domingo, 6 de febrero de 2011

La caja negra. Por Ignacio Camacho

Una trama de saqueo encastrada en el régimen andaluz manejaba el dinero sagrado de la solidaridad social.

LA trama estaba en el corazón del sistema. No en los aledaños ni en la periferia, en ese espacio indeciso de la Administración donde pululan los conseguidores y traficantes de influencias; esta vez se trataba de una «caja B», una contabilidad oculta que financiaba un gigantesco fraude en los fondos de Empleo de la Junta de Andalucía. El caudal de socorro a las empresas en crisis, el dinero sagrado de la solidaridad social. Lo transferían en cuentas opacas para eludir la publicidad obligatoria y se lo repartían entre «personas de confianza» (sic) a través de beneficiarios ficticios, de jubilados de paja; más de seiscientos millones de euros en diez años. Y todo ello «con el conocimiento indiciario de la autoridad laboral», dice la jueza instructora, es decir, con la complicidad presunta de responsables políticos del régimen socialista andaluz.

Esta vez no pueden mirar para otro lado. Al margen de los cargos intermedios vinculados directamente al saqueo, al menos dos ex consejeros de la Junta están irremediablemente afectados por la responsabilidad política. Y dos presidentes, Griñán y Chaves, obligados sin excusa posible a dar explicaciones de lo ocurrido bajo su mando directo. No valen las evasivas conspiranoicas ni las coartadas irrelevantes; se trata de seiscientos millones de euros administrados —malversados, en este caso— por sus Gobiernos, por sus colaboradores directos, por los miembros de su equipo y de su organigrama. Se trata de una red de financiación ilegal organizada desde la propia Junta, desde el aparato de poder que durante treinta años funciona como una máquina clientelar de enchufes, favoritismos, manejos partidistas y corruptelas enquistadas. Y afecta a una de las parcelas más sensibles ante la opinión pública en plena recesión: la de la protección social y las ayudas a expedientes de regulación de empleo. El dinero de los despidos y prejubilaciones, desperdigado en desaprensivos bolsillos de conseguidores, oportunistas y jugadores de ventaja encastrados en los pasillos de la administración autonómica.

La respuesta, sin embargo, ha sido decepcionantemente sectaria. Nada de dimisiones, nada de disculpas, ni siquiera nada de exculpaciones. La única reacción oficial registrada hasta ahora ha sido la apertura de un expediente de expulsión del PSOE…¡al ex director general que ha denunciado la trama ante el juzgado! Es decir, al único socialista que, aunque bajo imputación procesal, se ha atrevido a tirar de la sucia manta que cubría la caja negra del fraude. Pero el enroque sectario no servirá. Hay varios detenidos y hay una juez independiente dispuesta a desenredar el hilo que surgió del escándalo de las subvenciones de Mercasevilla, un auténtico cenagal. El régimen viciado por abuso de poder se desmorona y el hieratismo de Griñán, político de moqueta, no basta para contener los escombros.


ABC - Opinión

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