domingo, 3 de diciembre de 2006

Corrupción, administración deficiente y abuso de poder en la Venezuela de Hugo Chávez

Para Gustavo Coronel, la corrupción ha dominado el gobierno de Hugo Chávez como nunca antes en la historia de Venezuela. Las razones parecen claras. La corrupción tiene lugar cuando existen un motivo, una oportunidad e impunidad de acción. En el caso del gobierno de Hugo Chávez, todos estos factores están presentes de manera considerable.

La corrupción existe en Venezuela al menos desde 1821, cuando se selló su independencia. En los siglos XIX y XX, el nivel de corrupción fluctuó con los distintos gobiernos. Durante la gestión del presidente Hugo Chávez, sin embargo, la corrupción ha llegado a niveles sin precedentes. Miles de millones de dólares han sido gastados sin justificación o robados. Mientras los recursos de Venezuela se han utilizado mal muchos funcionarios de alto nivel y sus cómplices se han enriquecido.

El súbito incremento de los ingresos petroleros estimuló el aumento de la corrupción. En los ocho años de gestión de Chávez, su gobierno ha recibido entre 175.000 y 225.000 millones de dólares gracias al petróleo y al nuevo endeudamiento. Junto con el incremento de los ingresos, disminuyó la transparencia. Por ejemplo, en 2003 la empresa petrolera estatal dejó de publicar sus estados financieros anuales consolidados. Chávez ha creado nuevas instituciones financieras estatales cuyas operaciones son poco transparentes, de donde se gastan fondos a discreción del poder ejecutivo.

Actualmente la corrupción involucra a todos los niveles de la sociedad venezolana. La burocracia estatal rara vez se apega a las normas establecidas para las licitaciones. Los ciudadanos comunes deben pagar sobornos a fin de realizar hasta los mas sencillos trámites burocráticos y experimentan una creciente desatención en la provisión de servicios gubernamentales básicos. Esto es el resultado de un ambiente general de impunidad: algunos funcionarios implicados en graves escándalos de corrupción han sido separados de sus cargos, pero no obligados a rendir cuentas ante la justicia.

El drástico aumento de la corrupción durante la presidencia de Chávez resulta irónico, ya que la lucha contra este mal fue parte esencial de la plataforma electoral que le permitió ganar las elecciones. A fin de luchar realmente contra la corrupción, el gobierno debe incrementar la transparencia de sus instituciones y reducir su extendida participación en la economía, participación que ha situado al país entre las economías menos libres del mundo.

La entrada en escena de Hugo Chávez

Al acercarse el final del siglo XX, Venezuela estaba lista para un cambio político profundo. Las elecciones presidenciales de diciembre de 1998 le dieron la victoria a Hugo Chávez. Tanto él como su principal adversario, Henrique Salas Romer, habían prometido un corte radical con la política anterior, basada en un sistema en el cuál dos partidos se alternaban en el poder, con niveles elevados de ineficiencia burocrática y corrupción. Durante la campaña, la plataforma de Chávez consistió en tres propuestas fundamentales: convocar una asamblea constituyente para redactar una nueva constitución, eliminar la corrupción gubernamental y luchar contra la exclusión social y la pobreza. Su rival, Salas Romer, condenó la propuesta de una nueva constitución por populista. A pesar de su excelente desempeño como gobernador del estado de Carabobo, la población percibía a Salas Romer como un reformista convencional, mientras que Chávez tenía la imagen de portavoz de las mayorías pobres y oprimidas. Sin duda, en un país con 60% de pobreza y 30% de indigencia en el momento de las elecciones, las promesas de Chávez de eliminar la corrupción gubernamental y luchar contra la pobreza fueron factores decisivos en su triunfo.

