miércoles, 22 de diciembre de 2010

Zapatero Privé. Por Edurne Uriarte

En grave crisis, es una irresponsabilidad la conversión del asunto del liderazgo de Zapatero en algo privado.

Así titulaba Juan José Millás un lujoso despliegue de exaltación de la personalidad de Rubalcaba publicado en un dominical. Convertido Rubalcaba en personaje glamouroso de las páginas de entretenimiento del fin de semana. Y así se ve Zapatero a sí mismo, seguramente desde el inicio de su primer mandato, cuando saboreó los placeres del protagonismo de los medios de comunicación y de la sumisión de su entorno. Como una estrella mediática y no como un político dependiente de las exigencias de los ciudadanos y de las necesidades de su partido.

Por eso trata su posible sucesión, «ya lo he decidido, lo saben mi mujer y una persona del partido», como si fuera un asunto privado, quizá un proyecto profesional, un cambio de residencia o, simplemente, un viaje de navidad. Completamente ajeno, el mal del poder, al hecho de que su continuación o sucesión es un asunto nacional que concierne a todos los ciudadanos. Y que no debería depender de su voluntad sino, sobre todo, de la voluntad de esos ciudadanos.


En una situación de grave crisis nacional en la que el cuestionado y maltrecho liderazgo de Zapatero es uno de los ingredientes de esa crisis, es una irresponsabilidad, no ya una frivolidad, la conversión de su liderazgo en un asunto privado. En intimidades que comparte con su mujer, con su amigo más cercano, mientras la crisis sigue ahogando a un país atrapado en sus decisiones y en su poder.

Al igual que su propio partido, por otra parte. Pero ese es otro asunto que sí está en manos de ese partido, si así lo desea y decide. Pues la disciplina y el inmenso poder otorgado al líder son mecanismos para el funcionamiento eficaz que se pueden dejar en suspenso, cuando el líder en cuestión va camino de hundir al partido. Destruidas las expectativas electorales, erosionada la marca, mientras el responsable alimenta su particular Zapatero Privé.


ABC - Opinión

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