domingo, 28 de noviembre de 2010

Cita con las reformas

La economía española ha cerrado una semana particularmente negra con la prima de riesgo en máximos históricos, el desplome de la bolsa y los rumores sobre un futuro rescate europeo, síntomas inequívocos del estado de desconfianza de los mercados en la gestión del Gobierno. El propósito de la cita de ayer entre Rodríguez Zapatero y los máximos representantes de las 37 empresas españolas más importantes era responder con una imagen de cohesión a las incertidumbres generadas. Aunque el carácter propagandístico de la iniciativa fuera difícilmente rebatible, es cierto que la oportunidad ofrecida por el presidente permitió a nuestras multinacionales y principales bancos trasladar un mensaje necesario al Ejecutivo: urgen las reformas estructurales para fortalecer la imagen de España y dar confianza a los mercados. Como en toda la crisis económica, el discurso de los principales empresarios ha pivotado en torno a la exigencia de que el Gobierno no dilate la toma de decisiones y aborde intervenciones tan necesarias como la integración de las cajas de ahorros antes de Navidades, y la reforma de la negociación colectiva y de las pensiones de aquí a marzo, además de un plan para promover el comercio exterior, en un contexto generalizado de cambios.

El encuentro será positivo en la medida en que Rodríguez Zapatero responda con hechos a las recomendaciones y planteamientos sensatos de los empresarios. El presidente expresó su compromiso «de seguir y llevar a la práctica con la mayor celeridad posible» el desarrollo de la reforma laboral, la modificación del sistema de pensiones, la finalización de la reestructuración del sistema financiero y otras medidas para ganar competitividad y fomentar la inversión y las exportaciones. El escepticismo parte de que no es la primera vez que Rodríguez Zapatero habla en estos términos. Si los inversores han castigado la deuda soberana se ha debido a que el presidente anunció reformas que no ha puesto en marcha, cambios aparcados en algún cajón de Moncloa. Esa indecisión o pasividad ha sido, además de la falta de liderazgo político, lo que ha cuestionado nuestra credibilidad internacional.

Zapatero calificó la reunión de «extraordinariamente útil y muy positiva» para ganar la batalla de la confianza ante los mercados. Lo será si las palabras se convierten en realidades. La pelota está en el tejado del Gobierno. Nuestras multinacionales y grandes bancos han hecho los deberes con una gestión seria, rigurosa y responsable en un contexto complejo, y han cumplido con su deber al exponer su criterio sobre las recetas contra la crisis. Poco más se les puede pedir a quienes han demostrado capacidad y decisión para invertir y crear empleo, y han estado siempre dispuestos a apostar por la recuperación.

La reacción de los mercados está por ver, pero lo trascendente es que el Ejecutivo sea capaz de despejar incertidumbres con un paquete ambicioso de propuestas y de enviar, en suma, el mensaje adecuado de que ni se improvisa ni se duda. El presidente acertará si abre también realmente la puerta del diálogo político con el PP y si decide empujar juntos por la senda de las reformas.


La Razón - Editorial

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