Chávez había prometido concentrarse en las cuestiones políticas antes de abocarse a las cuestiones sociales y económicas. En su discurso inaugural7, Chávez abogó por una "revolución política" e inició un proceso que llevaría, durante 1999, a la eliminación progresiva de la mayoría de las instituciones políticas existentes, entre ellas el Congreso, la Corte Suprema de Justicia y la Junta Electoral. A fines de 1999, estas instituciones se habían disuelto y reemplazado por otras nuevas, administradas por seguidores de Chávez. En una carta a la Corte Suprema, con fecha de abril de 1999, Chávez había amenazado a los jueces diciendo que el pueblo tomaría represalias si no actuaban según sus propios deseos8. En la misma carta, señalaba "el principio de la exclusiva autoridad presidencial en la conducción del Estado", con el cual, aparentemente, se ubicaba por encima de la ley. Durante el mismo año, Chávez comenzó a violar la constitución vigente. En julio de 1999 promovió a 33 oficiales del ejército obviando la decisión del Senado, el cual según el artículo 150 de la constitución, tenía la autoridad para autorizar promociones. El diputado Jorge Olavarría denunció abiertamente esta violación el Día de la Independencia en un discurso ante el Presidente, su gabinete y el cuerpo diplomático9. En su discurso, Olavarría pidió un juicio político para Chávez; sin embargo, como era de esperarse, esto no ocurrió.

El nuevo gobierno se pronuncia sobre la corrupción

En noviembre de 1999, el nuevo Ministro de Relaciones Exteriores, José Vicente Rangel, dio un discurso en el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (CEDICE), un think tank ubicado en Caracas, durante un seminario sobre "Economía y Corrupción" celebrado en la misma ciudad10. En este discurso, Rangel presentó lo que fue considerado como la posición oficial del nuevo gobierno en lo relativo a la corrupción. Esta posición puede resumirse de la siguiente manera:

Reconocemos la existencia de una cultura de corrupción sistémica en Venezuela. Los ciudadanos la identifican, al ver que los hospitales carecen de los recursos o medicamentos esenciales debido al robo de fondos que han debido dedicarse a la adquisición de estos insumos. A partir de ahora, la ética jugará un papel central en la vida de nuestra sociedad. La corrupción aparece por igual en regímenes autoritarios y democráticos y es más perversa en democracia, ya que requiere la complicidad de muchos. La corrupción ha tenido un costo enorme en Venezuela. Funciona, esencialmente, a través de la contratación de obras públicas. Los ciudadanos venezolanos han enviado más de 100.000 millones de dólares al extranjero. El costo de la corrupción durante los últimos 20 años, según la ONG Pro Calidad De Vida, es del orden de los 100.000 millones de dólares. Los costos espirituales y sociales de la corrupción son aún mayores. El 4 de febrero de 1992 [la fecha del intento de golpe de estado de Chávez] tiene un significado esencialmente ético. El golpe fue una expresión de protesta popular contra la corrupción venezolana. A fin de luchar contra la corrupción, debemos luchar contra la confidencialidad y la falta de información de los bancos, las corporaciones financieras y el sistema judicial.

La lucha contra la corrupción debe involucrar a toda la sociedad y a todos los ciudadanos, a las organizaciones estatales, a las instituciones académicas, a los medios, a las instituciones religiosas y a las asociaciones políticas, comerciales y gremiales, a fin de revertir los efectos de la corrupción y permitir que renazcan nuestros valores morales y éticos. Estamos en las puertas del cambio, y uno de los objetivos principales de este nuevo gobierno es eliminar la corrupción. Ésta es la única manera de reinstalar la democracia en nuestro país. El riesgo más importante que enfrenta este gobierno es no llevar adelante esta lucha con coraje y decisión, ya que la vieja corrupción tiende a ser inmediatamente reemplazada por corrupción nueva.

Si queremos ser un estado legítimo, necesitamos un sistema judicial en el que podamos confiar. Sin una justicia digna de confianza, no existe posibilidad de librar una lucha eficiente contra la corrupción. Como una señal de nuestra determinación de combatir la corrupción, hemos incorporado en nuestro proyecto de una nueva constitución un organismo conocido como el Poder Ciudadano, compuesto por el contralor, el procurador general y el defensor del pueblo, con plena autoridad para investigar y controlar el funcionamiento del estado y el uso de activos públicos.

Dejaremos de lado la retórica vacía y nos abocaremos a tomar medidas concretas para que las instituciones funcionen. Casi ocho años han pasado desde que José Vicente Rangel, quien es aún la segunda persona más influyente del gobierno de Hugo Chávez, pronunciara ese discurso. Aquellos nos ha dado un lapso más que suficiente para evaluar el desempeño del régimen de Chávez en relación con uno de sus objetivos principales, el de eliminar la corrupción.

