sábado, 16 de octubre de 2010

Postración culpable. Por Hermann Tertsch

La política exterior de un país es la protección y el desarrollo de los intereses nacionales en el marco de unos principios y valores generales de la nación. Así podría definirse la gestión de las relaciones internacionales de los países civilizados. Que nosotros estemos haciendo todo menos eso se debe a lo mismo que nuestro hundimiento económico, político e institucional interno, a la ineptitud culpable. Pero quizás sea más espectacular porque la crisis económica se sufre individualmente, pero el enajenamiento de los responsables de nuestro prestigio, nuestra credibilidad y nuestra seguridad exterior se plasma ya en un ridículo tan sangrante que añade la humillación colectiva nacional a la tragedia. Muchos espantados, todos estupefactos, nuestros aliados y rivales en el escenario internacional asisten al increíble espectáculo que esta ofreciendo España, con mil años de embajadas de sus reinos, quinientos de inmensa presencia en el mundo, una historia como imperio y protagonista en el concierto de naciones. Solo Francia y el Reino Unido pueden presumir en el mundo de una historia de relaciones internacionales similar a la nuestra. Y nadie se puede explicar fuera como hemos caído en este estado de postración en el que la miseria moral de apoyar a Cuba se une a la cobardía frente a Marruecos o Venezuela, a nuestra estulticia frente a Gibraltar, nuestra ineptitud y dimisión en la política europea y nuestro cretinismo en la política africana. El provincianismo de los gobernantes, su semianalfabetismo en historia y su ñoñería efectista, siempre adobados por una subcultura ideológica izquierdista grotesca, nos ha convertido en hazmerreír de muchos y en objeto de compasión para otros. La tragedia no es menor. Porque en política interna cabe alegar que la culpa es de los electores que insistieron en darle el poder a quienes no habrían podido hacer más daño con un plan diseñado por traidores. Pero en la política exterior, cuando se pierde el respeto y los amigos ya no depende de uno mismo recuperarlos. Ahí estamos.

ABC - Opinión

Un líder sin escrúpulos. Por Edurne Uriarte

«Es una barbaridad», «es inadmisible», son dos valoraciones del acuerdo final de Zapatero con el PNV para garantizar su continuidad en el poder hasta 2012 que no surgen de la oposición sino de las propias filas del PSOE. Del PSE, como informaba ayer «El Correo». En la misma línea de las primeras reacciones ciudadanas a la cesión total de Zapatero a todas y cada una de las exigencias del PNV. En los foros de internet de los medios de izquierdas, por ejemplo. «Más de 30 años luchando para que en Euskadi gobierne un partido no nacionalista y ahora Zapatero le regala el poder al PNV. ¡Os va a votar vuestro padre!», decía uno. O «El PSOE y Zapatero cederían Andalucía a Bin Laden con tal de mantenerse en el poder». El tono del 80% de los comentarios en dichos foros da una idea de que esta última maniobra de supervivencia de Zapatero tendrá un coste nefasto para él. Le permitirá mantenerse un año y medio más en La Moncloa, pero a cambio de un deterioro de él mismo y de su Gobierno que harán mucho más trágica la caída final. Algo que evidencia lo obvio. Que se trata de un acuerdo forzado por la voluntad de Zapatero de continuar en el poder, pero contrario a los intereses del propio PSOE, además de a los intereses nacionales.

Lo más letal para el liderazgo de Zapatero es, de hecho, la traición al PSE. La humillación de Patxi López y el golpe mortal a la imagen y legitimidad del Gobierno vasco. Lo que le deja ante los suyos como un líder sin escrúpulos capaz de sacrificar a los propios compañeros de partido. Y a cambio de intereses puramente personales.

El discurso oficial, «es bueno que el PNV se integre en la gobernabilidad», acatado disciplinadamente por el PSE, no hace más que prolongar su humillación en ridículo. Y pone al PP vasco en la necesidad de revisar su apoyo so pena de verse arrastrado al mismo ridículo.


ABC - Opinión

Cataluña. Al PP lo que es de Pepe. Por Maite Nolla

El PP de Cataluña tiene que padecer la sospecha de que lo hace por la presión de C's. Pero es que tampoco es muy cierto eso. Quien ha instado el celo de la defensora del Pueblo ha sido el diputado Pepe Domingo, que ya no es de C's.

Si normalmente somos críticos, también hay que reconocer que por una vez algunas instituciones y algunos partidos políticos han hecho lo que se espera de ellos. El caso es que por diferentes motivos y por varias vías, algunas repetidas, tres leyes del parlamento de Cataluña, de ésas que a la vista de la sentencia del Constitucional sobre el Estatuto resultan inconstitucionales, han sido recurridas. Es cierto que del Constitucional la prudencia y los precedentes merecen que una se espere lo peor. Además, si se confirman nombramientos como el de Eliseo Aja, en materia de nacionalismo la cosa no va a variar mucho. El señor Aja es uno de esos juristas pronacionalistas, pese a su origen cántabro, que tanto daño han hecho y van a seguir haciendo a la institución. Pero, puestos en lo mejor o en lo peor, imaginen que antes de que se renueve el Tribunal, el PP gana las elecciones y el balance muy jurídico de las mayorías se decanta de forma distinta a la habitual.

Como les decía, pese a los insultos y las presiones, tanto la defensora del Pueblo como el diputado Pepe Domingo, Ciudadanos y –enhorabuena a los premiados– hasta el PP, han conseguido que la Ley del Cine, el Código de Consumo de las multas y la Ley de Acogida –una especie de norma sobre nacionalidad catalana, más que sobre extranjeros– hayan sido recurridas. Y ya veremos qué pasa.

Y lo justo sería que a todos ellos les aprovechara electoralmente haber hecho lo que tocaba, o por lo menos que a todos les aproveche en la medida de su esfuerzo. Me refiero a que la confusión y a veces la mala información pueden provocar que los méritos se los lleven, no ya los que no se lo merecen, sino más de lo que se merecen. Por ejemplo, muy pocos medios al dar la noticia de los recursos del PP recordaban las peticiones previas de los otros. Y la noticia de los recursos de la defensora del Pueblo no tenía referencias de los antecedentes.

Les digo todo esto porque el PP de Cataluña, que por una vez hace lo que toca, tiene que padecer la sospecha de que lo hace por la presión de Ciudadanos y que, muy probablemente, de no haber elecciones a la vista no habría habido recurso. Pero es que tampoco es muy cierto eso. El que ha instado el celo de la defensora del Pueblo ha sido el diputado Pepe Domingo, que ya no es de Ciudadanos, pese a que mucha gente aún lo piense, y que se ha adelantado, él sólo, a dos partidos políticos, que, aunque uno de ellos pequeño, tienen muchos más medios que una sola persona, como es obvio.

Lo que me temo es que la confusión y la información incompleta sean causa del resultado de las encuestas y puedan condicionar el resultado definitivo en cuanto la minoría no nacionalista, especialmente si añadimos el factor UPyD, hasta la fecha desaparecidos. Pero eso se lo contaré otro día.


Libertad Digital - Opinión

La jauría informativa. Por M. Martín Ferrand

A esto del periodismo español hay que meterle mano y aislarlo de la principal de las consignas imperantes: todo vale.

EL periodista, en tanto que testigo de la actualidad, debiera comportarse con urbanidad; pero suele ocurrir, en defensa de unos intereses bastardos que se disimulan bajo el paraguas de la solidaridad, que nuestra conducta profesional es impropia de seres civilizados. Los informadores, ciertos o presuntos, acudimos al escenario de los acontecimientos que generan la pasión popular y, sin llegar a ladrar —que todo se andará— actuamos como una auténtica jauría. No renuncio a mi condición de periodista; pero, lo confieso, me avergüenzo de ella y, unas veces por el descarado sectarismo y otras por la ostentación de la barbarie procedimental, me siento más cómodo subido en una columna como ésta, como los estilitas medievales, que a pie de obra, donde se le toma el pulso a la realidad.

