martes, 27 de julio de 2010

¡En Afganistán hay una guerra!

Antaño se querían conocer todas las bajas del otro lado de la trinchera para subir la moral de tu propio bando. Y ahora se quieren emplear esas bajas del rival en detrimento propio.

¿Novedad? No es seguro que la haya. Al menos, no muy sustancial. Lo más relevante, sin duda, es que esta Administración Obama tiene un control de sus propios archivos que permite que decenas de miles de documentos relativos a la guerra de Afganistán se puedan hacer públicos en una página websin que al cierre de esta edición hubiese dimitido nadie. El consejero nacional de Seguridad, general James Jones, dio la cara diciendo que nada de lo publicado iba a cambiar la estrategia que se sigue en Afganistán. Y así debe ser —con la única modificación de mejorar la seguridad de la documentación secreta, como sin duda estará de acuerdo Jones.

Aparte de la incapacidad de la Administración para controlar sus papeles secretos, la filtración nos enseña que vivimos en un tiempo en que la opinión pública no se contenta con saber lo que les ocurre a sus tropas en el campo de batalla, sino que quiere saber cuándo, cómo y por qué sufren una baja el enemigo y sus civiles. Algo comprensible, pero que no tiene precedente histórico en el siglo pasado y anteriores. Al menos, no en los mismos términos. Porque antaño se querían conocer todas las bajas del otro lado de la trinchera para subir la moral de tu propio bando. Y ahora se quieren emplear esas bajas del rival en detrimento propio.


Además de los numerosos daños colaterales causados en Afganistán —como en todas las guerras precedentes de la Historia— los documentos filtrados ofrecen algunos otros datos de mucho interés.

1) Los talibanes saben que el tiempo siempre juega a su favor. Que contra Occidente tienen un arma casi infalible: nosotros medimos nuestra presencia en Afganistán en meses, y ellos, en siglos.
2) Los talibanes tienen misiles portátiles con infrarrojos de alta efectividad contra las aeronaves de la OTAN.

3) Pakistán ha hecho un doble juego, hasta el punto de que había miembros de su servicio de inteligencia entrenando a terroristas suicidas en Afganistán en 2006.
Así que hay razones sobradas para estar preocupados por lo que revelan los documentos filtrados. Pero hay más razones para estar preocupados por el escándalo que generan a mentes biempensantes. Por si alguien no se había enterado, en Afganistán hay una guerra en la que están involucradas tropas españolas con una situación agravada en los últimos dos meses. Y a todos nos va mucho en ganar la guerra.


ABC - Editorial

1 comentarios:

Anónimo dijo...

"Porque antaño se querían conocer todas las bajas del otro lado de la trinchera para subir la moral de tu propio bando. Y ahora se quieren emplear esas bajas del rival en detrimento propio."

Qué cosas, eh? Si es que la gente se preocupa por unas cosas...

Pues más antaño aún había quien empalaba a los prisioneros de guerra. Eso si que era chulo, eh?