martes, 16 de enero de 2007

Zapatero ofrece un pacto genérico pero un implacable Rajoy le exige cambiar de política

Mariano Rajoy hizo catarsis ayer en el Congreso. Soltó todo lo que tenía acumulado desde hace casi tres años, como nunca se había hecho antes por la lucha contra ETA, ni contra un presidente del Gobierno. «Si usted no cumple, ETA le pondrá bombas y si no hay bombas es que habrá cedido», llegó a resumir el líder de la oposición.

La frase hizo callar al Hemiciclo e irritó a los diputados del PSOE que auguran que se volverá contra él. Lanzó la acusación para explicar cómo, desde su punto de vista, el presidente se ha plegado a los terroristas y cómo, a pesar de que fueron asesinadas dos personas, mantiene, según él, su intención oculta de negociar con la banda. Por eso, reiteradamente, le pidió que cambie de política antiterrorista.

Aunque parezca imposible, cada día en esta legislatura se supera el nivel de enfrentamiento entre los dos partidos que pueden gobernar en España. Camino del infinito, ayer el pleno extraordinario e insólito les alejó años luz.

Zapatero, con su proceso de paz reducido a escombros por ETA, quiso dejar abierta la puerta del acuerdo al anunciar la inminente convocatoria del Pacto Antiterrorista, para ampliarlo de forma genérica al resto de partidos y a asociaciones cívicas, pero un implacable Rajoy lo rechazó.

El presidente empezó arremetiendo contra ETA por «acabar con las esperanzas de paz», mientras que Rajoy arrancó atacando con dureza a los terroristas, pero especialmente al Gobierno socialista. Todos los demás partidos apoyaron al Ejecutivo, criticaron al PP, y algunos como ERC, PNV, IU, EA y Nafarroa Bai defendieron expresa y abiertamente la necesidad de buscar en el futuro una salida dialogada al terrorismo, pese a todo, aunque con más exigencias a ETA.

Editorial en pág. 3

El presidente del Gobierno hizo un discurso inicial con dos golpes de efecto: admitir el «claro error» de su pronóstico optimista justo el día antes del atentado del 30 de diciembre, y anunciar la convocatoria en breve de la Comisión de Seguimiento del Pacto Antiterrorista, por primera vez en dos años.

Su propósito es convencer al PP para abrir ese acuerdo que sólo firmaron en 2000 los dos grandes partidos al resto de fuerzas políticas, y también sociales. Con su proceso de paz sepultado en Barajas, su objetivo es lo que llamó el «gran consenso democrático contra el terrorismo».

«Creo que es la hora de abrir paso a un consenso democrático aún más amplio. No de dos partidos, sino a ser posible de todos; no sólo de los representantes de 20 millones de votantes, sino de 44 millones de ciudadanos; no sólo de fuerzas políticas, sino también de fuerzas sociales y cívicas», aseguró Zapatero.

Pero Rajoy anunció que irá a la reunión, aunque advirtió de que rechazará ampliar el Pacto, porque sería «un error mayor» y porque, según él, Zapatero «quiere un acuerdo que no pretende derrotar a ETA, que no se pacte entre los dos principales componentes del consenso español, que se apalabre sin conocer su contenido, y en el que figuren todos los defensores de Batasuna, de sus razones y de sus conflictos. ¿Qué pintamos ahí nosotros? Yo nada; usted tampoco».

A Rajoy no le valió esa puerta abierta al diálogo porque llevaba escrito un discurso de reproche sin piedad ni freno a la actuación del Gobierno, con acusaciones como que Zapatero consideró que en sus planes «tenían cabida las reivindicaciones terroristas»; que llegó a un «preacuerdo» con la organización terrorista para «darle gusto a ETA»; que «le ha tomado el pelo un rebaño de asesinos»; que «legitima a los terroristas, los torna respetables, refuerza sus postulados, reconoce su conflicto»; que les ha convertido «en nobles luchadores de una causa noble», que «tocó el violón mientras cabalgó sobre un tigre» y, sobre todo, que ha hecho que «ETA esté más fuerte que nunca».

La frase sobre las bombas y la cesión provocó murmullos en el Hemiciclo y Zapatero respondió tachándola de «bochornosa e indigna» e instándole, infructuosamente, a retirarla. Nunca antes la Cámara y los ciudadanos habían escuchado tales reproches sobre terrorismo entre los dos partidos que pueden gobernar en España. A partir de hoy, se supone que llamarán a recomponer el consenso frente a ETA, porque aparentemente es difícil imaginar que se pueda ir más allá en reproches por un atentado terrorista.