Una vez más, que España es tierra de excesos crónicos, se esgrimen la libertad de expresión y el derecho a la información, dos pilares de la democracia verdadera, para saltarse a la torera los derechos y las libertades ajenas. El espectáculo que, dentro del marco del macroproceso que conocemos como «caso Malaya», se produjo a las puertas de los juzgados de Marbella con Isabel Pantoja como víctima clama al cielo y señala un montón de focos de responsabilidad no exigida, aunque a todas luces exigible. Quienes dicen ser informadores y periodistas, y es posible que lo sean, se condujeron como energúmenos y, en continuado e intolerable acoso, agredieron a la tonadillera hasta el punto de romperla el vestido que llevaba puesto. Tampoco el juez competente, a quien cabe suponerle discernimiento suficiente, tomó las cautelas debidas tras la citación de un personaje de tan grande popularidad y cabe suponer que el subdelegado del Gobierno en Málaga ostente en otros acontecimientos más sensibilidad y capacidad preventiva que la demostrada en esta ocasión. El orden público sigue siendo competencia de Interior.

Seguramente, los alborotadores, amurallados tras la condición periodística, no se ponían en pie cuando, en sus respectivos centros de enseñanza primaria, el profesor entraba en el aula y, también posiblemente, comían con los dedos y sorbían la sopa sin que sus padres les reprendieran por ello. No han hecho otra cosa que profundizar en sus primeras experiencias; pero, además de las evidentes responsabilidades que concurren en tan sintomático caso, está la metaresponsabilidad de los editores que, por vender un ejemplar o ganar un espectador, pagan a los salvajes por comportarse salvajemente. A esto del periodismo español hay que meterle mano y aislarlo de la principal de las consignas imperantes: todo vale.


ABC - Opinión

Disculpas urgentes. Por Alfonso Ussía

Por lo leído, visto y oído en algunos medios de comunicación de España, el Presidente de Chile, Sebastián Piñera, tiene que pedir urgentes disculpas por no ser de izquierdas. Ha sentado muy mal su éxito espectacular y la demostración de seriedad y unión que ha dado Chile bajo su humanísimo y sonriente liderazgo durante el perfecto rescate de los mineros chilenos. Ha molestado tanto su condición liberal-conservadora que algunas plumas y voces le han responsabilizado del deterioro y falta de seguridad existentes en las minas de su país. El salvamento de los treinta y tres mineros supone un triunfo personal, porque fue el Presidente Piñera el que hizo oídos sordos a quienes le aseguraron que los trabajadores sepultados a setecientos metros de profundidad no sobrevivirían. Y fue el Presidente Piñera el que tomó el mando de la preparación, buscó financiación, mantuvo viva la esperanza de sus familiares y demostró que los milagros son posibles. Claro, que para todo ello hay que contar con la ayuda de una sociedad unida, de una ciudadanía culta y preparada y de unos medios técnicos, propios o importados, dignos de una nación desarrollada.

En España, una inmensa mayoría ha celebrado como si fuera suyo el prodigio del rescate, y ha sentido una envidia sana de los chilenos, que tienen un dirigente excepcional. Envidia muy comprensible, como es de suponer. Esa unión admirable, por encima de tendencias e ideologías, ese himno nacional entonado con emoción por los mineros y su presidente en la boca de la mina, ya el deber cumplido, nos ha hecho ver a muchos españoles que una patria con doscientos años de historia puede sentirse más arraigada que la nuestra, milenaria. Un Chile democrático y vivo, pujante y honrado, sin nacionalistas, sin sectarios, sin imbéciles, sin memos empecinados, al menos en apariencia. Eso sí, tienen que pedir disculpas a los medios de información afines al Gobierno de España, a su izquierda de Visa Oro y a sus partidarios. No es tolerable que siendo liberal-conservador se haya metido en el bolsillo, Chile lo primero, a todo un pueblo, y que su prestigio haya alcanzado cotas inalcanzables para otros en todos los rincones del mundo. Señor Presidente de la República de Chile: acuda a España cuanto antes y pida perdón por haber padecido un terremoto y que por un corrimiento de tierras se haya derrumbado una mina. En China, mueren seis mineros cada día, pero ese problema no les afecta a los «progresistas» de profesión.

Sea humilde y pida perdón, señor Presidente, por ser competente, humano, serio y constructivo. Qué inasumibles impertinencias. Qué provocadoras extravagancias. De haber sucedido en España la tragedia, no quiero ni pensar las consecuencias. Hubieran intervenido hasta Bibiana Aído, Leire Pajín, Zerolo y Corbacho, todos ellos coordinados por Zapatero. Y a éste, con toda probabilidad, le habría dado «pereza» permanecer treinta horas en la boca de la mina recibiendo a sus mineros y salvadores. Ya le dio «pereza» un viaje oficial y dejó plantado al Presidente de Polonia. «No puedo descansar ni los domingos», dijo en determinada ocasión.

Venga, señor Piñera. Y pida humildemente perdón por ser tan buen Presidente como persona.


La Razón - Opinión

PSOE. Pero, ¿hubo alguna vez 20.000 ultraderechistas?. Por Pablo Molina

Entre los verdaderos ultraderechistas y la ultraizquierda debiera haber un sentimiento de camaradería instintivo. Que se junten para discutirlo y a los demás, a los que no somos socialistas ni pardos ni negros, que nos dejen en paz.

La extrema derecha, o mejor, la derecha extrema, por atenernos al canon actual del progresismo para definir a sus adversarios ideológicos, no puede ser una categoría política porque resulta imposible definir su esencia. Ocurre exactamente igual que con el "centro", un concepto geométrico y por tanto inservible para caracterizar el contenido ideológico de una opción política.

De hecho se da la paradoja de que lo que podríamos denominar como ultraderecha clásica no es otra cosa que un socialismo nacionalista y, por tanto, mucho más cercano a las tesis habituales de la izquierda para ordenar la sociedad que a lo que identificamos con la derecha política contemporánea.

La izquierda utiliza el espantajo de la derecha extrema no con intención de describir a un rival –en realidad un socio con el que comparte muchas ideas–, sino para denigrar a la derecha política situándola extramuros de la democracia. Para la izquierda, cualquier ciudadano que se atreva a poner en cuestión sus dogmas es sospechoso de veleidades ultraderechistas o proclive al fascismo, otra categoría política deformada por el cotarro político-mediático, incapaz de entender que para ser fascista es imprescindible ser primero socialista, circunstancia que no concurre en las personas que tienen ideas compatibles con la tradición liberal y conservadora.


En todo caso, si existiera en España de forma perceptible, la extrema derecha sería una opción tan admisible como el comunismo, que incomprensiblemente todavía pervive en el panorama político de las sociedades libres a pesar de que busca expresamente su destrucción. Pero el caso es que no hay en España un partido político nacional-socialista de importancia, más allá de las coaliciones puntuales que ahorma precisamente la socialdemocracia cuando necesita alcanzar el poder, otra contradicción de la que el PP, lamentablemente, no extrae el abundante rédito político que podría proporcionarle en la opinión pública

El Gobierno y sus terminales mediáticos están plenamente satisfechos con la propagación del estrambote ultraderechista para justificar la desafección popular hacia ZP, todavía muy inferior a lo que el personaje merece. Tal vez lo que buscan es que en una próxima convocatoria callejera aparezcan los comandos llamados "antifascistas" para dar una paliza a los contribuyentes que mantienen sus cuchipandas acusados de ultraderechistas, en cuyo caso, huelga aclararlo, la culpa será de las víctimas.

