sábado, 11 de septiembre de 2010

Mundo en vilo. Por Hermann Tertsch

El 11-S ha tenido infinita mayor repercusión que la llegada del hombre a la Luna.

Nueve años se cumplen hoy de aquel día, el 11-S en la que todos pudimos intuir que asistíamos en directo por TV a un punto de inflexión en la historia. Somos los primeros seres humanos a los que esto sucede. Algunos señalarán que el primer paso humano sobre la faz de la luna fue ya precedente de un hito en la historia de humanidad al que ya pudimos asistir como público consciente de su trascendencia para la especie. Pero nadie cuestionará el hecho de que las consecuencias del trágico 11-S del 2001 han tenido, hasta ahora al menos, infinita mayor repercusión que aquel instante de gloria del ser humano en el que puso por primera vez pie fuera de nuestro planeta. Todo ha cambiado desde entonces. No llevábamos aun dos años en el nuevo milenio cuando todo el optimismo en el mundo quedó abolido tras un par de horas de TV en directo. Hasta los más sobrios o ufanos debieron comprender que tras lo visto nada volvería a ser como antes. Y que los efectos de aquellas explosiones, de los incendios y las nubes tóxicas barriendo las calles de Manhattan, llegarían hasta los rincones más recónditos del globo; muchos aún no tenían noticia de que entrábamos, y ellos con nosotros, en un nuevo tiempo.

El mundo desarrollado aún tenía vagos referentes del miedo global que se vivió durante las Guerra Mundiales. Como en Europa persistió durante siglos la memoria del miedo que reinó durante las guerras de religiones durante treinta años en el siglo XVII, en los que la seguridad era bien inalcanzable y la muerte sorpresa esperada siempre al acecho. Eran memorias lejanas bajo la convicción de que en nuestro mundo nada parecido era posible. Una década antes había caído el mundo bipolar y todo el globo parecía embarcado en una causa de democracia y seguridad compartida. Hoy sabemos que aquello era un mito y que habremos de vivir con zozobra, con la única certeza de que nuestro bienestar y nuestra seguridad están en vilo.


ABC - Opinión

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