domingo, 12 de abril de 2009

La huelga de hambre de Evo Morales

Recordando sus tiempos de sindicalista

Se utiliza a sí mismo como arma política frente a la oposición


Junto a 1.200 personas más en toda Bolivia, Evo Morales, el presidente de la Nación, inició hace tres días una huelga de hambre presionando así para que el próximo 6 de diciembre se celebren los comicios generales. Evo se utiliza a sí mismo como arma política frente a la oposición, poniendo en peligro su integridad física, algo contrario a la firmeza materialista. Si triunfa con su presión, cambiará el padrón electoral
Recordando sus tiempos de sindicalistaSe utiliza a sí mismo como arma política frente a la oposición


Morales, visiblemente más delgado debido a la huelga de hambre que lleva a cabo, dijo a través de un mensaje televisivo para toda Bolivia que el Estado cobraría los costes de su huelga de hambre. Pidió a la metafísica comunidad internacional que supervisara el registro de los votantes, al mismo tiempo que pidió a la Corte Nacional Electoral (CNE) que asegurase el no modificar, tras su elaboración, la fecha de las elecciones del próximo 6 de diciembre.

Afirmó en el mensaje: «Si la Corte asegura la realización de las elecciones del 6 de diciembre y garantiza técnicamente la implementación de un nuevo padrón biométrico, altamente informatizado y moderno, el Gobierno se compromete a garantizar la construcción del padrón».

La oposición, desde la derecha neofeudalista y la fascista, hasta los liberales y algunos grupos de izquierdas opuestos al indigenismo de Morales, ven que esa nueva ley electoral otorgaría más poder a Morales. Entre estos poderes estaría la posibilidad de la reelección más allá del tiempo permitido en la actualidad, siguiendo la estela de Hugo Chávez en Venezuela (su principal inspiración política), el cual ya puede presentarse a las elecciones todas las veces que quiera.

La oposición afirma que el padrón electoral propuesto por Morales no es correcto, y rechaza el voto de residentes bolivianos en el extranjero. Promueve un nuevo padrón de 4 millones de ciudadanos y la reducción de los escaños indígenas, hoy 14.

Desde el jueves pasado, Evo se ha declarado en huelga de hambre, junto con los sindicalistas y otros ciudadanos bolivianos que piden que la oposición apruebe la ley necesaria para celebrar comicios el 6 de diciembre, en los cuales Morales pretende postularse como candidato una vez más. No abandonará la huelga hasta que no se apruebe la medida. En una anterior reunión del Congreso, el vicepresiente Álvaro García Llinera afirmó que la oposición en realidad no quiere que se celebren tales comicios. Morales sólo ingiere caramelos, agua e infusiones de coca. Y ya ha recibido el apoyo de Hugo Chávez y Fidel Castro.

Desde postulados materialistas, creemos que con ésta acción Morales va contra el primer deber ético más importante: la fortaleza, que permite a todo sujeto operatorio esforzarse para conservar su ser. No se puede considerar como ética cualquier acción que ponga en peligro el propio ser (el propio cuerpo, pues como decía el filósofo hispano-holandés Espinosa « Yo soy mi cuerpo »). Actos como el suicidio o la huelga de hambre no serían considerados éticos en ningún caso. Y es que no es lo mismo estar dispuesto a morir (a que le maten a uno) que estar dispuesto a matarse, por lo que el presidente Evo en principio parecería estar dispuesto a matarse mediante el cese de la ingestión de alimentos con tal de conservar el poder, siguiendo tácticas sindicalistas que ya llevó a cabo en el pasado (no parece distinguir qué tipo de acciones políticas hay que llevar a cabo en cada momento político determinado) e incapaz de perpetuar su proyecto político más allá de su propia persona. Algo que denota síntoma de debilidad política del proyecto indigenista de Morales, Llinera y el MAS.

Además, si actúa en virtud a la mercadotecnia política, consideramos que se trata de un acto de mala fe que puede provocar distaxia (desorden) político en Bolivia, puesto que el jefe supremo de una Nación Política está dispuesto a matarse para forzar así a sus adversarios y enemigos a que el cuerpo indiferenciado de electores bolivianos le perpetúen en el poder. No deja de ser, por otra parte, un acto infantil. Si no me permitís seguir donde estoy, no como.

También consideramos que es un acto egoísta, contrario a la generosidad que conlleva que todo sujeto ayude a los demás (la generosidad no se puede entender sin la fortaleza y la firmeza). Con su acto egoísta Evo no ayuda a una nación, la boliviana, en proceso rápido de descomposición. El seguidismo pobre del bolivarismo chavista no puede salir bien a nuestro presidente, al que sin embargo hemos apoyado desde estas páginas en otros momentos concretos frente al secesionismo y el fascismo. Evo se equivoca, y pone en peligro su proyecto y a la misma Bolivia.

El Revolucionario

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