miércoles, 3 de noviembre de 2010

La realidad del "jamás, jamás" de Zapatero

Quien mejor ha dejado en evidencia que utiliza la "paz" de los terroristas en beneficio de su gobierno fue el propio Zapatero al señalar, en El País, que "el proceso de paz", tras la retirada de tropas de Irak, era el "mayor acierto de su mandato".

Si hace una semana tuvimos que recordar la realidad de lo que el portavoz del PSOE, José Antonio Alonso, tuvo la desfachatez de considerar "inimaginable" –esto es que un partido democrático tuviese contactos con los proetarras– hoy nos toca hacer lo propio ante unas no menos hipócritas manifestaciones en las que Zapatero ha asegurado que "jamás, jamás" ha utilizado el terrorismo "desde una perspectiva política, de interés partidista".

Para empezar, hay que tener una inmensa caradura para que alguien que llegó al poder el 14-M de 2004, haciendo frente común contra el PP con los autores del 11-M, con la excusa de que eran islamistas y no etarras sus autores, nos venga ahora diciendo que nunca ha utilizado políticamente el terrorismo en su beneficio. Aquella fue la mayor y más descarada utilización que, en beneficio de los terroristas y en beneficio de su partido, haya hecho un dirigente político de un atentado en la historia reciente del mundo democrático. No hay que extrañarse que, ante tan vomitivo comportamiento, organizaciones islamistas de todo el mundo instaran a los gobiernos aliados a seguir "el ejemplo Zapatero", ni que la organización terrorista ETA tardara nada en pedir públicamente al recién llegado "gestos para Euskalherria tan valientes como los dados en Irak".


Pero dejemos de lado a los galgos y fijémonos en los podencos, no sea que Zapatero diga que su "jamás, jamás" se refiere exclusivamente al terrorismo etarra, como, de hecho, así ha sido al tenor literal de sus palabras de este martes. Pues bien, nos llevaría varios editoriales reproducir los tratos de favor que el Bobierno de Zapatero ha hecho a ETA –colar a los proetarras de ANV y PCTV; prometerle que "todo tendrá cabida, tenga el alcance que tenga"; votación favorable a la negociación en Estrasburgo; resolución no derogada favorable al fin dialogado de la violencia"; prometer "un cambio jurídico-político" en el País Vasco o dar "una salida a los presos"–, todo ello sin más objetivo que ganarse un anestésico electoral y encubrir con los ropajes de la "paz" sus alianzas con los separatistas.

Si Zapatero jamás, jamás se ha "posicionado en la lucha contra ETA en una perspectiva política, de interés partidista", ¿por qué no salió el pasado 25 de julio a desmentir al periodista de El País que, en la entrevista que en esa fecha le hizo, afirma que "en octubre de 2005, 14 meses antes de la bomba en la T-4 de Barajas, el presidente anunció a los representantes de los sindicatos y de la patronal que antes de esas navidades iba a acabar con ETA y que ese triunfo le aseguraría la reelección dos legislaturas más"?

Pero, ¿cómo iba a desmentirlo, si quien mejor ha dejado en evidencia que utiliza la "paz" de ETA en beneficio de su Gobierno es el propio Zapatero al señalar, en esa misma entrevista, que "el proceso de paz", tras la retirada de tropas de Irak, era el "mayor acierto de su mandato"?

Más recientemente, ha sido el secretario general del PSOE, José Blanco, quien afirmaba que "el Gobierno está a punto de acabar con ETA", no sin antes dejar de afirmar que "el PP tiene un capitán que marca el rumbo de una tercera derrota en las elecciones generales, y nosotros tenemos un capitán que nos ha llevado a dos victorias, y no hay dos sin tres".

Finalmente, y por mucho que Zapatero diga ahora que "no debemos, igual que el Gobierno no pretende hacerlo, abrir debates entre nosotros, entre los demócratas", tenemos que recordar que fue su propia y reciente valoración positiva de las declaraciones de Otegui la que reforzó la tesis de que el gobierno volvía a las andadas. Zapatero aun ha tenido la caradura de decir que cuando valoró las proclamas batasunas, "lo primero que dije es que eran insuficientes". Eso es lo grave. Que el calificativo más duro que se le ocurre al presidente del gobierno ante las nauseabundas declaraciones en las que Otegui se sigue negando a reconocer el carácter criminal de ETA es que son "insuficientes". Eso, para renglón seguido, decir que "no caerán en balde".

En conclusión, que Zapatero podrá hacer uso de la mentira tanto como lo requieran sus inconfesables y renovados apaños con los "hombres de paz". Pero que tenga claro que no se puede engañar a todos, todo el tiempo. Eso, jamás, jamás.


Libertad Digital - Editorial

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