viernes, 3 de diciembre de 2010

El palo y la zanahoria. Por José Antonio Navas

Trichet se ha negado a confirmar la compra oficial de deuda soberana de España pero tampoco ha dicho lo contrario porque, a fin de cuentas, el programa de adquisición de bonos sigue abierto por parte del Banco Central Europeo. La autoridad monetaria ha conseguido asustar a los especuladores que se han forrado apostando a la baja contra los intereses patrios y que ahora se apresuran a cerrar las posiciones cortas para no deteriorar sus carteras ante el cierre del año.

El presidente del BCE se ha apoyado en el miedo secular de los mercados para mitigar la espiral de pánico en España, lo que sido aprovechado por el Gobierno para rentabilizar políticamente sus nuevas medidas contra la crisis. Pero el plan de actuaciones que hoy aprobará el Consejo de Ministros no representa más que un pequeño aperitivo de los múltiples viajes que el primer órgano colegiado del Gobierno va a tener que dar a la maltrecha economía nacional si no quiere que los prestamistas del mundo entero cierren el grifo al Tesoro Público. De nada sirven componendas políticas, cónclaves empresariales, cumbres sindicales o calendarios electorales. La presión que padece Zapatero no es nada comparada con la que puede sufrir el país entero si las autoridades comunitarias perciben nuevas vacilaciones en la política económica española.

El presidente se ha quedado de guardia en Madrid excusando su presencia en la Cumbre Iberoamericana por si era convocado de urgencia a una Cumbre Europea destinada a pasar revista sobre los futuros compromisos de ajuste. El respiro de los mercados ha aliviado la tensión y el Gobierno podrá hoy sacar pecho con su «paquetito» de recortes sin necesidad de volar a Bruselas. En la capital europea han comprobado que el palo y la zanahoria funcionan bien en España y esperan que Zapatero hinque a base de bien los codos para terminar rápidamente los deberes que aún tiene pendientes.


ABC - Opinión

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