sábado, 9 de diciembre de 2006

El maximalismo de Eta ata al gobierno español


«De esta forma el proceso de resolución del conflicto no tiene futuro», asevera ETA en el último Zutabe, el boletín que edita para militantes y simpatizantes. En un tono amenazante, la banda señala que está dispuesta a romper la tregua «en los próximos meses» si el Estado español no da «pasos razonables» hacia el reconocimiento de la autodeterminación del pueblo vasco. Es exactamente el mismo mensaje lanzado por Otegi y Permach hace unos días.

ETA no sólo exige en este boletín interno que las instituciones del Estado acepten sus conocidas pretensiones políticas sino que además pone condiciones incluso para reunirse con los representantes del Gobierno. Esas condiciones son que el Ejecutivo deje de detener miembros de ETA y que los tribunales paralicen sus acciones contra la banda, que haya un impulso de la mesa de partidos, que se legalice inmediatamente a Batasuna y que se inicie el acercamientos de los presos vascos.

«Una vez cumplidas esas bases, vendría el momento y la posibilidad de entrar en la negociación entre ETA y el Gobierno español, la excarcelación de los presos y la desmilitarización», afirma la banda en Zutabe.

Hay que recordar que Zapatero sugirió antes del verano que el Gobierno celebraría un primer encuentro con ETA en agosto o a primeros de septiembre. El boletín revela no sólo que esa cita no ha tenido lugar sino además que el Gobierno tendrá que cumplir las condiciones previas impuestas por la banda para que se celebre. Sencillamente grotesco.

Lo que el último boletín de ETA indica es que sus dirigentes siguen instalados en un maximalismo infantil, que consiste en pretender que el Estado se arrodille, reconozca sus dogmas y acceda a todas sus demandas, incluída la anexión de Navarra, o sea que el sol luzca por la noche y los mares ocupen los continentes.

ETA es tan osada que también se atreve a desafíar al Estado francés en este boletín al incluir fotos de gendarmes e instalaciones policiales. Es una clara advertencia de que si vuelve a las armas, las Fuerzas de Seguridad del vecino país estarán entre sus objetivos. No es previsible que ello le quite el sueño a Nicolas Sarkozy, ministro del Interior, que ha demostrado que no va a tener ninguna contemplación a la hora de perseguir a la banda.

La forma y el fondo del análisis de Zutabe demuestra que ETA apuesta por una especie de estrategia de la presión, con la confianza tal vez de que puede conseguir que Zapatero flaquee. Pero son tales sus exigencias que ni éste ni ningún otro Gobierno democrático puede ni siquiera aceptar negociar tan desorbitadas pretensiones.

ETA ha elevado sus objetivos hasta tal altura que, en la práctica, está frustrando cualquier hipotético diálogo con el Gobierno, que, además de estar atado por la ley, no puede por sentido común sentarse a regatear en una mesa con una banda cada vez más extraterrestre. Todo apunta a que el llamado proceso de paz está entrando en un callejón sin salida, en el que ETA estaría preparando a sus bases para una ruptura más o menos cercana.

Editorial de El Mundo, 09-12-2006

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