martes, 15 de junio de 2010

Más fortaleza, menos desdén. Por M. Martín Ferrand

El momento exige más fortaleza en el Gobierno y menos desdén en la Oposición.

EN los tiempos en que María Dolores de Cospedal ejerció como consejera de Transportes e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid, una buena parte del personal bajo su mando la motejó como «La trolebús» por su necesidad de permanecer enganchada a la corriente del poder. Por su falta de autonomía. Ahora, ya secretaria general del PP, más bien parece todo lo contrario y da la impresión de haberse establecido por su cuenta. Este último fin de semana se les apareció a los caracenses y, tocada una una kufiyya, el tradicional pañuelo palestino, insistió en que el partido que preside Mariano Rajoy «es el partido de los trabajadores». Ignoro si el viejo, revolucionario y marxista PTE sobrevive en la realidad política extraparlamentaria; pero, si es así, lo de Cospedal acumularía una apropiación indebida a una superchería de identidad.

Pudiera tratarse del vértigo de la altura, algo frecuente en los escaladores. La encuesta publicada ayer en ABC le atribuye al PP una expectativa de voto del 45,3 por ciento, lo nunca visto. Una potencialidad de tal envergadura puede alterar los ánimos más templados. De ahí el populismo y la kufiyya. Pero, sin llamarse a engaño, esa ventaja de 11,8 puntos sobre el PSOE queda compensada por el hecho —dramático, demoledor— de que el descendente Zapatero y el ascendente Rajoy coinciden en el 3,2 con que ambos son valorados por los encuestados. Tres décimas menos que Cayo Lara, cuya existencia es meramente administrativa.


Aquí todo se nos vuelven juegos florales y brindis al sol. Mejor sería prestar atención a fuentes tan solventes como el Frankfurter Allgemeine Zeitung, que insistía ayer en lo afirmado por el Financial Times Deutchslandy desmentido el pasado viernes por el Gobierno español: los socios del euro, alarmados por la situación, preparan un plan de rescate para España. Entienden que el esfuerzo de Zapatero y su próxima reforma laboral son insuficientes y no quieren dejar pasar el tiempo sin drásticas medidas de remedio.

Entre nosotros las prisas no cuentan. Mientras resuenan las alarmas desde el corazón económico de la UE, Mariano Rajoy anuncia que explicará su alternativa económica —fuera del Parlamento, por supuesto— el día 25. La una, en la progresía formal; el otro, en la calma chicha y el que cuenta, el presidente del Gobierno, balbuciente y sin depresión alguna, sigue sin entender la gravedad de un momento económico y social que, según los expertos menos alarmistas, puede llegar a recrear en España situaciones tan tensas y difíciles como la del «corralito» argentino. El momento exige más fortaleza en el Gobierno y menos desdén en la Oposición.


ABC - Opinión

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