Y el caso es que entre los verdaderos ultraderechistas y la ultraizquierda debiera haber un sentimiento de camaradería instintivo. Que se junten para discutirlo y a los demás, a los que no somos socialistas ni pardos ni negros, que nos dejen en paz. El Gobierno el primero.


Libertad Digital - Opinión

Rescate minero en España. Por Ignacio Camacho

El revoltijo competencial de las autonomías hubiese convertido el salvamento en un sainete trágico.

EN el fondo han tenido suerte esos mineros chilenos; suerte de que no les pasara lo que les ha pasado en España. ¿Alguien se imagina aquí una operación de rescate similar? No, no sólo porque nos falte un presidente con el aplomo de Piñera y su capacidad de liderazgo, sino porque el revoltijo competencial de las autonomías hubiese convertido el salvamento en un sainete trágico.

Para empezar, el Gobierno español no tiene apenas competencias para operar en un caso así. Habría tenido que coordinarse con la autonomía correspondiente, y más vale no pensar que se tratase de instituciones gobernadas por distintos partidos. Conflicto al canto: celos, roces, desconfianzas, pulsos de protagonismo. Comisiones y mesas bilaterales por un tubo. Discusiones presupuestarias y debates parlamentarios de petición de responsabilidades. Y ello en el caso de no estar por medio los nacionalistas, que de momento habrían cuestionado la injerencia del Estado, tras pedirle, eso sí, que se hiciese cargo del coste de la operación. Aun en el supuesto de un final feliz, la culminación del rescate habría sido digna de verse: ¿Quién se pone el primero en la foto? ¿Qué bandera se pinta en la cápsula salvadora? ¿En qué idioma se saluda a los mineros recién devueltos a la superficie? ¿Qué himno se toca cuando salgan? ¿Quién se cuelga las medallas de la gloria? Y los pobres rescatados, abrazados nada más aparecer, con las gafas de sol todavía puestas, por una tropa de altos cargos dispuestos en riguroso orden de protocolo por una tropa de asesores, y dándose codazos entre ellos: ministros, barandas y consejeros autonómicos, diputados provinciales, alcaldes de toda la región…


Luego, la bronca mediática. Dos meses de tertulias crispadas con participación de supuestos expertos en ingeniería minera, cada uno con su particular fórmula para sacar a los enterrados. Las belenesteaban de turno entrevistando en prime time a las mujeres de los sepultados, con probable escandalera de amores furtivos. La prima de un pariente de un minero contando una presunta noche de amor con gatillazo incluido. Y los sindicatos, claro. En cada plano del campamento, una pancarta reivindicando seguridad en las minas, otra contra la empresa propietaria, otra en reclamación de las subvenciones pendientes al sector, otra de los antinucleares que pasaban por allí y varias del Nunca mais de turno, con actores de teleserie incluidos y Pilar Bardem al frente. Un debate nacional con mucho ruido sobre el futuro de la minería, y las correspondientes interpelaciones a Miguel Sebastián. Un programa alternativo de la oposición. Una moción de Rosa Díez y otra del PP (distintas, por supuesto) para que el Estado asuma todas las competencias de protección civil. Y otra de Izquierda Unida preguntando sobre el uso de tecnología americana en las perforaciones.

Sí, definitivamente han tenido suerte esos pobres tipos de que les pasara lo suyo en Chile…


ABC - Opinión

Zapatero vende a Patxi López por un plato de lentejas. Por Federico Quevedo

Y todo ello con el único fin, que justifica estos medios, de arañar unos meses más su permanencia en el poder. El acuerdo alcanzado por el Gobierno con el PNV para aprobar los Presupuestos del año 2011 tiene una doble lectura. Por un lado, en clave de la política vasca, damnifica al lehendakari Patxi López, oxigena al PNV y encumbra a Antonio Basagoiti. Por otro, en clave de política nacional, alarga unos meses más la agonía de Rodríguez y nos condena a seguir inmersos en una crisis cuya salida cada vez está más lejos porque, de hecho, lo que hace el Pacto es dar carta de naturaleza a unos Presupuestos que nadie cree y en los que nadie confía, ni siquiera el propio PNV, que lo único a lo que aspira es a cerrar el traspaso de las transferencias pendientes al País Vasco para rentabilizar esa victoria electoralmente. Tan es así que los nacionalistas vascos tenían preparada su propia enmienda a la totalidad por si acaso el acuerdo no se cerraba a su agrado, lo cual indica la confianza que la totalidad del Parlamento tiene en las cuentas del Estado para el año que viene, que van a ser las que más enmiendas a la totalidad reciban, al menos de las que hasta ahora ha presentado el Ejecutivo de Rodríguez.

Pero Rodríguez, que está políticamente muerto y lo va a estar más después de las elecciones catalanas, necesitaba ese acuerdo para conseguir una prórroga que lo mantuviera unido a la máquina de respiración asistida durante unos cuantos meses más, y estaba dispuesto a firmar lo que fuera con tal de obtenerla. De hecho, es más que probable que haya parte de ese acuerdo que todavía permanezca bajo el epígrafe de top secret y que tenga mucho que ver con lo que ocurra en el País Vasco tras las municipales de mayo, y con la negociación encubierta con ETA a pesar de que ambas partes se hayan empeñado es desligar el pacto de ese condicionante. Lo cierto es que quien sale más perjudicado por esta nueva vuelta de tuerca de Rodríguez a la política autonómica es su compañero de filas y actual lehendakari, que ve como el principal partido de la oposición en el Parlamento Vasco le roba el protagonismo en la negociación con el Gobierno central, que es de su mismo partido. Vamos, que Rodríguez ha dejado a López en pañales sólo por una ambición personal, lo cual dice mucho del personaje. En fin, lo que ya sabíamos, solo que hasta ahora practicaba con sus adversarios; ahora también con los de sus propias filas. Un angelito.

«Ése era el objetivo de los nacionalistas, poder hacer una campaña en la que quedara claro que, a pesar de no gobernar, siguen siendo ellos los que consiguen beneficios para el autogobierno vasco.»

Los próximos meses pueden ser un calvario para Patxi López, viendo como el PNV rentabiliza de cara a las elecciones de mayo su acuerdo con Rodríguez. Ése era el objetivo inmediato de los nacionalistas, poder hacer una campaña en la que quedara claro que, a pesar de no gobernar, siguen siendo ellos los que consiguen beneficios para el autogobierno vasco y, por lo tanto, es a ellos a los que hay que votar y no al PSE. La campaña puede serles rentable de cara a conseguir una posición dominante en las tres diputaciones forales, lo que pondría en un serio aprieto el pacto de socialistas y populares porque, y esta es la parte que puede responder al pacto bajo la mesa, es más que probable que el PNV haya exigido a Rodríguez como pago por su apoyo más allá de la tramitación presupuestaria el que el PSE les garantice el poder foral. De ser así, y si López traga, el pacto con el PP estaría muerto. Y eso, lejos de perjudicar a los populares, lo que hace es encumbrar a su líder, Antonio Basagoiti, que se erigiría como el único referente del constitucionalismo y la responsabilidad, en detrimento del apoyo electoral a los socialistas que verían muy mermadas sus posibilidades de volver a gobernar en Euskadi, salvo como partenaire del PNV.

