martes, 16 de febrero de 2010

Baltasar y Teddy, faisán o rebeco. Por Hermann Tertsch

LA Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional ha ordenado al juez Baltasar Garzón que siga investigando el supuesto chivatazo policial que alertó a ETA de la operación que se iba a llevar a cabo en el bar «Faisán», de Irún (Guipúzcoa), contra el aparato de extorsión de la banda terrorista y que practique varias de las diligencias solicitadas por las partes. Así de sobrios somos en ABC cuando damos las noticias. Pero la cosa tiene, perdónenme, bastante jugo. El juez estrella, que algunos defienden como si fuera su yerno, parece estar a punto de dejar de ser la SGAE de la justicia española. Si existiese una mínima decencia entre los jueces de este país, se le va a acabar esa patente de corso que goza como Teddy Bautista, equiparable perfectamente con nuestro juez aventurero en cuanto a la relación de sus méritos, sus intereses y sus beneficios. A Teddy Bautista ya le abuchean sus empleados por las tropelías, arrogancias y abusos cometidos en una compañía monopolística nacida para trincar. A Baltasar Garzón parece habérsele acabado su libertad de atropello, desprecio a las víctimas y arbitrariedad manifiesta a favor de los intereses de una carrera que toca, Dios lo quiera, a su fin.

El señor Garzón, si le da tiempo, entre rebeco y faisán, tendrá que investigar quiénes han sido los policías traidores que han colaborado con los asesinos de sus compañeros para mejorar su personal valoración profesional y sus emolumentos. Todo de cara a sus superiores políticos, que no son otros que el Gobierno de España, como le gusta ahora llamarse y principalmente a Fouché Rubalcaba y su jefe, el Gran Timonel de Valladolid o León. Todo, por supuesto, supuestamente. La Audiencia Nacional nos dice que los intentos del fiscal, del Gobierno, de archivar esta causa son disparatados o quizá merecieran un calificativo peor. Nunca en esta democracia joven ha habido, salvo el golpe de Estado del 23-F, una conspiración más grave en contra de la democracia, del Estado de Derecho y de la seguridad de nuestros ciudadanos y especialmente de las Fuerzas de Seguridad del Estado que la directa cooperación de mandos policiales con los nazis que nos amenazan y matan.

En Lasarte hemos asistido ahora a un acto sin precedentes. En el que se ha honrado a las once víctimas que, sólo en ese pequeño pueblo, han caído por obra de la banda de asesinos alimentada por el activismo nacionalista y comunista de unos y la condescendencia y cobardía de otros. De allí era la niña de dos años que murió en Amara, San Sebastián, primera víctima de ETA. Medio siglo ha costado que su madre recibiera una mínima gratificación moral por tan terrible perdida. Les confieso que pienso que no son sólo la mayoría de los vascos los que forman una sociedad de cobardes. Los españoles en general hemos demostrado que son cuatro los que realmente arriesgan su seguridad por el bien nacional. Y tres de esos cuatro están en los cuerpos de seguridad. Por patriotismo, por lealtad y, por supuesto, por valentía y dignidad. Por lo demás, hemos cultivado unas generaciones abúlicas y mal educadas que sólo son gratuitamente combativas cuando todo sale o gratis o con beneficios. Garzón es mayorcito y no proviene de las peores cosechas de gente sin cultivar. Por eso lo suyo, como lo de otros personajes de triste recuerdo, no puede achacarse a la Logse.

Cierto es que supone un mínimo consuelo que finalmente haya esperanza en que este país se deshaga de un juez que nos insulta a los españoles tanto como Teddy Bautista con sus prepotencias y su gama de trucos y trampas para mayor gloria propia. Pero no deja de estar bien que a veces haya instituciones que no quieren tragar con lo intolerable. Y cierto es también que ante los años oscuros que se avecinan todo esfuerzo por mantener una cierta seguridad jurídica va a ser capital para que tengamos una mínima seguridad personal. De ahí la necesidad de que desaparezcan Teddy y Baltasar.


ABC - Opinión

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