jueves, 14 de octubre de 2010

El milagro chileno

El mundo entero siguió ayer el desenlace de la apasionante historia de los 33 mineros que durante 69 días han vivido a 700 metros bajo tierra en el pozo San José en Chile. Pasadas las 5:00 de la madrugada en España, salía a la superficie el primero de ellos, Florencio Sepúlveda, para después continuar sus compañeros en un interminable viaje de ida y vuelta en la cápsula «Fénix 2» usada para el rescate. El drama original de estos trabajadores, a los que casi se dio por muertos en un principio, se ha transformado con el paso de los días en un ejemplo de superación y solidaridad, y en una misión nacional que ha movilizado al país en pos de un objetivo único e irrenunciable como era el de salvar la vida de los atrapados. Gracias a las tecnologías de la comunicación y la información, desde todos los rincones del planeta hemos asistido al ejercicio de coraje de los 33 hombres, héroes ya, que nunca se rindieron ni desfallecieron, y que fueron capaces de liderar el salvamento con esa determinación que les hizo superar circunstancias tan desesperadas.

Lo ocurrido en la mina San José ha simbolizado también los valores y el potencial de un país como Chile, que se ha convertido en un referente moral, político, social y económico para un continente no sobrado de espejos en los que mirarse, y sacudido con saña por una corriente populista y autoritaria desde Venezuela a Bolivia, pasando por Ecuador o Cuba. El país andino fue capaz de sobreponerse a las consecuencias de una dictadura que fracturó la sociedad, sanar heridas muy profundas y afrontar con éxito un complejo proceso de reconciliación nacional. Con la reciente victoria electoral del centro-derecha y bajo el liderazgo del presidente Sebastián Piñera, se cerró el círculo de la transición de una nación que volvió a abrazar la democracia y sentó las bases de una pujanza económica ilusionante. A diferencia de otras naciones de Iberoamérica, Chile es hoy un Estado de Derecho, donde se opera con seguridad jurídica, sin prejuicios ni sectarismos. Hay, pues, razones para que instituciones nacionales, como el Senado, o internacionales, como el Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social, se hayan referido a Chile como un excelente escenario para el desarrollo de las inversiones gracias a una probada fiabilidad. España y las empresas de nuestro país han interpretado y valorado positiva y adecuadamente las condiciones propicias de presente y futuro que ofrece aquella nación hermana. No sin motivo, nuestro país es el segundo mayor inversor en Chile en términos de inversión acumulada, únicamente superado por Estados Unidos, mientras que más de mil doscientas empresas españolas se encuentran presentes en diversos sectores de la economía chilena, contribuyendo a su progreso. Esa presencia demuestra por sí sola el carácter estratégico de ese país para los intereses nacionales, tanto mejor garantizados bajo la presidencia de Piñera. El pequeño-gran milagro de la mina San José es, en definitiva, el de una nación que salió de ese otro pozo que supuso la dictadura, que sorteó las tentaciones populistas y decidió emprender unida la senda de la prosperidad.

La Razón - Editorial

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