Pero si el plato de lentejas le permite aguantar algo más a Rodríguez, aún a costa de dañar la imagen del actual Gobierno vasco, quizá lo más grave es esa condena que antes mencionaba a seguir inmersos en una profunda crisis de la que cada vez vemos más lejana la salida, allá por el 2017 o más. Los Presupuestos que va a avalar el PNV porque a los nacionalistas les da igual las consecuencias ya que solo se preocupan de su propio beneficio, no es que sean malos, es que son un auténtico horror, además de una farsa y un engaño. De entrada, el propio Ejecutivo miente cuando afirma que la tendencia de aumento del desempleo se va a corregir en los próximos meses y en los mismos Presupuestos nos anuncian más paro para 2011, con una tasa próxima al 20%. El engaño no queda ahí: el Gobierno ha estimado una tasa de crecimiento, el 1,3%, que ningún organismo internacional respalda ya que sitúan ese crecimiento entre el 0,6% y el 0,8%, muy por debajo de la previsión gubernamental fundamentada a su vez en la esperanza en una reactivación del consumo que, lejos de recuperarse, presenta un encefalograma plano. Tan solo la constatación de que el Gobierno peca de un optimismo exagerado conduce a afirmar que va a ser imposible cumplir las previsiones de ingresos, luego eso también convierte en papel mojado la estimación de déficit para 2011. Y los mercados, que nos tienen en su punto de mira, lo saben.

Más impuestos a las clases medias, falsa austeridad, la congelación de las inversiones productivas, el incremento del coste de la deuda y de las cuantías de las prestaciones por desempleo fruto de la alarmante tasa de paro, el recorte en el gasto social y en las políticas de dependencia, la merma en la financiación autonómica que pone en riesgo la prestación de servicios públicos esenciales, la mayor desigualdad y la resignación a no adoptar políticas activas que favorezcan el crecimiento… Ese es el resumen que puede hacer de las cuentas del Estado para 2011. Una auténtica chapuza de la que solo sacan tajada los nacionalistas vascos y un Rodríguez comatoso dispuesto a llevarnos a todos a la ruina y a su partido a la peor catástrofe electoral que puedan imaginarse. Pero es lo que hay.


El Confidencial - Opinión

El precio del poder

Para el presidente del Gobierno la negociación presupuestaria era una situación casi sin salida, porque en ningún momento sondeó de una forma seria y rigurosa la posibilidad de alcanzar un amplio consenso político en torno a las cuentas públicas que necesitaba España en la crisis actual. Desde el principio de este proceso, Rodríguez Zapatero eligió al PNV para garantizarse la supervivencia política y no estar abocado a una disolución parlamentaria. Por eso, los nacionalistas vascos negociaron en posición de fuerza y el Ejecutivo lo hizo a la defensiva.

La consecuencia llegó ayer con el anuncio de que el PSOE y el PNV habían cerrado en el Congreso el compromiso para tramitar los Presupuestos Generales del Estado de 2011, que también respaldará Coalición Canaria. Lo cierto es que el traspaso de las políticas activas de empleo al País Vasco fue el preludio imprescindible de un pacto que contempla la transferencia al País Vasco de 20 competencias previstas en el Estatuto de Guernica. Entre ellas, la Inspección de Trabajo, las políticas de formación, el Instituto Social de la Marina, el turismo y las agencias de viajes, además del respaldo del PSOE a que los técnicos de la Hacienda Foral vasca acudan a las reuniones de trabajo del Ecofin, que se renombren en euskera los territorios de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa y, como adelantó LA RAZÓN, que gobierne la lista más votada.


Se trata de un espaldarazo considerable al autogobierno vasco que, por expresa voluntad del Gobierno, capitalizará el PNV. De hecho, la consecuencia inmediata para la comunidad es el incierto futuro del cambio político en el País Vasco que pilota Patxi López. La realidad es que Rodríguez Zapatero ha dado la espalda al Gobierno vasco por un interés particular y ha dado al nacionalismo tantas bazas electorales que puede haber sacrificado, tal vez sin remedio, el proyecto democrático y de libertad que representaba la mayoría constitucionalista. El paso dado por La Moncloa es muy grave porque no hablamos de una cuestión de aritmética parlamentaria o de tal o cual competencia, sino de poner en peligro la normalización de un territorio amenazado. Y de esa decisión política deberá responder más tarde o más temprano.

Que este intercambio de votos por transferencias ha fortalecido las opciones del PNV se demostró ayer mismo con los resultados del Sociómetro del Gobierno vasco, que reflejó cómo Urkullu amplía su ventaja sobre López. Es casi una ecuación matemática que, cuando el PSOE flirtea con el PNV, el nacionalismo es el principal beneficiado.

A diferencia de lo que el Gobierno trasladó tras el Consejo de Ministros, el pacto sobre los Presupuestos no beneficia a los intereses generales, y no sólo por haber socavado el cambio vasco, sino por perpetuar una política fracasada que no aporta soluciones en una situación marcada por las dificultades y las urgencias. El Gobierno se ha asegurado la estabilidad hasta 2012, pero el país tiene más lejos la recuperación.


La Razón - Editorial

ETA en los presupuestos

Cabe preguntarse en qué cifran la dignidad de las víctimas del terrorismo quienes mercadean con una nueva negociación con los criminales de ETA para mantenerse en el poder unos pocos meses más.

Toda persona interesada por la actualidad política debería empezar por preguntarse qué tienen que ver los Presupuestos Generales del Estado con los nombres oficiales de las tres provincias vascas. Y la respuesta, por muchas vueltas que se le dieran, es que nada; nada, excepto que Zapatero necesita sobrevivir en el Gobierno al menos hasta las próximas elecciones municipales, lo cual constituye un motivo más que suficiente para someterse a cualesquiera de las condiciones que el PNV, siempre tan preocupado por el bienestar de los españoles, le ha puesto para ofrecerle su apoyo. Aparte del cambio de denominación lingüística, los nacionalistas también han arrancado de este desesperado Ejecutivo numerosos gastos de infraestructuras y la ruptura de la caja única de la Seguridad Social, un paso que ningún Gobierno, de izquierdas o derechas, había estado dispuesto a dar hasta ahora.

Pese a lo escandaloso del trueque político, alguien podría argumentar que los nacionalistas vascos han tenido sentido de estado porque en la situación actual no podíamos permitirnos prorrogar los presupuestos del año pasado. Pero, si ese fuera el caso, en lugar de demandar privilegios para el País Vasco, le habrían exigido a Zapatero una austeridad que brilla por su ausencia en estas cuentas públicas (y que también habrá beneficiado a los propios vascos). Sin embargo, y sobre todo, no habrían incluido a ETA en esta negociación.


Y es que, por más que Alonso niegue que el proceso de rendición ante los asesinos haya entrado en las conversaciones, tanto Urkullu como Egibar han confirmado que eso que llaman "consolidar espacios de pacificación" ha sido un punto clave. ¿Son creíbles sus afirmaciones? Los dirigentes del PNV no tienen por qué merecernos más crédito que el PSOE, pero resulta difícil encontrar otra explicación razonable al hecho de que Rubalcaba, ministro de Interior, haya participado en las negociaciones de estos presupuestos. ¿Por qué otro motivo si no se le encargaría al gestor de la seguridad interna del Estado discutir asuntos crematísticos?

Así las cosas, el resultado de mezclar la crisis económica con el proceso de cesión ante ETA sólo puede ser nefasto tanto para nuestra seguridad como para nuestra prosperidad. En los próximos meses habrá que recordar que la falta de fondos por los que muchas regiones deberán paralizar sus proyectos de infraestructuras habrá que encontrarlo en el abuso de los nacionalistas vascos merced a este acuerdo. Pero también los ciudadanos vascos que sufren como todos los demás españoles las desastrosas políticas de Zapatero deberán preguntarse si las habituales concesiones a su casta política local les resultan en el fondo tan valiosas. ¿Qué es mejor, completar más rápidamente la "Y vasca" o acortar la agonía de un Gobierno incapaz de afrontar la crisis?

Pero, sobre todo, cabe preguntarse en qué cifran la dignidad de las víctimas del terrorismo quienes mercadean con una nueva negociación con los criminales de ETA para mantenerse en el poder unos pocos meses más; sobre todo después de que en la pasada legislastura ya cosecharan un estrepitoso y sangriento fracaso.

