jueves, 9 de junio de 2011

La hora del patriotismo. Por M. Martín Ferrand

Vuelve a sonar la alarma de la desestabilización por la falta de reformas enérgicas y prontas en nuestro sistema financiero.

Cuando, todavía en el XIX, los editores de Financial Times, decidieron imprimir su periódico en papel color salmón pensaron, sospecho, en que el reflejo de la luz ambiente le aportara un toquecito de color a los semblantes empalidecidos por el susto de sus noticias. Hace algo más de un año, en febrero del pasado, el diario británico ya anunció que en España se gestaba «un drama potencialmente más grande» que el de Grecia y ahora acaba de valorar como «demasiado optimistas» los cálculos del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. Vuelve a sonar la alarma de la desestabilización por la falta de reformas enérgicas y prontas en nuestro sistema financiero y la parsimoniosa renovación de la contratación laboral, las pensiones y otras asistencias sociales. En ese orden de pensamiento, y en el marco más amplio y generalista de la oposición parlamentaria, Soraya Sáenz de Santamaría le ha acusado a Alfredo Pérez Rubalcaba, en su doble condición de presidente sustituto y de aspirante presidencial, que tiende a «supeditar los problemas de los españoles a su agenda de partido».

Como el sentido crítico nacional tiende a las cercanías y siempre estamos más dispuestos a darle un repaso a un vecino que a un alcalde y, mucho más, a un alcalde que a un Gobierno —nacional o autonómico, que en poco se distancian—, nos estamos insensibilizando ante una situación que es muy grave y que se complica más de lo debido por la falta de reacción enérgica de los correspondientes estamentos del poder político. El hecho de que las Autonomías campen por sus respetos, muchas veces animadas por la necesidad de apoyo que mantiene el equilibrio gubernamental, habla por sí solo. En los días de Zapatero la deuda autonómica se ha multiplicado por dos y buena parte de ese incremento está en curso. Ni tan siquiera los hocicos del lobo asomando por el horizonte contienen la capacidad gastadora y clientelista de los nuevos caciques que cursan con cargo al Presupuesto. ¿Hasta cuándo?

El año de agonía política que le queda al inconsistente Gobierno de Zapatero podría aprovecharse, puestos a no anticipar las elecciones y, menos aún, pretender un pacto de Estado que corte por lo sano, para que lo insano no siga creciendo y poder acometer medidas drásticas. A estas alturas de descrédito, ni Zapatero ni sus enanitos pueden hacer clientelismo y, en esas condiciones, es cuando resulta más posible y fecundo el patriotismo. Es el momento de pasar a la Historia en el epígrafe de quienes supieron ser impopulares y sacrificar su imagen (?) para hacer, y con resolución heroica, lo que le conviene a la Nación y nos demanda Europa.


ABC - Opinión

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