criterios de la renovación ni si el PP ha aceptado que los parlamentos autonómicos participen, a través del Senado, en las designaciones.

En general, Rajoy mostró su satisfacción por haber alcanzado con el Gobierno un acuerdo que vaya a abordar una de las principales preocupaciones de los ciudadanos: "la lentitud e ineficacia" de la Justicia. De hecho, recordó que el año pasado concluyó con más de 2,5 millones de pleitos pendientes y con más de 270.000 sentencias penales sin ejecutar. No obstante, lamentó que finalmente no se haya sellado un acuerdo en materia de justicia "más ambicioso" al haber quedado fuera el establecimiento de un modelo judicial único que garantice la igualdad de todos los ciudadanos ante la Ley.
En este punto, Rajoy, que avisó de que el PP seguirá "muy atento" las decisiones que a este respecto adopte el Gobierno, abogó por mantener los cuerpos nacionales de funcionarios al servicio de la administración de Justicia, y no otro tipo de regulación; por fortalecer del Tribunal Supremo como órgano garante de la unidad de criterio de la interpretación de las leyes; y por la regulación del recurso de casación.

Terrorismo

Rodríguez Zapatero ha anunciado un acuerdo antiterrorista con Mariano Rajoy, que incluye instar a las administraciones a retirar los símbolos que enaltezcan a los terroristas y una reforma legal para que satisfagan íntegramente sus responsabilidades civiles. Zapatero ha hecho este anuncio en rueda de prensa en el Palacio de la Moncloa tras la reunión de algo más de dos horas que ha mantenido con Rajoy.

Zapatero ha explicado que durante el encuentro ha habido "elementos centrales de diálogo y acuerdo". Uno de esos elemento centrales ha sido la lucha antiterrorista. El presidente del Gobierno ha explicado que el entendimiento con Rajoy en materia antiterrorista se ha fundamentado en dos acuerdos concretos para hacer reformas legales y en cinco principios que deben regir la lucha contra ETA.

La primera reforma se hará en la ley de solidaridad con las víctimas del terrorismo, en la que se incluirá una disposición referida a la obligación de que todas las administraciones públicas adopten medidas para la retirada de escudos, insignias, placas u otros objetos como nombres de calles, plazas o parques que enaltezcan personal o colectivamente a los terroristas.

De igual forma, ha adelantado que el Gobierno va a estudiar con el PP la legislación penal para reformar en los delitos terroristas y en defensa de los derechos de las víctimas las penas accesorias y las medidas de aseguramiento frente a terroristas que salgan de la cárcel tras cumplir sus penas.

También se revisarán los mecanismos de preservación del patrimonio universal presente y futuro de los terroristas para la satisfacción integra de sus responsabilidades civiles.

El presidente del Gobierno ha explicado que el entendimiento con el PP en materia antiterrorista se ha fijado en la reunión sobre cinco principios: unidad de los demócratas, apoyo a las víctimas, cooperación internacional, confianza en el Estado de Derecho y respaldo a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, reafirmar que el único destino de ETA es desistir de la violencia.
"Saben que siempre he mantenido un principio", el de "la necesidad de la unidad de los demócratas en la lucha contra el terrorismo, que lo reiteré en el debate de investidura" y que lo han plasmado en "ese principio" alcanzado este miércoles "con el principal partido de la oposición", que implica "compartir", llegar a un "entendimiento e implica acuerdos concretos en materia legislativa". De este principio de acuerdo dará "cuenta al resto de formaciones para invitarles a compartirlo".

CRISIS. ZP rechaza todas las propuestas de Rajoy

En materia económica, Zapatero rechazó la totalidad de las medidas planteadas por Rajoy, entre las que destacan la reducción del Gasto Público en 2.000 millones de euros, -un 2 por ciento frente al 5 por ciento que recoge el techo de gasto- para los Presupuestos Generales del Estado de 2009, aprobado por el Parlamento a finales de junio, un aumento que los populares ven incompatible con la recuperación del superávit, o siquiera la estabilidad, de las cuentas públicas.

A este respecto, el responsable del Ejecutivo consideró que esta austeridad podría afectar al incremento de los sueldos de los funcionarios, al desarrollo de la Ley de Dependencia y al aumento de las pensiones mínimas. Apostó por emplear dinero público en "inversiones productivas", un concepto demasiado ambiguo, ya que todas las inversiones deben buscar ser rentables.

