lunes, 15 de enero de 2007

Sarkozy, claro y brillante

"A cien días de las presidenciales, que tendrán lugar en abril y mayo, el ministro del Interior francés ha enseñado sus cartas con un brillante y vigoroso discurso regeneracionista. Pretende recuperar valores que van desde lo más cotidiano -quiere que la disciplina vuelva a las aulas y que los niños se pongan de pie cuando el maestro aparezca en clase- a cuestiones más universales, como el valor y la firmeza ante el terrorismo: «El país en el que yo creo es aquél que mete en la cárcel a los asesinos», dijo ayer. Su declaración tiene una resonancia especial en el contexto actual, con el proceso de paz abierto por el Gobierno español con ETA."

«Juntos, todo es posible» es el lema de campaña de Nicolas Sarkozy para disputar las presidenciales francesas, para las que fue elegido candidato ayer en París, en un acto en el que fue aclamado por cerca de 80.000 simpatizantes y militantes de su partido. El lema es un guiño a todos los franceses, pero también debe interpretarse como una mezcla de consigna y advertencia a la UMP, que llega dividida a las elecciones. De hecho, ni el actual presidente, Chirac, ni el primer ministro, Villepin, le dieron ayer su apoyo explícito. El primero aún no ha desvelado si opta a la reelección -por más que esté descartado- y el segundo ha aprovechado ese silencio para no pronunciarse, si bien, se dejó ver un rato en el mitin.

Sarkozy obtuvo el 98% de los votos del 69% de los militantes que participaron en la nominación, lo que demuestra que tiene el respeto y el control del partido. Un respeto que se ha ganado a pulso, con los años, e incluso a contracorriente del otrora todopoderoso Chirac.

A cien días de las presidenciales, que tendrán lugar en abril y mayo, el ministro del Interior francés ha enseñado sus cartas con un brillante y vigoroso discurso regeneracionista. Pretende recuperar valores que van desde lo más cotidiano -quiere que la disciplina vuelva a las aulas y que los niños se pongan de pie cuando el maestro aparezca en clase- a cuestiones más universales, como el valor y la firmeza ante el terrorismo: «El país en el que yo creo es aquél que mete en la cárcel a los asesinos», dijo ayer. Su declaración tiene una resonancia especial en el contexto actual, con el proceso de paz abierto por el Gobierno español con ETA.

Sarkozy apuesta también por «moralizar el capitalismo», por implicar a los ciudadanos en la vida pública -reafirmando sus derechos pero apelando a sus obligaciones- y por respetar el sentimiento religioso de las personas sin menoscabo de las conquistas del laicismo. Esta claridad en los mensajes, su rotundidad, es una de las virtudes que le diferencian de su principal rival, la socialista Ségolène Royal, que se mueve más en el terreno de la ambigüedad. Otro mérito que pueden valorar los electores es su experiencia -ha ocupado las carteras más difíciles del Gobierno-, frente a Royal, que a falta de experiencia y de gestión se mueve en la superficialidad de las palabras huecas y el estilo agradable; no en vano, uno de sus primeros motes fue el de Zapatera. A día de hoy, las encuestas ofrecen un empate técnico entre ambos, por lo que la campaña promete un contraste apasionante entre la fuerza de Sarkozy y el atractivo de Royal.

Editorial de El Mundo, 15-01-2007

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