miércoles, 3 de febrero de 2010

Tropezón europeo en la cumbre

EL episodio de la renuncia del presidente Barack Obama a participar en la cumbre entre la Unión Europea y Estados Unidos programada para el mes de mayo no es en modo alguno un tropezón diplomático banal, sino que se trata de algo que deja muy disminuido el semestre de presidencia española. Cuando se pone tanto empeño en resumir la posición internacional de España en una sucesión de sesiones de fotos, se comprende que por parte norteamericana no exista mucho interés por añadir reuniones con un gobierno que tiene muy poco que decir en la mayoría de los grandes problemas mundiales que inundan la agenda de la Casa Blanca. Sin embargo, esta no era solo una reunión con España, sino sobre todo una expresión de normalidad en la alianza entre las dos orillas del Atlántico y si la presidencia semestral no sale bien parada de este asunto, la consideración no es en absoluto mejor para la nueva estructura permanente de la Unión, creada precisamente para acabar con esa sensación de interinidad en la representación exterior. El año pasado Obama viajó seis veces a Europa, y asistió a dos cumbres con la UE, lo que indica que no ignora el significado ni las consecuencias de la decisión de no asistir a la que había programado la presidencia española. Sin embargo, la nueva Alta Representante, la baronesa Ashton, que viajó a Washington la semana pasada, no parece haber conectado ni con la Administración norteamericana, ni con la Presidencia española. En cuanto al presidente permanente del Consejo, Herman Van Rompuy, que se apresuró a proclamarse como el dueño del famoso teléfono de Europa, tampoco ha contribuido a clarificar la situación, siquiera en términos protocolarios.

Ha costado más de nueve años poner en marcha las reformas del Tratado de Lisboa y en sus primeros pasos los nuevos mecanismos se han revelado como artefactos chirriantes y llenos de problemas que nadie había previsto. La elección de los principales cargos de la UE siguiendo criterios de cuotas de género o repartos ideológicos no garantiza en absoluto que se haya optado por la personalidad más adecuada teniendo en cuenta el perfil requerido para suceder a una figura como Javier Solana. Hará falta mejorar mucho las cosas en Bruselas para vencer la visión estereotipada de Europa que persiste en la mentalidad norteamericana. Tal vez sea mejor menos cumbres pero más llenas de contenido realmente importante.

ABC - Editorial

0 comentarios: