lunes, 25 de mayo de 2009

JUGANDO CON ANDALUCIA

EL presidente del Gobierno anunció ayer un plan especial para la recuperación económica de la comunidad andaluza con la denominación de «Andalucía sostenible». Según parece, se trata de la puesta en práctica del nuevo modelo productivo que defiende el Ejecutivo como alternativo al inmobiliario, basado en «energía eólica y solar». Si esta es la fórmula de Zapatero para combatir la altísima tasa de paro que atenaza a Andalucía, los andaluces deberían ir asumiendo que tienen crisis para mucho tiempo, tanto como el que ese milagroso modelo productivo empiece a funcionar. Ahora, el Gobierno ha impuesto el discurso de condena a la economía del «ladrillo», como si ésta no hubiera sido la causante directa de las buenas cifras de empleo y crecimiento que con tanta insistencia exhibía Rodríguez Zapatero. Lo que antes era fuente de riqueza hoy es culpable de todos los males, pero el Gobierno no se preocupó de cambiar el modelo productivo cuando regularizó a decenas de miles de inmigrantes, cuyo destino fue principalmente la construcción. Entonces el crecimiento económico era firme y «sostenible».

Las contradicciones del discurso socialista suben un peldaño con el anuncio de Zapatero para Andalucía. ¿Por qué sólo para Andalucía? El presidente persevera en fragmentar sus respuestas a la crisis. No hay visión nacional de la situación, sino adulación a los electores por razón del lugar en el que viven. Poco importa que el vicepresidente de Cooperación Territorial, Manuel Chaves, esté de gira para impulsar un nuevo sistema de financiación autonómica. Como una cuña intempestiva, Zapatero anuncia un plan privilegiado para Andalucía que hará que otras comunidades reclamen la misma atención política y el mismo compromiso financiero, cuando el Gobierno lo concrete. Porque, en efecto, el anuncio no tiene cifras, ni calendarios: es un quite a la ansiedad social provocada por el paro, y sólo implica por ahora que hará proliferar parques eólicos y solares, como si la economía de energías renovables fuera por sí sola suficiente para atajar el desempleo rampante y la caída de productividad. Todo apunta al nuevo golpe de efecto propagandístico de un PSOE sólo preocupado por la desmovilización de su electorado y que se presenta como si nada tuviera que ver con las estructuras económicas de un país que ha gobernado durante diecinueve de los últimos veintisiete años. Y si en algún territorio su responsabilidad es exclusiva y excluyente por la falta de progreso, ese es Andalucía, laboratorio, otra vez, de los experimentos del PSOE.


ABC - Editorial

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