domingo, 7 de marzo de 2010

Disculpándose ante Chávez. Por José María Carrascal

«LOS gobiernos de España y Venezuela ratifican su más enérgica condena del terrorismo en todas sus formas y manifestaciones», dice el comunicado conjunto hecho público por ambos gobiernos.

¡Pues vaya cosa! Sólo faltaría que apoyaran el terrorismo. Pero ¿qué hay del auto del juez Velasco, donde se habla de la cooperación gubernamental venezolana con las FARC y ETA y se pide al Ministerio de Asuntos Exteriores español que «practique las gestiones pertinentes ante las autoridades venezolanas para que cooperen en la entrega de algunos de los procesados», concretamente la de los residentes en Venezuela, uno de ellos, Arturo Cubilla, que ha ocupado cargos en aquel gobierno? Pues miren ustedes lo que hay, según el comunicado conjunto que Moratinos ha presentado como un triunfo: «El gobierno venezolano refuta y desmiente las informaciones publicadas sobre una supuesta colaboración con la organización terrorista ETA, cuyas actividades rechaza sin paliativos». O sea, que el auto del juez Velasco es una patraña. Tras lo cual, que ambos gobiernos reiteren su compromiso de seguir colaborando en los ámbitos judicial y policial parece más un chiste que un documento oficial. Si querían colaborar de verdad en esos ámbitos, España hubiese tenido que haber enviado ya ese auto a Venezuela, cosa que aún no ha hecho, y Venezuela hubiese tenido que demostrar que es una patraña. En vez de eso, lo que hacen es salirnos con una declaración rebosante de términos pomposos y orgullos heridos. Lo que nos advierte que si este asunto empezó mal, está terminando peor. Peor para España, naturalmente, pues a Chávez le ha dado la oportunidad de sacar otra vez a relucir todo el resentimiento que puede acumular un matoncillo ante quienes se achantan ante él, que es lo peor que puede hacerse ante los matones.

Moratinos lo hizo, al asegurarle que Zapatero no había pedido «explicaciones» -como todos le oímos- sino «aclaraciones» a Venezuela por la colaboración con ETA denunciada por un magistrado español. Y ahora ha tenido que tragar que el gobierno venezolano desmienta tal denuncia. ¿Cuál va a ser la próxima? ¿No dar curso al auto del juez Velasco por tales o cuales razones jurídicas? ¿Movilizar a todos sus peones en la justicia española para paralizar al magistrado de la Audiencia Nacional? ¿Aceptar el no rotundo de Caracas? ¿O no insistir si da la callada por respuesta? Capaz es de cualquiera de esas cosas y de otras más graves. A fin de cuentas, la presencia y actividad de ETA en Venezuela no es que sea un secreto a voces, es que ni siquiera es un secreto. ¿La última prueba? José Lorenzo Ayestarán, miembro del comando detenido hace poco en Francia, procedía de Venezuela, donde se había «recuperado» de su labor asesina. Esperemos que Moratinos no se haya disculpado por su detención.

ABC - Opinión

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