miércoles, 1 de diciembre de 2010

Tres crisis en una

Si el PSOE no fuerza un debate sobre su liderazgo, no solo estará perjudicando sus expectativas electorales, sino agravando los problemas de todos.

NUNCA hasta ahora los muchos y graves errores políticos de Rodríguez Zapatero han justificado tanto un urgente adelanto electoral. Desde la frívola negación inicial de la crisis hasta la incapacidad actual para acelerar las reformas que le han impuesto otros países, Zapatero no ha podido gestionar los intereses de España de modo más demoledor. El Ejecutivo es incapaz de transmitir con un mínimo de credibilidad la certidumbre necesaria para aliviar la tensión de los mercados. La solvencia de España vuelve a quedar en evidencia después de que la prima de riesgo superase ayer los 300 puntos y alentara más temores de un inminente contagio del virus griego. El riesgo de una intervención drástica de nuestra economía continúa sin ser conjurado, y si algo transmite el Gobierno en medio de tan preocupante inestabilidad es impotencia. España está inmersa en la tormenta perfecta por la confluencia de tres crisis en una: la económica; la política, derivada de un Gobierno sin crédito; y la personal, basada en el inagotable desprestigio de Zapatero.

En Cataluña, las pésimas previsiones iniciales del PSC se han visto corregidas y aumentadas. El varapalo sufrido por un socialismo catalán caótico y sin liderazgo ha impactado en el PSOE con una capacidad destructiva incalculable, y el temor a que la metástasis del fiasco se extienda por el resto de España se ha convertido en una seria preocupación. En el PSOE, se agranda la sombra de Zapatero como un político amortizado y sin margen para su recuperación. Los socialistas deben asumir que, llegados a este punto de deterioro, el mal menor para la «marca PSOE» —pero sobre todo para España— sería un adelanto electoral, porque fingir que la crisis económica no acarrea una profunda crisis política es una excusa para negar la evidencia. Si el PSOE no fuerza un debate imprescindible sobre su liderazgo, no solo estará perjudicando sus expectativas electorales en 2012, sino agravando los problemas de todos. La España de los cuatro millones de parados, incapaz de crecer y dominada por los números rojos y la amenaza implacable de los mercados, no está en condiciones de perder un año más alargando artificialmente una legislatura sin rumbo. El PSOE se engaña: en efecto, saber si el PP sacará a España de la crisis es hoy una incógnita. En cambio, asumir que Zapatero ya no lo hará es —para la Comisión Europea, el Banco Central Europeo, el FMI, la OCDE, las agencias de calificación...— una dramática certeza.

ABC - Editorial

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