miércoles, 1 de junio de 2011

Pulgas y serpientes. Por Alfonso Ussía

Las pulgas han invadido el campamento de los que no hacen nada. Las serpientes se han adueñado de las tierras vascas. Urkullu, el tiro –nunca mejor escrito–, por la culata. Los acampados en Sol han dejado de interesar. Son los tostones de Sol. Las serpientes se mueven. Ha vuelto el terror y la amenaza a muchas localidades de las provincias vascongadas. Como si en los límites territoriales del País Vasco hubieran abierto centenares de cajones repletos de ofidios. Los responsables de la apertura tienen nombre y apellidos. Pascual Sala, Eugeni Gay, Elisa Pérez Vera, Luis Ignacio Ortega, Pablo Pérez Tremps y Adela Asúa Batarrita. Ocupan un lugar preferente en las páginas negras de nuestra libertad. Quizá les interese conocer a Carlos García, que ocupa un lugar de honor en las páginas heroicas de nuestra convivencia. Carlos García era concejal del Partido Popular en Bilbao. Se presentó en Elorrio, una localidad vizcaina gobernada por ANV hasta el pasado 22 de marzo. Pagó de su bolsillo la campaña electoral, sobreactuada de insultos y amenazas. Quizá les interese a esos seis lamentables personajes saber que los apoderados de «Bildu» mostraban en los colegios electorales fotografías de terroristas etarras estampadas en sus camisetas. Carlos García, con tesón y valentía ha conseguido un acta de concejal de Elorrio. Tiene la llave de la gobernación del áspero municipio. Seis concejales del PNV, seis de «Bildu» y él. Carlos sabe que se juega la vida. Lo ha asumido. Entre serpientes. Las pulgas sólo pican, y gustan de la mugre y la suciedad. Las serpientes han matado a mil inocentes y volverán a hacerlo cuando les llegue el dinero de los municipios y las diputaciones. De ser justos, que no lo son, los seis magistrados del Tribunal Constitucional que han abierto las cajas de las víboras enroscadas en el hacha, harían bien en prescindir cada uno de un escolta y encomendarles la seguridad de Carlos García. Aquí en Madrid, y después del favor concedido, ellos no necesitan que los cuiden. De ello se encargan sus favorecidos. Pero Carlos García, que va a apoyar, aunque no lo merezca, al PNV, y va a alejar de los proetarras la alcaldía de Elorrio, necesitará esos seis escoltas como mínimo para poder desarrollar la labor que sus votantes le han encomendado. Quizá les interese a los magistrados anteriormente relacionados, saber que los votantes del PP y del PSE en muchas localidades vascas no podían elegir libremente su papeleta en el colegio electoral, y tenían que llevarla desde su casa. No creo que les interese conocer a Carlos García, pero podría ofrecerle toda suerte de datos y hechos acontecidos que podrían avergonzarlos. Gracias a esos seis encantadores magistrados, «Bildu» va a controlar los impuestos, las cuentas corrientes y los domicilios de los contribuyentes vascos. Pulgas en Madrid que no pican a Rubalcaba ni a la Delegada del Gobierno y serpientes enroscadas en mil hachas ensangrentadas en el País Vasco. No dejen pasar la ocasión, señores magistrados y llamen a Carlos García. Él les contará con ejemplar sencillez las nefastas y terribles consecuencias de su decisión. Verán a un hombre como la copa de un pino que lucha en soledad por defender la libertad y la democracia en la tierra de los vascos. Resulta emocionante su palabra. Ejemplar. Grandiosa. Ya que no las serpientes, les deseo que al menos, les pique alguna pulga.

La Razón - Opinión

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