Es un lugar común que Zapatero debe dimitir y convocar elecciones por el bien de nuestra economía. Pero no sólo por eso; siendo la economía esencial para nuestras vidas y para nuestro futuro, ésta no lo es todo. Estas negociaciones vuelven a recordarnos en qué poco estima el PSOE lo más sagrado, la libertad y la dignidad que deberían encontrarse en la base de nuestra Nación. Un suicidio perpetrado con el único fin de malvivir unos meses más en el poder. Nada que por otro lado no pudiera esperarse del Gobierno del 11-M.


Libertad Digital - Editorial

Decadencia diplomática

Gibraltar, Venezuela y Marruecos representan el descrédito internacional del Gobierno y su incapacidad para defender los intereses de España.

EL lamentable estado político en que se encuentra el Gobierno de Zapatero ante la opinión pública española tiene su correlato en la proyección internacional de nuestro país, donde se acumulan los desplantes a España. Venezuela y Gibraltar vuelven a ser los escenarios en los que se muestran las carencias de nuestra política exterior, producidas no solo porque se han reactivado los problemas con las autoridades del país iberoamericano y de la colonia británica, sino también por la debilidad del Gobierno español. Siempre ha habido problemas con Gibraltar, pero la reacción española tradicional no daba motivos para que sus autoridades se sintieran legitimadas para tratar a España de tú a tú. Este Gobierno ha caído en el error de incorporar a las autoridades gibraltareñas en la interlocución sobre el Peñón, hasta entonces solo mantenida con Londres, y las consecuencias se ven, por ejemplo, en la decisión de Caruana, ministro principal de Gibraltar, de suspender las reuniones del Foro Tripartito de Diálogo sobre el Peñón. La causa, los incidentes entre la Policía del Peñón con la Guardia Civil en aguas españolas, que Gibraltar considera suyas. El Gobierno británico ha manifestado su apoyo a Caruana, y el Ejecutivo español suma un nuevo fracaso en su política exterior, por mucho que nuestros ministros repitan incesantemente que todo se ha aclarado.

Y no es solo Gibraltar. Al Gobierno de Chávez lo disculpó toda la fila de ministros de Zapatero que salieron a la palestra cuando dos etarras confirmaron ante la Audiencia Nacional que habían sido entrenados por los terroristas colombianos de las FARC en Venezuela, gracias a Arturo Cubillas, etarra con nacionalidad venezolana y funcionario chavista. Pese a la reclamación de la justicia española, Chávez ya le ha dicho al fiscal general, Conde-Pumpido, que «a palabras necias, oídos absolutamente sordos», cuando pidió al Gobierno de Caracas que entregara o juzgara a Cubillas. También quedaron diplomáticamente impunes las insinuaciones de tortura a los etarras, hechas por el embajador venezolano en España, mientras aumentan la indignación de las víctimas del terrorismo y la lista de indicios que apuntan a Venezuela como plataforma de ETA en Iberoamérica. Gibraltar, Venezuela y, siempre, Marruecos representan tanto el descrédito internacional del Gobierno socialista como su incapacidad para defender con determinación los intereses nacionales de España.

ABC - Editorial

viernes, 15 de octubre de 2010

Abucheos. Adriano y Zapatero. Por Agapito Maestre

Esa, en efecto, es la respuesta que debemos darle a los ideólogos del PSOE: "Si ustedes no están dispuestos a escuchar a los ciudadanos, entonces no gobiernen". Lárguense.

Resulta ridícula, casi patética, la pequeña discusión generada por los grititos del Gobierno contra el grito ciudadano del 12 de octubre, el día de la Fiesta Nacional. Penosos son todos los programas y columnas que discuten los "ideologemas" de Bono y la ministra del Ejército, de Zapatero o de la señora Pajín, sobre el momento más o menos oportuno y correcto para expresar una protesta contra el régimen político de Zapatero. Es tan anecdótico que el grito surgido del pueblo, de las bases de la ciudadanía, tuviera lugar en un determinado momento de la celebración del 12 de octubre como buscar "verdad" en las palabras de unos políticos que han hecho del engaño y, sobre todo, del sueldo que reciben del Estado su principal base de poder.

Lo decisivo, pues, fue la protesta surgida del pueblo. Recogida en un gran eslogan democrático que tanto me recordó la crítica de una ciudadana romana al emperador Adriano. Cuentan que el emperador Adriano paseaba un día por Roma de incógnito. Quería disfrutar del anonimato y de una mañana soleada de día de fiesta. Pretendía gozar de la calle como cualquier mortal sin poder. Pero, muy pronto, fue descubierto por una honrada ciudadana. Se trataba de una anciana que quería saber de los proyectos y soluciones de Adriano para mejorar la vida ciudadana. La buena mujer le preguntaba por todo, pero Adriano no le prestaba atención; el emperador quería ser sólo un ciudadano normalito.

Harto de las preguntas de la señora, y sin saber cómo quitársela de encima, Adriano exclamó: "¡Por favor, déjeme en paz; no tengo tiempo para usted!". A lo que contestó la vieja dama con no menos precisión: "Entonces, Adriano, no gobiernes". Pues esa, en efecto, es la respuesta que debemos darle a los ideólogos del PSOE: "Si ustedes no están dispuestos a escuchar a los ciudadanos, entonces no gobiernen". Lárguense. Eso es todo. Pero, si por el contrario, ustedes persisten en quedarse en el poder con la vieja cantinela de que son cuatro gatos los que protestan contra Zapatero, será menester que insistamos en lo sucedido el día de la Fiesta Nacional. Ese día surgió un grito de protesta de carácter democrático. No estaba organizado por ningún grupo político. Era un grito nacional, o sea, una forma de dignificar la ciudadanía.

Nadie dude de lo que quedará registrado de ese día en los anales del régimen político actual. Un historiador futuro de esta alevosa "democracia" escribirá:

El día 12 de octubre de 2010 la gente gritó: "Zapatero, dimisión". Allí por donde pasó ese día el presidente del Gobierno, ya fuera en la Plaza de Lima o por la Gran Vía de Madrid, el pueblo gritaba: "Zapatero, dimisión". Fue el eslogan de la protesta del día de la Fiesta Nacional. El resto es gana de perder el tiempo. O peor, mentir y ocultar la realidad.

Libertad Digital - Opinión

ETA-Chávez. La ofrenda de ZP a los caídos por España. Por Guillermo Dupuy

Vaya por delante que yo no abuchearía a Zapatero durante una ofrenda a los caídos por España; entre otras cosas porque tendría que recuperarme so pena de quedarme afónico y no poder seguir haciéndolo ya una vez pasado tan litúrgico trance.

Vaya por delante que yo no abuchearía a Zapatero durante una ofrenda a los caídos por España o en el momento de escuchar el himno nacional. Entre otras cosas porque tendría que recuperarme so pena de quedarme afónico y no poder seguir haciéndolo ya una vez pasados tan litúrgicos trances. Pero, sobre todo, porque considero que en esos solemnes momentos, el respeto a los españoles, tanto a los vivos como a los caídos, que quiero expresar con mis pitidos y abucheos al más incompetente y felón presidente de Gobierno de nuestra historia, debe tornarse en un profundo silencio.

Nada más lejos de mi intención, por tanto, que reprochar nada a los que no han distinguido los momentos para hacer una cosa y otra; entre otros motivos porque me consta que muchísimos de ellos desconocían lo que estaba sucediendo en el momento en el que inoportunamente pitaban. Y es que Defensa ha alejado tanto al público de la ceremonia que la ha hecho, en la práctica, invisible.