El reto es cómo integrar a quien, como el PP, se opone al diálogo futuro con ETA en cualquier situación; al resto de partidos que no quieren cerrar esa puerta y consideran que los populares han obstaculizado el proceso de paz; a quienes, como el PNV e IU, hicieron expresa petición ayer de derogación de la Ley de Partidos, y al PSOE, que hasta hoy había hecho de este proceso el centro de su política.

La tesis reiterada de Zapatero es que él ha hecho lo mismo que los anteriores presidentes del Gobierno, Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar: abrir procesos de diálogo con ETA, y «todos han acabado mal», pero «todos tuvieron el apoyo de todos los partidos, menos ahora».

Nunca antes, según explicó Zapatero, el líder de la oposición había arremetido contra los presidentes que intentaban ese diálogo cuando ETA puso fin a las treguas, nunca antes se había forzado una comparecencia como la de ayer ante el Pleno del Congreso.

«La diferencia es que ésta es la primera vez que el principal partido de la oposición ha requerido la comparecencia de un presidente tras un atentado y para que explique su política antiterrorista», repitió Zapatero, antes de acusar de «hipocresía y falta de credibilidad» a Rajoy.

El líder de la oposición utilizó reiteradamente la expresión «derrotar a ETA» para exigir al presidente del Gobierno que se sumara a esa tesis y que dijera expresamente que nunca más volverá a hablar, dialogar o negociar con la banda.

Le recordó que esa expresión figuraba en el último programa electoral del PSOE y en el Pacto Antiterrorista, lo que llevó a concluir que el presidente no tiene palabra. Zapatero no respondió abierta y expresamente a ese requerimiento, pero sí aseguró en varias ocasiones que «ETA puso punto final al proceso de diálogo», que «con violencia no hay diálogo», «que con violencia no hay baza alguna, ni punto de partida para nada distinto que su persecución y su castigo», y se comprometió a «la persecución y puesta a disposición judicial de quienes cometan actos terroristas e ilegales». En respuesta a Llamazares, aseguró que ETA «debe dar el paso indubitado de aceptar las reglas del juego».

A lo que más expresamente respondió Zapatero fue al futuro de Batasuna porque, según dijo, se cumplirá la Ley de Partidos y no podrá concurrir a las elecciones municipales y forales de mayo.

Al líder del PP tampoco le valió eso porque su crítica y reproche no sólo se refieren al pasado, sino que se extienden de forma preventiva al futuro, y aseguró que Zapatero «no es fiable», «no tiene palabra» y «no ha dado la talla ante la sociedad».

«Sería un suicidio apoyarle a usted», llegó a decir el líder de la oposición, poniendo en duda que el presidente no quiera mantener vivo el contacto con ETA.

Zapatero le respondió recordándole que fue él quien propuso el Pacto Antiterrorista y que Rajoy lo descalificó como «un conejo en la chistera» y espetándole: «Usted no tiene ni idea de política antiterrorista».

Recordó también que, cuando ETA rompió la tregua en 1999 y asesinó al socialista Juan María Jáuregui, el PSOE apoyó al Gobierno de Aznar, mientras que el PP «ha hecho crítica desde el primer día» de esta legislatura.

Todos los partidos cerraron filas con el Gobierno con la misma intensidad con la que descalificaron al PP por forzar un Pleno como el de ayer.

«Este Congreso no debe anular sus resoluciones por un atentado, y este Pleno no se debería haber celebrado nunca», dijo el portavoz de CiU, Josep Antoni Duran Lleida.

«Rajoy me da miedo porque, como ETA, cree que cuando peor mejor», explicó el de ERC, Agustí Cerdá. «El gran error de la derecha es la ira, y el PP debe abandonar el dogma en política antiterrorista», aseguró Gaspar Llamazares.

Todos rechazaron la petición de Rajoy de derogar la moción de mayo de 2005 que abrió la puerta al diálogo con ETA.

A todos ellos les lanzó elogios Zapatero, sin quitarse de la boca palabras como acuerdo, diálogo, unidad o consenso. A todos ellos, a partir de hoy, se supone que intentará integrarlos en un acuerdo que parta del Pacto Antiterrorista que suscribieron el PSOE y el PP en 2000.

Al PP, Zapatero le auguró una derrota electoral como la del 14-M por su posición respecto a la lucha antiterrorista.

Fernando Garea
El Mundo, 16-01-2007

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