El desempeño financiero del gobierno de Hugo Chávez:

En los ocho años transcurridos desde el ascenso de Hugo Chávez al poder, se estima que 130.000 millones de dólares de ingresos netos proveniente del petróleo (después de deducir los costos de la producción petrolera) entraron en el tesoro nacional, si bien la cifra podría llegar hasta 180.000 millones. El amplio rango de las estimaciones se debe a la falta de información confiable sobre la producción y el ingreso petrolero en Venezuela desde 2001. Petróleos de Venezuela, la corporación petrolera gubernamental, dejó de publicar sus estados financieros anuales consolidados en 2003 y envió la última documentación a la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos en 2005, con un atraso de dos años, ya que las cifras correspondían a 2003. Durante el mandato de Chávez, la deuda nacional de Venezuela, interna y externa, ha subido de 21.000 millones de dólares en 1998 a unos 41.000 millones de dólares en 2005. Además, el gobierno anunció este año una nueva emisión de bonos por hasta 4.000 millones.

Por lo tanto, gracias al petróleo y al nuevo endeudamiento, el gobierno de Chávez ha recibido, hasta el tercer trimestre de 2006, entre 175.000 y 225.000 millones de dólares. Esta cifra no incluye todas las demás fuentes de ingresos, como el impuesto sobre la renta. El presupuesto nacional para 2006 asciende a 40.100 millones de dólares; 47% del ingreso proviene de las ventas de petróleo, y el resto, del impuesto sobre la renta y otras fuentes (como la nueva deuda y un ingreso extraordinario de unos 5.000 millones de dólares debido a la confiscación de reservas de divisas del Banco Central de Venezuela).

Con el tiempo el manejo de estos cuantiosos recursos se ha hecho menos transparente. Tanto Petróleos de Venezuela como el Banco Central han tenido que transferir sumas importantes de dinero directamente al FONDEN, un "fondo de desarrollo" creado en 2005 por decreto presidencial, y al BANDES, un banco de desarrollo creado en 2001, dos entidades que responden únicamente al Presidente Chávez. En paralelo a esta gestión irregular de los fondos públicos, el gobierno de Chávez desmanteló el Fondo de Estabilización Macroeconómica, creado por el gobierno venezolano en 1998 para proteger la estabilidad de las finanzas públicas nacionales en tiempos de precios bajos del petróleo. Además, entre 2001 y 2005, el gobierno de Chávez retiró activos del fondo, por un monto superior a los 3.000 millones de dólares, para utilizarlos en gastos corrientes. A continuación, se analizan algunas de las principales irregularidades en la gestión de fondos públicos por parte del gobierno de Hugo Chávez.

La corrupción florece en la revolución

La eliminación de la corrupción en el gobierno fue una de las tres promesas electorales más importantes de Hugo Chávez y, probablemente, la más decisiva para su triunfo. El sistema bipartidista que había gobernado el país por cuatro décadas había dejado que la corrupción se volviera sistémica y "democrática", en el sentido de que grandes sectores de la población podían participar de ella. En su interacción con la burocracia gubernamental, era poco lo que el ciudadano venezolano promedio podía hacer sin tener que sobornar a alguien. Sin soborno, la espera era intolerable. La corrupción se había convertido en una forma de vida en la sociedad venezolana. Los abundantes ingresos provenientes del petróleo y la democracia, dos factores que deberían ser positivos, se habían combinado para generar una mezcla sumamente perjudicial, que destruyó los valores éticos de una gran porción de la población de Venezuela.

El ingreso proveniente del petróleo debió haber sido una bendición pero resultó una desgracia, debido a su drástico aumento a partir de la década de 1970. La democracia debió haber conducido al progreso, pero no del modo populista y paternalista adoptado por los líderes políticos venezolanos durante los últimos 40 años del siglo XX. Como consecuencia de la combinación de los abundantes ingresos petroleros y el populismo se incrementó la dependencia de los ciudadanos en el estado benefactor. La generación de riqueza llevada a cabo por las mayorías, característica principal de las sociedades desarrolladas, fue olvidada en favor de la distribución por parte del gobierno de los ingresos petroleros, una distribución en la cuál los sectores de la sociedad leales al gobierno reciben las porciones más suculentas.

