viernes, 11 de marzo de 2011

Zapatero como programa. Por Ignacio Camacho

Por mucho que el PSOE reprograme su campaña no podrá eludir el debate sobre la retirada de Zapatero.

NI avances autonómicos ni servicios municipales: el verdadero programa electoral del PSOE va a ser la retirada de Rodríguez Zapatero. El debate sobre la más que probable renuncia del presidente se ha convertido en el tema único de la campaña, y tanto si la anuncia antes de las elecciones como si permanece en silencio será inevitable que el asunto monopolice el debate político. De momento ya ha obligado a José Blanco a modificar el diseño de la estrategia del partido, disparando las especulaciones al suprimir el tradicional mitin masivo de Vista Alegre; pero por mucho que los socialistas intenten reprogramar sus planes no podrán eludir la cuestión que en estos momentos absorbe el interés político. Les guste o no están atados a esa decisión que condiciona por completo su futuro y no la van a poder esconder con una campaña de perfil bajo centrada en los candidatos territoriales.

Si Zapatero continúa sin revelar su decisión hasta el 22 de mayo el PSOE va a sufrir un bombardeo de concentración sobre la figura de su líder, convertido en un sparringde la oposición, y los ciudadanos irán a las urnas en el estado de cabreo o de decepción que reflejan las encuestas; tanto la ira como el desencanto garantizan un fuerte voto de castigo capaz de aplastar el tirón de los mejores aspirantes locales, que ahora mismo contemplan con frustración resignada la posibilidad de compartir mítines con el detestado presidente envuelto en una atmósfera de interinidad brumosa. A todos les aliviaría sobremanera el anuncio anticipado de retirada para aflojar la presión de una campaña agónica en la que resulta utópico esquivar una realidad que la sociedad tiene bien presente. El inconveniente de esa hipótesis reside en que dejaría la cuestión sucesoria, resuelta o no, en el eje del debate con toda su inevitable alharaca mediática y política, pero a día de hoy se trata de un mal menor para las agobiadas huestes de la socialdemocracia. De un modo o de otro, las elecciones autonómicas y municipales están condenadas a solaparse bajo el endiablado ruido de la escena nacional.

Los partidarios de una renuncia anticipada, que son clara mayoría en el partido, arguyen además que el presidente reforzaría la independencia de su criterio si comunica la decisión antes de la jornada electoral, en la medida en que no parecería consecuencia de la previsible derrota. Es un argumento sensato pero en este proceso la lógica objetiva no parece un elemento válido de análisis. Todo depende en exclusiva del propio Zapatero y eso no es exactamente una garantía de coherencia. En ese marco de incertidumbres, presunciones y atisbos, la campaña socialista es un trayecto a ciegas en el que los dirigentes habrán de conducir con los ojos vendados sabiendo que hay un camión de gran tonelaje atravesado de forma irreversible en medio de la carretera.


ABC - Opinión

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