sábado, 11 de septiembre de 2010

De la intolerancia

Casi una década después del 11-S, la tolerancia religiosa no ha progresado nada en buena parte del mundo.

LA libertad tiene un precio. Y en ese precio puede ir incluida una Primera Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos que protege la libertad de expresión hasta el punto de que no sea punible quemar ni el Corán ni la bandera de los Estados Unidos, por ejemplo. Pero el incidente provocado por el «pastor» Terry Jones puede llevarnos a otras reflexiones. Por ejemplo, el hábil uso que ha hecho de los medios de comunicación para llenar su salón de culto, al que cada semana —hasta ahora— acudía sólo medio centenar de personas. Si hay algo que sale favorecido de esta circunstancia es, sin duda, la economía del negocio religioso de Terry Jones. Pero también hay que preguntarse dónde está Occidente hoy, nueve años después de la matanza del 11-S, en materia de tolerancia religiosa. En este terreno —que es una manifestación inequívoca de libertad— el mundo hoy no está mejor que en 2001. El escándalo —incluso el conflicto— que podía provocar en la ummaislámica la quema de unos ejemplares del sagrado Corán contrasta con el muy inferior eco que tendría en Occidente un hecho parejo. Y a ello hay que sumar otra manifestación de esa intolerancia: Terry Jones podría haber quemado hoy tantos ejemplares del Corán como hubiese querido si su objetivo hubiera sido exclusivamente pirómano y no propagandístico. En cambio, un islamista tan radical como Jones que quisiera evocar hoy lo que hicieron sus hermanos en armas hace nueve años en Nueva York y Washington prendiendo fuego a ejemplares de la Biblia, no podría hacerlo en Arabia Saudí simple y sencillamente porque es un libro casi imposible de conseguir en ese país. Casi una década después, la tolerancia religiosa no ha progresado nada en buena parte del mundo.

ABC - Editorial

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