domingo, 15 de agosto de 2010

Zapatero. No va a ser tan bueno. Por José T. Raga

La frasecita, por el momento ya está costando dinero. Por eso, mi pregunta, que no espera respuesta: ¿por qué no se calla?

Tal como lo han oído. Esas han sido las palabras del presidente Rodríguez Zapatero el pasado lunes, y que cada uno interpretará como Dios le dé a entender. Es verdad que podríamos pedirle que nos lo repita, a fin de descubrir si en la repetición descubrimos algún paradigma oculto o alguna clave secreta para su total comprensión. Porque ¿qué quiere decir el presidente al advertir que el tercer trimestre "no va a ser tan bueno" como lo ha sido el segundo? Para los que somos de entendimiento escaso, la expresión la hacemos nuestra con un léxico más sencillo. Suponemos que lo que está queriendo decir es que el próximo va a ser peor que el anterior, o con menor elegancia, aunque no tan enrevesado como el decir del señor ZP, que el tercero va a ser más malo que el anterior.

Dirán ustedes que qué más da, o que no me empeñe en hilar tan fino buscando tres pies al gato. Yo, personalmente, acepto lo que ustedes consideren que es más fiel a la realidad, pero, lo que ocurre es que estoy convencido de que esta gente –sí, los que mandan presumiendo de una izquierda ya caducada–, no dan puntada sin hilo, lo que significa que, cualquier manifestación que realizan está estudiada en toda su dimensión para transmitir lo que realmente quieren decir, o sea, hasta dónde quieren confundir y hasta cuándo mantener el engaño.


Frente a las expresiones más sencillas que propongo, cuyas diferencias con la del señor Rodríguez Zapatero, al menos en apariencia, son mínimas e inocentes, la diferencia real entre ellas, lleva implícita una carga de profundidad. Mi propuesta parte de valorar la situación actual de la economía española, en el segundo trimestre ya concluido, como una situación mala, por lo que el anuncio del Presidente supone la afirmación de que el tercer trimestre será peor o, si quieren, más malo.

La expresión del señor ZP, parte de considerar que la situación en el segundo trimestre del año, ha sido una situación buena –vayan ustedes a saber si, incluso, muy buena– y que el anuncio se limita a anticipar que el tercer trimestre no será tan bueno como lo fue el segundo del año. El Presidente, lo que no se atreve a decir claramente es que el segundo trimestre ha sido bueno –menos aún muy bueno–, porque ello justificaría una revuelta social, a la que él no está dispuesto a hacer frente. Pero, por otro lado, es difícil interpretar otra cosa a la luz de la forma empleada en su admonición.

Son ustedes, los únicos titulares de la soberanía nacional y, por ello, los que tienen derecho a interpretar las palabras del presidente. Asimismo, sólo ustedes tienen derecho, en cuanto que sufridores, a determinar si el segundo trimestre del año 2010 ha sido un trimestre bueno o malo, para concluir en si lo que estoy diciendo tiene algún sentido o es, simplemente, una tontería. Mentir, engañar y confundir no sólo es gratis en nuestro país, sino que se ha convertido en un deporte que solo mejoraría dando premios al engaño más audaz, a la mentira más voluminosa o a la confusión más sofisticada; bien es verdad que la acumulación de premios en manos de ciertos personajes despertaría la envidia más insana entre sus correligionarios. Mientras eso se produce, y como estadio intermedio, merece que el mentiroso compulsivo vea su gloria inscrita en su propio curriculum vitae, para testimonio ante propios y extraños.

Hasta que esta información esté disponible en el mercado, solicitaría de los políticos en general y del señor presidente en particular –no en balde los engaños de éste son los que pueden provocar mayores males– que guarden sepulcral silencio, como mal menor; mejor aún sería que se marcharan, pero eso, ni siquiera en momentos de intensa alucinación lo veo probable. Y, ¿por qué pido reverencialmente silencio? Porque cada cosa que dicen o sobre cada asunto que opinan se convierte en un boomerang que corta cabezas en su vía de regreso.

Ese personaje ZP que nos ha tocado en suerte, sin haber comprado números para la rifa, se le ocurrió también, el pasado martes, y desde ese nirvana en el que vive, declarar a los cuatro vientos que las medidas contra crisis anunciadas, que entre nosotros sabemos que dejan mucho que desear, las va a aplicar con cierta relajación. ¡Y eso que el trimestre no va a ser tan bueno!

Tiempo ha faltado a los mercados financieros para que, antes de haber transcurrido veinticuatro horas desde la mencionada declaración, hayan ampliado el diferencial de interés que tendrán que pagar los bonos españoles frente al bono alemán de referencia. Y es que lo que dice el presidente no tiene gracia; yo al menos no se la encuentro. La frasecita, por el momento ya está costando dinero. Por eso, mi pregunta, que no espera respuesta: ¿por qué no se calla? Ya sé que no tengo la capacidad que mostró S. M. el Rey de España para hacer callar repentinamente al presidente bolivariano de Venezuela, pero, hombre, si no por capacidad mía, ¡hágalo por caridad!

Otra alternativa sería que los medios de comunicación no reprodujeran frases tan económicamente obscenas, que producen daños tan apreciables; al fin y al cabo, entre nosotros ya nos conocemos, pero de lo que se trata es de que no nos conozcan fuera y, en este caso, que no se enteren los mercados financieros. Mientras tanto, señor presidente, podría encerrarse a trabajar –le aseguro que no pasa nada por eso– y preparar, de una vez por todas, una política económica omnicomprensiva y coherente para salir de la crisis. Se trata de renunciar a los parches, a las improvisaciones, a desdecirse hoy de lo que dijo ayer. Una vez diseñado el plan, llevarlo a las Cortes para su aprobación y para conocimiento de los agentes económicos, porque ellos, también toman decisiones que pueden ayudar mucho a iniciar el camino de la recuperación.

Venga, ¡hágase el ánimo y trate de reducir el sufrimiento de los españoles! Es un trabajo que le aseguro que merece la pena. El momento vacacional, es un buen momento para la reflexión y para el trabajo silencioso y fructífero. ¡Inténtelo!


Libertad Digital - Opinión

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