viernes, 12 de junio de 2009

LA MOVIDA EN EL PSOE. Por Fernando Jáuregui

Algunas voces se levantan en el PSOE contra la estrategia que el partido ha seguido durante la campaña electoral. Las más de esas voces tienen sordina. En todo caso, no son muchas: Zapatero puede haber perdido credibilidad en ese mundo cambiante que es la opinión pública, pero mantiene intacto, o casi, el carisma y el liderazgo entre los suyos. La movida en el PSOE no afecta al jefe máximo, sino a las responsabilidades medias: nadie se atreve a criticar el uso del Falcon por el presidente-secretario general, pero son muchos los que piensan que quizá no debería haberse mezclado el proyecto de reforma de la legislación sobre el aborto, que capitaliza la ministra Aído, con los temas electorales. O que Leire Pajín no debería haberse mostrado tan, tan triunfalista. O que en Madrid y Valencia el mensaje socialista debería haber sido más patente.

Lo cierto es que echo de menos críticas más de fondo procedentes del partido gobernante. Una petición, desde dentro del partido, de cambio de rumbo. Una autocrítica más sistemática. La duda: quizá nos estemos equivocando.

Zapatero, cansado y ojeroso, mantiene el tipo, a base de sostenella y no enmendalla. No así otros, como su vicepresidente Manuel Chaves, que este miércoles aguantó malencarado el aluvión de ataques que se le vino encima en la sesión de control parlamentario al Gobierno. Quizá el ex presidente de la Junta andaluza, que es un hombre honesto y se indigna con facilidad cuando esta cualidad se le cuestiona, se haya convertido en el eslabón más débil de la cadena. Y, sin duda, está maldiciendo ya el día en el que se le ocurrió "dar el salto" a Madrid, plaza difícil donde no todos los diestros, y menos sus cuadrillas, torean como en casa.

Una posible recuperación del timón de mando está, en todo caso, exclusivamente en las manos de Zapatero. Temo que no ha entendido, por lo que hemos visto hasta el momento, el mensaje de las urnas, que reclama cambios, un lenguaje nuevo, ideas más frescas. Todo, menos "más de lo mismo". Dicen que los dioses, cuando quieren perder a alguien, primero lo ciegan; no hay cosa peor que, sabiendo que retienes un caudal de popularidad, equivocarte en la cuantía e importancia de ese caudal. Y ZP, que llegó midiendo bastante bien los tiempos y las intensidades, está empezando a equivocarse, a ensoberbecerse; aún tiene tiempo, me parece, para reparar los boquetes, pero ese tiempo no es mucho.

Periodista Digital - Opinión

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