martes, 5 de octubre de 2010

Zapatero ha 'muerto', ¿debe estar preocupada Esperanza Aguirre?. Por Federico Quevedo

La primera lectura del resultado de las primarias del pasado domingo en el PSM ya la ha hecho todo el mundo, de izquierdas, de derechas y medio pensionistas: ha perdido Rodríguez. De eso ya no le cabe la menor duda a nadie, y menos que a nadie al propio Rodríguez, que a estas alturas ya sabe que su proyecto político está finiquitado, y que la puntilla se la ha dado no Tomás Gómez, sino la propia militancia del PSOE madrileño, es decir, los suyos. Porque, no se equivoquen, aquí lo importante no es si Tomás Gómez le ha ganado a Trini, sino el hecho de que en Gómez la propia militancia socialista ha personificado el rechazo a Rodríguez, a su vez personificado en Trinidad Jiménez. Los barones socialistas deben estar poniendo sus barbas a remojar, porque si eso es lo que le ha ocurrido a la candidata de Rodríguez en unas primarias internas, qué no les va a ocurrir a ellos en unas elecciones abiertas cuando sea el electorado el que simbolice en los señores Barreda, Griñán, Areces, Vara y compañía el rechazo a Zapatero. Un rechazo que ya es algo más que eso: la gente tiene unas ganas de aquí a Lima de darle una patada en salva sea la parte y darle al país la oportunidad de resurgir de las cenizas del incendio que ha provocado este pirómano de la política.

En cierta ocasión ya dije que Rodríguez estaba muerto -políticamente hablando, se entiende- y que hiede. Si quedaba alguna duda, el domingo su defunción se hizo más evidente que nunca, y ahora lo que ocurre es que en el socialismo se ha abierto la veda para quedarse con los restos de su propio naufragio y, con ellos, intentar construir lo que ya todo el mundo llama el ‘post-zapaterismo’. La manera en que esto se lleve a cabo, la iremos descubriendo en los próximos meses. De entrada, las elecciones catalanas van a ser un elemento más en la derrota definitiva del zapaterismo y servirán para enterrar un poco más hondo tanto a su líder político como la herencia que deja a sus sucesores. A partir de ahí, puede pasar de todo, incluso que a Rodríguez le convoquen los suyos unas elecciones generales anticipadas a finales del mes de febrero, con el único fin de dar por perdido el poder central pero intentar salvar los muebles en clave de poder autonómico y municipal. No hacerlo así supondrá el riesgo añadido de la pérdida de poder en los tres niveles, ya que el electorado castigará al PSOE en mayo, pero volverá a hacerlo en las generales y eso puede llevar a los socialistas a una situación francamente desesperada en términos de poder y de pérdida de cargos públicos, con lo que eso significa de gente que se quedaría en la calle con una mano delante y otra detrás.

«Desde el domingo, Gómez es alguien, y alguien que además se ha enfrentado a Rodríguez y le ha ganado, y eso puede tener una traducción en términos de votos.»

Pero esto es a lo que ha conducido Rodríguez a su partido, y allá ellos y lo que quieran hacer para evitarlo, aunque no les vendría nada mal a muchos pasar por lo mismo que están pasando millones de españoles gracias a la incompetencia y la malicia de Rodríguez: el paro. La segunda lectura cabe hacerla en clave de lo que pueda pasar en las próximas elecciones autonómicas, y debe servir de aviso serio para el PP. Hasta el domingo, o mejor dicho, hasta que este verano pasado Gómez le plantó cara a Rodríguez, el líder de los socialistas madrileños no era nadie. Incluso era menos que nadie, y, sinceramente, era muy difícil que pudiera preocupar lo más mínimo a Esperanza Aguirre. Pero desde el domingo, Gómez es alguien, y alguien que además se ha enfrentado a Rodríguez y le ha ganado, y eso puede tener una traducción en términos de votos. No creo que llegue hasta el punto de evitar la victoria del PP en Madrid, pero ahora Esperanza Aguirre no puede permitirse ningún lujo. Es verdad que quedan todavía nueve meses, y que es más que probable que en ese tiempo el ‘factor Gómez’ se desinfle, y que también acabe por pasarle factura ese desastre llamado Rodríguez como al resto de barones socialistas, pero si el PP quiere evitar contratiempos, más le valdría contribuir desde hoy mismo a desinflar ese globo hinchado artificialmente y que, al igual que el propio Rodríguez, no está lleno más que de aire, el aire de la demagogia recubierto de la goma de la radicalidad.

El Confidencial - Opinión

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