sábado, 16 de octubre de 2010

Zapatero vende a Patxi López por un plato de lentejas. Por Federico Quevedo

Y todo ello con el único fin, que justifica estos medios, de arañar unos meses más su permanencia en el poder. El acuerdo alcanzado por el Gobierno con el PNV para aprobar los Presupuestos del año 2011 tiene una doble lectura. Por un lado, en clave de la política vasca, damnifica al lehendakari Patxi López, oxigena al PNV y encumbra a Antonio Basagoiti. Por otro, en clave de política nacional, alarga unos meses más la agonía de Rodríguez y nos condena a seguir inmersos en una crisis cuya salida cada vez está más lejos porque, de hecho, lo que hace el Pacto es dar carta de naturaleza a unos Presupuestos que nadie cree y en los que nadie confía, ni siquiera el propio PNV, que lo único a lo que aspira es a cerrar el traspaso de las transferencias pendientes al País Vasco para rentabilizar esa victoria electoralmente. Tan es así que los nacionalistas vascos tenían preparada su propia enmienda a la totalidad por si acaso el acuerdo no se cerraba a su agrado, lo cual indica la confianza que la totalidad del Parlamento tiene en las cuentas del Estado para el año que viene, que van a ser las que más enmiendas a la totalidad reciban, al menos de las que hasta ahora ha presentado el Ejecutivo de Rodríguez.

Pero Rodríguez, que está políticamente muerto y lo va a estar más después de las elecciones catalanas, necesitaba ese acuerdo para conseguir una prórroga que lo mantuviera unido a la máquina de respiración asistida durante unos cuantos meses más, y estaba dispuesto a firmar lo que fuera con tal de obtenerla. De hecho, es más que probable que haya parte de ese acuerdo que todavía permanezca bajo el epígrafe de top secret y que tenga mucho que ver con lo que ocurra en el País Vasco tras las municipales de mayo, y con la negociación encubierta con ETA a pesar de que ambas partes se hayan empeñado es desligar el pacto de ese condicionante. Lo cierto es que quien sale más perjudicado por esta nueva vuelta de tuerca de Rodríguez a la política autonómica es su compañero de filas y actual lehendakari, que ve como el principal partido de la oposición en el Parlamento Vasco le roba el protagonismo en la negociación con el Gobierno central, que es de su mismo partido. Vamos, que Rodríguez ha dejado a López en pañales sólo por una ambición personal, lo cual dice mucho del personaje. En fin, lo que ya sabíamos, solo que hasta ahora practicaba con sus adversarios; ahora también con los de sus propias filas. Un angelito.

«Ése era el objetivo de los nacionalistas, poder hacer una campaña en la que quedara claro que, a pesar de no gobernar, siguen siendo ellos los que consiguen beneficios para el autogobierno vasco.»

Los próximos meses pueden ser un calvario para Patxi López, viendo como el PNV rentabiliza de cara a las elecciones de mayo su acuerdo con Rodríguez. Ése era el objetivo inmediato de los nacionalistas, poder hacer una campaña en la que quedara claro que, a pesar de no gobernar, siguen siendo ellos los que consiguen beneficios para el autogobierno vasco y, por lo tanto, es a ellos a los que hay que votar y no al PSE. La campaña puede serles rentable de cara a conseguir una posición dominante en las tres diputaciones forales, lo que pondría en un serio aprieto el pacto de socialistas y populares porque, y esta es la parte que puede responder al pacto bajo la mesa, es más que probable que el PNV haya exigido a Rodríguez como pago por su apoyo más allá de la tramitación presupuestaria el que el PSE les garantice el poder foral. De ser así, y si López traga, el pacto con el PP estaría muerto. Y eso, lejos de perjudicar a los populares, lo que hace es encumbrar a su líder, Antonio Basagoiti, que se erigiría como el único referente del constitucionalismo y la responsabilidad, en detrimento del apoyo electoral a los socialistas que verían muy mermadas sus posibilidades de volver a gobernar en Euskadi, salvo como partenaire del PNV.

Pero si el plato de lentejas le permite aguantar algo más a Rodríguez, aún a costa de dañar la imagen del actual Gobierno vasco, quizá lo más grave es esa condena que antes mencionaba a seguir inmersos en una profunda crisis de la que cada vez vemos más lejana la salida, allá por el 2017 o más. Los Presupuestos que va a avalar el PNV porque a los nacionalistas les da igual las consecuencias ya que solo se preocupan de su propio beneficio, no es que sean malos, es que son un auténtico horror, además de una farsa y un engaño. De entrada, el propio Ejecutivo miente cuando afirma que la tendencia de aumento del desempleo se va a corregir en los próximos meses y en los mismos Presupuestos nos anuncian más paro para 2011, con una tasa próxima al 20%. El engaño no queda ahí: el Gobierno ha estimado una tasa de crecimiento, el 1,3%, que ningún organismo internacional respalda ya que sitúan ese crecimiento entre el 0,6% y el 0,8%, muy por debajo de la previsión gubernamental fundamentada a su vez en la esperanza en una reactivación del consumo que, lejos de recuperarse, presenta un encefalograma plano. Tan solo la constatación de que el Gobierno peca de un optimismo exagerado conduce a afirmar que va a ser imposible cumplir las previsiones de ingresos, luego eso también convierte en papel mojado la estimación de déficit para 2011. Y los mercados, que nos tienen en su punto de mira, lo saben.

Más impuestos a las clases medias, falsa austeridad, la congelación de las inversiones productivas, el incremento del coste de la deuda y de las cuantías de las prestaciones por desempleo fruto de la alarmante tasa de paro, el recorte en el gasto social y en las políticas de dependencia, la merma en la financiación autonómica que pone en riesgo la prestación de servicios públicos esenciales, la mayor desigualdad y la resignación a no adoptar políticas activas que favorezcan el crecimiento… Ese es el resumen que puede hacer de las cuentas del Estado para 2011. Una auténtica chapuza de la que solo sacan tajada los nacionalistas vascos y un Rodríguez comatoso dispuesto a llevarnos a todos a la ruina y a su partido a la peor catástrofe electoral que puedan imaginarse. Pero es lo que hay.


El Confidencial - Opinión

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