El presidente del Gobierno descartó también recoger el guante fiscal del PP. Rajoy exigió a Zapatero una rebaja en el Impuesto de Sociedades para las pymes al 20 por ciento y ayudas a las familias para pagar sus hipotecas aumentando las deducciones del impuesto de la Renta del 15 por ciento al 25 por ciento y la base de la deducción hasta 10.000 euros. Para Zapatero "ninguna de estas medidas es novedosa ni pueden ser trascendentes para la marcha de la economía española".

Ayudar a las familias

Zapatero reiteró que la prioridad es el aumento de las prestaciones sociales para luchar contra la crisis, con el objeto de cubrir las necesidades de parados, pensionistas y familias con dificultades económicas. En definitiva “a todos aquellos afectados por la ralentización del ritmo de creación de empleo”.

El presidente del Gobierno manifestó s “principio de confianza en la economía” y alabó el “buen momento de las cuentas públicas, en uno de los mejores momentos desde que hay democracia”, a pesar de que las medidas aprobadas durante la pasada campaña electoral han dilapidado el superávit, con un gasto de 10.000 millones de euros. Para Zapatero “no es preocupante que el déficit tenga unas décimas”, cuando hace un año defendía a ultranza la bandera del excedente de la caja estatal.

En materia de suelo, el responsable del Ejecutivo explicó que el plan de Vivienda para comprar solares a las promotoras responde al compromiso de construir pisos protegidos, y atacó al PP por no haber apostado por este tipo de inmuebles. Zapatero olvida así que la Comunidad de Madrid, gobernada por los populares, es la autonomía líder en desarrollo de pisos protegidos.

Finalmente, el presidente admitió no haber hablado sobre la reforma de la financiación autonómica en la reunión con Rajoy, aunque se jactó de haber “respondido a la promesa de reforma”. En 2003, Zapatero se comprometió a cambiar el modelo en el programa electoral y hoy, después de una legislatura, el acuerdo todavía está “en fase de negociación”.

Comparecencia de Rajoy en Génova

Por su parte, el presidente del PP ha asegurado que el acuerdo alcanzado con el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en la lucha antiterrorista, a través de cinco puntos "aceptados" por el jefe del Ejecutivo, "descarta cualquier suerte de negociación política" con ETA.

En declaraciones a los medios en la sede su partido, a donde se dirigió tras permanecer durante poco más de dos horas reunido en La Moncloa con Zapatero, Rajoy subrayó que el PP "apoyará" al Gobierno en la lucha contra ETA "sobre esas bases que han sido aceptadas".

En concreto, explicó que estos cinco principios son "una estrategia compartida", el apoyo "efectivo" a las víctimas del terrorismo, que se utilicen todos los instrumentos del Estado de Derecho y se respalde la actuación de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, que "el terrorismo no tiene vías políticas" y la mejora de la cooperación internacional.

Así, tras destacar que esta "estrategia compartida" significa el establecimiento de una "relación singular" entre el Gobierno y el principal partido de la oposición en la lucha contra ETA, Rajoy recalcó que, para él, el principio más importante es el que establece que "el terrorismo no tiene vías políticas" y los terroristas "no conseguirán nada por matar ni por dejar de matar".

Para Rajoy, este principio es "muy importante" porque "descarta cualquier suerte de negociación política con la organización terrorista ETA". Además, al igual que Zapatero, Rajoy recordó los acuerdos en materia de Justicia y terrorismo y puso de manifiesto los profundos desacuerdos sobre el diagnóstico y las medidas para salir de la crisis económica. "En resumen", dijo el líder del PP que salía "satisfecho con los cambios" pese a constatar que no hay voluntad de aplicar medidas contra la crisis económica.

La mejor política social es crear empleo

En materia económica, Rajoy explicó que “no hay política social sin política económica, y no hay mejor política social que crear empleo”, en relación a la intención del Gobierno de elevar las prestaciones en los próximos presupuestos. El lider del PP pidió al Gobierno que tome medidas para contener también los precios, ya que “es el peor impuesto que sufren las familias”.

Rajoy manifestó su preocupación por la negación de la situación del ejecutivo y le recomendó que recupere la confianza de los agentes económicos y sociales para que la crisis “tenga la menor duración posible”.

