domingo, 24 de enero de 2010

Patxi López y la conquista de la normalidad en Euskadi. Por Antonio Casado

En el País Vasco ya no mandan los nacionalistas pero nadie ha cambiado de sitio el árbol de Guernica. No se ha visto pasar llorando a ninguna vieja ni sangran las piedras de Arrigorriaga. Sin embargo el nacionalismo saliente sigue viendo a Patxi López como un intruso y el euskobarómetro pregona una mayoritaria desafección de los vascos por un Gobierno socialista que apoya el PP. La normalidad está todavía en rodaje. También la normalidad necesita un tiempo para incorporarse a las costumbres de este atormentado rincón de la España diversa.

En el desayuno de ayer en Madrid, el lehendakari se limitó a precisar que “el euskobarómetro está superado por la sociedad” y que, al contrario de lo que se dice, “la sociedad vasca ha asumido rápidamente al nuevo Gobierno”. Puede ser. Sin embargo, los estados de opinión recogidos en la mencionada encuesta, incluida la preferencia por una eventual coalición de socialistas con nacionalistas (PSE-PNV), se limitan a reflejar las respuestas de los ciudadanos consultados. No se las inventa Francisco Llera ¿Estamos entonces ante un breve paréntesis político antes de la restauración nacionalista?

Más bien parece que no ha terminado la cura de desintoxicación. Lo que proyectan las respuestas del último Euskobarómetro es un temor y no un deseo. El temor de que el doble brazo del nacionalismo (el que va de buenas y el que va de malas) impida el crecimiento de un proyecto no excluyente, comprometido con el Estatuto y respetuoso con la Constitución. No el deseo de que Patxi López se vuelva rápidamente por donde vino.

El temor descrito es más fuerte que el deseo de que López fracase. Una visión pesimista que se irá corrigiendo con el tiempo y la comprobación de que el fin del largo reinado nacionalista no ha sido la fuente de desgracias que algunos anunciaron. La realidad es otra. Se emite el mensaje navideño del Rey y aumenta la audiencia. Se decide suprimir las subvenciones oficiales para visitar a los etarras encarcelados fuera del País Vasco y no pasa nada. Euskal Televista deja de politizar la geografía en los mapas del tiempo y no se colapsa la centralita con las protestas de los telespectadores…

Y así sucesivamente, Pero, en fin, es una opinión. Una opinión basada en la constatación de una realidad diaria, que evoluciona hacia un escenario cada vez más apacible y un debate cada vez más “acorde con las verdaderas necesidades de la sociedad vasca”, como decía ayer Patxi López, y cada vez más alejado de una confrontación permanente por cuenta de esa unidad de destino en lo universal soñada por los nacionalistas. Tampoco ha pasado tanto tiempo. Solo hace ocho meses que Patxi López se instaló en el Palacio de Ajuria Enea. Y recordemos que entonces se hablaba de “golpe de estado institucional” y de coalición anti-natura, mientras se auguraba un vuelo muy corto al nuevo Ejecutivo autonómico.

El nuevo Ejecutivo debe su estabilidad al apoyo del PP liderado en el País Vasco por Antonio Basagoiti. Su presencia en la intervención pública del lehendakari, ayer, en el Foro Nueva Economía, en Madrid, es un excelente síntoma de la sintonía alcanzada a escala autonómica por las dos grandes fuerzas políticas nacionales. “Somos antagónicos pero hay principios y valores que nos unen”, dijo López, para añadir a renglón seguido que, desgraciadamente, ni Antonio Basagoiti ni él han conseguido contagiar a Zapatero y Rajoy. Si hay espacios comunes de acuerdo en el País Vasco, también debería haberlos a escala nacional. Pero esa es otra historia.


El confidencial - Opinión

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