viernes, 11 de marzo de 2011

En caídal libre. Por M. Martín Ferrand

No sé si España, para salir del hoyo financiero, necesita cien mil millones de euros, el doble o la mitad.

TRANQUILOS, aquí nunca pasa nada. La carencia de una auténtica acción gubernamental y la ausencia de una sólida reacción alternativa por parte de la oposición hacen de España un país átono, sin pulso, en el que los parados se cuentan y la ruina se contabiliza sin que a los afectados se les advierta la ira ni a los responsables les tiemble un solo músculo de la cara. Para tener noticia de lo que nos pasa tenemos que recurrir a las llamadas agencias de rating, o calificación de riesgos, como nuestros abuelos buscaban su propia identidad en las crónicas de los viajeros anglosajones que nos trajo el Romanticismo, abundaron en la Guerra Civil y no mermaron en el entorno folclórico del franquismo: los curiosos impertinentes que tiene censados Tom Burns Marañón.

Ahora, la Agencia Moody's, que se reparte el cotarro mundial con sus homólogos Standard & Poor's y Fitch, acaba de rebajar el rating del Reino de España. Ya no somos Aa1, sino que nos hemos quedado en Aa2. Y continuará la decadencia en la medida en que al Gobierno se le vayan en suspiros cuanto no en lágrimas. Pero, ya digo, tranquilos. Aquí no pasa nada. Mañana, en la cumbre comunitaria de Bruselas nuestros socios y vecinos volverán a pasmarse ante la situación portuguesa, que ya ofertaba ayer deuda pública cercana al 8 por ciento y, con ello, nos colocaba a nosotros en el primer puesto de la lista de espera para algo que será inevitable si no se aplican medidas equivalentes a las que están permitiendo a países, como Alemania, salir de la crisis, remontar el paro y enfrentarse al futuro con mucho esfuerzo, sobredosis de rigor, abundancia de sacrificios y poquísimos lamentos.

No sé, y parece que no lo sabe nadie, si España, para salir del hoyo financiero, necesita cien mil millones de euros, el doble o la mitad; pero las Cajas se maquillan y encubren unas con otras sin el enérgico y conveniente zarandeo. Está más claro que sin un crecimiento económico acelerado no habrá soluciones eficaces para remediar el paro. Pero lo único que consta es que Zapatero está triste, como la princesa del cuento; Elena Salgado, pobrecita, airada porque los de Moody's no tienen paciencia y los demás integrantes del pintoresco equipo del Gobierno más atentos a las peripecias electoreras que a la función que se les supone. En ese ambiente, mientras unos mangan y otros trepan, los trabajadores de AENA ponen en veremos la temporada turística, la única industria nacional no averiada del todo, como para simbolizar que el zapaterismo ha caducado y que si no pierde más retos es porque no se le presentan. No pasa nada, todos tranquilos. Rajoy incluido.


ABC - Opinión

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