A pesar del rechazo de Zapatero, el presidente del PP avanzó los contenidos del paquete económico presentado en el Congreso de los Diputados, entre los que destaca la reducción del gasto, apoyo fiscal a los hogares y más competencia en los mercados.

Para luchar contra la inflación, el PP plantea medidas para asegurar la “competencia real” en el sector de los hidrocarburos, la creación de una oficina de seguimiento de precios que realice informes mensuales de los sectores y empresas más inflacionistas y limitar las tasas reguladas. A este respecto criticó la subida de la luz acometida recientemente por el Gobierno, justo cuando existen más dificultades para que los hogares lleguen a fin de mes.

Rajoy concluyó su intervención pidiéndole a Zapatero “que diga la verdad” sobre la situación económica futura y criticó que no se estén destinados los recursos presupuestados para el desarrollo de la nueva Ley de Dependencia, una norma que, según el PP “no se está cumpliendo”.

Libertad Digital

Se va pergeñando una nueva traición del PP

Besos y sonrisas en la primera reunión del nuevo PP con Esquerra.

Alicia Sánchez-Camacho la nueva presidenta del PP catalán impuesta por Génova se reunió este miércoles en el Parlamento catalán con el líder de Esquerra Republicana Cataluña, Joan Puigcercós. Con el Pacto del Tinell aún vigente, la dirigente popular se esforzó por transmitir a las cámaras de televisión una imagen de cercanía con los independentistas con sonrisas, palmaditas y besos incluidos, como destaca, sorprendido, el diario catalán e-noticies.



La nueva presidenta del PP catalán sigue haciendo esfuerzos por integrarse en el oasis nacionalista de la política catalana. Dos días después de que CiU exigiese su exclusión de la negociación conjunta de la financiación autonómica en la que los partidos catalanes harán frente común ante el Gobierno, Sánchez-Camacho ha celebrado un encuentro con ERC que ha sorprendido por las excesivas muestras de afecto a su llegada al Parlamento entre dos partidos que se supone tiene dos proyectos políticos antagónicos.

Sánchez-Camacho acudió acompañada por su antecesor en el cargo, Daniel Sirera, que se mostró algo más comedido que la presidenta del PPC. Por parte de los independentistas estaban su presidente Joan Puigcercós y la portavoz parlamentaria Anna Simó. Parece que a los radicales les ha gustado el gesto de Sánchez-Camacho negándose a firmar el Manifiesto por la Lengua Común, a tenor del buen rollito exhibido este miércoles en el Parlamento catalán. Según e-noticies los dos dirigentes tiene una buena relación personal al ser ambos de la provincia de Gerona.

ERC y PPC han destacado que el encuentro hay que situarlo dentro de "la normalidad que tiene que presidir las relaciones entre los partidos" por muy distintos que sean los objetivos que defienden, y además, han señalado que ha servido para dejar atrás la etapa en la que Esquerra impuso dentro del Pacto del Tinell del primer gobierno tripartito, la cláusula de que el PP debía quedar excluido de cualquier acuerdo político de ámbito catalán.

La portavoz del grupo de ERC, Anna Simó, ha recordado que aquella exclusión se produjo en un contexto muy determinado, en el que se venía de una legislatura con una mayoría absoluta del gobierno que presidía José María Aznar, y desde entonces, "la situación ha cambiado mucho, incluso dentro del PP".

De hecho, es la ERC presidida por Puigcercós la que está insistiendo más en la necesidad de que, en la negociación sobre la financiación, haya un frente catalán de "3+2", es decir, que no sólo estén las tres formaciones del tripartito y CiU, sino que también se pueda sumar el PPC en el acuerdo.

Alicia Sánchez Camacho ha vuelto a indicar, sin embargo, que su partido, más que un frente catalán, lo que preconiza es un "frente común de todas las Comunidades" porque considera que el nuevo sistema debe poder ser aceptable por todas ellas.

Libertad Digital

Piden a Garzón que retenga a Chávez

Un ciudadano español ha pedido al juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón que retenga al presidente de Venezuela, Hugo Chávez, durante la visita que realizará a España el próximo viernes para interrogarle por la muerte de su esposa, una ciudadana venezolana, durante los disturbios tras el referéndum revocatorio que se celebró en el país sudamericano el 15 de agosto de 2004.