Por el contrario, lo que quiero denunciar en este artículo es la falta de respeto a los caídos por España que ha vuelto a mostrar Zapatero al pretender utilizarlos como parapeto frente a una más que merecida protesta contra él. Vamos, como si quienes silbaban a destiempo en esos momentos lo hicieran contra el himno nacional y contra quienes han dado su vida por lo que Zapatero llamó "concepto discutido y discutible". El inmenso caradura que nos gobierna los debe confundir con sus separatistas socios de Gobierno.

No es esta, sin embargo, la última muestra de desprecio a los españoles y a sus libertades que nos ha brindado quien, en su día, no tuvo empacho en prometer a ETA que "todo tendrá cabida, tenga el alcance que tenga" por "una tregua cuanto antes". Me refiero al nuevo y clamoroso abandono que Zapatero ha inflingido a nuestra administración de Justicia en sus vanos intentos de que el etarra Cubillas sea juzgado, ya sea en Venezuela, ya sea en España. Este jueves, el caudillo venezolano, en una nueva muestra de su protección a los terroristas, ha calificado este lógico y elemental requerimiento judicial como "una necedad a la que hay que hacer oídos sordos", al tiempo que la ha atribuido a una "conspiración internacional" orquestada principalmente por la "extrema derecha española". Eso, mientras su disciplinada televisión estatal calificaba a los terroristas de "refugiados vascos" y reiteraba las calumnias de su embajador en las que se acusaba a la guardia civil de practicar torturas.

¿Y cuál ha sido la reacción de nuestro presidente de Gobierno? Ninguna. El único que ha salido a la palestra ha sido el ministro de Justicia, Francisco Caamaño, pero no para defender a nuestras instituciones judiciales o a nuestra policía, sino para pedirnos "no polemizar en exceso con Venezuela".

Este es el respeto y la ofrenda a los caídos por España, especialmente a manos de la ETA, del presidente y de su Gobierno. Vamos, como para no abuchearlo.


Libertad Digital - Opinión

Al fin, una buena noticia. Por José María Carrascal

Ahora comprende uno por qué Chile lleva una ventaja considerable a las demás naciones hispanas.

¡QUÉ ganas teníamos de oír, publicar, comentar, aplaudir una buena noticia, después de tantas malas que hemos tenido últimamente! Y ninguna mejor que el rescate de los mineros chilenos, 33 hombres atrapados por la naturaleza en sus entrañas, para irlos digiriendo lentamente, como en la guarida de un monstruo. Salvados en una carrera contra el tiempo y los elementos, en la que el ingenio y la voluntad humana se aliaron, en vez de enfrentarse, como ocurre con más frecuencia de lo conveniente. Todo ello ante los ojos del mundo entero, que siguió la odisea en directo, hasta su feliz desenlace. Uno no sabe qué admirar más, la obra de ingeniería que representó la perforación de 700 metros o el temple de los mineros aguantando durante 69 días.

Aunque si tuviera que elegir, tras mucho pensarlo, eligiría la espectacular lección que Chile ha dado al mundo en general y al, hispánico en particular a lo largo de este rescate. Seguro que han contribuido muchos a la hazaña, desde la NASA a ingenieros norteamericanos, expertos en este tipo de rescates. Sin ellos, hubiese sido mucho lento y, puede, no tan feliz. Pero la actitud de los chilenos, empezando por los atrapados y sus familiares, ha sido la de un pueblo maduro, serio, responsable. Es muy posible que en el desplome de la galería hubiera habido culpas, que los directivos de la mina no hubieran tomado las debidas medidas de seguridad (ya había habido en ellas otros derrumbamientos), que los controles de la misma hubieran sido demasiado laxos. Pero en vez de ponerse a buscar culpables y a apuntarse con el dedo unos a otros —como solemos hacer en estos casos en la mayoría de nuestros países— los chilenos fijaron las prioridades desde el primer momento y se aplicaron a lo que tenían que hacer: sacar a los 33 atrapados del foso donde se encontraban, no importando las enorme dificultades que la empresa requería. Ya habría tiempo de encontrar culpables y dilucidar responsabilidades. Lo primero era lo primero.

Ahora comprende uno por qué Chile lleva una ventaja considerable a las demás naciones hispanas, pese a ser una estrecha franja de tierra montada sobre una cordillera, sin otras riquezas naturales que el cobre y los fosfatos, superexplotados: en vez de dedicarse a mirar al pasado y a echar la culpa de sus males y retrasos a gentes hace ya tiempo muertas, se han puesto a corregirlos a base de trabajo, esfuerzo y, sobre todo, unidad. Sintiéndose todos chilenos, no importan las diferencias étnicas, sociales e ideológicas que pueda haber entre ellos. Es la razón de que en la mina de San José haya habido tanta épica antigua como patriotismo moderno. Uno lo dice con un poco de envidia.


ABC - Opinión

De la Vega. El asombro del Turia. Por Emilio Campmany

Como esa inaugural y audaz amapola que nace entre el trigo a poco de ser cosechado, la primera socialista que acudió a la Cope al programa de Ignacio Villa fue doña María Teresa.

María Teresa Fernández de la Vega es un asombro por muchas razones. Lo es en el calendario porque, si para el vulgar ciudadano cada día tiene su afán, para ella cada jornada tiene su aliño indumentario único, su vestimenta concreta, su adorno preciso, su irrepetible apariencia. Su vestidor será como el sueño de una adolescente, algo así como un universo de prendas, una constelación de modelos. Aunque, bien pensado, para qué los va a guardar si no ha de repetir ninguno.

También asombra el color de su cabello, ese profundo dorado que un día lanzara al estrellato a Fanny Cottençon haciendo de sí misma en Fanny Pelopaja. No menos ocurre con su peinado, inalcanzable para los peines de un Llongueras, realizado, qué digo realizado, levantado, construido por las delicadas manos de Eduardo Manostijeras. La imagen podría dar a creer que la niña María Teresa, de retorno a su niñez y jugando a las peluquerías con las que tiene mamá en el costurero, hubiera creado del caos un armonioso conjunto de geniales trasquilones.


Con ser todo ello asombroso, no es lo único. Cuando un medio de derechas se quiere poner a bien con el PSOE, la primera evidencia que del trato asoma es De la Vega. Como esa inaugural y audaz amapola que nace entre el trigo a poco de ser cosechado, la primera socialista que acudió a la Cope al programa de Ignacio Villa fue doña María Teresa. Como esa inicial y atrevida golondrina que vuelve al nido escondido entre las tejas y el canalón, fue también ella la primera en visitar a Buruaga en la misma cadena. Y cual mariposa que revolotea de flor en flor, de conversión en conversión, acudió a visitar a los amigos de Veo7.

Tanto adorno, tanta apariencia, tanto afeite y tanto melindre para repetir en todos sitios las mismas majaderías, en la creencia de que los que escuchamos hemos de estar embobados ante su clase, distraídos e incapaces de atender a lo que dice. Yo, para poder seguir sus argumentos me tapé los ojos y con esta maña logré no distraerme con su luz y darme cuenta de que nada serio dijo. Primero amenazó con democratizarnos a protocolazos si se nos ocurría volver a abuchear a Zapatero. Otra cosa es llamar asesino a Aznar, quemar banderas nacionales y efigies del Rey y llamar a rodear las sedes del PP el día anterior a unas elecciones para hacerle responsable del mayor atentado terrorista de la historia de Europa. No, si para educación la de los socialistas. Luego, dijo que Zapatero dio el giro económico por propia convicción, porque le dio la gana, sin admitir presiones de nadie, como si todos los españoles no hubiéramos visto lo ocurrido. Y, finalmente, aclaró que lo de El Valle de los Caídos se está haciendo con total trasparencia y que no han tocado un resto humano, que el solo hecho de tener que desmentir tal necrofilia es ya un desdoro en sí mismo.

