viernes, 12 de junio de 2009

LA CORRUPCION MOVILIZO A LA DERECHA EN DEFENSA PROPIA. Por Antonio Casado

No es hablar por hablar. Los datos cantan. Y cantan resultados abrumadoramente favorables a la causa electoral del PP en Valencia y Madrid. Dos puntos negros de corrupción, tal y como fueron señalados por el poder político y mediático del PSOE durante la reciente campaña electoral. Pero los trajes de Camps y los alcaldes de Aguirre no rebajaron en absoluto la facturación electoral del PP. Todo lo contrario. Fue la causa electoral de los acusadores la que perdió por goleada en las urnas madrileñas y valencianas.

A saber. En Madrid la distancia favorable a Esperanza Aguirre aumentó en casi 150.000 votos respecto a las elecciones de hace cinco años. La diferencia, equivalente a 13 puntos porcentuales (la media nacional ha sido de 3,7 puntos) ahora fue de 300.000. Y todo ello en pleno chaparrón de noticias sobre alcaldes y otras criaturas políticas de la propia Esperanza Aguirre en relación con el llamado caso Gürtel.

En cuanto a Valencia, Camps “le hizo un traje a los socialistas”, según titulábamos el lunes pasado en El Confidencial. Como es sabido, el PSOE cayó derrotado por casi 15 puntos de diferencia. Si tenemos en cuenta que el presidente de la Comunidad y líder regional del PP, Francisco Camps, había planteado estos comicios como una valoración de su conducta por parte de los ciudadanos, el dictamen popular no admite dudas. Me refiero al de las urnas, porque el dictamen judicial va por otro camino y aún está abierto. De manera que Camps debería ser más prudente al considerar que los resultados del domingo le exculpan de cualquier reproche penal, ético o político. Eso ya se verá.

Hasta aquí, los hechos. Su análisis y valoración responden a un curioso fenómeno detectado por todos los expertos: el cerco político y mediático de los socialistas contra Camps y Aguirre ha provocado un espectacular cierre de filas entre los votantes del PP. Hasta el punto de disparar incluso las cifras de participación en las dos comunidades. Muy por encima de la media nacional (en torno al 46%). Por ser precisos, el 53,2% en Valencia y el 51,7 en Madrid.

El fenómeno esta siendo mirado con lupa por el estado mayor de Rodríguez Zapatero y los equipos de expertos que se afanan estos días en ultimar un estudio post-electoral de lo ocurrido el 7 de junio. Se abre camino la doctrina Blanco. Consiste, más o menos, en la tendencia de los votantes de la derecha a movilizarse ante los casos de corrupción en sus propias filas, cuando son utilizados políticamente por el adversario de la izquierda. Por el contrario, la tendencia de los votantes de izquierda ante casos de corrupción en sus propias filas, cuando esos casos son utilizados políticamente por el adversario de la derecha, es la desmovilización inspirada en el “todos son iguales”.

Lo cual ha instalado en todos los análisis de la gente de Zapatero la muy seria sospecha de que la estrategia del miedo, advirtiendo contra la derecha corrupta, intolerante y antisocial, en formato doverman, no ha logrado la pretendida movilización de los votantes del PSOE sino, justo al revés, la de los votantes del PP. Es decir, que ante los casos de corrupción de la derecha (Camps, Bárcenas, Panero…), los votantes del PP actuaron en defensa propia, cerraron filas y acudieron a las urnas para romper el cerco. Mientras que ante los casos de la izquierda (Chaves, el Falcon…), los votantes se quedaron en su casa abatidos por el pensamiento de que la corrupción no conoce fronteras entre unas siglas y otras.

el confidencial - Opinión

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