viernes, 22 de mayo de 2009

OTRO EMPATE «TECNICO»

LA campaña electoral europea ha arrancado con una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas que, siguiendo el patrón de los últimos sondeos, atribuye a PP y PSOE el enésimo empate «técnico». Según el trabajo del CIS, PP y PSOE obtendrían el mismo número de europarlamentarios -23 cada uno-, aunque los socialistas aventajarían a los populares en 6 décimas (42,8 por ciento frente a 42,6). Las reservas a esta encuesta son similares a las que recibió la última del CIS sobre estimación de voto en caso de que las elecciones fueran generales: el sesgo de los encuestados se decanta desproporcionadamente hacia los socialistas, hay una previsión inverosímil de participación y, en general, no responde al estado real de la opinión ciudadana. En todo caso, el sondeo sí muestra un dato que resulta creíble al cifrar en el 32 por ciento el número de encuestados que no saben aún a qué partido va a votar. Además, por primera vez en mucho tiempo, los encuestados creen -por escaso margen, 31,5 por ciento frente a 30,9- que la candidatura ganadora será la del PP.

Al margen de esta encuesta, y con el valor relativo que suelen tener, el dato político cierto es que el PSOE es consciente de la trascendencia interna de estos comicios europeos. En otras condiciones, el resultado podría tener una relevancia política limitada, pero las elecciones del 7-J se producen después de la victoria del PP en Galicia por mayoría absoluta y del pacto de investidura en el País Vasco con los populares, gracias al cual Patxi López es lendakari. Una derrota el 7-J sería algo más que un contratiempo para Rodríguez Zapatero. Supondría la primera victoria del PP liderado por Rajoy en unas elecciones de ámbito nacional, la confirmación de una tendencia de cambio y un aviso serio de deserción de parte de su electorado, bien hacia los populares, bien hacia la abstención. Y cuando la imagen y el crédito de un político entran en barrena, los remedios son muy limitados y los socios, escasos.

El vídeo maniqueo y pueril que ha difundido el PSOE persigue precisamente apelar a la visceralidad de la izquierda, para forzar la reagrupación del voto en torno a la lista encabezada por Juan Fernando López Aguilar. Pero es probable que la propaganda socialista se tope esta vez con unos potenciales destinatarios muy escaldados por la crisis económica y poco dispuestos a comprar mensajes que nada tienen que ver con los factores que van a determinar su voto el 7-J.

Como es lógico, la importancia nacional de estos comicios también incumbe al PP y a su líder, Mariano Rajoy, asentado en un 40 por ciento de voto estimado, pero urgido para quebrar ese empate sempiterno que lo mantiene a las puertas del vuelco electoral que tanto temen los socialistas. El momento es complejo para el PP por la investigación del «caso Gürtel», pero tiene a su favor que los ciudadanos no están condicionando su voto por estos sumarios judiciales, lo que demuestra que la crisis económica -y otras crisis de las que el PP no habla tanto- ha ampliado el margen social para que el PP capte apoyos en caladeros hasta ahora resistentes. El manual de instrucciones dice que hay que votar el 7-J pensando en Europa, pero nadie debería llamarse a engaño porque van a ser unas elecciones de examen para el PP y, sobre todo, para el PSOE.

ABC - Editorial

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