Lástima que los periodistas que la entrevistaron no pudieran, por educación, cerrar los ojos ya que, deslumbrados como quedaron por la donosura de la entrevistada, se olvidaron de repreguntar y quedaron encantados con lo que la dama les endilgó. En fin, para que la señora no diga que soy un maleducado reventador, le felicito en el día de su santo y le deseo que lo pase tan ricamente estrenando el modelo que hoy toque.


Libertad Digital - Opinión

Incapacidad para comprender. Por Fernando Fernández

El problema de este Gobierno a la hora de encarar la crisis: no les preocupa crear empleo, sino que los parados dejen de votarles.

LA economía sigue siendo la principal preocupación de los españoles. Más ahora, que cualquier atisbo de recuperación ha sido barrido por las lluvias de otoño. El Gobierno anda desconcertado y se divide entre los partidarios de un mayor ajuste que harían extensivo a las Comunidades Autónomas y los que critican la conversión capitalista de Zapatero y le reprochan haber abandonado todo discurso progresista. Entre estos últimos cunde la idea de restablecer puentes con los sindicatos, se necesitan sus votos y su cobertura ideológica, retirando el retraso en la edad de jubilación. De hacerlo coincidiendo con la colocación de bonos de la Generalitat entre particulares sería la peor campaña de relaciones públicas posible, porque recordaríamos a nuestros acreedores que tenemos un Gobierno débil y un problema fiscal sin resolver.

En estas vacilaciones, los ministros creen haber encontrado un filón en los abucheos al presidente y se lanzan como sabuesos a por una derecha para la que todo vale. Hay hasta a quien se le ha ocurrido un protocolo de fiestas que reservaría un tiempo y un espacio para los pitidos. Algo así como de 10:00 a 10:15 pitidos en el Campo del Moro, mientras las autoridades degustan un ágape. Tendría gracia, y sería digno de una película de Berlanga, si no hubiera cuatro millones y medio de parados que requieren atención.

El ministro Corbacho apura sus últimos minutos de sufrimiento y como siempre fue una buena persona a la que el cargo le vino grande, aprovecha para sincerarse. Se va orgulloso porque durante su mandato se ha alcanzado un elevadísimo nivel de cobertura del desempleo. Y con esa frase desvela, inconscientemente, el problema fundamental de este Gobierno a la hora de encarar la crisis. No les preocupa crear empleo, sino que los parados no sufran y dejen de votarles. No creen en la capacidad del tejido productivo privado para crear empleo, y como se les ha agotado el presupuesto, solo confían en que el subsidio aguante. Porque tampoco se atreven a tocar instituciones obsoletas del mercado de trabajo para no lesionar derechos adquiridos. Esta misma filosofía impregna el debate del cambio de modelo productivo. No creen en la capacidad del emprendedor español para buscarse la vida, identificar oportunidades, aprovecharlas, y al hacerlo generar empleo y riqueza. Prefieren al empresario clientelar, buscador de rentas, subsidios y desgravaciones. Al que pueden someter con una partida presupuestaria convenientemente amañada, como hacen con los partidos políticos cuando necesitan sus votos, como han hecho con el PNV, que se ha llevado siete de cada diez euros de investigación y desarrollo. Prefieren empresarios a los que puedan encerrar como a los manifestantes en un lugar secundario y permitirles que se desahoguen. Pero sin molestar a las altas instituciones del país que están pensando Han estado a punto de conseguirlo en la CEOE. Por eso no pueden entender la globalización ni la revolución tecnológica, porque sus expertos planificadores han analizado el modelo de negocio y han llegado a la conclusión de que será un fracaso. Les hace falta un gobierno mundial. Si no entendieron la mano invisible cómo van a entender el bit virtual o que la divisas puedan flotar libremente sin que alguien intervenga. Recuerden aquella frase del primer Zapatero. No puede ser que no haya
dinero, para esto hemos ganado las elecciones. Volverán a oírla muchas veces en versiones más sofisticadas ahora que se ha abierto el año electoral.


ABC - Opinión

Toque de oración. Por Alfonso Ussía

Abuchear al Presidente del Gobierno antes y después de un acto institucional es un derecho. Hacerlo durante su desarrollo y en el momento más solemne, una grosería. El toque de oración resume el homenaje a todos los soldados caídos con honor por España. Falta de educación pavorosa ante el Rey y los militares. Pero también lo es quemar banderas de España y mirar hacia otro lado.

Lo vengo diciendo desde años atrás. La Mili. El Servicio Militar formaba y educaba. Los que la hicimos sabemos muy bien lo que significa el toque de oración. En mis quince meses de servicio, allá en Camposoto, saludé emocionado al ocaso más de cuatrocientos días. Se arría la Bandera, e inmediatamente después, se oye el toque de oración. Nadie ordena ni vigila. Y cada militar, jefe, oficial, suboficial o soldado, se vuelve hacia el sol que se esconde y saluda en posición de firmes mientras dura el toque de oración, el recuerdo a nuestros muertos, el homenaje a sus sacrificios. Un minuto milagroso donde no se oye ni el viento.


Cuando el toque de oración se lleva a cabo en un acto militar que celebra la Fiesta Nacional, adquiere una solemnidad especial. Es el Rey el que deposita en el apoyo del mástil que domina la Bandera la corona de flores en recuerdo a los caídos. Lo hace junto a los familiares de los últimos héroes de España, militares y guardias civiles. Un toque de oración floreado que impone respeto, emoción y silencio. Y acompañan al Rey el Presidente del Gobierno democráticamente elegido por los españoles, nos guste o no nos guste, y los presidentes del Congreso de los Diputados y del Senado, las cámaras legislativas conformadas de acuerdo a la soberanía popular. En ese instante, no hay colores ni ideologías encontradas. Los colores son los de la Bandera de todos y el objeto de la solemnidad no es otro que recordar a nuestros muertos, de todos también. Quebrar la armonía de esta ceremonia con gritos, abucheos e insultos aprovechando el silencio imperante es una gamberrada, una clamorosa grosería. Otra cosa es abuchear al Presidente del Gobierno, en este caso con todo merecimiento, al llegar y al abandonar el lugar de la celebración. Pero enturbiar el homenaje a los caídos no tiene perdón, y mucho me extraña que los dirigentes del Partido Popular no hayan sido lo suficientemente claros y tajantes en la calificación de la irrespetuosa gansada.

Pero eso del nuevo protocolo para respetar a la Bandera y los caídos en los actos solemnes e institucionales me suena a broma, cuando llevamos décadas asistiendo con estupor a la calcinación sistemática de banderas nacionales por parte de los nacionalistas. La «puta España» de Rubianes. El «Yo soy Rubianes» pronunciado días después por Carmen Chacón, solidarizándose con el fallecido cómico. No es necesario protocolo alguno y sí una educación cívica que brilla por su ausencia, y que dejaron de recibir los jóvenes españoles cuando el Servicio Militar desapareció de entre los deberes y derechos de las nuevas generaciones.

Nadie que haya servido en un campamento, un cuartel, un regimiento o un buque de la Armada quiebra un toque de oración. Y si lo hace, es un malnacido. Consecuencias del antimilitarismo «buenista» y progre que tanto han cuidado y crecido las supuestas izquierdas durante años. Los pitos y abucheos, a su tiempo y en su sitio.


La Razón - Opinión

Abucheos. El protocolo de los sabios de Chacón. Por Cristina Losada

La ministra que defendió el derecho a ciscarse en la "puta España" casa mal con la que se horroriza de la ofensa a España perpetrada por los abucheadores.

