miércoles, 24 de febrero de 2010

El pacto es con los sindicatos

EL presidente del Gobierno mostró ayer las razones por las que los sindicatos le tienen cogida la medida al Ejecutivo

La mínima presión ejercida por UGT y CCOO con las manifestaciones de ayer -comedidas y hasta amigables con el Gobierno- ha tenido la respuesta esperada porque Zapatero, antes de que comenzaran las movilizaciones, vino a zanjar cualquier reforma del sistema de pensiones o de otras políticas sociales que no tenga el visto bueno de las organizaciones sindicales, a las que calificó como «decisivas» para el consenso. Las posibilidades de una nueva política económica y laboral se esfumaron con este nuevo abrazo de Zapatero a la «paz» sindical. Poco sentido tiene seguir insistiendo en ofrecer a los grupos políticos un pacto que, en todo caso, debe superar el filtro de unos sindicatos que ya han establecido sus líneas rojas.

Zapatero ha optado por tener las calles limpias de manifestaciones a cambio de mantener anquilosado el mercado laboral y bloqueado el futuro de las pensiones, entre otros problemas estructurales. Entre el mensaje lanzado en Londres -habrá todo el déficit que haga falta hasta que empiece la recuperación- y el de ayer -sin el apoyo de los sindicatos no hay acuerdo social-, Zapatero ha armado un discurso no sólo retrógrado e ineficaz, sino contradictorio con los que han emitido altos cargos y ministros de su Gobierno. No es compatible lo que está diciendo Zapatero con lo que su equipo económico vende a los inversores de Londres o Nueva York. Pedir al PP, en estas condiciones, que arrime el hombro es una frivolidad, porque lo primero que tendrá que saber el PP es qué propuesta tiene que apoyar. No menos difícil es la tarea que tiene por delante la peculiar comisión por el consenso -Salgado, Blanco y Sebastián-, cuyo horizonte de propuestas se agota donde empieza el veto sindical.

Mientras tanto, los problemas siguen su curso y las instituciones mantienen sus alertas. Pero ya importa poco, después de la renovada alianza de Zapatero con los sindicatos, que el gobernador del Banco de España insista, como lo hizo Fernández Ordóñez, en reclamar una reforma laboral y de la jubilación en profundidad para facilitar la recuperación de la economía. La indiferencia del Gobierno hacia quienes le piden rigor y realismo ha provocado el desprestigio de los organismos que, como el Banco de España, tienen autoridad para, al menos, ofrecer pautas de política económica desde posiciones de independencia y asesorar en tiempos turbulentos. Este Gobierno empieza a moverse únicamente por instinto de supervivencia.


ABC - Editorial

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