viernes, 4 de diciembre de 2009

El casco de De la vega. Por M. Martín Ferrand

LA moda y su condición femenina le impiden a María Teresa Fernández de la Vega, siempre esmerada con su atuendo, usar un casco pinchudo y brillante como el que solía adornar la cabeza de Otto von Bismark, el Canciller de Hierro. La vicepresidenta que manda, a diferencia con la que obedece, es inasequible al desaliento y tiene el ánimo de la victoria incrustado en el alma, lo que constituye una gran virtud política. Ahora, con la que está cayendo e instalados en el furgón de cola del tren europeo, ha dicho De la Vega que «estamos mejor que hace un año». En ese año en el que, según ella, tanto hemos mejorado, el número de parados ha crecido en casi novecientas mil personas y, aunque no he hablado con todas ellas, sospecho fundadamente que no comparten el triunfal diagnóstico vicepresidencial.

Estamos peor y salvo que cursen fenómenos taumatúrgicos, peor estaremos dentro de un año. Los males que nos afligen son estructurales, no meramente contingentes, y esos no se remedian, como el catarro, después de unos días de toses y estornudos. Necesitan y exigen medidas enérgicas, algunas de ellas claramente impopulares y con potencial coste electoral, y por ahí no pasa la voluntad de José Luis Rodríguez Zapatero, optimista patológico, escasamente sensible en la percepción de la realidad y adorador de su propio ombligo.

Aquí todo se reduce, desde el Gobierno, a decir que no se abaratará el despido, algo que nadie solicita, y con ello se da por cerrada la negativa a una reforma laboral que, al margen del despido potencial, sea capaz de favorecer la creación de empleo y, de paso y fundamentalmente, mejorar la competitividad de nuestras empresas en el marco de la UE.

Se puede entender en De la Vega que, en función de su responsabilidad, trate de edulcorarnos la realidad. Entra en las funciones del Gobierno el mantenimiento de la moral ciudadana; pero, y eso me preocupa, creo que no nos miente. Está convencida, de tanto respirar el incienso de las alabanzas de sus paniaguados, que España va bien. Aquí los malos son los del PP y los empresarios y por eso los sindicatos preparan una manifestación contra los empleadores del corte y el estilo de las demostraciones sindicales que José Solís promovía para el Primero de Mayo. En eso hay coincidencia, el entendimiento de la libertad de unos y otros es parejo. Y, además, a De la Vega le favorecería el casco de Bismark.


ABC - Opinión

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