Al principio, las riquezas derivadas del petróleo fueron tan cuantiosas en comparación con la población relativamente pequeña que, durante muchos años, el gobierno tuvo suficiente dinero para mantener satisfecha a la mayoría de la población. Con el paso del tiempo el aumento de la población y el estancamiento de los ingresos petroleros produjo un incremento de la insatisfacción popular. Al reducirse las porciones a repartir, un segmento cada vez más grande de la población se vio excluido de la distribución de la riqueza derivada del petróleo. En la década de 1990, los gobiernos comprendieron que era necesario un cambio en los valores y actitudes sociales y que, por sí solos, los ingresos relacionados con el petróleo no serían suficientes para impulsar la economía. En su segundo mandato (1989–93), el presidente Pérez tenía plena conciencia de ello; sin embargo, cuando intentó instaurar reformas económicas limitadas orientadas a reducir el paternalismo gubernamental, se enfrentó con una reacción popular violenta. No fue posible persuadir al país a aceptar el fin del Estado paternalista. La reacción popular dió paso al intento de golpe de estado de Chávez y, luego, a su triunfo electoral.

Chávez eligió la vía de menor resistencia. Vio lo ocurrido al presidente Pérez y sus intentos reformistas. No estaba dispuesto a seguir ese camino por dos motivos: en primer lugar, porque sabía que no tendría aceptación popular y, en segundo lugar, porque no creía que ese era el camino correcto. En 1992, Chávez se había rebelado violentamente contra los intentos de Pérez de instaurar medidas de austeridad. Por lo tanto, trajo a su presidencia ideas que compartían millones de venezolanos, que creían firmemente que su país era muy rico y que la pobreza sólo existía porque la riqueza petrolera permanecía en manos de unos pocos. Bastaría con distribuirla mejor, pensaba Chávez, para que Venezuela experimentara una verdadera revolución.

La distribución de la riqueza ha sido una constante de la gestión de Chávez, al igual que el desinterés total por crear riqueza nueva. Chávez ha tomado de quienes tenían, los ricos y la clase media, para ofrecer dádivas a los que no tenían. Esto derivó en un empobrecimiento progresivo del ciudadano promedio, al tiempo que la estrategia basada en las limosnas ha incrementado el nivel de corrupción en la sociedad venezolana.

El comportamiento de Chávez en tareas de anticorrupción:Promesas rotas y políticas fallidas

Ocho años es tiempo más que suficiente para analizar las promesas electorales de Chávez y la efectividad de las políticas de anticorrupción de su gobierno. Éste análisis puede llevarse a cabo utilizando medidas internacionales objetivas, como el Índice de Percepción de la Corrupción elaborado todos los años por Transparencia Internacional y otros índices que evalúan la libertad económica y la calidad de la gobernabilidad, como el informe anual Economic Freedom of the World, publicado por Fraser Institute, y el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas. También vale la pena realizar una comparación más subjetiva y empírica entre lo que el gobierno de Hugo Chávez dijo que haría y lo que efectivamente ha hecho en el ámbito de la transparencia y la honestidad.

Índices internacionales

El Índice de Percepción de la Corrupción de 2005, publicado por Transparencia Internacional, ubica a Venezuela en el lugar 136 entre 159 naciones50. En 2000 Venezuela ocupaba el lugar 73 entre 90 naciones. Aunque en ambos años Venezuela se ubicó cerca del final de la lista, no resulta fácil establecer una comparación significativa debido a la distinta cantidad de países incluidos en las listas. La puntuación compuesta obtenida durante estos dos años es más precisa, ya que los factores que se utilizan para elaborarla son esencialmente los mismos.

En una escala del menos corrupto (10) al más corrupto (1), la puntuación de Venezuela cayó de 2,7 en 2000 a 2,3 en 2005, lo que representa un deterioro significativo. En contraste, un país como la nación vecina de Colombia, a pesar de sus considerables problemas políticos y sociales, pasó de tener una puntuación de 3,2 en 2000 a 4,0 en 2005, lo que representa una mejora considerable.

