sábado, 16 de diciembre de 2006

La destitución de Manzano deja en el aire todo el sumario del 11-M

El Gobierno se rindió ayer ante la acumulación de indicios en su contra y destituyó al jefe de los Tedax, Juan José Sánchez Manzano. Aunque la noticia era esperada, este cese tiene una enorme trascendencia, después de que fuera descabezada la cúpula policial encargada de la investigación del 11-M. Es obvio que el Gobierno intenta desmarcarse del comportamiento de Sánchez Manzano durante la investigación del 11-M. Y también que el cese viene a avalar los planteamientos de este periódico, ya que han sido nuestras investigaciones las que han revelado la actuación inquietante, confusa y negligente del ya ex jefe de los Tedax en aspectos básicos del sumario.

El problema es que la versión oficial de los atentados de Madrid descansa básicamente sobre la interpretación de las pruebas periciales que ha practicado o impulsado Sánchez Manzano. Y si antes ya estaba en entredicho, ahora ya queda absolutamente en el aire.

Entre las muchas lagunas fruto de la conducta del ex responsable de los Tedax, la más grave se refiere a los restos de los explosivos que estallaron en los trenes y en las mochilas-bomba detonadas posteriormente por la Policía. Sánchez Manzano fue el responsable de su análisis, ya que los restos de explosivos nunca salieron del laboratorio de los Tedax, a pesar de que dispone de pocos medios. Nadie ha explicado por qué no se enviaron al laboratorio de la Policía Científica, tal y como se hace habitualmente.

Un informe que no aparece

Nadie ha ofrecido tampoco una explicación creíble de por qué el informe por escrito de esos análisis no consta en el sumario. Sánchez Manzano tiene que saber qué pasó con ese informe. También fue él quien disparó todas las dudas al declarar ante la comisión de investigación que se habían encontrado «restos de nitroglicerina» en los trenes. La nitroglicerina no forma parte de los componentes de la Goma 2, pero sí del Titadyne utilizado por ETA. Según Interior, Sánchez Manzano reconoció ante el juez que se equivocó en la comisión, pero no conocemos el contenido de su declaración ante Del Olmo.

En el informe oficial que se le entregó al juez en abril de 2004 se da a entender que es imposible determinar el tipo exacto de explosivos, por lo que en el sumario se habla una y otra vez de «componentes de las dinamitas», sin determinar cuáles son. ¿Cómo se pueden identificar los componentes del explosivo, sin enumerarlos? Pero también Sánchez Manzano es el responsable de uno de los episodios más oscuros de la investigación: la contaminación con metenamina detectada en el laboratorio de la Policía Científica en los análisis realizados el 11-M por la tarde cuando se remitieron los restos de explosivos - ¿por qué estos sí y los otros no?- hallados en la furgoneta de Alcalá. La metenamina apareció tanto en la Goma 2 supuestamente encontrada en la Kangoo como en la muestra patrón significativamente enviada al laboratorio para su cotejo. Intentando que todo cuadrara en una explicación coherente, Sánchez Manzano también incluyó la metenamina entre los componentes de la Goma 2 encontrada en la mochila de Vallecas, a pesar de que la Policía Científica advirtió al juez que esa dinamita no tiene metenamina.

Quitarse un peso de encima

De entre todas los episodios en los que Manzano ha tratado de condicionar la actuación del juez para sustentar la versión oficial inducida por él mismo, el más chusco es el de la bolsa falsa que facilitó al instructor haciéndola pasar por la mochila de Vallecas, prueba clave del 11-M, que tenía guardada en su despacho. Aunque el juez le pidió explicaciones, tal tomadura de pelo hubiera merecido una actuación más contundente por parte del instructor. Igual que la ocultación de la radiografía de la bolsa que demostraba que el cable del explosivo estaba desconectado.

Todas estas actuaciones de Sánchez Manzano sólo pueden tener dos explicaciones. O bien estamos ante un jefe policial de una torpeza contumaz y de una insolvencia preocupante, o bien su conducta forma parte de una manipulación intencionada para establecer una interpretación del 11-M a toda costa. El hecho de que su cese se haya producido sin nombrar un sustituto, o sustituta, indica que el Gobierno tenía prisa por quitarse de encima este peso, cuando falta poco más de un mes para que empiece el juicio oral.

La destitución de Manzano deja en evidencia tanto al juez Del Olmo como a la fiscal Olga Sánchez, que han dado por buenas sus manipulaciones y chapuzas durante la instrucción del sumario. Entre otras cosas, han aceptado el informe de los explosivos con su única firma, en contra de lo establecido por la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

Bien es verdad que es el propio Del Olmo quien se pone él solo muchas veces en evidencia, como demuestra el auto dictado ayer en el que impone una fianza de 150.000 euros a los dos policías que hablaron con EL MUNDO, alegando que pueden fugarse. Obviamente, se trata de una cantidad desorbitada para el sueldo de un funcionario, por lo cual únicamente puede considerarse como un ensañamiento por parte del instructor. Sobre todo si la ponemos en relación con los 60.000 que impuso a uno de los policías implicados en tráfico de drogas y de explosivos. ¿Será que para Del Olmo es más peligroso que alguien hable con EL MUNDO a que trafique con explosivos? ¿Será que empieza a darse cuenta de que para su maltrecha reputación no puede haber peor dinamita sino la verdad?

Editorial de El Mundo, 16-12-2006

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