Así se lo ha solicitado Ramón Torregrosa al juez Garzón con motivo de la visita a España de Chávez, para que el magistrado le tome declaración y pueda ampliar información en relación a la denuncia que presentó en enero pasado ante el tribunal por la muerte de su esposa, Maritza Ron, que murió por un disparo lanzado por grupo chavistas contra opositores en la Plaza Altamira de Caracas.

William Cárdenas, representante de la Plataforma Democrática de Venezolanos en Madrid, ha asegurado que los responsables del asesinato fueron "bandas armadas chavistas financiadas y dirigidas desde la Presidencia", por lo que la intención de Torregrosa es que Garzón tome declaración a Chávez sobre quien o quienes pudieron ordenar el ataque en el que murió Maritza Ron.

Torregrosa presentó una demanda contra Chávez por estos hechos en enero pasado ante la Audiencia Nacional, que recayó en el juzgado de instrucción número cinco que preside Garzón. La querella no fue admitida a trámite porque la fallecida era de nacionalidad venezolana y porque los presuntos responsables tampoco son españoles. Torregrosa recurrió esa decisión la semana pasada.

El recurso será revisado por la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional en los próximos días aunque existen pocas posibilidades de que los magistrados se inclinen por ordenar la admisión de la querella dado que versa sobre la muerte de una ciudadana venezolana de la se acusa a ciudadanos también venezolanos por lo que queda fuera de la jurisdicción de este tribunal.

La Audiencia Nacional está capacitada para investigar delitos contra ciudadanos españoles en el extranjero. Se da la circunstancia de que la víctima se encontraba tramitando la nacionalidad española en el momento de su muerte.


terra.es

El juez imputa a Rubianes y Om Ferrer delitos de "incitación al odio" y "ultrajes a España"

TV3, RESPONSABLE SUBSIDIARIA

El Juzgado de Instrucción de Sant Feliu de Llobregat ha ordenado la apertura de juicio oral contra José Rubianes y el presentador Albert Om Ferrer por "incitación al odio contra una parte de la población por motivos relativos a su origen nacional y ultrajes a España" por los insultos proferidos en TV3. Rubianes dijo, entre otros improperios, "que se vaya a la mierda la puta España". TV3 será responsable subsidiaria.


Los hechos sucedieron a principios de 2006 en la televisión pública catalana. En el programa "El Club, Rubianes dijo: "Que se metan a España en el puto culo a ver si les explotan los huevos". "Ojalá les exploten los cojones (a los españoles) y vayan al cielo sus cojones". "Se vaya a la mierda la puta España".

La Fundación para la Defensa de la Nación Española (DENAES) y un telespectador a título particular presentaron entonces una querella ante el Juzgado de Primera Instancia, que en principio archivó la causa. La Audiencia de Barcelona reabrió el caso al considerar que el sobreseimiento no se llevó a cabo correctamente.

Ahora, el Juzgado de Sant Feliu de Llobregat ha dictado la apertura de juicio oral contra el cómico José Rubianes Alegret "por la presunta comisión por su parte de un delito cometido con ocasión del ejercicio del derecho a la libertad de expresión consistente en la provocación o incitación al odio contra una parte de la población por motivos relativos a su origen nacional del artículo 510 del Código Penal, de un delito de ultrajes a España del artículo 543 del Código Penal y de un delito de injurias graves con publicidad de los artículos 208 y 209, en calidad de autor".

Asimismo, el juzgado imputa al periodista de Albert Om, presentador del programa, los mismos delitos en calidad de "cooperador necesario". Se le exculpa del de injurias graves con publicidad.

Además, el auto del Juzgado declara la "responsabilidad civil directa y solidaria" de la Televisión Pública de Cataluña, TV3. La juez requiere a los imputados una fianza de 3.000 euros "para asegurar las responsabilidades pecuniarias que puedan declararse en esta causa, previniéndoles de que en caso de no verificarlo se procederá al embargo de bienes de su propiedad en cantidad suficiente para cubrir dicha suma". El Juzgado entiende que existen "indicios suficientes de criminalidad frente a los implicados".

En la celebración de la Diada, fiesta que desde el nacionalismo llaman día nacional de Cataluña, el 12 de septiembre de 2006, los miembros las juventudes del PSC llevaban una camisetas en las que se leía "tots som Rubianes (todos somos Rubianes)". En la misma comitiva, a su lado, entre otros dirigentes socialistas desfilaba sonriente la actual ministra de Defensa, Carmén Chacón.

Libertad Digital