sábado, 16 de octubre de 2010

Un líder sin escrúpulos. Por Edurne Uriarte

«Es una barbaridad», «es inadmisible», son dos valoraciones del acuerdo final de Zapatero con el PNV para garantizar su continuidad en el poder hasta 2012 que no surgen de la oposición sino de las propias filas del PSOE. Del PSE, como informaba ayer «El Correo». En la misma línea de las primeras reacciones ciudadanas a la cesión total de Zapatero a todas y cada una de las exigencias del PNV. En los foros de internet de los medios de izquierdas, por ejemplo. «Más de 30 años luchando para que en Euskadi gobierne un partido no nacionalista y ahora Zapatero le regala el poder al PNV. ¡Os va a votar vuestro padre!», decía uno. O «El PSOE y Zapatero cederían Andalucía a Bin Laden con tal de mantenerse en el poder». El tono del 80% de los comentarios en dichos foros da una idea de que esta última maniobra de supervivencia de Zapatero tendrá un coste nefasto para él. Le permitirá mantenerse un año y medio más en La Moncloa, pero a cambio de un deterioro de él mismo y de su Gobierno que harán mucho más trágica la caída final. Algo que evidencia lo obvio. Que se trata de un acuerdo forzado por la voluntad de Zapatero de continuar en el poder, pero contrario a los intereses del propio PSOE, además de a los intereses nacionales.

Lo más letal para el liderazgo de Zapatero es, de hecho, la traición al PSE. La humillación de Patxi López y el golpe mortal a la imagen y legitimidad del Gobierno vasco. Lo que le deja ante los suyos como un líder sin escrúpulos capaz de sacrificar a los propios compañeros de partido. Y a cambio de intereses puramente personales.

El discurso oficial, «es bueno que el PNV se integre en la gobernabilidad», acatado disciplinadamente por el PSE, no hace más que prolongar su humillación en ridículo. Y pone al PP vasco en la necesidad de revisar su apoyo so pena de verse arrastrado al mismo ridículo.


ABC - Opinión

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