martes, 5 de octubre de 2010

ETA. ¿Qué sabe Chávez para que Zapatero calle?. Por Guillermo Dupuy

Si hay un mandatario extranjero que tiene conocimiento pormenorizado y de primera mano de a qué vergonzosos extremos llegó el Gobierno de Zapatero en sus tejemanejes con la banda terrorista, ése es Hugo Chávez.

No hacía falta que los terroristas del comando Donosti detenidos el pasado miércoles lo confesaran, tal y como han hecho este lunes ante el juez Ismael Moreno, para saber que Venezuela, desde hace años y con el beneplácito del régimen chavista, se ha convertido para los etarras tanto en un balneario como en un campo de entrenamiento y de asesoramiento de organizaciones terroristas amigas como las FARC. La policía española y los medios de comunicación lo sabían desde hace mucho tiempo, tanto por documentación intervenida a ETA en Francia, como por el disco duro del ordenador del jefe de las FARC Raúl Reyes, como por testimonios recogidos en Bogotá por agentes españoles a ex narcoterroristas como fueron entrenados en armas y explosivos por miembros de la ETA en la selva venezolana.

A eso hay que sumar las públicas y reiteradas negativas del Gobierno de Chávez a extraditar a etarras, como el "Fanecas" que fue detenido en marzo en Francia, o Arturo Cubillas, etarra al que Chávez han concedido no sólo la nacionalidad venezolana sino también un alto puesto en su administración.


Pese a ello, el Gobierno de Zapatero tuvo la desvergüenza de fingir "sorpresa" cuando el pasado mes de marzo un auto del juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, denunció abiertamente la "cooperación" del Gobierno venezolano en la alianza entre ETA y las FARC, y reveló cómo militares venezolanos escoltaron en 2007 a etarras que iban a impartir "cursillos" a los terroristas colombianos. Ahora ni eso. Ahora el Gobierno de Zapatero ni siquiera ha comentado la noticia. Simplemente calla y hace, más que nunca, el avestruz ante la alianza del gorila rojo y la serpiente etarra.

A algunos no les sorprenderá este mutismo, tratándose de un Gobierno que ha hecho de la debilidad y la cesión la seña de identidad de su política exterior y que por no irritar, por ejemplo, a Marruecos califica de "inoportuna" hasta la visita de un dirigente español a un territorio español como Ceuta o Melilla. Pero es que, en este caso, se da además la circunstancia de que se trata de un Gobierno que, con la excusa de la "paz", ha llevado a cabo un proceso de colaboración con ETA, a la que además de prometerle públicamente que "todo tendrá cabida, tenga el alcance que tenga", le ha brindado capítulos tan bochornosos como el del chivatazo policial a su aparato de extorsión.

A este respecto, no tengan ustedes dudas de que si hay un mandatario extranjero que tenga conocimiento pormenorizado y de primera mano de a qué vergonzosos extremos llegó el Gobierno de Zapatero en sus tejemanejes con la banda terrorista, ése es Hugo Chávez. El traslado constante de miembros de ETA desde México y Francia a Venezuela, detectado en los últimos años por los servicios de inteligencia, ha podido facilitar al caudillo venezolano un enorme caudal de información; más aun si tenemos en cuenta que el alto cargo de su Gobierno, el etarra Cubillas, era precisamente la persona que, según confesión de los propios terroristas ahora detenidos, les recogió y les dio cobijo durante el tiempo que pasaron en los "cursillos" en Venezuela.

Algunos dirán que esto no es más que una hipótesis por mi parte y, ciertamente, lo es. Pero tiene, sin embargo, todo el fundamento viendo el escandaloso silencio que mantiene el Gobierno español ante unos hechos tan graves y tan acreditados que exigirían, como mínimo, una protesta y una inmediata llamada a consultas de nuestro embajador en Caracas. Sin embargo, Zapatero, aun dado por cierto que no ha vuelto a las andadas en su negociación con ETA, no puede correr el riesgo de que un temperamental y deslenguado dirigente como Chávez diga lo que sepa. Ya no habría posibilidad de lanzarle un "por qué no te callas". Por eso, Zapatero prefiere ser el que calla.


Libertad Digital - Opinión

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