Estas puntuaciones se basan en encuestas realizadas en forma independiente e involucran a miles de personas consultadas, tanto en los países que forman parte de la lista como en el exterior. En el caso de Venezuela y Colombia, las puntuaciones se establecieron con la ayuda de 10 y 9 encuestas independientes respectivamente. Resulta curioso comparar la actitud del vicepresidente Rangel cuando dio su discurso en 1999 y su posterior reacción a la lista de Transparencia Internacional de 2005. En 1999 habló del enorme costo de la corrupción en Venezuela y de la necesidad de movilizar a todas las instituciones para luchar contra este problema. En 2005 desestimó la lista al declarar, sin fundamentos, que Transparencia Internacional era una institución que no tenía credibilidad, alegando de manera incorrecta que cobraba una "tarifa" a los países por su posición en el cuadro de la corrupción51.

Venezuela ocupa el lugar 126 en el índice de Economic Freedom of the World de 2006, entre un grupo de 130 naciones. Se encuentra casi al final de la escalera, seguida sólo por la República de Congo, la República Democrática de Congo, Myanmar y Zimbabwe. La comparación de las puntuaciones a lo largo de los años también es reveladora. En 1970 Venezuela tenía una puntuación de 7,6 en una escala del 0 al 10. En 2000, su puntuación era de 5,5, y hoy en día es de sólo 4,4. De acuerdo con este índice, Venezuela es el país que experimentó la mayor disminución de su libertad económica desde 198052. Los últimos diez países de la lista son africanos, con excepción de Venezuela y Myanmar.

El índice permite ilustrar la relación entre la libertad económica y la corrupción. Los países con un bajo nivel de libertad económica se caracterizan por tener controles cambiarios, un alto nivel de consumo gubernamental como porcentaje del consumo total, una inversión muy concentrada en empresas estatales, un sistema judicial que no es independiente del gobierno, influencia militar en el proceso político, inflación alta y variable, restricciones al acceso a los mercados de capital externo, controles de precios y excesivo papeleo burocráticos. Esto describe perfectamente la Venezuela de Chávez. Ésta y otras investigaciones muestran la fuerte correlación que existe entre la corrupción y los bajos niveles de libertad económica.

En 1975 Venezuela ocupaba el lugar 34 en el grupo de estados miembros de las Naciones Unidas, con una puntuación de 0,716 en el Índice de Desarrollo Humano, el cual mide indicadores generales de bienestar humano. Ese año Venezuela tuvo una puntuación mayor que Corea del Sur, Chile o México. En 2000 Venezuela ocupaba el lugar 46, con un índice de 0,776. En 2005 Venezuela ocupó el lugar 76, con un índice de 0,772, un nivel mucho menor que el de Corea del Sur, Chile y México, países que ocupan los lugares 28, 37 y 53 respectivamente. Esto muestra un innegable deterioro en comparación con las puntuaciones de otros países y en relación con su propia puntuación. El descenso de 30 lugares en la lista de los últimos seis años es particularmente drástico. El desarrollo de Venezuela se ha estancado, mientras que otros países la están dejando atrás. Esto ha sucedido a pesar de la enorme cantidad de ingresos petroleros obtenidos por el país durante este periodo.

Un legado de corrupción

Promesas rotas. Hugo Chávez llegó al poder con la promesa de una lucha general contra la corrupción. Es muy posible que, en aquel entonces, haya estado hablando en serio. La mayoría de los venezolanos concordaban con la necesidad de una mayor honestidad y transparencia en el gobierno, y querían desligarse por completo del pasado. Votaron por Chávez para establecer un gobierno democrático honesto.

Pero los hechos muestran una enorme brecha entre las promesas de Chávez y la realidad de Venezuela. Hoy en día Venezuela no es un país democrático. Está alineada con algunos de los regímenes más dictatoriales del mundo: los de Mugabe, Kim II Sung, Ahmadinejad, Assad, Gahdaffi y Castro, y con fuerzas armadas irregulares que ejercen el tráfico de drogas o el terrorismo global, como las FARC y el ELN de Colombia y el Hezbollah libanés. La promesa de Chávez de una lucha generalizada contra la corrupción de Venezuela se convirtió en una lucha contra el gobierno de Estados Unidos. La mayor parte de la energía y los recursos del gobierno venezolano se pusieron a disposición de este objetivo.

