domingo, 5 de abril de 2009

Panderos. Por Alfonso Ussía

Sarkozy le toca el culo a Carla Bruni en plena calle y ante la mirada anhelante de Obama

Algo está sucediendo en la política internacional que se escapa a la comprensión del ciudadano medio. Quizá la tensión de la crisis se sosiega con gestos que nuestros mayores habrían descalificado con contundencia. Los culos no se tocan en público, y menos entre los dirigentes y sus mujeres de las veinte naciones más desarrolladas del planeta. Desde que llegaron a Londres no han parado de tocarse los panderos. Nada tengo contra el tocamiento de los antifonarios, que es ejercicio que requiere escaso esfuerzo y resulta agradabilísimo. El culo femenino es una obra de arte, si bien los hay de Juzgado de Guardia.


Una folclórica fue sorprendida en un gimnasio mientras le decía a su masajista: «El culo ni me lo toques, que así es como le gusta a mi tigre». Pero el tigre le amasaba el pandero a la folclórica en la intimidad, a salvo de las miradas de los viandantes. Yeltsin fue el primero en tocar el culo a una viceministra de su Gobierno ante las cámaras de televisión. Y el gesto dio la vuelta al mundo. El de Yeltsin y el de ella al sentir las manazas del presidente ruso paseándose libremente por su pomperío. En España, el gran pionero fue el Viejo profesor, don Enrique Tierno, que en una campaña electoral se marcó un chotis con Flor Mukubi, «Miss Guinea Ecuatorial», y se le fue la mano. Le escribí unos versos.

«Don Enrique se menea
con la nena de Guinea.
Suavemente toquetea
su culito respingón.
Y la negra que era sosa,
y altamente pudorosa
le susurró candorosa:
-¡Don Enrique, «uté é un tocón»!
¡Qué caray! con don Enrique
que tiene un dedo meñique
ducho en abrir cualquier dique
mientras baila un mambo al son.
Un dedo como una hormiga
tenaz que no se fatiga,
aunque la nena le diga:
-Don Enrique, «uté é un tocón».

Sarkozy le toca el culo a Carla Bruni en plena calle y ante la mirada anhelante de Obama. Lo ha hecho en numerosas ocasiones y siempre con resultado satisfactorio de acuerdo con la sonrisa cómplice de su tronca. Pero el toqueteo que más me ha sorprendido ha sido el de Su Majestad Británica, Isabel II, al pandero de Michelle Obama, que es culo guitarrero, altivo y poderoso. Michelle, rompiendo un protocolo de siglos -hizo bien porque acercó con su gesto una distancia ridícula y milenaria-, rodeó con su brazo izquierdo los hombros de la Reina. Hasta ahí, todo bueno y conveniente. La sorpresa la dio Isabel II con su reacción. Estiró su brazo derecho y lo posó, suavemente, como dulce alondra en atardecer primaveral, en el culazo de Michelle. Si hasta la Reina de Inglaterra se dedica a tocar culos en público, apaga y vámonos. De ahí podremos pasar a que Solbes le dé un pellizco a María Teresa Fernández de la Vega en una comparecencia posterior a un Consejo de Ministros. No le arriendo las ganancias a Solbes, por cuanto el culo de la señora vicepresidenta del Gobierno lo intuyo excesivamente escurrido. Rajoy lo tiene mejor con María Dolores de Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría. El de María Dolores apunta a melocotón temprano y el de Soraya a pandero de imposible camuflaje. Ignoro las características del culo de Miguel Blesa, pero por mucho que lo estime, Gallardón no se lo va a tocar. Y todo por culpa de Sarkozy, que no sabe contenerse ante el pomporrompón de la Bruni. Su mal ejemplo ha influido en Isabel II. No la nuestra, que fue aficionada a ofrecer su pandero, sino a la de Inglaterra. Y mucho culo, pero la crisis sigue ahí, y no hay quien la toque.

La Razón - Opinión

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