jueves, 7 de diciembre de 2006

El estado subnormal

Al jerarca socialista Indalecio Prieto le llevaron a una tenida masónica para iniciarle entre cartabones y compases, crespones negros y calaveras. Al final le preguntaron: «Don Inda ¿qué le ha parecido?». Y él, gran ateo, respondió: «Mire, prefiero la misa». Y eso nos pasa a algunos leyendo el manifiesto socialista por el XXVIII aniversario de la Constitución. Conectan la actual Norma Suprema con la del 31, que se parecen como un huevo a una castaña, y no se sabe por qué se contienen y no la enlazan con La Pepa de 1812. Relacionar y rascar, todo es empezar, debe suponer Alvaro Cuesta, responsable del panfleto. No ha de extrañar que tal papel coincida con la petición del nacionalismo gallego de un huso horario propio, porque las estupideces nunca viajan solas. Las horas de sol no son las mismas en Cantabria que en Andalucía y cada autonomía podría decretar su propio horario, y llamaríamos a Levante cuando están despiertos como las gallinas y al País Vasco cuando aún duermen como marmotas. Todo sea por la identificación nacional a través de la relojería.

La ingeniería social pertenece al comunismo, no a la mejor tradición socialista que el zapaterismo pretende superar. Les aporto ideas. ¿Qué sentido tiene mantener la paga del 18 de julio que simboliza el alzamiento contra la República? Además esa soldada recuerda ominosamente que fue el fascista de José Antonio Girón, ministro de Trabajo de Franco, quien sentó las bases de una seguridad social integral en España. ¿Y qué decir del aguinaldo de Navidad que, en un Estado laicista, celebra la natividad de Cristo? Estos botarates deberían empezar por trabajar las fiestas de guardar. Las pagas extra y las vacaciones las pactan las empresas con sus empleados y no están sujetas a calendarios litúrgicos. ¿Cabe en el laicismo uterino de estos pillos la santificación del domingo? Domingo, maldito domingo, inamovible como día de descanso del Señor. ¿Qué hace un laicista ante el domingo? La Revolución Francesa cambió el nombre de los meses. Para la revolución semanal el sábado no sirve porque es el sabat judío, pero quedan L, M, X, J y V para repartir el descanso entre las autonomías. Y los católicos que vayan a la Misa del Gallo. Las procesiones interrumpen el tráfico laico y hay que agostar ese atraso de la Semana Santa que financian los fieles y los ayuntamientos. Y el mito de los Reyes Magos, que a la postre son los padres, debe ser sustituido por el nórdico de Papá Noel, que ya va tomando posiciones. Cuanto más avanzan éstos en el laicismo, más ganas me entran de volver a misa.

Martín Prieto, Bajo el volcán
El Mundo, 07-12-2006

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