La lucha contra Estados Unidos ha contribuido a generar una corrupción a gran escala en el gobierno de Chávez, debido al uso de enormes cantidades de dinero venezolano para fomentar una alianza mundial contra ese país. Este dinero, tomado de forma ilícita de sus propietarios legítimos, ha sido utilizado para comprar la lealtad política de otros países de la región. Al menos cinco países del hemisferio —México, Perú, Chile, Nicaragua y Bolivia— han protestado en contra de la intervención de Chávez en sus asuntos políticos internos. Tres de ellos (México, Perú y Chile) recientemente exigieron que Venezuela retirara sus embajadores, y el Congreso de Bolivia, en octubre de 2006, analizó la posibilidad de declarar persona non grata al embajador de Venezuela.

Políticas fallidas.

Las políticas de Chávez han promovido la corrupción en lugar de combatirla. A pesar de que el entonces Ministro de Exterior Rangel reconoció, en su discurso de 1999, la existencia de una cultura sistémica de corrupción en el país, el gobierno de Chávez no ha hecho nada por cambiar esa cultura, excepto empeorarla. La concentración de poder político en las manos de Chávez, la rápida rotación de ministros y otros burócratas de alto nivel, la ausencia de debates en la Asamblea Nacional sobre importantes cuestiones económicas y políticas de la nación, y la falta de mecanismos de control y equilibrio en el sistema han llevado a un drástico aumento de la corrupción. Los casos destacados de corrupción en el gobierno de Chávez, como los que se describen en este estudio, no han recibido castigo alguno. Algunos burócratas, como Luis Velásquez Alvaray y Antonio Albarrán perdieron sus cargos pero no sufrieron otras consecuencias.

En su discurso de 1999, Rangel también exigió el establecimiento de un sistema judicial confiable. Esto no sucedió. Desde el Tribunal Supremo de Justicia hasta todas las instancias inferiores, el sistema judicial es corrupto. Los miembros del Tribunal Supremo de Justicia, ataviados con su vestimenta formal, se pusieron de pie al final de la sesión inaugural de enero de 2006 y cantaron: "Uh, uh, ah, Chávez no se va"53. ¿Sería posible que un acontecimiento tan grotesco tuviera lugar en un país con instituciones independientes? Rangel también exigió la eliminación de la confidencialidad de los bancos, las corporaciones financieras y otras organizaciones estatales y privadas. Sin embargo, el gobierno de Chávez sigue siendo una caja negra, en mayor medida que cualquier gobierno anterior. Petróleos de Venezuela, la corporación estatal más importante, ya no publica informes anuales. La gestión de los fondos nacionales se lleva a cabo completamente en secreto, sin rendir cuentas al pueblo. El gobierno de Chávez toma las decisiones más importantes; cuando brinda información sobre estas decisiones, éstas ya han sido tomadas.

Rangel mencionó en su discurso de 1999 que, como una muestra de la determinación del gobierno de Chávez de combatir la corrupción, se estaba incorporando a la nueva constitución un cuarto poder, llamado el Poder Ciudadano. En la práctica, esto terminó por ser un cruel fraude contra el pueblo. Los tres miembros del Poder Cívico —el contralor general, el defensor del pueblo y el fiscal general— han tenido un desempeño patético, ya que siempre han defendido al presidente y no han cumplido con su deber de controlar los abusos de poder de la rama ejecutiva y castigar la corrupción en el gobierno. En consecuencia, a los ojos del pueblo, el Poder Ciudadano carece por completo de credibilidad .

En su discurso de 1999, Rangel advirtió que el mayor riesgo que enfrentaba el nuevo gobierno era la timidez y la demora en la lucha contra la corrupción. Luego de ocho años, resulta evidente que la timidez y la demora han prevalecido. Sin embargo, mientras existan ingresos petroleros considerables, Chávez continuará con su política de dádivas masivas, la cual tiende a ocultar la presencia y los efectos perjudiciales de la corrupción. Muchos de los ciudadanos pobres de Venezuela tendrán una tendencia a tolerar la corrupción siempre y cuando reciban una parte de la torta. Las protestas se intensificarán sólo cuando no haya dinero suficiente para repartir.