La ministra de Defensa quiere un protocolo que impida los abucheos durante la Fiesta Nacional. Yo quiero uno que los impida todos salvo allí donde, según los entendidos, son indispensables, como en los toros, el teatro y la ópera. Pero no me harán caso y harán bien. Hay quien dice que una norma anti-abucheos es propia de una dictadura. Las dictaduras, sin embargo, no necesitan prohibir los abucheos. Va de suyo. De hecho, Franco, sin haberlos prohibido que yo sepa, no padeció ninguno. El protocolo de entonces eran las manifestaciones de adhesión. Quizá sea ése el modelo con el que sueñan nuestros socialistas, pero tampoco les ha ido tan mal con las pitadas del 12 de octubre.

Se diría, incluso, que este año se han puesto a alargar la resaca del abucheo más desafortunado. Como una no cree que se sientan heridos en sus sentimientos y menos en los patrióticos, piensa que quieren extraerle todo el jugo a la imagen fatal que replican los telediarios. Aquella en que suenan las notas tristes del homenaje a los caídos, el Rey deposita una corona, llora una mujer, familiar de un fallecido, y retumba el "Zapatero dimisión" del respetable. Uno va a abuchear al presidente con la mejor de las intenciones y se carga el instante más solemne del 12 de octubre. Es el riesgo de hacer pitadas en los actos institucionales. El riesgo de que le hagan pasar por un gamberro que no respeta ni a los militares muertos.

Ha de tener cuidado Chacón de no pasarse de la raya. Los actores pueden resultar convincentes en papeles diversos. En los políticos tanta versatilidad no funciona. La ministra que defendió el derecho a ciscarse en la "puta España" casa mal con la que se horroriza de la ofensa a España perpetrada por los abucheadores. Cierto que los escenarios eran distintos, pero si se invoca la libertad de expresión en un caso no queda otra que invocarla en todos. Ignoro qué protocolo puede impedir las pitadas. Si Chacón lo inventa, que lo aplique en esos partidos de fútbol que sus amigos nacionalistas aprovechan para armarla. Pero el único protocolo útil será el que ponga fin al encanallamiento de la vida pública propiciado por la política de confrontación del presidente.


Libertad Digita - Opinión

Un fanal para Zapatero. Por M. Martín Ferrand

La crítica no debe encubrirse con la máscara de la libertad de expresión y allanar todas las fronteras.

«EL futuro de Carme Chacón es esplendoroso», ha dicho José Montilla sin que le tiemblen las carnes ni los pulsos. Podría ser. Los griegos clásicos tardaron unos cuantos siglos en transitar del mito al logos. ¿Por qué tan notoria esplugense no puede hacer ese viaje en unas pocas semanas? Para empezar, como para demostrar su vocación titánica, la ministra de Defensa quiere articular y convertir en código el más viejo de los derechos consuetudinarios, el del pataleo. Quiere reglamentar el abucheo y corren rumores de que, en su arrebato reformista, puede llegar a meterle mano a la ley de la gravedad para que no nos perturbe la existencia más de lo debido.

No está bien, está muy mal, aprovechar un acto institucional en la celebración de la Fiesta Nacional y, en presencia del Rey de España y mientras se conmemoraba a los militares fallecidos en cumplimiento de su deber, proferir insultos y descalificaciones contra el presidente del Gobierno. La crítica no debe encubrirse con la máscara de la libertad de expresión y allanar todas las fronteras, incluso las de la buena educación; pero de ahí a un «protocolo» preventivo de la indignación popular y su expresión callejera media la distancia que separa a un Gobierno solvente y plenamente democrático del de José Luis Rodríguez Zapatero.


La autocomplacencia y el autobombo, dos licencias intolerables para un Gobierno que no es capaz de entreverar algún acierto entre sus muchos errores y disparates, está a la orden del día en el PSOE propiamente dicho y en sus franquicias autonómicas. A tal extremo hemos llegado que María Teresa Fernández de la Vega —¡tampoco el congrio es mal ave!— es capaz, también sin pestañear, de afirmar con la entereza y dignidad con la que un especialista de postín emite su diagnóstico sobre una enfermedad mostrenca: «Zapatero es el mayor activo del Gobierno y del partido». Ignoro si la vicepresidenta que riñe se expresa de ese modo en un alarde de humildad o en un arrebato de orgullo; pero sería tremendo, fatal, que tuviera razón.

Así las cosas, mientras la titular de Defensa estudia la dimensión conveniente para el fanal con el que pretende proteger a Zapatero, único «protocolo» antiabucheo equivalente al ingreso en el Cister, el Gobierno —lo que queda de él— sigue enjaretando despropósitos sin reparar en que cuando un grupo notable de personas vocifera enérgicamente, en lugar inadecuado y con evidente inoportunidad, es consecuencia de una educación deficiente en la escuela y en el hogar. Es el Ministerio de Educación el que puede erradicar los abucheos. Cuando lo hacen los guardias se suele llamar represión.


ABC - Opinión

Resignación diplomática

Si algo ha caracterizado a la diplomacia española en estos años de gobiernos socialistas ha sido la pérdida de peso en el contexto internacional, la incapacidad para marcar nuestra propia política y no ir a remolque de otros y el compadreo con regímenes muy poco recomendables hasta el punto de convertirse en auténticos abanderados de Cuba o Venezuela ante las democracias occidentales. La voz de España en los foros donde se toman las decisiones trascendentales ha sido casi inaudible. El crédito español bajo la presidencia de José María Aznar se esfumó porque el Gobierno se encargó de ello. Cuesta encontrar alguna decisión adecuada en política internacional más allá de aquéllas que fueron impuestas por el peso de los acontecimientos, como las participaciones en misiones internacionales. Que el principal legado de este Ejecutivo sea la Alianza de Civilizaciones lo dice todo. La peor noticia es, sin embargo, que esto no ha acabado y que nuestros intereses pueden verse aún más perjudicados en distintos frentes.

El contencioso por Gibraltar ha estado marcado por la resignación diplomática en la etapa de Rodríguez Zapatero. El error histórico que supuso la visita de Moratinos al Peñón en 2009, la primera de un miembro del gabinete español en tres siglos, y que de alguna manera modificó el estatus de la colonia, fue la consecuencia lógica de una política consentidora y entreguista que tuvo su episodio principal en la creación del Foro de Diálogo Tripartito con los gobiernos de España, Reino Unido y Gibraltar en 2004. Esa decisión supuso de facto reconocer el Peñón como elemento soberano.


De aquellos polvos han llegado luego los lodos de las irrupciones en nuestras aguas territoriales, los constantes rellenos en la colonia que poco a poco han ganado terreno en las playas españolas o los desplantes como el que Peter Caruana, ministro principal de Gibraltar, protagonizó ayer con la suspensión de las próximas reuniones técnicas del foro de diálogo por los incidentes entre la Policía gibraltareña y la Guardia Civil en aguas que rodean el istmo. El Gobierno marginó la reivindicación principal, la cuestión de la soberanía, hasta olvidarse de ella, y las consecuencias están a la vista.

Si Gibraltar es una nota negra en el balance diplomático de los socialistas, Venezuela representa más de lo mismo. El régimen de Chávez se ha convertido en un santuario para ETA sin que el Gobierno haya sido capaz de obtener de su «aliado» iberoamericano otra cosa que chulería y desconsideración. La protección del terrorista Cubillas y la respuesta del caudillo a las peticiones españolas –«a palabras necias, oídos sordos»–, con la negativa de la Fiscalía chavista a la extradición del pistolero incluida, debería ser más que suficiente para una contundente actuación diplomática, pero Moratinos está encantado con el trabajo «positivo» de Caracas contra la banda etarra.

Es un hecho que la política exterior española no invita a la tranquilidad ni genera confianza, porque ha prestado un flaco favor a los intereses generales de la nación. En realidad, Gibraltar y Venezuela son el paradigma del papelón diplomático diario de este Gobierno.


La Razón - Editorial