viernes, 5 de junio de 2009

EL ESTIGMA DE LA REFORMA LABORAL. Por Fernando Cortés

Los sindicatos han estigmatizado el término «reforma laboral». Cualquiera que se atreva a pronunciar las dos palabras malditas será lapidado en la plaza pública, bajo la acusación -no importa que sea falsa- de querer instaurar el despido libre. Flaco favor el que le están haciendo CC.OO. y UGT a este país, necesitado más que nunca de fórmulas imaginativas que le ayuden a superar la crisis de empleo que se está viviendo. España pide a gritos un cambio en las reglas que regulan el mercado laboral. Nuestra tasa de paro supera el 18%. La media europea es justo la mitad y hay países que están a años luz de estas cifras. Holanda, por ejemplo, tiene un desempleo del 3%.

Mendez y Fidalgo consideran, sin embargo, que aquí todo va de fábula. No es de ahora. Cada vez que un Gobierno ha dado un paso en esa dirección se ha encontrado con una huelga general. Felipe González y José María Aznar lo sufrieron en sus propias carnes y ahora Zapatero no está dispuesto a pasar por ese trance. Bajo ningún concepto.

El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, se ha convertido en principal defensor de esta nueva teoría negacionista y se dedica a saltar a la yugular de cualquiera que haga el mínimo gesto. Esta semana le tocó al BBVA, que ha cometido la osadía de ofrecer a sus trabajadores excedencias para realizar estudios o la posibilidad de recortar la jornada laboral para conciliar el trabajo con la vida privada. Las necesidades de las personas cambian a lo largo de los años. En un momento determinado de la vida lo que nos importa es el dinero, y en otro, sin embargo, necesitamos tiempo para nuestros hijos. Hay países en los que han sabido entender esto. Se llama flexibilidad y no tiene nada que ver con el despido libre. Si yo fuera Corbacho, en lugar de cerrarme en banda a cualquier sugerencia, me iría de vacacionmes a Holanda.

ABc - Opinión

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