Por último, en 1999, el entonces Ministro de Exterior Rangel criticó la simple retórica y prometió que el nuevo gobierno adoptaría políticas concretas diseñadas para lograr que las instituciones funcionaran. De hecho, sin embargo, el gobierno de Hugo Chávez ha sido dominado por la retórica. La actitud del actual liderazgo político hacia la corrupción es aún más permisiva que la de los gobiernos anteriores.

Conclusiones

La corrupción ha dominado el gobierno de Hugo Chávez como nunca antes en la historia de Venezuela. Las razones parecen claras. La corrupción tiene lugar cuando existen un motivo, una oportunidad e impunidad de acción. En el caso del gobierno de Hugo Chávez, todos estos factores están presentes de manera considerable.

Motivo

Un motivo frecuentemente alegado por los burócratas involucrados en la corrupción son los bajos ingresos. El sistema burocrático de Venezuela tradicionalmente ha hecho lo posible por pagar salarios bajos, justificando esta práctica en pretensiones de austeridad en la gestión de los fondos públicos. Los resultados han sido negativos. Los burócratas de bajo nivel piden dinero al público para realizar las tareas más básicas. Los burócratas de alto nivel piden comisiones a los contratistas privados para asignarles contratos. Cuando la autoridad está sumamente concentrada en algunos funcionarios o en una sola persona, como sucede actualmente en el gobierno de Chávez, los activos nacionales pueden transferirse a individuos en posiciones de poder sin ningún tipo de control. Los burócratas que llegaron al poder con Chávez se sintieron excluidos durante muchos años de participar en lo que creían que era parcialmente suyo. Ahora que son el gobierno, creen que es su turno para prosperar.

Oportunidad

La oportunidad de ejercer la corrupción surge cuando no existen controles administrativos ni procedimientos, cuando hay pocos mecanismos de control y equilibrio, y cuando la rotación burocrática es alta, lo que impide la consolidación de una cultura organizativa estable con tradición de eficiencia y honestidad. El gobierno de Chávez ha sido particularmente desorganizado. Existen pocos controles o mecanismos de control y equilibrio debido a la concentración de poder político en las esferas más altas. La rotación de burócratas de alto nivel ha sido muy elevada; hasta cinco o más ministros se han turnado en cargos en el gabinete. De hecho, los cambios en el gabinete de Venezuela son tan frecuentes que resulta difícil mantener listas actualizadas54. En los niveles más bajos, la rotación es también muy alta. Cuando esto se combina con una ausencia general de rendición de cuentas, florece la gestión irregular en el manejo de los activos públicos.

Impunidad

Además del motivo y de la oportunidad, la impunidad es uno de los principales factores que contribuyen a la incidencia e intensidad de la corrupción. Los montos sumamente elevados de dinero que recibe el gobierno venezolano por el petróleo, junto con la falta de controles y la existencia de una burocracia lista para apropiarse de su parte del botín, se convierten en un fuerte incentivo para la corrupción, especialmente si no existe castigo alguno. Los casos descritos en este estudio ilustran el desperdicio o la apropiación ilegal de miles de millones de dólares, pero aún no se ha encarcelado a un solo empresario o funcionario corrupto por ello. Algunos de los funcionarios que se enriquecieron públicamente perdieron sus cargos, pero no se tomó ninguna otra medida en su contra. Viven disfrutando de su riqueza y sin que se los moleste. Esto es exactamente lo contrario de lo que el candidato Chávez prometió a la nación.

Para reducir la corrupción de manera significativa en Venezuela, sería necesario eliminar los motivos y las oportunidades, y castigar a los responsables. Luego de ocho años con Hugo Chávez en el poder, resulta completamente claro que la lucha contra la corrupción en Venezuela no podrá comenzar hasta que Chávez se haya ido.

Gustavo Coronel fue miembro de la Junta Directiva de Petróleos de Venezuela (1976–1979) y, como presidente de la Agrupación Pro Calidad de Vida, representó a Venezuela en Transparencia Internacional (1996–2000). Este ensayo fue publicado el 27 de noviembre de 2006 en inglés (Cato Development Policy Analysis No. 2).

Gustavo Coronel (Diario Exterior.com) (03/XII/06)

C´s#: En un día como hoy, queremos expresar nuestro apoyo a las fuerzas políticas que luchan por la libertad en Venezuela. Ninguna dictadura, de ningún color.

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