viernes, 3 de diciembre de 2010

Cambio de programa. Por M. Martín Ferrand

Zapatero mejora cuando abandona el zapaterismo y entra por la vía del sentido común.

LO normal, en el supuesto de que la normalidad tuviera asiento por estos pagos, sería que José Luis Rodríguez Zapatero, en declaración pública extraordinaria y previa convocatoria, hubiera informado a la Nación del sustancial cambio de su programa electoral que, disimulado como remedios para la crisis, aprobará hoy el Consejo de Ministros y que en la última sesión de control, en el Parlamento, sorprendieron con el pie cambiado a Mariano Rajoy. Más aún, al hilo de los cánones tradicionales, el presidente del Gobierno ante una tansformación tan radical del programa que le llevó a La Moncloa, debiera haber establecido consultas endógenas y exógenas y, entre estas últimas, por lo menos, conversado con el líder de la oposición dado el carácter de urgencia que acompaña a las medidas que propone y a la situación de emergencia, económica y social, en la que estamos inmersos.
Afortunadamente, Zapatero ha terminado por aceptar la gravedad de la crisis y adoptado unas medidas que, aunque insuficientes, resultan imprescindibles. Alguna de ellas, como la supresión de los 426 euros de subsidio complementario a los parados de larga duración, le costará lágrimas e incomprensiones y agitará el patio sindical, esa lacra equivalente a la patronal, con la que fingimos colectivamente y sin convicción alguna «otra» vía representativa. En esa línea de consideraciones, provisionalmente hasta que leamos la letra pequeña de la disposición correspondiente, hay que felicitar a Zapatero por la supresión del último sindicato de afiliación obligatoria que quedaba en Occidente, las Cámaras de Comercio. Algo que quizá tuvo sentido en sus antecedentes del siglo XIII, cuando la Corona de Aragón estableció mecanismos para la defensa de los intereses de los gremios y que, en España, pasaron a ser de adscripción obligatoria en 1911, hasta que la Constitución del 76 se las llevó, durante un ratito, por delante ya que el felipismo perpetuó lo que, en el año 2000, definí en estas páginas como «un organismo representativo privado, de adscripción obligatoria que chupa un porcentaje de los beneficios de las empresas y que se encarga de recaudar la Agencia Tributaria».

Zapatero mejora cuando abandona el zapaterismo y, solo o con el consejo de otros europeos, entra por la vía del sentido común. En el caso de las Cámaras de Comercio, además, puede redimir al país de una lacra histórica que —ya veremos lo que dice el PP— preside a fecha de hoy en su dimensión nacional un socialista, Javier Gómez Navarro, y capitanean en sus organizaciones locales una mayoría de militantes o próximos al partido de la gaviota.


ABC - Opinión

0 comentarios: